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ROL DE PADRES
Posted in AÑO 2017, ABOGADOS, ACTITUD PARA SER FELICES, ACTITUD POSITIVA, ADULTOS FELICES, AGRADECIMIENTO, AGRADECIMIENTO A DIOS, ALEGRIA, ALTRUISMOS, AMAR A LAS PERSONAS, AMAR EL TRABAJO, AMAR LO QUE SE HACE, AMAR Y SER FELICES, AMOR POR LA VIDA, ANALISIS VIVENCIAL, ANHELOS, ANIVERSARIO, UNIVERSIDAD, CARRERA PROFESIONAL, LETRADOS, GRADUACION, PROFESION, APRENDIZAJE, ARMONIA, ARTE DE VIVIR, ASUMIR LOS RETOS, AUTENTICIDAD, AUTODISCIPLINA, AVENTURA, BONDAD, CIUDADANOS, COMPETENCIA, COMPORTAMIENTO INDIVIDUAL, CORDIALIDAD, CREAR LA OPORTUNIDAD, DEBER CUMPLIDO, DECISION A TIEMPO, DISCERNIMIEN TO, DISFRUTAR EL TRABAJO, EFICIENCIA, EJERCICIO PROFESIONAL, EQUIDAD, ESCUCHAR CON INTERÉS, ESPIRITU TRANQUILO, ESTABILIDAD EMOCIONAL, ESTUDIO Y TRABAJO, ETICA PROFESIONAL, FABRICAR SUEÑOS, FAMA, FE, FE Y CONFIANZA, FORTALEZA ESPIRITUAL, FORTALEZA Y FE, GENEROSIDAD, HACER EL BIEN HOY, HACER LAS COSAS BIEN HOY, HONESTIDAD Y HONRADEZ, INJUSTICIA, INTELECTUALIDAD, INTERCONEXION HUMANA, JUZGAR, LA PALABRA COMO MANTRA DE LA VIDA, LAMENTARSE NO AYUDA, LEALTAD Y CONSECUENCIA, LEALTAD Y SOLIDARIDAD, LEYES, LOGRAR, LOGROS, LOS ABOGADOS, LOS DERECHOS SE EJERCEN, MEDITACION, MEDITAR Y REFLEXIONAR, NATURALEZA EQUILIBRADA, NO DEJAR LAS COSAS PARA MAÑANA, NOBLEZA Y CONFIANZA, OBSERVACION EXPERIENCIA Y DILIGENCIA, OPTIMISMO, PACIENCIA, PERSONALIDAD EFECTIVA, PRINCIPIO DE UTILIDAD, PRIVACIDAD, PROACTIVIDAD, PROCESAR Y ASUMIR, PROFESIONALISMO, PROFESIONISTAS, REALIZACIÒN ESPIRITUAL, REALIZACIÒN MATERIAL, REFLEXION NECESARIA, RESPETO, RESPETO A LAS LEYES, RESPETO POR EL CLIENTE, RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL, RETOS A VENCER, SABIDURÌA, SENTIR A LAS PERSONAS, SER UTILES, SILENCIO, SIMPLICIDAD, SINCERIDAD, SOLIDARIDAD, TEMOR VS OPTIMISMO, TIEMPO PARA TODO, TOMARSE UN TIEMPO, TRIUNFO, VALOR, VALOR TRASCENDENTE, VOLUNTAD on 24/06/2017| Leave a Comment »
Como todos los padres, tuve un Padre que, luego que regresó a su hogar original, en cualquiera de las noches claras cuando observo el firmamento, se que detrás de una oreja de la luna y en forma de estrella, me guiña un ojo diciéndome… “Que Dios te bendiga hijo.” En mi caso, y respecto de mi descendencia, he sido bendecido por Dios, porque a mis setenta y siete años soy padre de cinco hijos, quienes a su vez tienen trece hijos e inclusive, ya me dieron un bisnieto. Ser un padre para mi ha sido una bellísima aventura, porque tanto mis hijos como sus hijos permanentemente me manifiestan amor y yo los amo… mucho; quizás porque siempre -desde muy nños- he respetado su libre albedrío; tengo buen humor, no soy anecdótico, no aconsejo sino que emito criterio, ni pongo cara de intelectual cuando hablo con ellos, he logrado generar su confianza, por lo cual extrañamente, soy para algunos de ellos su confidente y a veces… su cómplice.
