Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘AÑOS TRANSCURRIDOS’ Category

HOY ES NUESTRO MAYOR TESORO Y VAMOS A DISFRUTARLO

Vivir el hoy sin mayores preocupaciones por lo que vendrá mañana, porque esa es la parte de la vida que, de alguna manera, podemos controlar y nos corresponde por entero. Ciertamente, nadie puede hacernos mejor o peor este eterno presente. Siempre será producto de nuestra concepción de la vida y de las cosas, de nuestras actuaciones, del color del cristal con que miremos los acontecimientos que nos afecten y la trascendencia que les otorguemos.

Para quienes crean en la existencia del futuro, se trata de algo absolutamente incierto y que, en casi su totalidad, escapa de nuestro control,  si algo puede hacerse por el es ocuparse -que no preocuparse- de hacer las cosas bien… hoy. Nada más se puede aportar a favor de un tiempo que ni siquiera sabemos si llegará… para nosotros.

Pienso que un análisis serio y desprejuiciado sobre estas especulaciones, fundamentado en la concepción de que somos espíritus viviendo experiencias físicas y no lo contrario; que heredamos de Dios la razón e inmortalidad del alma, debería disminuir o evitar esa angustia colectiva que produce el creciente estrés, que aqueja al ser humano de hoy, convertido en fuente de enfermedades físicas y mentales.

Al menos en mi caso, no solicité que me trajeran a este mundo, ni tampoco establecí condiciones de tiempo y espacio para vivir mi vida. Simplemente, me siento con vocación para una vida confortable, donde el amor a Dios y mis semejantes guíen mis pasos, lo cual por cierto es el mayor reservorio para la felicidad que todos los días disfruto, en esta vida que me he impuesto, no de años, sino de períodos de veinticuatro horas, y que me ha dado un extraordinario resultado.

Hemos recibido mucho y mucho debemos dar. También hemos luchado duro para hacernos una vida, conforme a nuestra diligencia, optimismo, confianza y óptica personal. El resultado ha sido conforme al esfuerzo e inteligencia que le hemos puesto, por eso no podemos quejarnos ni considerar que somos especiales. Somos hijos de Dios, imperfectos pero con ambición de perfectibilidad y hacia ella debemos encaminarnos.

Recibamos los acontecimientos sin grandes aprehensiones y como realmente son, producto de una época extraordinaria por su condición de transición de una era a otra. Quienes nacimos antes del año dos mil y aún nos mantenemos con vida, representamos una generación de personas especiales y sumamente privilegiadas, porque conocimos dos siglos y dos milenios, y esa especialísima situación vivencial, únicamente se da cada mil años.

Les invito a pensar, meditar, reflexionar sobre todos y cada uno de los acontecimientos globales y de cómo afecta nuestra individualidad. Pero con tranquilidad, con sinceridad, sin sobresaltos ni permitir malos presagios; con fe en Dios y en nosotros mismos; con esperanza en un mundo mejor, para nosotros y para las nuevas generaciones, al cual podemos contribuir todos los días, en la medida en que seamos capaces de interpretar los acontecimientos y en vez de angustiarnos, ser felices y dar gracias a Dios por haber vivido una época tan especial, cuando prácticamente hemos sido protagonistas en la forma de vivir en dos mundos… bien diferentes.

Read Full Post »

Escuché en televisión a  la cantante Shaila Durcal pronunciar ese refrán muy español de que “No hay mal que por bien no venga.”, lo cual me  llamó a reflexión sobre su contenido.

Haciendo una retrospección de mi vida tengo que aceptar que si no todos los sinsabores sufridos, la inmensa mayoría de los que recuerdo, con el tiempo me resultaron beneficiosos. En verdad,  son tropiezos o dolores que luego  se convierten en nuestros  mejores maestros, en esa asignatura que se convierte en  arte, a veces difícil de superar: aprender a vivir felices.

Así, a comienzos los años  Sesenta, más por necesidad que por vocación, inicié estudios de Contaduría Pública en la UCAB, cuales tuve que abandonar por razones familiares que me obligaron a regresar al interior del país, lo cual en su momento me pareció frustrante.

