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Archive for the ‘SUPERACIÒN ESPIRITUAL’ Category

VIVIR VIVIENDO

¿Cómo debemos vivir? Buena pregunta, que si la hiciésemos a cien personas, seguramente noventa por ciento nos darían diferentes definiciones, dentro de las cuales se reducirían a la parte física de comer, dormir, trabajar, recrearse de vez en cuando, y sentirse cómodos o poco aburrido con su pareja, amigos o familia. Pero, la vida, que para ser tal en el real sentido de la palabra, debería ser algo más que eso, porque está llena de eventos específicamente humanos como los sueños, retos, proyectos, decisiones y emociones; ya que,  como seres racionales, vinimos al mundo con metas muy definidas e inherentes a nuestra especie, como por ejemplo ser útiles a nuestros semejantes, crecer espiritualmente todos los días, para de una forma continua ir avanzando progresivamente, hasta lograr la meta más deseada: lograr que ese diario caminar por nuestra existencia, cual es… SER FELICES.

A estos respectos tratados y a tratar, deberíamos vivir viviendo, que es como decir que, más allá de algunas limitantes que son absolutamente aleatorias, cuales vale decir, que en algunos casos van a depender de situaciones que están fuera de nuestro control, como algunos eventos naturales muy especiales como los terremotos, las guerras,  e incluso, la misma muerte, cuyo efecto en  casi todo los demás casos, dependerá de cual fuere la forma de cada uno, de ver la vida y las cosas. Así, por ejemplo, los resultados de los sueños, retos, proyectos y decisiones personales trascendentes, requieren de otros elementos o factores inmateriales que no pueden determinarse físicamente, como la confianza, la fe, la diligencia y la disciplina;  cuales hibernan en lo interno de cada uno de nosotros, esperando ser activados por nuestra voluntad, para el logro del o  los objetivos deseados.

Si consideramos que mirar la extraordinaria y variada belleza de las flores en la primavera; el vuelo de las multicolores mariposas en el aire; escuchar el hermoso y diverso  trino de los pájaros sobre los árboles y en el cielo; el ruido cadencioso de los arroyos en las montañas  y meandros en los ríos; el reconfortante eco del ir y venir de las olas sobre el mar, en los acantilados; la inocente risa de los niños en los parques; la sonora y arrulladora voz de los coros en las iglesias; los casi inaudibles pero constantes y repetitivos consejos de las abuelas;  y la mágica voz de esa persona que escogimos para ser especial en nuestra vida, nuestra cónyuge, cuando nos obsequia la más  hermosa bendición del alma: TE AMO.

 Igualmente,  regodearse con la belleza de las auroras en las mañanas, acompañados de un humeante cafecito mañanero;  del crepúsculo en la tarde cuando el sol despide el día en el verano, al sabor de  ese té especial y tranquilizante que tomamos antes de dormir; la belleza especial e incomparable de la nieve sobre los árboles en los inviernos, cuando degustamos el chocolate caliente que nos reconforta, son experiencias incomparables que vivimos intensamente y que, independiente de la temperatura, como nos lo preparan con tanto amor, nos llenan el alma de constante ternura.

 Por todo esto, considerando que sólo he citado algunos placeres que otorga de forma gratuita a nuestros sentidos la naturaleza, porque también debería citar la literatura, el arte, etc., en este paso por esta vida física que, independiente de cuantos años vivamos en tan corto periplo, dejar de considerar y disfrutar de tantas cosas, eventos y situaciones, que como bendiciones Dios dispuso para nosotros sobre esta tierra, ciertamente sería un desperdicio injustificable de nuestro  tiempo sobre ella; tanto,  que equivaldría a asegurar que no logramos el privilegio, que sólo depende de cada individuo de…VIVIR  VIVIENDO.

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¿UN MUNDO NUEVO?

En verdad, no creo que se trate de un mundo nuevo lo que estamos viviendo  hoy, porque al fin y al cabo el mundo siempre será el mundo, independiente de cual fuere el comportamiento de sus habitantes. Lo que sì debemos aceptar es que en esta época, las personas actúan de forma diferente a como lo hacían apenas cincuenta  y hasta treinta años atrás.

Para quienes desde muy jóvenes entendimos la bipolaridad de los valores, pero que además las personas los interpretan y aplican, conforme al tiempo y el espacio donde y cuando se vive, no nos extraña que lo que nuestros padres -y aun a nosotros mismos, hubiésemos concebido de algún aspecto de la vida o las cosas- sea bastante diferente a lo que algunos habitantes del  mundo actual lo asumen.  Yo apenas sobrepaso las siete décadas de vida, pero acepto de buena gana que mis nietos y sus amigos, conciban y actúen en similares situaciones, bien diferente a como yo hubiera actuado. Es que el mundo es sinérgico, como lo es nuestra vida y consecuencialmente, nada debe ni puede estancarse, porque como lo decía Condorcet “El desarrollo empuja a los pueblos”.

