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Archive for the ‘COITO SOCIAL’ Category

EL CORRER DE LOS AÑOS

feliz cumpleaños amigoCon mis setenta y siete  años encima, como típica persona, no de tercera edad sino de juventud prolongada,  absolutamente convencido de mi condición vivencial físico-espiritual, debo comentar que, a mi manera de ver el asunto de la edad como una circunstancia personal, debo comentar que considero que tiene dos efectos inmediatos sobre los cuales toda persona racional debe meditar amplia y sinceramente. Me refiero en primer lugar al aspecto físico, esto es,  cómo afecta a nuestro cuerpo en la mayoría de nuestra integralidad corporal. Sin duda que al envejecer igual que todo ser viviente, tanto del reino animal como del vegetal, la tendencia es ir perdiendo capacidad física y sufrir efectos degenerativos, hasta llegar al final cuando morimos y nuestro cuerpo cumple su destino bíblico: “Polvo eres y en polvo te convertirás.”; lo cual por cierto es indefectible y por tanto no debería  infundir temor a nadie, precisamente porque no hay como evitarlo.  En segundo lugar, nuestra condición racional que conlleva nuestro convencimiento de nuestra espiritualidad, nos permite conocer que al morir, simplemente nuestro espíritu vuelve a esa dimensión de donde vino cuando nacimos, como nos lo anticipara Jesús de Nazaret cuando decía: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”, dejándonos de tal manera el mensaje de que en verdad somos eternos por lo cual este paso por la vida es sólo una de las muchas etapas de nuestro crecimiento espiritual,  lo cual debería hacer aún menor el temor a la muerte, porque lo que desaparece de la faz de la tierra es nuestra parte física pero nuestra alma continúa su proceso de crecimiento espiritual y eso es más bien beneficioso.

En mi modo de ver la vida y las cosas, el transcurrir de los años es un proceso normal que no tiene por qué preocuparnos más de la cuenta, sino por el contrario, es un acicate para  disfrutar cada minuto de cada hora de cada día, bajo la premisa de  que nunca volverá a repetirse y por tanto debemos aprovecharlo al máximo.  Es que como nos sintamos en cada edad, más que con el número de años que transcurren,  tiene que ver con nuestro estado de ánimo,  porque cada edad tiene su parte bella y sus irrepetibles momentos de disfrute, plenitud, sueños  y felicidad.  Sin duda que, dada la incertidumbre de no saber que puede ser mañana de nosotros y nuestra vulnerabilidad frente a una naturaleza terriblemente implacable, tales realidades pueden influir  de forma definitiva, en quienes desoyendo los consejos de los filósofos griegos antiguos que nos enseñaron: “Si no tomas la incertidumbre como una aventura, terminará produciéndote miedo… y eso es lo peor que te puede pasar.“   terminarán temiendo al devenir del tiempo y el transcurso de los años y al ocupar su tiempo en  estas especulaciones, se perderán de disfrutar el día a día tan lleno de cosas bellas, que como antes comento, pudieran ser irrecuperables.

El transcurrir de los años, para quienes tratamos de prolongar nuestra juventud -especialmente cuidando que no muera nuestro niño interno- nos regala cosas maravillosas, y si se quiere mágicas, como el amor a nuestra pareja, el advenimiento de los hijos, los nietos, la acumulación de amigos –que son esa otra familia que escogemos voluntariamente, porque no deviene de consanguinidad alguna- y la esperanza de que mañana será mejor, porque diariamente hacemos lo único que nos es permitido para un mejor futuro: hacer las cosas bien hoy.

– ¿Quién podría decir con verdad que con el correr de los años e independiente de la edad, no es maravilloso enamorarse y disfrutar del amor de ese ser amado, su sexualidad,  su ternura, su lealtad, su solidaridad, su dedicación, atenciones  y sus cuidados?´

-¿Quién en su sano juicio no disfrutaría de las caricias de  un hijo o un nieto amorosos?

-¿Quién podría decir que no es hermoso cuando un amigo te abraza y te ratifica su amor, especialmente cuando te encuentras en dificultades?

-¿Quién desmentiría que la sonrisa de los niños, el trinar de los pájaros, el ruido de las olas del mar, el rumor del  agua en los arroyos, la forma y color de las flores, no son un espectáculo simplemente magnífico a nuestra vista, que nos embelesa, fortalece y hace amar  aún más la vida?

-¿Quién podría negar que cuando finalizamos nuestra formación académica con  éxito, independiente de cuál sea su nivel, es un momento de inmensa felicidad y orgullo?