Sin embargo, gracias a ese supuesto mal acontecido, pude luego ya de edad avanzada, estudiar Derecho, profesión en la cual pude contribuir con la justicia y ayudar a personas e instituciones en situaciones difíciles, lo cual quizás porque interpreté el pensamiento del maestro Ossorio, de que “…los abogados somos arquitectos del alma de la gente…”, me facilitó una buena parte de mi realización material  y espiritual.

Años después, también en mi juventud, algunos inconvenientes imprevistos truncaron un plan largamente preparado de viajar a New York a estudiar Business Admistration, lo cual, por mi desconocimiento en aquella época de cómo funciona nuestra vida, me hizo pensar que era un fracaso.

Pues bien, gracias ese segundo supuesto mal que me ocurrió, por cuanto luego conocí Nueva York a donde viajé en varias oportunidades, pude determinar con toda certeza que, ni esa Ciudad ni ninguna de las otras muy grandes que he conocido en el exterior, me habrían producido la sensación de pertenencia, utilidad y confort que experimento en este  maravilloso país que se llama Venezuela y que amo entrañablemente.

Finalmente, haberme divorciado muy joven, lo cual en su momento y por mi adicción a vivir en pareja me pareció un mal  (fracaso), fue lo que me permitió conocer esa compañera de viaje largo por más de 42 años, que tanto amo y que me regaló mi mayor tesoro: mis bellas niñas y mis bellos hijos, que obligan a sentirme permanentemente, con mi juventud prolongada.

Por eso como Shaila Durcal, puedo decir sin reservas de ningún tipo que:  “No hay mal que por bien no venga.”

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

Read Full Post »

“No hay enfermedad del cuerpo sin enfermedad del espíritu.”

He recibido solicitudes de lectores quienes, además de sus problemas sentimentales y económicos, dicen sentirse agobiados por enfermedades sin una razón aparente, que les sumerge en una existencia indeseable, sobre tratar la posible vinculación entre la tranquilidad espiritual y la salud integral.

Trataré de emitir algunos criterios más allá de cualquier disquisición terminológica sobre términos  médicos, sobre lo que considero relación directa entre el espíritu y nuestra salud, desde una visión holística del entorno humano y no únicamente física o espiritual.

En esta página diariamente tengo contacto con cientos de personas que como yo, sentimos la importancia de tratar el tema con la mayor amplitud de criterios posible, no sólo del punto de vista estrictamente médico curativo, sino más allá, dentro de la nueva psicología y otros planteamientos de carácter psiquiátrico; porque al fin y al cabo, todos somos afectados.

Al  menos en el entorno de mis asesorados, la mayoría de quienes manifiestan deterioro de su salud, al analizarlos en su intimidad, se observa que viven inmersas en conflictos personales sentimentales y/ familiares, resentimientos, frustraciones y sentimientos de retaliación, lo que denota que sus enfermedades son consecuencia de su intranquilidad espiritual.

Es que en mi opinión, luego de haber  superado los setenta años sin enfermedades diferentes a una apendicectomía o un resfriado cada varios años, estoy convencido de la perfecta vinculación entre la mayoría de las enfermedades y la situación de desequilibrio o desarmonía físico-espiritual.

Sobre el tema, enriquece comentar lo expuesto por  el desaparecido Psiquiátra, conferencista y escritor francés David Servan-Schreiber: “No se puede separar el estado físico del estado mental… la clave de la medicina del siglo XXI será el vínculo entre el cuerpo y el espíritu… esta sabiduría está siendo recuperada por la medicina, porque la ciencia demuestra que funciona.

No obstante, el fundamento de este calificado criterio de un científico de la Salud no  es nada nuevo, ya que, cientos de años antes de Jesucristo, un filósofo griego comentaba: “No hay enfermedad del cuerpo sin enfermedad del espíritu.”

Hoy existe una extraordinaria expectativa en el mundo sobre el tema de la espiritualidad vinculada a la felicidad; y consecuencialmente, la influencia de su desequilibrio sobre el surgimiento de las enfermedades, como una reacción de nuestra parte física ante esa intranquilidad espiritual, lo cual alcanza una diversa escala de investigación, estudio y divulgación,  cuyos resultados, por la limitación de espacio, continuaré tratando en la próxima entrega.

Read Full Post »

“EL PASADO ES UN MUERTO Y DEBE PERMANECER BAJO LA TUMBA”

En los problemas de pareja, paradójicamente, el factor constante de perturbación no lo representa las situaciones que sufren en la actualidad, sino aquellos eventos que se sucedieron en el pasado, sobre los cuales no es posible hacer nada pero que continúan atormentándoles, precisamente porque no han sabido cerrar la puerta al pasado.