A mí me parece, cuando menos risible, al escuchar señores de la tercera edad, criticando el comportamiento de los jóvenes, comparándolo con el suyo y deduciendo que estos jóvenes de hoy “…son una locura” o que “…cuando en mis tiempos”. Pienso que todas las épocas han sido buenos para vivir, en tanto y en cuanto se tenga la disposición personal de disfrutar intensamente cada instante de nuestra vida, sin subestimar o desmejorar a nadie, fuere menor o mayor; ser útiles dentro de lo posible a nuestros semejantes, independiente de su condición social, económica o de poder; amar  y agradecer siempre, perdonando cualquier agravio; pero especialmente, siguiendo el consejo de Jesús de Nazaret, de pedir el pan de cada día –que involucra no sólo los alimentos sino nuestras necesidades integrales diarias, con toda la fe en que sin duda alguna Dios  nos proveerá lo necesario.

Por otra parte, soy de los convencidos de que somos energía, positiva o negativa, pero somos energía; por lo cual nos corresponde ser proactivos, diligentes y confiados en nuestra capacidad de vencer cualquier obstáculo que se interponga entre nosotros y nuestra probabilidad  más que posibilidad,  de ser felices. Sin descuidar el principio de utilidad a mis semejantes que siempre ha guiado mi vida, me acogí a ese principio del Filósofo contemporáneo Ortega y Gasset cuando sentenció: “Yo soy yo y mi circunstancia”,en lo cual me ha acompañado siempre esa maravillosa compañera de viaje largo que es mi esposa Nancy, quien como yo, al pasar de unirnos a confundirnos en una sola persona, en los más de cincuenta años de conocernos y casi cincuenta como  cónyuges, hemos hecho de ese principio una especie de cápsula invisible, donde nos protegemos de las personas tóxicas por su incredulidad, falta de humanidad,  lealtad, comprensión y caridad; o simplemente indiferentes a problemas de los demás, que por cierto para nosotros no son tales, sino asuntos por resolver, por lo cual  siempre estamos prestos a ver en que podemos ayudar a sus resoluciones.

Siempre he estado consciente de que así como la tierra rota sobre sí misma y se traslada, de la misma manera los seres humanos y nuestra circunstancia personal, siempre estará condicionada a los cambios conforme al tiempo y el espacio cuando y donde se desarrollen. Por esa forma de ver la vida y las cosas, en los años sesenta,  cuando las mujeres decidieron subirse la falda y usar shorts en público sin ninguna gazmoñería; enfrentar al hombre por sus derechos y exigir su lugar en la sociedad,   incorporándose sin chaperona a una discoteca así como ingresar a la universidad, a cualquiera de las carreras que se creían como exclusivas de los hombres,  para mí no fue sorprendente sino plausible. Quizás por eso, como quiera que mi carrera de abogado la hice a los cuarenta y dos años,  las niñas de entre veintidós y veinticinco años que estudiaron conmigo, a quienes yo doblaba en años, sin subestimar su sexo o su edad, siempre traté con consideración y respeto,  por tanto fueron y siguen siendo mis buenas amigas, a quienes siempre entendí perfectamente –y de quienes por qué no decirlo- aprendí cosas nuevas que me sirvieron, tanto en el ejercicio de mi nueva profesión así como en mi vida personal.

Finalmente, manifiesto que la intención de escribir estos renglones, no es otra que la de insistir en que el mundo ni el tiempo cambian, sino que los que cambiamos somos nosotros, los seres humanos, como consecuencia de lo anotado antes;  del cambio de los valores,  que tienen que ver con el tiempo y el espacio en que se suceden los eventos de nuestra cotidiana vida. Por eso la gente de la llamada tercera edad, deberíamos en vez de criticar, alabar el entusiasmo de los jóvenes, su valor de enfrentar los retos diarios; entre otros, estudiando un sinfín de materias en las escuelas y universidades, que quizás nunca lleguen a utilizar, porque la tecnología avanza demasiado rápido, mientras la mentalidad de los profesores, con cara de intelectuales y discursos tontos, sigue siendo de carácter repetitivo, sin considerar ni estudiar ellos diariamente, cómo algunos conocimientos se hacen caducos a muy corto plazo y pudiera que ya no sean para los estudiantes convenientes, pero aún menos…  necesarios.

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ANIVERSARIO DE BODAS

¿Dónde y cómo debe celebrarse un Aniversario de Bodas? Creo que la respuesta debe estar condicionada a la personalidad y forma de   pensar de quien respondiere la pregunta, ya que, en verdad como somos diferentes todos los individuos, asimismo son diferentes y diversos los matrimonios. Siento que igualmente vale la pena celebrar un matrimonio de uno o cinco años que uno de 20, 30 o más años; esto porque a mi manera de ver la vida, el hecho de que una persona que conocemos y que no es nuestra familia, teniendo miles de opciones a su alrededor, tenga la nobleza de juntar su vida y su destino al nuestro –independiente de por cuánto tiempo- es algo extraordinario, por no decir, milagroso. Es por lo cual creo que vale la pena celebrar cualquier aniversario de bodas o de unión en pareja. Pero, en verdad ¿Qué celebramos? Bueno, eso es otra cosa. Hay quienes celebran por obligación, otros la ocasión, otros la intención, otros el tiempo transcurrido y algunos,  además el amor dado o recibido.

