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Archive for the ‘ORIENTAR’ Category

SENTIMIENTO PATERNO

SENTIMIENTO PATERNO

Como ningún padre o madre puede prometer a sus  hijos que estará toda su vida para ayudarlos, sí que estamos obligados los progenitores a darles lo mejor de nosotros; cuidar de ellos y amarlos mientras tengamos vida. Creo en Jesús cuando dijo: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay…” por eso sé que desde esa morada donde me toque estar, seguiré… amándolos. Por experiencia propia conozco de la necesidad que, independiente de su edad, siempre tenemos los hijos de los padres. Por tanto, es un compromiso ineludible el estar siempre listos y prontos para ayudarlos, en lo que fuere necesario y conveniente, sin permitir que la exageración del tierno sentimiento paterno contribuya, bajo la premisa de evitarles sinsabores, con hacerlos menos diligentes o eficientes de lo que la vida les exigirá para lograr su realización material y espiritual.

Conocer que se tiene los padres a mano y listos para servir, es diferente a descuidar sus obligaciones con la seguridad de que papá y/o mamá ayudarán a solucionar el problema. A veces, el decir NO con toda la energía a las pretensiones facilistas  de los hijos, es una manera de decir: te amo. De la misma forma, decirles SI cuando tengan dudas sobre acciones que nos consulten y puedan afectar su efectividad positiva hacia su presente o futuro, es tan importante como el no frente a la tendencia a descuidar sus deberes confiando en nuestro apoyo. No es fácil decirle no a los hijos, cuando acceden a nosotros  con esa cara de niños, fija en nuestra mente por siempre; pero cuando convenga hacerlo debemos tener la valentía de amarrarnos ese corazón y llorar por dentro. Tampoco es fácil decirles que sí, cuando llegada la  hora toman sus propias decisiones, cuales en algunos casos no estamos seguros si son las mejores, pero que corresponden al respeto debido a su libre albedrío. Los padres debemos aceptar sin dolor ni nostalgia, que el mundo es energía; que el tiempo pasa, la tierra sigue girando  y produce cambios en la forma de ver la vida y las cosas, por parte de quienes nos continuarán; especialmente nuestros hijos. El amor y el respeto son gemelos, y los padres jamás podemos desestimar este apotegma. Lo único que los hijos recordarán de nosotros, será el amor y el respeto que les dimos. Lo demás, con toda seguridad, se lo tragará el largo… largo túnel del tiempo.

 

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AMIGAS IHe vivido diferentes etapas de mi país y en los últimos cincuenta años he visto invertirse algunos valores, otros desmejorarse y nacer nuevos; pero la familia se mantuvo respetuosa  de algunas intimidades que, especialmente para los niños y adolescentes no sólo son malos ejemplos, sino aberrantes, porque ensucian la mente, golpean el alma y lo más hermoso del ser humano… el amor.

Me refiero a los actos  protagonizados el pasado Sábado en un Yate, en la playa “Los Juanes” en Morrocoy, por un hombre y una mujer completamente desnudos simulando posiciones y movimientos sexuales, sin pudor de ninguna índole, frente a la multitud de turistas que disfrutaban de la playa, donde habían familias enteras, niños, jóvenes y adolescentes, señoras  y señores de la tercera edad; lo cual, dados los nuevos equipos digitalizados fue divulgado a los cuatro vientos. Como debe ser, las autoridades se pusieron tras la pista de los dos desvergonzados, quienes deberán enfrentar la Justicia.

Ahora bien, mi pregunta ¿Qué nos está sucediendo?, se refiere al hecho de que las personas que presenciaron tales actos públicos, inmorales y desvergonzados no protestaron o de alguna manera manifestaron su desagrado, sino que por el contrario, todos parecían emocionados, como si no existiera conciencia de lo inmoral y las consecuencias para la mente de los niños que tales eventos pueden conllevar,   y la falta de respeto al público en general, de tales actos delictuales.

Es que quienes tenemos descendencia, especialmente niñas, siempre hemos cuidado de inculcarles el pudor, la decencia, la discreción y el respeto por el sexo, porque  es fundamental en la pareja, que es la base de la familia,  y esta la piedra angular de la sociedad.