El pasado es un muerto y los muertos deben permanecer en el cementerio. El pasado no corresponde a un tiempo específico, sino que se trata del que no es actual; vale decir, todo lo que sucedió hace un segundo, ya es pasado y nada se puede hacer por cambiarlo.

Lo más que debemos hacer por el pasado es recordar los bellos momentos. La vida tiene tantas cosas bellas que disfrutar, sin que sepamos hasta cuándo, que es un desperdicio dedicarle parte de nuestro valioso hoy a un tiempo que se fue, pudiendo consagrarlo a vivir intensamente todas las muchas bendiciones que Dios puso en este mundo para nuestra satisfacción y deleite.

Si perdimos un amor, no nos comprendieron, engañaron o agraviaron, nada nos beneficia recordarlo, sino por el contrario, debemos olvidarlo. No importa cuanto tiempo pudimos amar, lo importante fue que amamos, y amar siempre ha sido un privilegio. Es lo bello del amor lo que debemos recordar. El amor, simplemente se vive, se disfruta intensamente y con fruición; y esa maravillosa sensación es algo que ya jamás nadie podrá quitarnos.

Si no cerramos la puerta del pasado a los recuerdos negativos, no podremos mantener el alma limpia y preparada para el nuevo amor que vendrá, que por regla general será más emocionante y pleno. De hecho la hermana gemela del pasado es la nostalgia, cual desvirtúa los eventos sucedidos, con riesgo a hacernos perder la perspectiva de la realidad.

Sabemos de todo el amor y la ternura que somos capaces de dar. Si alguien no nos quiere, pues se lo pierde. Es con optimismo, con fe y confianza en nuestras realizaciones como viviremos nuestro hoy y construiremos nuestro futuro. Todos los días crecemos espiritualmente y por eso somos una buena opción para quien quiera compartir felicidad.

En este camino de la vida, alguien viene en sentido contrario buscando lo mismo que nosotros; más temprano que tarde nos encontraremos y el amor que nunca muere, renacerá; seremos felices en nuestro hoy, y en el mañana, si es que llega. Entonces… ¿Qué razón tendría recordar lo malo del ayer?

Read Full Post »

 

CADA DÍA ES UNA NUEVA VIDA

Un programa en CNN,  mostraba al Dr. Virgilio Beato, quien a los 95 años contrajo matrimonio hace apenas 3; sigue ejerciendo como médico y cuando le preguntaron si aún tenía actividad sexual, sinceramente contestó: “ayudadito”; lo cual no deja ninguna duda que vive integralmente profesión y vida de pareja.

Asimismo, leí que Tiziano pintó obras a los 98 años, pero además tengo una amiga de 93 años, quien por cierto no tiene dentro de sus planes, morirse pronto.

Estos antecedentes sustentan mi criterio de que, algunas personas que sienten la edad como una pesada carga, en verdad  les pesa mucho más los años que no han sabido vivir que los que realmente tienen.

Observar al Dr. Beato, leer sobre quienes en su  avanzada edad hicieron maravillosos aportes a la sociedad, y la actitud de mi optimista amiga de 93 años, me hacen resentir de tanta gente negativa, asustadiza y tonta, que concibe la juventud solo hasta los 35 años, considerándose después de los 50,  la cuota inicial de un cadáver insepulto.

Soy fan de la gente joven; con ellos estoy en contacto para animarlos a disfrutar intensamente cada minuto de la vida, pero con la certeza  de que vivirán muchos años. Sin embargo,  casi todos se muestran sorprendidos de que a mis más de 70 años me sienta como en mis mejores tiempos, porque los formaron en la creencia de que un hombre a mi edad, debería ser descuidado, neurasténico, negativo, anecdótico, quejoso, cansado, triste, sexo cero y pendiente de su última hora.

Qué gran equivocación. Quienes hemos superado el medio siglo, aprendimos que el amor es la vida,  la amistad un tesoro y la familia un pedazo de nosotros mismos, por lo cual lo disfrutamos con fruición; que el trabajo es una bendición, la salud la consecuencia de nuestra estabilidad espiritual, y el mundo, el espacio ideal para movernos a nuestras anchas.