En  mi caso particular, al celebrar mi Cuadragésimo Noveno aniversario de bodas, son tantas las cosas que celebro, que por mencionar la más importante, diré que se trata del hecho de que después de casi cinco Décadas de matrimonio, sigo amando física  y espiritualmente a mi esposa, en mayor entidad de cuando teníamos 20 o 30 años de casados; en segundo lugar, personalmente celebro que mi amada esposa haya tenido la resistencia y el gran amor que se requiere, para aguantar a un tipo especialmente complicado y acaparador, pero no celoso ni irrespetuoso de la personalidad de mi cónyuge.  Celebro asimismo, esa ternura especial que me genera y recibo de mi amada, independiente de cual fuere nuestra situación, esto es mejor o mucho mejor, porque a decir verdad, en estos casi cincuenta años de unión matrimonial, en este equipo ganador que ambos constituimos, nunca  hemos tenido malas situaciones; quizás porque los dos manejamos la convicción de que, somos nosotros y nadie más quien puede darle color y sabor a nuestra propia vida, la cual siempre ha tenido un color hermoso y un sabor simplemente… delicioso, que como regalo especial nos ha dejado cinco bellos hijos, once nietos y dos bisnietos.

Será por eso que no entiendo tantas parejas que conocemos, que luego de una unión amorosa de años, con hijos o sin ellos, no son capaces de entender que no se casaron con un ángel sino con una persona normal, con virtudes  y defectos, pero con el sincero deseo de ser mejor, para lo cual solo requiere la ayuda de esa persona que especialmente escogió dentro de miles a quienes conoció, para hacer con ella su compañera o compañero de viaje largo, en un camino en el cual la felicidad no está al final del mismo, sino en cada paso durante larga caminata que se recorre para llegar a  un final… indefinido.

Como Asesor Familiar y de Parejas por más de diez años, y luego como editor de mi Blog www.unavidafeliz.com, donde he evacuado miles de consultas,  puedo asegurar que por lo menos el noventa por ciento de los casos conocidos de separaciones y divorcios de parejas con más de dos años de unión, los problemas que produjeron el rompimiento, siempre fueron asuntos que pudieron ser resueltos,  si las partes hubiesen entendido  que los seres humanos en su gran mayoría, aun siendo imperfectos, siempre tenemos la posibilidad de mejorar, y quizás, perfectibles; pero que no es posible lograrlo solos, sino con esa mano abierta, tierna, cariñosa entendida  y  ese hombro siempre presto de la persona que amamos, en el cual recostar nuestra cabeza, cuando la vida  nos golpea de tal manera, que pareciera que no existe solución para nuestros problemas.

Es por todo lo expuesto, que una parte de mi celebración de este aniversario de bodas, es precisamente escribir esta crónica para que sea leída por alguna o algunas parejas que, de alguna manera, estén pensando separarse sin darse la oportunidad de pensar, repensar y manifestar sinceramente sus reales sentimientos, vacíos, insatisfacciones o frustraciones en su relación íntima, cuales,  por cuanto la otra parte no es adivina, al ser manifestadas  y escuchadas con interés por su par, pudieren entre ambos encontrarle una solución posible, que si no evitare la separación, por lo  menos la hiciere menos traumática para ellos, y sus descendientes si es que los tuvieren.

Finalmente, en mi nombre y en el de todas las parejas que  han logrado superar sus desacuerdos, desinteligencias o errores, de tal manera que se hayan entusiasmado en celebrar sus respectivos aniversarios, doy infinitas gracias a ese Dios bueno, que desde que estuve en el vientre de mi madre hasta hoy, me ha motivado como seguidor de las enseñanzas de su hijo Jesús de Nazaret, en cuanto a que el amor, que conlleva respeto, consideración, buena comunicación, solidaridad y lealtad a toda prueba,  es el único camino cierto para lograr la felicidad de la pareja, que le motive suficientemente, precisamente para celebrar un Aniversario de Pareja, trátese de  Bodas o de cualquier otro nexo de unión, entre dos personas que se amen.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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EL VALOR DE UNA CARICIA

Caricia (2)La caricia es algo más que el roce cariñoso o el toque amoroso a nuestro cuerpo, que independiente de si somos niños, jóvenes, adultos o ancianos,  despierta sentimientos de complacencia,  satisfacción, plenitud y seguridad; especialmente porque como seres humanos racionales somos simbióticos, esto es que estamos dotados no únicamente de nuestro cuerpo –que es físico y por tanto visible y detectable por nuestros sentidos- sino que además disponemos de una supra corporalidad extraordinaria y absolutamente etérea, no detectable por nuestros cinco sentidos conocidos, que definimos como nuestro espíritu. Este hecho hace que la caricia -esa que nos hace tanto bien-  igualmente sea física, como captable únicamente por algunos de nuestros sentidos, o simplemente por nuestro espíritu. Por lo cual, una palabra, una mirada, una sonrisa o cualquier acto solidario o generoso, puede alcanzar igual o  mayor capacidad de recepción, que  una manifestación corporal.