Aunque todos viven muy bien, no me importa para nada su posición económica, si son poderosos, muy inteligentes o famosos; porque les enseñé y ellos aprendieron, que lo más importante es la felicidad, que no la genera ninguno de los factores enumerados, sino que es producto de cómo nos sentimos en lo interior. Así como que, respecto de su formación académica, solo les enseñé que prefería a que no estudiaran para ser genios, sino que fueran geniales. Quizás por eso cada uno ha desarrollado libremente su personalidad, siendo diferentes pero… felices. Creo que el papel de los padres, más allá de suministrar apropiada y diligentemente sus necesidades vitales e independiente de la edad de sus hijos, es tratar en todo momento de comprenderlos y orientarlos, respetando siempre su individualidad y tomando muy en consideración el tiempo y el espacio en que crecen; que al menos en estos tiempos, es bien diferente al nuestro, y que razonablemente como consecuencia, también son diferente algunos de sus valores. Por tanto, no son ellos quienes tienen el deber de entendernos, sino nosotros quienes estamos obligados a comprenderlos a ellos; porque, en primer lugar no les pedimos permiso para traerlos al mundo y en segundo lugar, porque hemos vivido muchos años y hemos experimentado situaciones que ellos no conocen y que pudiera ser que nunca lleguen a conocer, pero que de alguna forma el conocer algunas de ellas, pudiera en algo beneficiarlos en la actualidad o en el futuro.
Como quiera que la mayoría de mis hijos viven en otros Países, los visitamos por lo menos dos veces al año y en esa temporada, que no excede más allá de quince días o un mes con cada uno y sus familias, renovamos nuestros lazos de amor y solidaridad familiar, que venturosamente, siempre ha sido muy agradable, porque seguimos compartiendo los mismos valores y principios fundamentales sobre la vida y las cosas. En esas oportunidades, cuando platico con alguno de mis nietos, independiente de su género, lo primero que hago es apagar el celular o hacer a un lado mi lap top –porque odio que estos instrumentos técnicos de hoy en muchos casos hayan sustituido el calor de la voz natural, el estrechar la mano o el abrazo fraterno- y trato de utilizar el milagroso lenguaje del amor, que es mágico y especial para compartir, para situarme mentalmente en su tiempo y un poco recordando mi curiosidad cuando tuve su edad, cual es la única manera de ubicarme a su nivel. De ellos he aprendido que debo mantener mi niño vivo, para poder caminar y departir en su mundo, sin sentirme muy viejo, demasiado anticuado, ni demasiado… extraño.
Más allá de cualquier convicción religiosa, no dudo que si luego de partir de este mundo, volviera a estar por estos lares, como estoy seguro que sería yo quien decidiría mi meta, igual como lo he hecho en esta oportunidad, sin pensarlo dos veces volvería a ser esposo y padre. En el primer caso, porque no me canso de agradecer a Dios que me haya obsequiado la mejor compañera de viaje largo, que durante nuestros cuarenta y ocho años de matrimonio ha sido mi amada Nancy; y en el segundo caso, porque como lo he dicho antes, el ser padre para mí ha sido simplemente UNA HERMOSA AVENTURA que disfruto y disfrutaré intensamente, cada día de mi vida.
Por cierto, quiero aclarar que no estoy en contra del desarrollo tecnológico, porque yo me beneficio de él, ya que gracias a los nuevos dispositivos, es que puedo oír y ver todos los días y cada vez que lo desee a estos mis hijos que no están físicamente a mi lado. Pero si debo advertir que, en muchos casos, hombres y mujeres, padres o no, descuidan la atención personal constante u ocasional a sus seres queridos, dándole poca importancia a sus llamados o necesidades inmediatas de comunicación, por atender los benditos celulares, ya sea para recibir llamadas o contestarlas; cuales nunca tendrán la importancia que tiene la atención a un hijo o un cónyuge, o la intimidad de la atención inmediata que nunca podrán ser sustituidas por un elemento mecánico, por muy adelantado que lo fuere.
Finalmente, debo recordar a los padres que desde que nacen hasta que mueren nuestros hijos deberían ser nuestra prioridad, ya que independiente de su edad, ellos siempre esperan de nosotros esa mano amiga o esa palabra orientadora de quien, como lo he escrito antes, los trajo al mundo sin su permiso, pero con el compromiso de solidaridad, respeto y consideración… por siempre.
Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com
MÁS ALLA DE OBTENER
Posted in BENEFICIO COLECTIVO, DIVORCIOS, IMPORTANCIA DEL ROL, LOGRAR, MADRES SOLTERAS, NIÑOS DE LA CALLE, OBTENER, SENTIR, VIDA PLENA, tagged CUANDO SIENTES LO QUE HACES LO REALIZAS MEJOR, ES MEJOR SENTIR QUE OBTENER, SENTIR ES VIVIR LO QUE SE HACE on 16/05/2008| Leave a Comment »
En una oportunidad, ante la pregunta de ¿Por qué trabajamos? Elbert Hubbar respondió: «Trabajamos para ser, no para obtener.» En verdad, lo más importante para un ser humano es esa sensación de sentir qué es lo que hace, más allá de qué sea lo que hace.