Pues bien, ninguno de estos pocos ejemplos de los muchos que nos regala la vida, podríamos experimentarlos sino con el transcurso de los años. Es por lo cual cualquier persona en estado de agonía, daría cualquier cosa por un día, un  mes o un año más de vida, sin temor a que va a ser  más viejo. Por el contrario, los años que conllevan la vejez, conforme a tu estado de ánimo, serán una bendición o un fardo duro de llevar.  Al menos en mi caso,  no tengo duda que mi vida –no obstante haber estado muy cerca de la muerte varias veces-  ha sido realmente bella, interesante y exitosa. Dios ha permitido que realice mis sueños; quizás porque fueron sencillos, absolutamente realizables y de acuerdo a mi formación de pensamiento cristiano y  positivo.

Hoy, con casi ocho décadas de vida, físicamente no puedo hacer algunas cosas como lo hacía a los veinte, pero tengo tantos y bellos recuerdos de mi niñez, adolescencia y juventud,  que aún estoy prolongando, que ciertamente no tengo que quejarme del correr y aumento de  mis años. De alguna manera, puedo decir que han sido más los logros y satisfacciones, que los momentos duros que he encontrado y superado en el camino de mi vida. Tal vez por eso me siento bien al escribir estas reflexiones, con la esperanza de que alguno de aquellos que temen a la vejez o a la muerte, en vez de perder su tiempo en estas nimiedades, se dediquen a evaluar todo lo que realmente  han vivido y lo que tienen por vivir, con el convencimiento que son ellos y nadie más, quienes con su optimismo, fe en Dios, esperanza, trabajo, decisión  y diligencia, podrán hacer de cada uno de sus años un reto y agradable aventura, que mucho quienes ya están bajo tierra hubieran desearon experimentar. Así como que para mí el tiempo es una ficción de nuestra mente, que solo nosotros podemos poner a nuestro favor para disfrutarlo intensamente.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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Mecedes Sosa

Creo que todos los seres humanos, aun en la situación más lamentable e  independiente de cual fuere su circunstancia, estamos obligados a dar GRACIAS A DIOS POR NUESTRA VIDA. Desventuradamente, alabar con una hermosa voz que llegue al alma y estremezca nuestros sentimientos, ciertamente no es fácil. Sin embargo,
Dios nos regala cada cuanto tiempo voces sublimes que enuncian con su voz y apropiada música, eso que nosotros quisiéramos expresar como ellos, pero que solo logramos en nuestros diálogos, que no tienen ni melodía ni música.

Esa hija de San Miguel de Tucumàn (Argentina), Haydee Mercedes Sosa, comúnmente conocida por su público como Mercedes Sosa”; por sus íntimos también como La Negra Sosa y Mecha;  pero que para el mundo es y será siempre La Mamá Grande, La Voz de América,  La Voz de la Tierra, aún hoy después de nueve años de ese infausto mes de octubre de 2009, su muerte, sigue sonando con el mismo ritmo, melodía y sentimiento que anidado en nuestra alma, perdurará por siempre.

Mercedes Sosa es inolvidable porque le cantó a la vida con una voz única. Es que sus melodías acompañaban una letra que uno sentía que ella experimentaba y vivía con su alma; su música despertó un sentimiento universal que sobrepasó  la música y la letra de sus canciones, volando sobre el mundo en alas de sus melodías; pero especialmente sobre el firmamento latinoamericano, en un momento  ensombrecido del Siglo XX, cuando la democracia pedía que además de las armas surgiera algo nuevo que,  en vez de balas llegara a la mente, corazón y sentimiento de nuestra gente, con tal fuerza que superara los sentimientos de odios políticos, sociales y de poder, avalados por los regímenes dictatoriales o personalistas, en pro de los derechos sociales y humanos, tan vapuleados para esos años.

Como era de esperarse, el status quo del momento, precisamente en su país, Argentina, no le iba a perdonar esa poderosa protesta de letra y melodía de sus canciones, por lo cual tuvo que huir y asilarse fuera del Pais; lo cual por cierto, la llevó a recorrer el mundo donde fue acogida en todas partes con amor y solidaridad por esa causa que era de todos, porque como siempre lo hemos asegurado  el respeto por los derechos humanos, la paz y la libertad, son patrimonio común de la humanidad y, en  esta tierra de Dios, siempre ha habido y habrá más gente buena que mala.