En orden de lo antes expuesto, hoy releyendo a ese poeta, escritor y juglar, que supo vivir el privilegio de ser feliz, luego de haber perdido su familia y  sin disponer de otra riqueza que no fuere su propia convicción personal de la importancia del hoy, el siempre recordado Facundo Cabral, cuando sentenció: “…el bien es mayoría, pero no se nota por que es silencioso; una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan a la vida.”. Esta sabia admonición  me ha llevado a reflexionar  sobre su contenido, porque es cierto que el bien, casi siempre es silencioso y a veces difícilmente determinable; en cambio, el mal deja secuelas rápidamente determinables porque hieren al medio ambiente, al individuo y/o a la sociedad.

La caricia oportuna de la mano, la palabra o el gesto amigo, suelen ser realmente reconfortantes; tanto que la psicología positiva –luego de una ardua tarea de convicción con pruebas a los galenos- ha convertido en un hecho su importancia decisiva en los procesos de sanación de las enfermedades. Creo que sería muy positivo para la sociedad organizada la toma de conciencia de que la caricia no lo es solo corporal, sino que podemos acariciar también con nuestras palabras, con nuestros gestos como la sonrisa, con  nuestra actitud frente a cualquier difícil o dolorosa situación física o espiritual, que experimente alguno de  nuestros congéneres. Así, por ejemplarizar, en variadas oportunidades vemos personas que, por cualquier circunstancia, amanecen espiritualmente adoloridos, frustrados o desanimados, pero un caluroso buenos días, un apretón de manos, una mano sobre el hombro o una sonrisa, pueden sacarlos de ese túnel espiritual en el cual, casi siempre sin razón aparente, se encuentran encerrados.

 Jesús no estaba equivocado cuando enseñaba: “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo…” porque si seguimos esa máxima, obligante para quienes somos cristianos, nunca olvidaremos que todos a quienes encontramos en nuestro camino son nuestros hermanos, y que no es una caridad sino una obligación preocuparnos de ellos y por ellos; por lo cual también es obligante hacer todo lo que esté a nuestro alcance por contribuir a su felicidad, o por lo menos a que se sientan menos solos.

En estos tiempos especialmente, cuando tenemos a mano los medios idóneos y a bajo costo para conocer al instante cualquier situación  en el  mundo; cuando con dolor tenemos que aceptar que millones de personas no tienen que comer y mueren de hambre; que el terrorismo, la corrupción y la ambición de poder desmedidos, cada día hacen más pobre a los que menos tienen y más ricos a los que de todo disponen; cuando en algunos países las medicinas sobran y en otros, por su carencia mueren niños con cáncer y otras múltiples enfermedades, tenemos que aceptar que la generosidad y solidaridad con los demás seres humanos,  ciertamente es obligatoria. Hoy, no sirve de nada lamentarse, sino que, por el contrario, nos corresponde a cada  uno, según nuestra capacidad y actividad, hacer lo que se encuentre a nuestro alcance, por ayudar a quienes lo necesiten. Quienes hemos vivido con pleno uso de razón los últimos sesenta y cinco años, sabemos que nunca hubo tanto dolor ni desconsuelo sobre esta tierra de Dios  que en este último periodo.

Por todo lo antes mencionado, como normalmente y salvo raras excepciones,  nuestro círculo personal es reducido, al menos en nuestra comunidad, círculo familiar o amistoso, debemos recordar qué significa, para qué sirve y cómo puede manifestarse una caricia, que costándonos muy poco, es algo que podemos otorgar todos los días, y que, al menos en mi experiencia, suele no solamente beneficiar a quien la recibe, si no muy especialmente a quien la da, en su ser interno, precisamente porque somos físico-espirituales y eso  no deberíamos olvidarlo… nunca. Termino refiriendo   un verso del Poema “Limosna” de Iván S. Turquenev, que tiene que ver con el tema, ya que se trata del caso de un hombre que encontró un mendigo y por no tener dinero para ayudarlo le pidió disculpas y le dio un apretón de manos:

“Gracias exclamó el indingente

 suspirando dulcemente;

 gracias por vuestra bondad.

 Darle la mano a un mendigo

 y tratarlo cual amigo,

 es limosna y caridad.”

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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COMO ES LA FELICIDAD

Aunque desde hace más de trece años he venido escribiendo en este Blog sobre  LA FELICIDAD en cuanto a qué es, su esencia como hecho cultural, su temporalidad, donde vive y como se comporta en tiempos de crisis. No obstante, por solicitud de  una lectora, hoy trataré sobre CÓMO ES LA FELICIDAD. En verdad, pienso que como sentimiento humano, la felicidad tiene que ver mucho con la individualidad, que como es conocido, su concepción es diferente en cada individuo.

