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Archive for the ‘INESTABILIDAD’ Category

DIAS DOLOROSOS

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Hoy no ha sido un buen día para mí. Al salir a la calle y ver personas rebuscando en las bolsas de basura algún residuo de comida para alimentarse; inclusive un señor como de 50 años que observé no era un pordiosero, al cual abordé y le pregunté  respetuosamente ¿Por qué hace esto? El hombre me respondió adolorido y avergonzado, que no tenía que llevar de comer a su familia. Sentí tanto dolor que saque el dinero que cargaba en mi bolsillo y le dije: hermano, vamos a repartir lo que yo cargo aquí, pero prométame que se va para su casa ya.  El hombre me miró extrañado, y sin contarlo saqué el dinero que  cargaba, que no era mucho, lo partí en dos partes y le di una; y sin darle tiempo  a decir nada le dije: Que Dios te bendiga hermano y me fui con el corazón encogido.

    Más tarde fuì con mi esposa a realizar  una diligencia en un Banco del centro de la Ciudad, al salir me encontré con unas tres  chicas muy jóvenes pero mal vestidas, recostadas de una pared en una calle pidiendo “regàlame 50 Bolìvares”. En ese momento, mientras mi esposa abría el auto me acerqué a ellas y les pregunté por qué pedían ese dinero, y  nuevamente oí el término horrendo de “…no tenemos para comer y no hay trabajo”. Sentí mucho dolor en mi alma: eran tan jóvenes, se veían tan vulnerables y me imaginé su vergüenza al tener que pedir para comer. Nuevamente  saqué de mi dinero y les dí a cada una lo que pedían,  y sin esperar cualquier comentario repetí: “… que Dios las bendiga.” Me introduje en mi auto y frente a mi esposa, quien me conoce muy bien, derramé una lágrima; no resistí el llanto, porque esas personas son mis hermanas; venezolanas con derecho a ser protegidas por la sociedad y el Estado… tanto como yo.

    Pero, ciertamente, mi llanto no era por ellas sino por mì; es la impotencia que siento por no poder hacer nada más que repartir un poco de lo que tengo. En ese momento recordé a un viejo  y querido miembro de la Academia de la Lengua con quien -aun con nuestra gran diferencia de edad allá por los años sesentas- compartí  muchos momentos  cuando viviendo en Caracas, apenas tenía 20 años de edad: Don Luìs Yépez Trujillo, quien en uno de sus poemas escribió: “… por todo lo que tú serás, estoy profundamente triste….”.  Es que hoy, con toda sinceridad debo confesar que: “Estoy profundamente triste.”

    No soy político ni quiero entrar en esa interminable diatriba política, pero no puedo ser indiferente a nuestra situación actual. No entiendo qué nos sucedió en estos últimos tiempos. Quién sea el culpable, no creo que ya a este nivel tenga mucha importancia. Las situaciones no son casuales sino causales; normalmente no surgen de forma imprevista o de un momento a otro; son producto de nuestras propias actuaciones e incomprensiones;  son el producto o consecuencia de nuestra actuación o algo más grave: “la aceptación indiferente de los acontecimientos.” En tal sentido, quizás también yo, en alguna forma también soy culpable, como muchos otros venezolanos, porque sólo me dedico mediante mis artículos a urgir a nuestros hermanos venezolanos a ponernos de acuerdo y trabajar todos, a favor del reconocimiento de nuestra situación real, que nadie puede solucionarla sino nosotros mismos, más allá de los intereses personales o grupales de cada Ciudadano, sino haciendo lo que mejor sabemos hacer como Venezolanos.

    Me niego a  aceptar que se nos acaba el tiempo para arreglar civilizadamente nuestros problemas internos. A esta altura de nuestra situación alimentaria, de inseguridad y de división, creo que lo único que nos queda como posible solución pacífica y civilizada, es un diálogo real: quiero decir donde ambas partes negocien sobre una base constitucional, las concesiones indispensables que deben darse para generar confianza mutua, de tal manera que nos permita salir de este estancamiento.

    No es posible que, treinta y cuatro millones de venezolanos dependemos de los pocos dirigentes políticos, quienes tienen poder de decisión en ambos bandos. Siento que no es difícil la solución, porque somos un gran país  y los venezolanos, en nuestra gran mayoría somos buenos y nobles; pero todos, sin excepción, debemos empujar hacia el mismo lado: UNA SOLUCION PACIFICA, RAPIDA E INTELIGENTEMENTE, DEMOCRÁTICAMENTE CONCERTADA Y… PERMANENTE.

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                   LAS FIERAS SOLO MATAN POR HAMBRE

MUERTOS EN  LA GUERRA

Titulares de Prensa y Televisión precisan que fue volado, por los rebeldes ucranianos, un avión de pasajeros de la línea Aérea Malaysia Airlines, donde murieron doscientas noventa y ocho personas: hombres, mujeres, niños, ancianos y algunos científicos y estudiantes voluntarios, que viajaban a una Convención sobre el VIH; paradójicamente, para salvar vidas humanas.