Por todo eso, tenemos mucho por lo cual ser felices y disfrutar de todo en cada momento. Hemos vivido como hemos querido; hemos amado y seguimos haciéndolo; trabajamos diariamente en lo que nos gusta y… cómo lo disfrutamos, que es como decir: aprendimos a vivir… viviendo.

La vejez no es no es algo indeseable sino muy deseable. Se trata de un privilegio que debe disfrutarse y compartirse. Al menos en mi caso particular, cada amanecer es una nueva aventura.

 Entonces… ¿Qué más puedo pedirle a la vida?

Read Full Post »

¿Existe algo más urgente que vivir? No, definitivamente no hay nada más urgente que vivir… plenamente;  sólo que para vivir –que no sobrevivir- la urgencia diaria suele ser simplemente… fatal.

La palabra urgente, en su acepción  de interpretación masiva: angustia, se ha extendido sobre la faz de la tierra como la mala hierba,  habiendo extraviado en el camino su real y sano sentido: priorizar un asunto y  hacerlo más rápido.

Hoy, de manera enfermiza, se da urgencia a todo, menos a lo más importante: vivir intensamente las mil bendiciones de que disponemos en nuestra vida diaria.

Las personas, extrañamente, parecieran haber asimilado la palabra urgente a la intelectualidad, trabajo eficiente, importancia social, éxito en los estudios y todo lo que represente… vanidad.

Es urgente levantarse temprano, llevar los niños al colegio, tomar el tren, asistir al trabajo, sacar dinero del cajero automático, asistir a los meetings, atender una cita; inclusive,   hacerse rico o no llegar tarde al juego donde conoceremos un posible cliente.

En toda esta carrera loca por lograr lo que es pasajero se deja en el camino, por si queda tiempo, lo que es permanente y real como el amor filial y de pareja, el descanso y recreación necesarios,  la meditación, el disfrutar de una buena cena familiar o la lectura de un buen libro;  mejor dicho: se deja para después, porque no es  urgente, el vivir.

Por una cita de negocios dejamos de asistir a la escuela de nuestra niña o al juego de fútbol de nuestro hijo; a una reunión de padres, de nuestra comunidad o llegamos tarde a la celebración del aniversario de bodas.

Estamos tan apurados  que olvidamos el color y olor de las flores, los hermosos atardeceres, el sabor de un trago en la terraza con nuestra compañera de viaje largo y  su onomástico; y a veces, ese guiño cómplice y ese beso tierno, cual para nuestra desgracia pudiera ser el último, no porque nuestra pareja muera, sino porque nuestra obstinación e indiferencia, la haga dejarnos y correr por su vida.

El amor, la familia y solaz, fundamentales para disfrutar la existencia, no requieren urgencia sino disposición, ternura, atención, compromiso;  y eso no se adquiere con millones ni corriendo como locos. En cambio la urgencia es especialmente propicia para los infartos, los ACV y la impotencia sexual.  Venturosamente,  usted es libre de  escoger y eso sí  es… urgente.

Read Full Post »

La relación familiar para que se mantenga permanentemente grata, emocionante y  edificante, requiere de amor, ternura, atención y cuidado.Especialmente en  los grupos familiares con hijos si la pareja actúa con suficiente inteligencia, sin permitir que la emoción y entusiasmo por éstos desplace el afecto y atención mutuos, cuando los hijos abandonen el hogar, este continuará fuerte y cálido.

Se requiere comprender que, independiente del amor y apego por los hijos, hay leyes inmutables que en vez de atemorizarnos deben llamarnos a reflexión sobre el sagrado derecho de todos a diseñar, construir y disfrutar  su propia vida.

Cuando los hogares, durante la época del crecimiento de los hijos, fueron dinámicos, entusiastas y disfrutaron equilibradamente, cada cual en su rol y sin dejar en segundo lugar la atención personal y afectiva del cónyuge,  cuando éstos dejan el hogar, allí permanecerán todos esos sentimientos que hacen del hogar no sólo refugio de paz, sino fuente de amor, pasión y… vida.

Pero cuando los cónyuges no cuidaron y abonaron ese espacio íntimo especial, indispensable para mantener activa la relación de pareja, cuando los hijos emigran del hogar paterno, la magia escapa y el hogar se convierte en un cascarón vacío.