En una oportunidad leí un pensamiento de autor desconocido que rezaba: “La felicidad es a  veces como los lentes… los buscas, los buscas y los buscas, y resulta que los llevas puestos”  Pues bien, por experiencia propia sé y me consta que no es posible encontrar la felicidad, si no la buscas permanentemente y en cada acto de tu vida.

¿Qué sea difícil ser feliz? No lo creo. Durante más de siete décadas, desde niño hasta hoy,  he vivido diferentes situaciones de pobreza, enfermedad, soledad  y desamor; pero en todos los casos he tenido el acierto de pensar que siempre, de alguna manera, la felicidad está presente, porque es parte de cualquiera de mis situaciones. En principio, sólo mantenerme con vida, ya  es  un éxito y el éxito produce felicidad. Asimismo, cuando he estado enfermo, triste o en mala situación económica, siempre  he estado consciente que mi situación es mejor que la de muchas otras  personas y que además, como todo en la vida….TODO PASARA.

 En la mayoría de los casos de las personas que conozco que se autodenominan “infelices”, he observado que tienen tantas bendiciones como seres humanos y a su alrededor, sobre las cuales no meditan sobre sus resultados y consecuencias, que como decía Facundo Cabral, “…no están deprimidas sino distraídas…”, porque únicamente la conciencia de: poder mirar, cuando miles de personas nunca podrán ver la luz del día, la belleza del ser humano, el mar o las  montañas,  porque son CIEGAS; el poder oír, cuando tantas personas en el mundo jamás han escuchado o  escucharán la risa de los niños, las olas del mar, el canto de los pájaros… o la palabra amor, porque son SORDOS.

Pero además, más allá de muchas otras bendiciones que tenemos sobre esta tierra  que Dios nos dio como heredad, disfrutar diariamente del oxígeno, del agua, de los alimentos, los deportes, el trabajo, las  muchas distracciones y del abrazo de la persona amada, son razones suficientes para sentir la felicidad, porque la felicidad no se  mira, sino que se siente. Claro está que así como en el caso de “los lentes”, si tratamos de buscarla afuera, cuando en verdad la tenemos con y dentro de nosotros mismos, y en todo momento, pues a estas personas de pensamiento limitado,  les será muy difícil apreciar que son felices. Quizás fue por ello que Don Luís de Unamuno escribió: “Lo importante no es hacer lo que a uno le gusta, sino gustar de lo  que uno hace.”  Es que tener una familia, una labor que realizar, una misión que cumplir, amistades para compartir o cualquier actividad que efectuar, únicamente nosotros mismos estamos en capacidad de hacerlo desagradable, agradable, desgraciado o… feliz.

Finalmente, la felicidad es  una actitud personal e individual de sentirse realizado material y espiritualmente, que es como decir: materialmente, disfrutar intensamente cada momento de ese HOY, que es nuestra vida, donde todo lo necesario lo tenemos a nuestro alcance;  y espiritualmente, que la conciencia está limpia porque no se hace daño a nadie sino que, por el contrario, se trata de ser  útil a la sociedad, dentro de lo posible, lo cual nos pone en contacto con Dios. Por cierto, lo cual es dable de lograr por cualquier persona medianamente lógica, diligente y sin mucho esfuerzo.

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EL AMOR Y LA VIDA

Releyendo un escrito que me hizo llegar una buena amiga y brillante abogada colaboradora nuestra, sobre un  empresario millonario chileno fallecido en 2011, el señor Felipe Cubillos,  quien le dio por el altruismo y filosofar sobre diferentes aspectos de nuestra vida integral, teniendo o no fortuna. Me llamó la atención uno de sus textos sobre el amor, cuando expresó: “Acerca del AMOR, da las gracias al universo, él te despierta cada mañana con un beso y una sonrisa. No pidas nada más y haz como las abejas y las mariposas, ellas no buscan la flor más linda del jardín, sino aquella que tiene el mayor contenido.”

Pienso que, como lo comentara este buen hombre, el AMOR es el mayor de los bienes que nos regala Dios a los seres humanos, tanto que la vida sin él, realmente no tendría sentido. Asimismo, creo que deberíamos meditar sobre su concepto de que las abejas y las mariposas…”ellas no buscan la flor más linda del jardín, sino aquella que tiene el mayor contenido.”  No significa esto que no sea importante la presencia de la persona amada, porque al fin y al cabo es la atracción inicial lo que nos induce a contactar a ese ser que escogemos para ser una persona especial en nuestra vida, en todos los sentidos. Pero, luego de más de 47 años de matrimonio feliz, se y no tengo duda que  es el contenido de nuestro par, vale decir: su espiritualidad, su consecuencia, su consideración, su sincera comunicación y su lealtad, los factores que le dan sentido de felicidad y permanencia a la pareja, porque la sensualidad y la sexualidad se van desarrollando en la medida que nos vamos conociendo íntimamente, hasta que como lo dijera un escritor francés, en vez de unirnos “nos confundimos el uno en el otro”.