En Siria, Egipto, Irak e Irán, por citar algunos países musulmanes del Medio Oriente, en el nombre de Alá (Dios), por cuestiones meramente religiosas, Shiitas matan a Sunitas y al contrario; los israelitas matan palestinos, y viceversa, por tomar la parte de un territorio; en varios países africanos, por motivos religiosos y/o terrorismo puro, asesinan indiscriminadamente, ancianos, mujeres y niños, la gran mayoría… inocentes; nuestros vecinos colombianos, se matan por lo que se inició como diferencia ideológica política, pero que hoy se transformó en grupo de secuestradores y narcotraficantes, donde también la mayoría de los muertos son campesinos o personas… inocentes; y aquí, en Venezuela, la prensa anuncia, extraoficialmente, que al día ocho de Junio de este año, ya habían más de Cinco Mil Muertos, para robarles, por ajuste de cuentas o sicariato; en el 95% de los casos, los muertos también eran inocentes que transitaban por donde se suponía deberían estar más seguros: SU PATRIA.

Con el alma arrugada, siento que el hombre se ha convertido en medio de muerte, que matan de forma indiscriminada e inhumana, sin consideración de género, edad o nivel social; y entonces me imagino las selvas de esos países, donde conviven tigres, leones, cocodrilos, serpientes venenosas, pero ninguno de ellos mata a otro de su especie; porque las especies irracionales, como las citadas, matan otras especies inferiores para alimentarse, porque si no lo hacen… perecen. Pero el hombre, que tiene raciocinio, que piensa, medita, evalúa, pero además heredó de Dios la inteligencia… mata al hombre; y no lo hace por hambre o para sobrevivir, sino por codicia, odio, envidia, resentimiento, cual es todo contrario a los principios y valores intrínsecos de nuestra especie.

¿Hasta cuándo vamos a parar? ¿Qué hay que hacer? ¿En qué recodo del camino de nuestro desarrollo se quedó la sensibilidad y solidaridad humanas? ¿Seguiremos actuando como humanos o preferimos convertirnos en bestias? Es un problema grave, internacional, nacional… colectivo; y como ciudadanos del mundo no podemos hacernos de la vista gorda ante tanta barbarie, so pena de convertirnos en conniventes de un silencio… cobarde y culpable.

 

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FOTOS PAREJA HABLANDO POR CELULARPorque si luego de lo antecedido en las dos entregas anteriores no hacemos nada, ya tenemos algunos resultados horribles que pueden hacerse peores: asesinatos nunca antes vistos, delincuencia organizada y bien comunicada, homicidios diarios por obtener un smartphone; falsificación y fraude de identidad, tarjetas de crédito y cuentas bancarias; divorcios con promedio de dos años de vida matrimonial, parejas y familias disfuncionales; intercambio y divulgación de pornografía infantil, pedofilia, cambio del sexo natural por la masturbación virtual.

Debo advertir que no soy enemigo de la globalización de los medios de comunicación social ni de la promoción de nuevos elementos digitales que nos hagan mejor la vida. De hecho, a mis 73 años de edad, utilizo dos Smartphones, mantengo mi página de Facebook, Twitter y otras; soy Bloguero de larga data en mi pagina www.unavidafeliz.com, donde acceden más de dos millones de personas de 120 países y donde realizo una labor social gratuita de asesoramiento familiar e inclusive obsequio mi libro UNA VIDA FELIZ. Por tanto, nadie podría pensar que estoy contra el desarrollo o no creo en los nuevos medios de comunicación social, sino por el contrario los considero positivos, pero con algunos controles y educación sobre el tema a todos los niveles, que en vez de coartar el libre derecho a la comunicación y el estar libre y verazmente informados, se desarrollen programas y talleres que adviertan, especialmente a los jóvenes, el peligro de la adicción y mala utilización de los medios; de las muchas mentiras y trucos que en ellos se diseñan con el único objetivo de vendernos productos.

Aclaro que no estoy exagerando, ya que, en escuelas, especialmente en USA donde paso parte de los meses de cada año, porque nueve de mis nietos estudian en sus escuelas, donde mis hijas controlan estrictamente las horas en los computadores y contenidos, ya hay familias muy preocupadas por niños adictos, que han llegado a estar hasta nueve horas frente al computador, siendo que como consecuencia, han cambiado radicalmente su carácter, solidaridad y necesidad de convivir en familia, haciéndose todos los días más solitarios, menos dedicados a sus estudios y desdeñando las distracciones normales de los niños, por su dependencia de estos equipos. ¿No son estas advertencias que, como miembros de una comunidad, padres, abuelos, maestros y dirigentes comunales debemos considerar? Yo creo que sí y por eso sin aspavientos ni trágicos augurios, lo comparto con ustedes.