 Hoy, yo que he vivido parte de los Siglos XX y XXI, al recordar el noveno aniversario de la muerte de nuestra inolvidable “Mercedes Sosa”,  luego de haber estado activa como cantante desde 1950 hasta 2009, representando el Movimiento del Nuevo Cancionero y siendo una de las exponentes de la Nueva Canción Latinoamericana, representante de quien como lo dijera Facundo Cabral, “Cantante es el que puede y cantor el que debe.”; todos los días me recuerda su voz que tenemos mucho porque dar gracias a la vida,  que a  todos “…nos ha dado tanto.”; porque como ella lo divulgara con respecto a dar gracias a la vida, “el canto de ustedes es mi mismo canto.”

Debo finalizar expresando con la frente erguida y el corazón henchido, que todos quienes aún respiramos y especialmente en mi caso, tenemos que decir a cada momento: GRACIAS A LA VIDA, que nos permite respirar el aire que nos da vida;  mirar la belleza del amanecer, las puestas de sol y las estrellas en la noche;  oler el aroma de la paja mojada y el de las flores; sentir el rose de la mano del niño inocente y del anciano cansado de años, pero ávido de vida; disfrutar de los miles de sabores de esas muchas bendiciones que Dios puso como alimento sobre esta noble tierra; oír la risa de los niños, el ruido del viento, las olas del mar, el trinar de los pájaros;   decir y escuchar la palabra Amor. También doy gracias a la vida, porque tengo un libre albedrío que me  da la posibilidad de hacer lo que me gusta y un estado de ánimo con el cual puedo dar el color  que desee a mi vida. Asimismo debo dar gracias a la vida, por mi bella y amorosa esposa, mis queridos hijos, nietos y bisnietos, así como por mis muchos amigos que hacen mi vida màs placentera; por mis amados padres y algunos de mis hermanos que regresaron al regazo del Padre Celestial, luego de haber estado conmigo muchos años, y que en las noches estrelladas me hacen guiños con los luceros desde el Cielo.

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ACTITUD EN TIEMPO DE CRISIS

ARAGUANEY: ARBOL NACIONAL DE VENEZUELA

Que en nuestra querida Venezuela  hoy existe una crisis prácticamente global -que es como decir económica, política y social en general- generadora de uno de los factores más perturbadores para cualquier sociedad organizada, como es la incertidumbre,  es algo que no es discutible. Como consecuencia de tal realidad, se hace necesario meditar de la forma más seria –y a ser posible tranquila- sobre cuál debería ser nuestro comportamiento como ciudadanos frente a tal grave situación. En mi humilde concepto, mantengo el principio de que de nada sirve “preocuparnos”, porque esta actitud nada positivo aporta a una solución; sino que, por el contrario, nos altera aún más, haciendo más difícil “ocuparnos” de encontrar una alternativa en pro de localizar caminos, que nos ayuden a campear el temporal que nos azota.

Pienso que cuando el país está boyante y sin problemas no se requiere inteligencia, moderación o armonía para convivir las realidades del momento de la patria. Es en situaciones especiales, y si se quiere inéditas, cuando se requiere la mayor templanza para valorar y/o evaluar nuestro comportamiento personal, que  sin ninguna duda influirá de manera decisiva en el proceder colectivo. Creo que, quienes como yo hemos vivido con total sentido común las diferentes etapas que se han sucedió en los últimos sesenta años en Venezuela, sin haber dejado la vida o la razón en el camino,  estamos obligados a contribuir a la ponderación  cabal de la situación  nacional actual. No somos una isla al margen de los acontecimientos que hoy aquejan al mundo civilizado, ni debemos esquivar nuestras responsabilidades como habitantes de una nación, que al menos en mi caso, me dio todas las oportunidades para mediante la fe, la diligencia, el estudio, el trabajo y la confianza en mí mismo, adelantar mi principal proyecto: mi formación personal integral y el desarrollo de una familia con valores de honestidad, amor, sensibilidad social y solidaridad humana, que hoy se reflejan en la solidez de sus respectivos hogares.

En el mismo sentido de lo antes expuesto, siento que, como venezolanos,  estamos obligados a ser optimistas; porque el país ni se ha hundido ni se hundirá, especialmente porque su mayor capital no son sus múltiples riquezas naturales, sino que su principal recurso para salir adelante en cualquier situación que se presentare, lo somos nosotros, los venezolanos. Si, nosotros los ciudadanos aportando ideas, trabajo, confianza, fe y esperanza de un futuro mejor,  será como aumentaremos las posibilidades de superar los escollos que en estos momentos pudieran parecernos casi insalvables. No es con actitudes pesimistas, derrotistas, o como una vez lo dijera Rómulo Betancourt “…con alaridos de Casandras agoreras”, como podremos superar la situación que nos aqueja.