Asimismo creo que la cosa económica no es fundamental cuando logramos encontrar alguien que hace pareja con nosotros, con sentido de equipo, que es como decir; en la relación que conformamos como pareja y/o familia, ganamos o perdemos como equipo y no individualmente, porque tanto los éxitos como los inconvenientes son producto de la actitud de dos y no de uno. Estoy seguro asimismo que, cuando la sinceridad se arraiga en ambas personas, surge el elemento fundamental que mantiene la relación: LA ARMONIA, que es el producto de decir en el mismo momento lo que se siente, y no esperar a que la mente, con sus casi normales presentimientos,  haga las cosas más problemáticas de lo que realmente son.

Finalmente, me corresponde aconsejar a quienes me leen permanentemente, que como dijera Cubillos, aunque la presencia es importante, lo fundamental para la felicidad y la permanencia de una pareja, es el contenido espiritual y moral de nuestro par, que al ser una persona especial para nosotros –en todos los sentidos- con toda razón y derecho, espera igual de nosotros.

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UN ABOGADO II

 

dama de la justicia

Hoy, aquí en Houston TX., donde estoy cumpliendo compromisos familiares por corto tiempo; donde como en todos los Estados Unidos Norteamericanos, aunque los Abogados ganan mucho dinero, pero casi sin excepciones son considerados unos alabarderos, procede leer y releer los conceptos que sobre nosotros como profesionales, se expone en la obra Arte Forense, cuando se indica: “Dad a un hombre todas las dotes del espíritu, dadle todas las del carácter, haced que todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido, que haya trabajado treinta años de vida, que sea en conjunto no literato, un crítico, un moralista, que tenga la experiencia de un viejo y la infalible memoria de un niño; y tal vez con todo esto formaréis un abogado completo”, siento que aquí se hace una radiografía de lo que debería ser un Letrado, en el verdadero sentido de su esencia profesional.

Quienes escogimos la carrera del Derecho o Abogacía, como se le llama en algunas partes, no importa cuán desprestigiada la hayan convertido algunos pocos rábulas, sigue siendo un verdadero honor, porque requiere como lo dice el texto transcrito, una buena dosis de espiritualidad; una gran amplitud de visión; deseo y constancia en aprender todo lo que se pueda sobre nuestros hermanos humanos y las normas legales que rigen a la sociedad en donde nos desarrollamos; que tenga la valentía de criticarse a sí mismo y entender las identidades propias de las demás personas; que ponga la moral por delante de todo y como balanza de su propia alma para presentir que es bueno, mejor o… peor; que, aunque sea muy joven, por lo menos observe las actitudes y aptitudes de sus mayores, para tomar lo bueno y desechar lo mediocre o malo; que no deje morir su niño interno, para mantener sino la memoria por lo menos la ternura que siempre acompaña a las buenas acciones. Creo, que con todo esto, adicionando la diligencia, el empeño, el trabajo, la confianza en sí mismo y la sencillez, podemos llegar a lo que el maestro Don Luís Ossorio conceptuó lo que debemos ser los abogados: “Arquitectos del Alma de la Gente”.

Las enseñanzas de mi madre en mis primeros diez años de vida del amor al prójimo y a la justicia divina; el observar en mi adolescencia y primera juventud (porque a los 76 años me siento joven) tanta miseria humana y tanto aprovechamiento y abuso de los que más tienen sobre los que de todo carecen, sembraron en mi alma el que algún día podría, de alguna manera, colaborar con la Justicia, para hacer menos injusta la relación humana. Por eso, en mi juventud, cuando no era fácil para un muchacho pobre y sin contactos ingresar a una Universidad venezolana a estudiar Derecho, tuve que esperar mejores tiempos y ya cuarentón logré mi meta: hacerme un Abogado. Desde entonces entendí perfectamente el aspecto filosófico de la carrera y lo extraordinario de ser un Letrado, en una sociedad organizada y dentro de un Estado de Derecho. Ello me permitió ejercer por algunos años en Estrados y luego de algunos estudios de Cuarto Nivel, dedicar una parte de mi tiempo al Asesoramiento Corporativo y otra, la mayor al Asesoramiento Social y voluntario, como lo dijera el Maestro Ossorio, más como arquitecto del alma de la gente que como litigante, por lo cual, como nunca me he sentido viejo y por tanto la nueva tecnología no me es desconocida, edité mi página web http://www.unavidafeliz.com, donde, sin haber nunca dispuesto de gran fortuna -porque esta carrera no es precisamente para hacerse rico- durante más de quince años he prestado ese asesoramiento gratuito y voluntario a un crecido grupo de personas de todo género y en diferentes países, lo cual nunca hubiera podido lograr si no hubiese estudiado Derecho.