El sexo es lo más hermoso, tierno y solidario que materializará el amor de la pareja y que mediante la descendencia mantendrá ese amor de dos que se aman más allá de sus propias vidas. ¿Cómo entonces puede aceptarse tales espectáculos sin la protesta colectiva? ¿Qué pasó con nuestra formación y nuestros valores? ¿Qué pasó con nuestro papel de padres y ductores de nuestros hijos? ¿Será que se nos olvidó que como padres  los trajimos a este mundo sin permiso y el compromiso es diseñarles una vida sana y buena? Pues yo me niego a aceptar esta locura y desde aquí elevo mi más airada protesta y confío que la administración de justicia hará su parte, para evitar que se repitan estas barbaridades.

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              Photo by @williamsjenni

SI QUIERES SER FELIZ… AMA  

 

PORQUE:

 

LA FAMILLIA ES…. AMOR

 

LA AMISTAD ES… AMOR

 

EL PERDÓN ES… AMOR

 

LA LEALTAD ES… AMOR

 

LA CARIDAD ES… AMOR

 

LA GENEROSIDAD ES… AMOR

 

LA ENTREGA ES…  AMOR

 

LEVANTAR AL DESVALIDO ES… AMOR

 

DAR LA MANO AL MENDIGO… ES AMOR

 

OLVIDAR EL AGRAVIO… ES AMOR

 

HABLAR CON EL ANCIANO… ES AMOR

 

ORIENTAR AL  NIÑO… ES AMOR

 

TOMAR EN LOS BRAZOS AL SER AMADO… ES AMOR

 

ALEGRAR AL TRISTE… ES AMOR

 

PROMOVER ESPERANZA ES… AMOR

 

COMPARTIR ES… AMOR

 

 RECUERDA: EL AMOR ES MAGIA Y UNA VIDA SIN AMOR ES SOLO UN ENSAYO DE VIDA… FRACASADO

 

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No se trata de un mal sueño o pesadilla, una novela de terror o algo que suceda a miles de kilómetros de distancia; es una realidad horrible aquí, en nuestra propia ciudad… todos los días.  Son  niños y jóvenes  que vemos en nuestras calles; o aquellos que nunca miramos porque viven en ese mundo cercano, pero invisible para nosotros, que subyace oculto en los cordones de miseria que circundan nuestra ciudad.

Cuando leo que más del 70% de los asesinados, homicidas o sicarios, indistintamente, en su mayoría se ubican entre 14 y 18 años, siento que un frío recorre mi espina dorsal y no sé si es angustia, dolor, tristeza, frustración, terror, desolación o… impotencia.

Los padres sabemos, porque lo vivimos, que amamos los hijos “con el corazón dentro y las tripas afuera” como predicara Andrés Eloy Blanco; y de alguna manera, todos los hijos son… nuestros hijos.

Frente a este dantesco panorama corresponde preguntarnos:

¿Qué sucedió con ellos?

 ¿Cuál es el nivel de culpa de los padres en su comportamiento?

Creo que los padres, conforme actuemos frente a nuestros hijos, podremos hacer de ellos hombres de bien, exitosos o… perdedores.

En mucho, el destino de los hijos lo marca la formación hogareña. Sin que fuere la única causa, algunos padres, para evitarles sinsabores y tropiezos, no les dejan conocer la realidad de la vida diaria del hogar y los hacen desentendidos, insensibles, desconsiderados, ingratos, irrespetuosos,  dependientes e… inútiles.

Aprender el valor de las cosas; que todo lo recibido amerita esfuerzo; que los recursos no caen del cielo sino del duro trabajo de los padres; que deben priorizarse las necesidades porque no alcanza para todo, son enseñanzas que evitan la conducta  displicente y desentendida con los padres, evitando que se acostumbren a una vida fácil, cual cuando dejen el hogar no podrán satisfacerse por sí mismos con los medios normales y caerán en el facilismo, y quizás en la delincuencia.

El mejor blindaje que podemos dar a nuestros  hijos para enfrentar un futuro desconocido e imprevisible -donde ya no podrán contar con nuestra ayuda- lo constituye los principios y valores familiares de rectitud, mesura, trabajo, estudio, esfuerzo, ahorro, consideración y respeto por la persona humana, siempre y cuando sean reforzados por nuestro ejemplo.