La lucha para lograr sacar adelante la familia no sólo debe conllevar esfuerzo, sino además consecuencia, aceptación, ternura, dedicación e… inteligencia, para mantener encendida la llama del amor conyugal, que debe alimentarse manteniendo celosamente, ese espacio conyugal esencialmente personal e íntimo, pero sensible ante cualquier influencia externa, inclusive la de los hijos.

Sano es considerar que los hijos, al menos en el hogar, son pasajeros; ellos crecerán y se irán, pero papá y mamá, igual que al iniciar la familia quedarán juntos; por eso, debe haberse mantenido la calidez del amor y atención personal, para cuando ellos ya no estén el hogar siga con vida, el tiempo siga siendo agradable,  las noches y los días estén plenos de bellos recuerdos y no de quimeras o nostalgia.

En verdad, no existe soledad cuando se ama, porque si tenemos a nuestro lado al ser amado, el producto de ese amor que son los hijos, sin importar la distancia, siempre estarán presentes en el sentimiento,  y su recuerdo contribuirá al calor, asistencia y consuelo mutuo que dará seguridad a los hijos de que sus padres, no obstante cuanto les amen, sabrán ser felices sin ellos, en un hogar que seguirá siendo el suyo… por siempre.

Read Full Post »

                               LA PREOCUPACION ES FUENTE DE ENFERMEDADES

EL ESTRES,  cuya significación es “tensión», surge como respuesta natural, ante una circunstancia que consideramos amenazante para nuestra tranquilidad.

Independiente de teorías y terminología científica abundante, el estrés que afecta a la persona común podemos equipararlo con la angustia: temor a algo que no logramos determinar perfectamente.

El estrés nos afecta por el trabajo, los problemas íntimos de pareja y familiares, el futuro de nuestros  hijos, la situación nacional e internacional, por lo que recordamos de ayer y hasta por lo que pensamos que pudiera suceder mañana.

 ¿Resultado? Nerviosismo, ansiedad, desazón, mal humor, desesperación, desconcentración y su secuela negativa sobre nuestras relaciones humanas.

Hoy,  el estrés se ha convertido en una verdadera pandemia; con el agravante de que no genera solo una enfermedad, sino que se constituye en fuente de la mayoría de estas.

Pero… ¿Qué lo produce?

Pienso que la falta de fe en sí mismos y en que podemos ser del tamaño de cualquier circunstancia.

Acepto que somos física y espiritualmente vulnerables; pero tenemos capacidad especial para enfrentar cualquier reto o situación, por adversa que sea. La vida no nos es dada hecha, sino que tenemos que hacérnosla, pero eso pudiera resultar lo más interesante de la existencia.

No creo en el estrés como algo fatal, porque sé que, como el temor, es una creación negativa de nuestra mente: una mala pasada que nos juega  la parte reactiva de nuestro intelecto; pero que como algunos otros incidentes de nuestra vida, estamos obligados y podemos  controlar.

Las principales armas para controlar el estrés son nuestras convicciones y nuestro maravilloso estado de ánimo. Las primeras, que se nutren del poder que nos otorga la razón e inteligencia de que disponemos para hacer las cosas apropiadas en el momento correcto; y el segundo, que nos permite darle el color deseado a cada acto de nuestra vida.

Porque… si hago las cosas lo mejor que puedo; si mis valores y principios se fundan en el bien social; si amo a la gente y soy útil a mis semejantes; si sé que todo tiene una razón y nada sucede sin la voluntad de Dios…

¿Cuál estrés (tensión) puede ser más fuerte que mi voluntad y mi capacidad de supervivencia?

Ninguno, porque soy la máxima expresión de ser alguno sobre la tierra; tengo poder sobre mí y sobre todo lo creado, porque heredé de Dios amor, valor e inteligencia.

Read Full Post »

La tristeza es un sentimiento negativo, que afecta la felicidad. Todos, de alguna manera alguna vez, hemos experimentado ese sentimiento indeseable, que es capaz de quitarle el color y sabor a situaciones y momentos hermosos de nuestra vida.

Sentir ocasionalmente tristeza cuando presenciamos injusticias, nos golpean íntimamente o nos agobia una enfermedad, no es algo que deba preocuparnos; pero permitir que esta se prolongue o invada espacios importantes de nuestra vida, puede ser tan grave que llegue a convertirse en esa horrible patología que es la depresión.