Es por lo antes expuesto que debo comentar que me siento muy honrado de ser abogado y tengo un profundo respeto por mis colegas, quienes en su gran mayoría son honestos, éticos e injustamente desprestigiados. Tengo un hijo y una hija abogados, quienes como yo, estudiaron por vocación y con la intención de servir y no de ser servidos, que es como decir, SER UTILES, cual es la mayor condecoración que un ser humano puede alcanzar, especialmente si es como yo Cristiano, porque es “…amar al prójimo como a sí mismo.”, de quienes por cierto estoy muy orgulloso. Esto lo escribo para entusiasmar a aquellos jóvenes que tienen vocación para ser abogados y/o piensan estudiar Derecho; porque es bueno que sepan que esta no es una profesión para hacer millones de dólares, pero sí para vivir dignamente y con grandes satisfacciones, en una vida que es elemental y cuyo fin máximo es ser… felices, lo cual es imposible si no tienes tu conciencia limpia, que te genera un tesoro muy preciado para vivir intensamente la vida: la tranquilidad espiritual.

Todos los días doy gracias a mi Padre Celestial por haberme inspirado a tomar la acertada decisión de ser un Abogado, quizás porque eso coincide con mi forma de ver la vida y las cosas, y por ello para  mí no es importante, el poder, la riqueza ni la fama, porque mi meta está más allá de tales supuestas especiales condiciones, ya que, sólo ambiciono el amor, el respeto y la consideración de las personas que amo, quienes a diferencia de mi persona que no tuve nunca una ayuda, he podido colaborar para lograr sus metas, precisamente por haber podido ejercer con ética y probidad,  una profesión digna: la abogacía.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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AMOR INTEGRAL

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Dimensionar el amor, medirlo o sopesarlo física o intelectualmente, es prácticamente imposible, más allá de una sensación de auto seguridad; porque se produce en la más absoluta interioridad de nuestra alma, donde sólo nosotros tenemos acceso. Sin embargo, tengo que   decir que -al menos para mí como individuo- el amor integral entre dos seres que se aman no puede ser de medias tintas, por temporadas o de acuerdo a nuestro carácter, sino que su integralidad reside en que abarca lo físico y lo espiritual, hasta lograr la confusión de ambos sentimientos: el cuerpo y el alma, como sexo y espíritu en comunión.
     Tengo cualidad para decirlo, porque lo he vivido por más de cuatro décadas cuando siempre lo he  sentido como una semilla que nació con una mirada, germinó con un trato afable, sincero y respetuoso; luego fueron surgiendo los retoños: el amor sensual, la emoción, la pasión, la comprensión, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y la constante convicción de que la relación se mantendría para siempre.
     En su segunda etapa, surgieron esas pequeñas florecillas que luego se convirtieron en nuevas semillitas, imbuidas de nuestra herencia genética, que luego al brotar como pequeñas plantas fueron abonadas y regadas por nuestro amor, ternura, respeto, comprensión, enseñanza y… ejemplo. Esa siempre agradable labor, hizo realidad ese proyecto maravilloso que iniciamos al comenzar nuestra relación, cual no era otro que -mediante una familia- hacer eterno sobre esta tierra, mediante ellos,  ese amor sano, sincero, emocionante y solidario que construimos con altibajos, tropiezos, desaciertos y correcciones; pero con armonía, solidaridad, sensibilidad, vocación de permanencia; con seguridad de que -si manteníamos nuestros principios fundamentales sobre los cuales cimentamos nuestra relación de pareja- al final tendríamos éxito.
     Creo que el amor de pareja no puede ser una etiqueta, un show, un espectáculo o una tendencia de un tiempo o un espacio determinados. El amor de pareja tiene que ser un agradable compromiso, lleno de esa magia que únicamente puede producir el cariño real, verdadero y ejercido con libertad; pero no para satisfacer a la sociedad, grupos, amistades, familia o religiones.
     Este amor, simplemente hay que sentirlo como delicioso, alimentándolo de forma agradable, emocionante, renovada  y… permanentemente; porque son estos elementos los que le dan ese toque mágico que supera la belleza de la juventud, la etapa difícil de la madurez, las canas, las arrugas y los achaques que nos dejan los años, para producir el milagro de la bonanza y tierna seguridad de los años dorados.
     Que cosa más edificante que sentir enamoramiento, pasión, ternura, hermandad, solidaridad sin límites y lealtad a toda prueba en esa otra persona que es nuestra pareja, porque sin que nadie te lo imponga sientes que ella es tu novia, amante, amiga, hermana;  y esa persona única a quien todo puedes contárselo sin reservas; con quien todo lo puedes comentar y compartir, porque no te ama por sus recuerdos de cómo fuiste o lo que hiciste, sino  que te ama por su realidad de cómo eres ahora mismo, sin importar si eres más joven o más viejo, más fuerte o más débil, más o menos elegante,  más o menos sano. Simplemente, te ama por lo que eres y como eres ahora; porque ese es el milagro del amor integral, que no tiene recuerdos de lo pasó ni temores a lo pudiera sobrevenir adelante: el amor integral nos cobija, con la seguridad de que Dios nos bendice cuando amamos como él nos enseñó: SIN LÍMITES NI PREJUICIOS DE NINGÚN GÉNERO.