De cualquier manera, la situación actual de Venezuela, por acción u omisión nos involucra a todos; por tanto, somos nosotros, todos los venezolanos, quienes dentro de nuestras reales posibilidades, tenemos que meterle el pecho al país para sacarlo adelante. Yo, que conozco a Venezuela de Oeste a Este, desde Sichipés en la alta Goajira hasta San Fernando de Atabapo en Amazonas y de Norte a Sur desde Puerto Cabello hasta Puerto Páez, pero que además he recorrido buena parte del mundo fuera de nuestras fronteras, puedo decir con plena certeza, que Venezuela es como territorio,  una tacita de oro; y como nación, la mejor gente del mundo. Por eso, por todo lo dicho es que aún teniendo mucha de mi familia en Canadá, Estados Unidos y Colombia, mi sentido de pertenencia a esta tierra maravillosa, es superior al temor o a cualquier otro sentimiento que pudiere afectar mi sentido de conservación. Yo que viví con pleno conocimiento esta Venezuela, que en los últimos sesenta y seis años ha cambiado varias veces su denominación y signos nacionales; vivido democracias, dictaduras y revoluciones; épocas de extraordinario auge económico y situaciones de grandes carencias; sin cuestionar o juzgar de ninguna manera los compatriotas que emigran, no tengo la menor duda que mi puesto está aquí, en las buenas o en las malas, pero aquí, aferrado a esta tierra, a los setenta y siete años de pié, como los robles, dispuesto a resistir los ventarrones, los inviernos  y los veranos, porque sé y no tengo duda, que todo tiene su tiempo y que lo que algunas veces sentimos como un tropiezo, más adelante puede resultar una buena enseñanza o experiencia, que aporte mayor felicidad a esta tierra que tanto amamos: VIVA VENEZUELA hoy, mañana y siempre.

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LA EDAD Y LA VIDA

Releyendo en alguna parte, encontré una anécdota sobre Galileo Galilei, cuando ya teniendo su barba blanca, unos amigos le  preguntaron ¿Cuántos años tienes? Y él les respondió ocho o diez años. Por tal respuesta le replicaron asombrados: ¿Cómo es eso? Y Galileo les replicó.  “…los años que tengo son los años que me quedan por vivir, porque los ya vividos ya no los tengo, como no tengo las monedas que se han gastado, todos ya se fueron.” Meditando sobre esta respuesta, tengo que llegar a la conclusión que ciertamente, los años que tenemos son los que nos quedan que vivir  y no los que ya hemos vivido, porque los vividos son como el agua que pasó bajo los puentes: pasó y no volverá, así como los años pasados no volverán y nada puede hacerse sobre ellos.

Entonces los años que son míos, como lo dijera Galileo, son los que me faltan por vivir, y por tanto, son esos años que me quedan los que deben ocuparme; vale decir, que voy a hacer con ellos y en ellos, pero como no sé cuantos serán, en realidad tengo que referirme, o mejor dicho,  a los días, horas, minutos y… segundos. Me corresponde pensar que voy a hacer en ellos y con ellos; sin duda alguna para procurar  mi mayor felicidad, la de mi entorno íntimo, y en general como cristiano, en mis semejantes.

De tal manera debo amar intensamente cada minuto y disfrutar con fruición las múltiples bendiciones que Dios puso para mí sobre esta tierra. Como siempre he sido un enamorado de la vida, ahora más que nunca, sobre la base de la citada reflexión me corresponde ser más amoroso con las personas que amo y manifestarle en cada ocasión posible ese amor que tengo por ellas. Asimismo, me corresponde dar lo mejor de mí en todo lo que hago, que es como decir que debo hacer todo con más pasión que nunca, sintiendo el placer de ser  útil y solidario con las personas; recordar a cada momento que el tiempo se agota y no puedo desperdiciarlo, sino… vivirlo. Ahora tengo que pensar que todo pasará, como han pasado mis años vividos; por tanto me corresponde disfrutar haciendo las cosas con amor y viviendo cada momento con emoción especial; debo aceptar que lo único que quedará de mí será el amor y los buenos actos que de mi recuerden las personas y, especialmente, mis seres queridos.