La tristeza se combate con amor, optimismo, fe en nuestra capacidad para superar cualquier situación que nos aqueje, y especialmente con ese tesoro típico de los seres humanos: la esperanza de que todo pasará. Somos tan especiales que no hay evento por doloroso que fuere, que no solucione el olvido.

La tristeza es el triunfo del temor frente al valor; del pesimismo sobre el optimismo; de la frustración frente a la esperanza. Si nos posesionamos de nuestro poder y capacidad espiritual sobre nuestro cuerpo, podemos reducir la tristeza a lo que debe ser: una orden de nuestro cerebro. Por tanto, al depender de nuestra voluntad, podemos manejarla a nuestro antojo.

Así, para no estar triste, si presencio un acto que considero injusto imposibilitado de hacer algo por evitarlo, recordaré que todo tiene una razón, y que, quizás, el resultado posterior final pudiera ser beneficioso, y eso alejará la tristeza. De la misma manera, si golpean mis sentimientos, consideraré mi dolor como un aprendizaje necesario para vivir mejor en el futuro, y eso me hará feliz. Si alguien no me ama o no reconoce mis valores, lo lamentaré por quien desperdicia la oportunidad de disfrutar lo mejor de mí, pero no me entristeceré.

Y cuando sienta por cualquier motivo, que mi alma es atacada por ese sentimiento, miraré a mi alrededor la sonrisa de mis hermanos humanos, el vuelo de las mariposas, el canto de los pájaros y el color de los crepúsculos cuando muere la tarde; aspiraré el perfume de las flores y escucharé el arrullo del agua de las fuentes; y ya no tendré duda de que el mundo es bello y la vida demasiado buena, para perder el tiempo permitiendo que temores o presentimientos injustificados, me distraigan de esa hermosa contemplación que es mi vida, cual  será  por siempre mi mejor oración.

Read Full Post »


En esta noche de verano, excepcionalmente fresca, como decembrina; bajo el manto clarísimo de un paisaje de estrellas, escuchando en mi alma el ruido del silencio que es largo e indefinible, siento la necesidad de dar GRACIAS: MUCHAS… MUCHISIMAS GRACIAS.

Sí, en este mundo lleno de contradicciones que despierta sentimientos de  todo género; donde los hombres parece que nos empeñáramos en complicarnos una vida, que es agradable, fácil y sencilla, siento que debo dar gracias por tantas bendiciones recibidas.

Es que no hay un momento del día o de la noche, en mi casa o fuera de ella, que no sienta en mi camino, la influencia de esa fuerza poderosa y universal que se llama Dios; siempre guiando mis pasos y los de las personas que amo.

Necesito dar gracias por mi vida y por la de mi familia, que son una parte de mí; por mis amigos, que aumentan mi felicidad diaria; por la de mis adversarios, que mantienen vivos mis mecanismos de defensa; por la de tantos pobres, que mantienen activa mi generosidad y me enseñan sobre lo importante de la humildad; por la de los muy ricos, que me muestran su gran soledad y… pobreza espiritual; por la de los creyentes y justos, que me muestran su paz y me ayudan a aumentar mi fe; por la de los descreídos, que no pueden ocultar su permanente angustia, inseguridad y temor, lo que me destaca el gran tesoro de que dispongo.

Pero también debo dar gracias por el sol, que hace las flores más hermosas, y el agua que las mantiene vivas; por el vuelo de los pájaros, que me señalan el valor de la libertad, y por las notas de sus cantos que me regalan alegría; por la hormiga que paciente recorre kilómetros con su comida a cuestas para poder sobrevivir, porque me enseña lo suave  que es mi trabajo y lo fácil que es mi vida.

Tengo que dar Gracias a Dios por ser  un pedacito de esta tierra amada, que se llama Venezuela; por quererla casi de manera enfermiza y poder estar aquí con amor y deseos de ser útil,  hoy y… siempre.

Sí, gracias Padre Celestial, porque me has permitido sentir estas… verdades, que me elevan sobre mi propia naturaleza física y me hacen sentir que cada día, mes o año que transcurro sobre esta tierra, que es mi hogar, son una nueva bendición.

 

Read Full Post »

« Newer Posts - Older Posts »