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EL MUNDO DANDO VUELTAS

Me entristece y perturba, pero no me asombra, cuando observo en el panorama nacional  la ausencia de solidaridad humana y la insensibilidad, que parecen haberse apoderad o de muchos de  mis hermanos venezolanos. Los medios de comunicación masiva nos anuncian que:  “… una madre  asesinó sus hijos y los congeló en una nevera…”; “…aparece una chica descuartizada…”; “un hijo mata a sus padres y luego se tira por el balcón de su apartamento…”, y todos los días aparece un caso nuevo desgarrador y horripilante. ¿Qué podemos hacer ante tanta barbarie, insensibilidad y muerte, para no terminar enfermos de dolor y angustia? Creo que como ciudadanos comunes y corrientes, desde el punto de vista de atacar fácticamente el problema, debemos colaborar sin miedo informando a las autoridades de lo que conozcamos en cada caso; asimismo, además de extremar nuestros cuidados personales, estar alertas para avisar sobre cualquier actitud sospechosa, ruido extraño, grito de auxilio o ayuda que escuchásemos.

Respecto de nuestra salud mental, al menos en mi caso he optado por convencerme de que estamos viviendo un nuevo y especial tiempo. Siento que, como nos lo enseña la historia,  cada era tiene sus características propias, especialmente en sus inicios. Estamos comenzando un nuevo Siglo y un Milenio al mismo tiempo, situación que sólo se da cada mil años. Esto es, que el mundo está dando a luz una nueva era, cuando de una u otra manera los valores comienzan a cambiar, sobreponerse y extrapolarse. Esta situación requiere de valor para aceptar los cambios sin aterrarnos, manteniendo sin embargo nuestros principios y valores, ya que esta situación anómala no sólo  se produce en Venezuela, sino en el mundo entero; basta leer los periódicos y sites de web internacionales, para evidenciar tal aseveración. Si aceptamos los cambios como algo de la época, no nos afectarán  más de la cuenta, porque son indefectibles.

Mi escudo mental frente a esta situación agobiante es mi fe en Dios y en que siempre, independiente de la circunstancia, el bien vence al mal. Jesús de Nazaret expresaba, en más o menos las siguientes palabras, que: “Mi Padre sabe mejor que tú lo que te conviene antes de que tú lo pienses.”; por tanto, si tengo fe en que El conoce nuestras necesidades, y siendo la más importante para vivir  la protección de nuestra persona física, entonces,  como se escribe en los Evangelios: Si Dios está conmigo… ¿A quién temeré?

 

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SOLILOQUIO

FODO DEL CIELO

La bruma fresca, acogedora… amiga, sobre mi cara con su sensación especial de abandono, de flotar sobre la brisa, por encima del mundo…real; de sus pequeñeces, que hacen gigantes quienes no comprenden lo elemental, sencillo y fácil de… vivir. Mi cuerpo astral volando sobre el pasto, montañas, el suave mar; y las mariposas, saltamontes y otros insectos, en arrullo casi inaudible pero sonoro… tierno, dando gracias a Dios por esos segundos que, eran una nueva sensación de vida, en ese espacio eterno de milésimas de segundo que, ocasionalmente, abre nuestra mente y alma, a una dimensión que vive con nosotros y no acabamos de percibir… dónde.
¿Dónde andaba? ¿En las altas colinas de Aspen observando con deleite el amarillento color de las hojas de otoño, que en cascada dan su más hermoso tributo de adiós al valle, entregando con amor su vida, para dar nueva… vida? O… ¿Sobre la cima de una gigantesca palmera perdida en el mar de los Sargazos, donde las aves marinas, con sus alas en acto de oración llegan… de no sé dónde?
No sé si era una visión o un sueño, nacido de la urgencia de mi alma de escapar de esa angustiosa diatriba dolorosa de todos los días, donde las muchas bendiciones de Dios transforman en algo banal, mientras las pocas carencias agigantan en la mente de los incrédulos, negativos, sin fe ni esperanza, que no entienden que el tiempo de Dios es perfecto y que sólo El sabe lo que realmente nos conviene en cada momento.
El canto de las aves, el grito de los niños y un patinador que casi me atropella en mi diaria caminata por el parque me sacaron de mi fantasía. No dormía, ni soñaba; sólo mi mente, por esa rendija imperceptible que cada 25 segundos abre nuestra mente, escapaba a otra dimensión, donde todo es más liviano, simple, menos… complejo; y lo vives, sin tiempo ni espacio.
Al volver a la realidad, todo estaba más claro, más alegre, más fresco, más amigable… más humano. El pasto mojado del camino con su olor de invierno; la mirada relajada y segura de los ancianos… que lo han visto todo; las parejas tomadas de las manos, viviendo su propio sueño; y los niños con sus pelotas sin temor a perderlas, me rotulaban un nuevo mundo: mi mundo, el verdadero, sugerente, esperanzador; el que quiero vivir y… viviré siempre.

 

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