Venturosamente, como soy escritor, ahora más que nunca me corresponde escribir sobre lo bello de la vida, que he vivido y lo maravillosa que puede ser la existencia para cualquier persona que comprendiendo lo limitado de su vida,  entienda que solo amando, manifestando el amor y   haciendo el bien en cada momento, podemos sentirnos realizados física y espiritualmente. Esto conlleva aceptar la diversidad humana, respetar la individualidad, introspeccionar la obligación que tenemos quienes tenemos acceso y utilizamos los diferentes medios de comunicación, como personas felices, de procurar que los demás entienden que es posible serlo, porque depende de nosotros y de nadie más.

En el mismo sentido, nos corresponde pensar que algo que pareciera elemental para nosotros, pudiera ser que para otros pareciera muy complicado; por ejemplo, aquellos que dicen como su aporte a algún problema que sufren: “…estoy preocupado por tal o cual asunto…”, sin considerar que su preocupación, realmente, nada positivo aporta a la solución del problema, sino que, por el contrario, estar preocupado afecta su mente y su capacidad de resolver algo. Por lo cual no sirve de nada estar preocupado, sino que en vez de tal, debemos no preocuparnos sino ocuparnos de cómo solucionarlo; pero sin preocupación, sino actuando con diligencia, confianza, positividad y fe: con la mente despejada,   lo cual no es fácil si nos encontramos preocupados.

Igualmente, el odio, el rencor,  los malos deseos, las maldiciones, no hacen daño a quien se le profesan, sino que nos ensucia el alma, retarda nuestro crecimiento espiritual y entorpece recuperarnos de cualquier   mala acción que nos haya producido  alguien. En cambio, el amor, el perdón, la bendiciones, la caridad y poner las malas situaciones que no podemos resolver en las manos de Dios, nos ayudan a recuperarnos  física y espiritualmente de cualquier inconveniente que alguien nos produzca. Pero lamentablemente, pocas personas pueden procesar esta realidad que para  nosotros es obvia.

Por todo eso, estamos obligados a insistir hablando y escribiendo sobre estas verdades, que parecieran elementales, pero que   muchas veces  hacen la diferencia entre la gente triunfadora y feliz, y aquellos que se consideran perdedores e infelices por no lograr algunas de sus metas, sueños o ambiciones.

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EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Sobre el aspecto histórico de cuando se originó la celebración del día de la mujer, mucho se ha escrito y especulado sobre declarar un año y/o día especial para su celebración.  Algunas fuentes informan de un primer evento de este género en 1795.  Según Wilkipedia, “…la primera celebración del Día Internacional de la Mujer tuvo lugar el 19 de Marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza”; pero no fue sino hasta 1972 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró a 1975 como el Año Internacional de la Mujer, invitando a USA a declararlo en 1977. No obstante que ya en 1789, en la conocida  Revolución Francesa,  las mujeres marcharon junto con los hombres en Versalles reclamando libertad, igualdad y fraternidad”, en la seguridad de que esa IGUALDAD que reclamaban, se refería a su género. Desde entonces las mujeres, especialmente las trabajadoras de los Estados Unidos a partir 1909, han estado no solamente luchando sino demostrando en las fábricas, sindicatos, universidades, hospitales y en las Fuerzas Armadas, que pueden  ser iguales o mejores que cualquier hombre, en la actividad que tengan que realizar o les sea asignada.

Actualmente existen unas cuantas Organizaciones Mundiales  que luchan  por los derechos e igualdad de la mujer con el hombre, en el campo laboral, político  y social,  como la DAW (División para el Adelanto de la Mujer),   INSTRAW, (Instituto Internacional de Investigación y Capacitación para la Promoción de la Mujer) y OSAGI (Oficina de la Asesora Especial en Cuestiones de Género y Adelanto de la Mujer), por mencionar algunas, siendo  que en 2011 se celebró el Centenario del Día Internacional de la Mujer y también comenzó a operar la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, también conocida como ONU Mujeres., donde recientemente han tenido una actuación especial la Chilena MICHELLE BACHELET y la Surafricana PHUMZILE  MLAMBO-NEGEUKA.