 

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YO TAMBIEN TENGO UN SUEÑO

DAMA DE LA JUSTICIA IIEl 28 de agosto de 1963, en Washington DC., frente a más de 200.000 personas que se habían trasladado por todos los medios de todos los Estados Unidos de Norteamérica,  ese inolvidable  defensor de los derechos civiles, el Reverendo Dr. Martin Luther King, dio uno de los discursos reconocido mundialmente como de los más importantes del Siglo XX. Dados sus resultados,  hoy estamos seguros que en sus palabras no sólo envolvió el racismo contra los negros en su país, donde, lamentablemente, aún hoy de alguna manera se mantiene; sino que englobó a todas aquellas personas que de alguna forma  por su raza, nacionalidad, posición social o política, son excluidos en cualquier sociedad del mundo. Como parte de su maravillosa proclama, dijo: «Yo tengo un sueño…que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo; mantenemos estas verdades que son evidentes: que todos los hombres son creados iguales…»

Sería inoficioso por tantas fuentes a la mano donde se puede leer, repetir aquí ese maravilloso discurso a favor de los derechos civiles, cual no obstante haberle costado la vida, abrió una brecha que nunca pudo ser cerrada por los más oscuros intereses en los Estados Unidos de Norte América, por la cual se ha colado en estos más de 50 años, aunque aún no en su integralidad, la libertad e igualdad de las personas que allí residen, alcanzando no sólo a los negros (afroamericanos) sino también a los de otras nacionalidades y razas.    

En su acalorado discurso recordó que “…todos los hombres son creados iguales…» Una verdad incuestionable, pero que desgraciadamente no se cumple en casi ningún país del mundo. Al menos en nuestros países Latinoamericanos, no hemos logrado llegar a concretar ese sueño, que hemos hecho nuestro. La herencia mantuana española, nos sembró la semilla de la segregación hacia los indios, originarios dueños de estas tierras, los negros utilizados como esclavos para hacerla producir y los mestizos, producto de la unión entre esas dos razas; y aún  hoy a 200 años de la independencia, seguimos sufriendo segregación racial, política y económica, lo  que con profunda tristeza me hace sentir,  que mi sueño de igualdad entre mis conciudadanos, tampoco termina de cumplirse. Pero aquí seguimos no sólo soñando, sino trabajando, predicando, denunciando el segregacionismo y exclusión, que son los males que combatió ese sueño, porque sabemos que los sueños algún día se harán realidad.

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Releyendo al Dr. Ron Jenson en su obra VIVA LA VIDA NO SOBREVIVA, encontré  que El 28 de Febrero de 1960, el Washington Post publicó una carta de John Steinbeck dirigida a Adlai Stevenson, donde decía: “Somos una especie extraña: Podemos aguantar cualquier cosa que Dios y la naturaleza nos provean, excepto la abundancia. Si tratase de destruir a una nación, le daría demasiado y luego la tendría de rodillas, miserable, egoísta y enferma”

Esa cita me produjo reflexión sobre los efectos de la abundancia en general, para  las personas y los Países. Todas las personas, de alguna manera deseamos la abundancia y creo que también para los países debería ser positiva. Sin embargo, en el mundo de la realidad práctica, en ambos casos puede ser grave, en tanto y en cuanto no se equilibre con  las capacidades y necesidades de las personas y la nación en su totalidad.

Personas normales y felices, con ingresos comunes y corrientes en cualquier actividad, llegada la abundancia perdieron mucho de su tranquilidad, sensibilidad y  generosidad. En algunos casos, esa vida fácil disminuyó el incentivo y la importancia del trabajo y estudio, convirtiendo jóvenes que eran proactivos, en despreocupados e inactivos por considerar que esa abundancia les aseguraba su futuro. En este mismo sentido, los padres por dedicar más tiempo a cuidar y mantener los factores de abundancia, produjeron inestabilidad familiar que disminuyó el amor y afectó su felicidad.

En el caso de los Países, como lo decía Steinbeck, la abundancia puede convertirse en su peor enemigo, ya que, de no mantener el nuevo equilibrio necesario, al facilitar la vida a todos, desincentiva la creatividad, el trabajo y la solidaridad social.   Nací en 1941, cuando Venezuela no se consideraba un País rico, sino más bien uno de los países pobres del Tercer mundo. Sin embargo, la gente era trabajadora, generosa, sensible y, aunque no existían grandes facilidades para el estudio, los jóvenes luchábamos hasta lograr acceso a la educación. Igualmente  como conciudadanos nos respetábamos, trabajábamos, todos comíamos y vivíamos arropándonos con lo que nos daba nuestra cobija,  sin envidiar a quien tuviese una mejor posición económica.

Desde que nos llegó la abundancia por allá por los inicios de los años setenta, progresivamente hasta hoy, el país se nos ha venido abajo. División, insensibilidad, desempleo, delincuencia desbocada, inflación y desabastecimiento. Desventuradamente para los venezolanos, se cumplió la sentencia de Steinbeck: no resistimos la abundancia.

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