Lograr la condición de padre, esposo o profesional, independiente del género, serviría de poco si no se dispusiera del sentimiento de sentirse como tal, porque para lograr cualesquiera de esos status sólo se requiere dar los pasos apropiados que le establece la sociedad, pero para ser muy eficiente, útil y disfrutarlo en toda su intensidad, es indispensable sentir la importancia y trascendencia de lo que se hace.
El elevado número de divorcios y destrucción de las familias, madres solteras, niños de la calle, delincuencia juvenil y corrupción desbordada, es el producto de ejecutar roles individuales en la sociedad, tomándolos como medios para lograr fines de beneficio inmediato, sin estimar ni por un momento las consecuencias, más allá del propio interés personal temporal actual.
Una cosa es hacer, obtener o realizar algo, y otra muy diferente sentir con intensidad que lo que se hace trasciende el mero beneficio personal, cual es lo que le da la condición de patrocinio familiar, colectivo o social.
Cuando el ser humano otorga importancia trascendental a sentir lo que hace, desde sus realizaciones más nimias hasta las más importantes, orienta cada uno de sus actos a lograr objetivos más allá de la satisfacción de sus necesidades personales.
El padre-esposo o madre-esposa que orientan y guían sus hijos hacia una vida sana y buena, sintiendo la importancia de ser padre, que involucra amor, responsabilidad, respeto, comprensión y ejemplo, sin duda realizarán una mejor labor que aquellos que ejecuten su rol como un deber u obligación sin trascendencia especial.
En el mismo sentido, el profesional, trabajador o líder en cualquier actividad, será más exitoso y su resultado abarcará un mayor espectro, en la medida en que sienta que su rol es fundamental, no sólo para su bienestar y felicidad sino para el conglomerado social o causa a la cual sirve.
La importancia de sentir lo que se hace es similar a gustar de lo que se hace, en vez de hacer lo que se gusta. Porque cuando se siente como bueno, importante o trascendente lo que uno hace, pone en ello lo mejor de sí, pero también lo disfruta con mayor intensidad.
No tengo duda que las parejas consolidadas y felices -que construyen familias igualmente felices- así como los profesionales, trabajadores y líderes de cualquier actividad en la sociedad que logran el éxito integral (físico-espiritual), pudieron alcanzarlo porque pusieron lo mejor de sí en su empeño, precisamente porque sintieron que su rol y realizaciones era muy importante no sólo para ellos individualmente sino para los demás.
Usted puede conformar una familia y obtener riquezas, fama, títulos, honores y poder, pero si mantiene la sensación de que le falta algo que no alcanza a lograr determinar, pero que produce en su alma un vacío vivencial, pudiera deberse a que no sintió la verdadera importancia de lo que hizo, en todas y cada una de sus etapas.
Sentir lo que se hace nos permite vivirlo. No importa si se logra o no, lo importante es sentir que lo hacemos, que lo estamos intentando, que somos diligentes, que tenemos fe en nosotros mismos y en el poder que heredamos de Dios: que vivimos una vida plena, bella y llena de oportunidades.
Si en algunas circunstancias, dentro de lo razonable, el fin justifica los medios, no menos cierto es que en oportunidades, pueden ser más importantes los medios a utilizar, que el fin que se busca. Al fin y al cabo, los medios pueden ser muchos, en cambio el fin, generalmente, es uno. Si siento que disfruto los medios que pueden ser muchos, y por tanto me van a producir un alto volumen de satisfacción, pudiera ser que el fin, que es uno solo, careciere de mayor importancia.
Todo los días, con profunda tristeza y hasta cierto punto con frustración, tengo que presenciar y soportar esa manga de inútiles, desentendidos, ineficientes y desprevenidos habitantes de esta aldea global, que conforman un porcentaje bastante elevado, quienes realizan sus roles sin sentir su importancia, y como consecuencia, sufro de los mil inconvenientes que ello me produce personalmente, así como al conglomerado social.
Como soy un convencido de lo temporal de mi vida terrenal, no hago nada que no sienta que me entusiasma, o en lo cual sea muy importante poner lo mejor de mí. Pienso que todas nuestras actividades representan un aspecto bipolar: lo bueno y lo malo que existe en cada cosa. Por eso extraigo de ellas esa parte buena que todas tienen, o que se les puede crear, y me aferro para obligarme a sentir que vale la pena vivir la experiencia, convirtiéndola en un agradable reto para demostrar que sí se puede.
Es que cuando siento lo que hago me involucro por entero; lo vivo intensamente; de alguna manera, me lo juego todo, y hasta hoy, normalmente he ganado; al menos en lo que considero importante y trascendente, porque va más allá de mi propio beneficio personal.
Así que, los invito a priorizar el sentir más que el obtener, porque lograr algo sin sentirlo, es perder la oportunidad de vivir el proceso de lograrlo, lo cual, al menos por mi mentalidad, hasta cierto punto sibarita, sería realmente… un desperdicio.