Luego de este extracto histórico, pienso que no es malo, pero si lastimoso, que tenga que existir una fecha especial en el año, para que se reconozca  el papel, no solo fundamental sino insustituible, de la mujer en cualquier tipo de sociedad o grupo humano con sentido de permanencia en el tiempo. Es que sin la mujer, no se mantendría la continuidad de la especie, y si se lograre sin ella, no valdría la pena la vida. Al menos para quienes como yo, hemos tenido una tierna madre, una cariñosa hermanita, unas bellas hijas y una espectacular compañera de viaje largo por 47 años, como es mi esposa, no podemos concebir un mundo feliz sin la existencia de la mujer; por lo cual,  el día de las mujeres deberían ser TODOS LOS DIAS y de hecho para mí lo son, independientemente de que sean solteras, casadas o tengan determinada preferencia sexual.

 No me avergüenzo sino me enorgullezco de haber aprendido de ellas lealtad, bondad, perseverancia, caridad, resistencia, fe, esperanza; así como por ellas haber fortalecido mis principios y valores humanos fundamentales, que me han ayudado a crecer espiritualmente, por lo cual hoy y siempre, donde, cuando y como esté, consideraré un gran honor tenerlas conmigo, como ese faro que ha orientado mis más bellos sueños; mis mayores ambiciones y mejores logros, en ese pequeño gran mundo que con ellas he compartido y que  siempre ha sido… muy feliz.

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PERESONA ESTRESADA

En cada sitio que acudo diariamente, con incredulidad y tristeza, veo la inmoderación en el trato personal, como algo que se hubiese convertido en la forma de ser del venezolano, lo cual no puedo aceptar. En tiempos difíciles como son los actuales, cuando la política, la economía y la seguridad personal, por citar algunas de las circunstancias especialmente alteradas parecieran haberse salido de control, no solamente en Venezuela sino en el mundo, la moderación pudiera ser el elemento amortiguador que permita vivir con mayor plenitud la compleja trilogía sociedad-familia-trabajo, cual cubre el noventa por ciento del tiempo útil de cada día. Tenemos la capacidad, pero también la necesidad como personas, de entender la realidad de que sólo disponemos de una vida, y que es un desperdicio transcurrirla con el ceño fruncido, el carácter a punto de explotar y un estrés de por sí enfermizo y casi constante.

Siento que se requiere reflexión sobre el hecho cierto de que, como seres gregarios, si queremos progresar, no tenemos alternativa que no sea la de vivir en comunidad, para lo cual tenemos que aceptarnos como somos: con nuestras virtudes y defectos, sin esperar que el comportamiento individual y/o colectivo sea exactamente de la forma como quisiésemos que fuere. Como consecuencia, estamos obligados a movernos en la sociedad con amabilidad, generosidad, y si se quiere, compasivamente; requerimos sentir la familia y los compromisos que conlleva, como aporte de amor para hacer edificante nuestra cotidianidad; conviene sentir que tener una ocupación, independiente de cual fuere, es una bendición que nos permite contribuir con lo necesario a nuestra existencia y la de la familia feliz.

Recordemos que una sonrisa, un apretón de manos, una mano sobre el hombro e inclusive una mirada cordial a nadie disgusta; pudiere presagiar el cambio en la actitud e incidir efectivamente en un estado de ánimo, promoviendo un color más atractivo a ese momento de la vida. Debemos volver a sentir a Dios en el roce de la brisa sobre nuestra cara, la risa de los niños, la mirada tranquila de los ancianos y el olor especial de esa persona que amamos. Precisamos encontrarnos y reencontrarnos con nuestros hermanos humanos, como lo hacían nuestros ancestros: sin reservas, sin temores, sin suspicacia, con sensibilidad, solidaridad y caridad; porque todos somos uno con Dios, y sentirlo se hace fundamental para lograr la tan ansiada felicidad individual y colectiva que se supone… merecemos.

 

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DONDE VIVE EL AMOR

SAN VALENTIN 2014 AMAURY Y NANCYEl amor es unívoco; vive por siempre y en todas partes; es inmortal y a prueba de todo tipo de maldad; supera todas las desgracias y regocija el alma; perdona todos los agravios y sana las heridas; no conoce términos como revancha o desquite; está hecho de una magia sin la cual la vida no valdría la pena de vivirla; es el combustible que mueve al hombre; sin él los mares, los valles, los ríos, los desiertos y… el cielo, no existirían más que como paisaje geográfico inerte y sin interés para el hombre. El amor habita a toda hora y en todas partes: en la calle, en los parques, en las escuelas, en los trabajos, en los pájaros, en los árboles, en las nubes, en las alas de la mariposa, el perfume de las flores, el ruidoso y secreto lenguaje de las hojas y los árboles; en las palabras, en las sonrisas, en las lágrimas, en la alegría, en la tristeza, en las sombras de la noche, en la música del viento, en el silencio, en la luz del radiante día y… en mi alma, entre muchas de sus miles de moradas.

El amor no puede estarse quieto, porque es energía y no puede estar inerte. Anda suelto, volando, corriendo, caminando, lento, con o sin prisa; pero siempre en busca de su único alimento: más amor, cuando lo encuentra se agiganta, se revoluciona, se hace incontenible es sus logros, tanto, que podría revivir los sentimientos considerados… muertos. El amor succiona la alegría, la emoción, la pasión, el entusiasmo, el altruismo, la generosidad, la humildad, la caridad y hace que nos parezcamos a Dios. Por esas características propias, sobrevive todas las catástrofes y da fuerza especial a los supervivientes. Mueren las personas, inclusive aquellas que se aman, pero el amor no muere, porque es autosuficiente, indestructible e indispensable para que el mundo siga siendo bueno para la vida.

Es por lo cual los que aman con el máximo de su capacidad, pueden asegurar que… han vivido. Del mismo modo, quienes no lo han visto en las gotas del rocío sobre el pétalo de una rosa, o desgajándose de unos ojos llenos de plenitud, alegría o dolor, en la mirada brillante de la madre al parir; quien no haya sentido esa magia especial en la piel de su cuerpo y de su el alma, jamás podrá decir: YO HE VIVIDO.

 

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CIELO III

No soy científico ni antropólogo; observo a mis semejantes y escribo para las mayorías. Cuando escucho personas, especialmente aquellas de mayor edad, expresando  que “…este mundo cambió”, pienso que están absolutamente erradas.

Nuestro mundo ha sido el mismo, al menos en los últimos millones de años; cambian los tiempos, no el mundo.  el hombre lucha en busca de la supervivencia, independiente de los medios que hubiere utilizado, físicos o psicológicos, reprobables o no.

En todas las culturas, esa  ha sido la motivación que creó  los grandes controles sociales como las  religiones y revoluciones. El mismo hombre, sobre la misma tierra; con más o menos recursos, con más o menos crueldad; mayor o menor ambición; pero siempre el  hombre.

De donde concluyo que el mundo no cambia, sino que cambiamos los hombres, porque  a medida que pasa el tiempo, nuevas formas de ver la vida y las cosas, insurgen arrollando todo lo que se le atravesare, especialmente algunos valores sobre los que el hombre fundaba sus circunstancias vivenciales.

En ese constante cambio del tiempo, hasta las Instituciones más enraizadas, como la religión y la justicia, también sufrieron profundos cambios; unos más lentos que otros, pero que afectaron la sociedad.

Algunos conceptos que se consideraban sacrosantos como los principios religiosos, el matrimonio y la cultura, en los últimos sesenta años han cambiado profundamente. El Dios que la religión, al birlarnos su esencia de amor interesadamente nos lo señaló como  terrible y castigador, hoy todos sabemos que esencialmente es amor y forma parte de nosotros mismos.

El matrimonio, que considerábamos fundamental para formar una familia, la praxis de un  nuevo tiempo  lo  ha suplido en un ochenta por ciento por la pareja convencional, donde el amor, la ayuda mutua  y la solidaridad, demuestran ser más importantes que la formalidad matrimonial.

En cuanto a la Cultura, tenemos cientos de conceptos de que es “cultura” o “cultural”, y ninguno encaja en la realidad actual. La lectura, el estudio de las artes, las formas estéticas y  su aprendizaje como fundamental en la formación de la persona culta, fue arrollada por las comiquitas, novelitas rosa, graffitis, desnudez obscena; y las locuras de un nuevo arte literario y visual que la publicidad impone y solo entiende quien lo produce;  con el agravante de que, se calificará como excelente el que mayor precio alcance, sustituyó la calidad y  mensaje por el mercadeo: SIMPLEMENTE FRUSTRANTE.

 

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Un día cualquiera, camino al Palacio de Justicia de Valencia, en el semáforo de la avenida Cedeño, una menor de edad pedía limosna; unos metros adelante había otra vendiendo flores y en la mitad de la calzada, dos zagaletones hacían acrobacias para justificar una dádiva.

En la avenida Lara, observé niños pordioseros y un chaval que tiraba hacia arriba artefactos encendidos, con riesgo de quemarse o producir quien sabe qué tragedia. Todo por una moneda para comer -paradójicamente- en uno de los países más ricos del mundo.

Observé desilusionado que la indiferencia de transeúntes y conductores era total. A nadie preocupa o extraña esta tragedia. Pareciera normal que en Venezuela, sus niños y jóvenes en vez de asistir a la escuela y formarse para la vida, dediquen su tiempo a la mendicidad y maromas frente a los autos, por unas monedas para, escasamente, suplir alguna de sus necesidades, pero sin beneficiar su incorporación cultural y productiva a la sociedad real.

No obstante, en nuestro ordenamiento jurídico existen normas imperativas que protegen a los menores en situaciones riesgosas o de peligro, los cuales deben hacer cumplir Jueces, Procuradores, Fiscales del Ministerio Público y Funcionarios Municipales competentes, quienes todos los días pasan por este semáforo, porque el local donde laboran, con toda su parafernalia, se ubica aescasos metros de distancia de esa intersección vial.

Pero no sucede nada. Los flamantes funcionarios públicos no lo advierten, y si lo hicieren, poco les importa. Saben que nadie pedirá cuenta por su negligencia -que en este caso es un acto de corrupción administrativa- porque devengan una remuneración que les paga el Estado, de la exacción que nos hace mediante el cobro de los impuestos, con la única intención de evitar estos males.

Realmente, me siento impotente y triste frente a tanta desidia ciudadana, negligencia y corrupción oficial. Siento que los administrados somos culpables por omisión; que hemos olvidado que integramos una sola familia que requiere solidaridad permanente; que esos niños son nuestros niños; que conformamos una sociedad donde todos somos responsables por todos. Tan pecaminosa como la actuación oficial es… consentirla.

No debemos continuar pasivos ni substraernos al problema; podemos contribuir a eliminarlo protestando, denunciando y demandando de los burócratas, cumplimiento eficiente de sus obligaciones. Mientras no lo hagamos nos haremos cómplices y continuaremos siendo una sociedad impotente, porque tener derechos y no ejercerlos, es igual que no tenerlos.

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Si concebimos la vida como un camino a recorrer con amor y emoción, debemos actuar ahora y sin ninguna dilación, porque pudiera ser que no tuviésemos nueva oportunidad para repetir ninguno de nuestros actos.

Tenemos que capturar todo lo bello que tengamos delante y guardarlo en lo más íntimo de nuestro ser, sin dejarlo para más tarde o para mañana, porque no sabemos si tendremos oportunidad de repetirlo.

No dejaremos pasar oportunidad para ser corteses y solidarios, haciendo sentir a nuestros hermanos humanos, que compartimos su necesidad de comunicarse y nos importan sus sentimientos, lo cual será para ellos como un bálsamo especialmente apreciado.

Cuando despertemos y la luz del día ilumine nuestro mundo lleno de sonidos y aromas familiares, daremos gracias a nuestro padre celestial por ese nuevo día que nos regala, que pudiera tener el valor de una vida entera.

Celebraremos diariamente la maravillosa sensación de ver, oír y disfrutar de los demás sentidos que nos regalan inconmensurable belleza; porque sabemos que tantos hermanos desventurados, sin explicación lógica aparente, nunca podrán hacerlo.

Si Dios nos obsequió una bella familia, ahora mismo y no después los amaremos; y veneraremos especialmente a esa maravillosa persona que nos escogió como pareja entre millones de otras personas; regalaremos ternura, respeto y solidaridad a esos pedacitos de amor concentrado, que vinieron al mundo para dar sentido a nuestra vida y permitirnos continuar nuestro amor en ellos… por siempre.

El hoy es lo más importante, porque es lo único realmente nuestro. Cada situación representa una oportunidad para ser felices, porque sólo depende de nosotros el estatus que otorgamos a cualquier circunstancia. La realización material y espiritual representada en una vida armónica y en paz, depende de valores trascendentales como el amor, el respeto, la consideración, el reconocimiento, la sensibilidad, la solidaridad, la lealtad, la aceptación, la generosidad y la caridad, cuales son intangibles y para obtenerlos únicamente requerimos nuestra voluntad y decisión.

Somos tan vulnerables físicamente, el tiempo transcurre tan rápido y no conocemos cuanto estaremos aquí, que no podemos permitirnos el lujo de perder ni un momento para disfrutar, decir cuanto amamos, deseamos y esperamos.

Manifestaremos nuestra fe, optimismo y entusiasmo en disfrutar todo lo que tenemos al alcance, y la esperanza de que luego, más allá de esta vida viviremos como en esta, porque igual que aquí estaremos con ese padre amoroso, que nos acompañó durante esta vida y nos espera ansioso en la otra.

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