Seguramente, si esos niños y jóvenes perdidos, hubiesen tenido en su hogar la enseñanza y el ejemplo de esos principios y valores, su destino hubiese sido…  diferente.

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Si volviera a vivir creo que sería maestro, pero no para enseñar matemáticas, lenguaje, geografía o cualquiera de esas materias diseñadas por nuestra sociedad para enseñarnos  a… sobrevivir. Y no es que esté en desacuerdo con la enseñanza formal, sino que se descuida o subestima enseñar a los niños algunas cosas y circunstancias que, pareciendo obvias, pudieran definir su felicidad.

Necesitamos enseñarles a soñar, a disfrutar cada segundo de tantas bendiciones que Dios puso para nosotros sobre esta tierra; lo elemental que es nuestra vida y lo fácil que es sobrevivir físicamente; la importancia de amar y compartir todo lo bueno que podemos dar; que al despertar el poder ver el sol, sentir la brisa de la mañana y pronunciar la palabra madre, son bendiciones que debemos disfrutar con fruición para iniciar un nuevo día, y por ello deben dar gracias.

Enseñarles que lo trascendente como nuestras funciones internas vitales, espiritualidad, estado de ánimo y libre albedrío, nos es dado como una parte de nosotros mismos; que lo material para mantenernos vivos siempre estará a nuestro alcance y para lograrlo solo requerimos diligencia  y confianza en nuestras actuaciones.

Instruirles sobre situaciones y circunstancias que por obvias dejamos de advertirles, pero que su conocimiento y convencimiento pudieran hacer más venturoso su destino, como  el hecho de que más importante que la cama, es tener sueño;  que  mejor que acumular  riquezas es cultivar buenos recuerdos y la conciencia tranquila; que lo importante no es como nos ven sino como nos sentimos; que es más importante ser cauteloso que valiente; que la mejor forma de lograr la abundancia es dando en igual medida; que la sabiduría es más importante que el conocimiento y la salud depende en gran manera de nuestro estado de ánimo.

Convencerles de  que un consejo es bueno, pero el ejemplo es mejor;  que la caridad nos engrandece, pero la comprensión nos hace parte del que sufre; que no hay mejor ayuda que oír con respeto al desventurado y responderle con generosidad; que la verdad nos hace libres y la mentira esclavos; que el  orgullo es un enemigo, pero la humildad su redención; que la envidia es el peor castigo, para quien la profesa; que el mejor poder es el que ejercemos sobre nosotros mismos; que el perdón y la oración sanan  el alma, tranquilizan el  espíritu y nos hacen parecernos a Dios.

Sólo eso quisiera hacer… si volviera a vivir.

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Cuando observo las estadísticas del crimen en mi paìs, donde el promedio de vìctimas y sus victimarios no sobrepasa los veinticinco años, siento que pudiera ser que por omisiòn,  parte de la culpa de esta tragedia nacional corresponda a quienes fueron responsables de la formaciòn de estos desventurados: sus padres.

Es que el papel de padres no se agota en traerlos al mundo, alimentarlos, cuidarlos y educarlos, sino que es fundamental formarlos para la vida, lo que conlleva infundir principios, valores, amor, respeto, solidaridad, pero tambièn disciplina y ejemplo.

Todos los padres ambicionamos hijos alegres y felices, pero para que esa alegría los acompañe por siempre, debemos tener la valentìa de aprender a decirles NO cuando consideremos inconveniente la solicitud, aunque nuestro corazòn quiera decir SI.

Así como la sonrisa de un niño es lo màs hermoso, sus làgrimas nos afectan en lo màs profundo del alma; pero nuestro deber como máximos responsables de su futuro, es aprender a diferenciar lo conveniente de lo inapropiado de sus actitudes y requerimientos, independiente de su estado de ànimo.

Cuando un padre cegado por el amor y debilidad de caràcter dice permanentemente SI, sin medir los efectos que para esa vida tendrà su permisividad, està renunciando a su màxima responsabilidad como ductor de sus hijos, sin medir todo el daño que para el futuro puede representar esa actitud. Son esos hijos acostumbrados a recibir siempre un SI independientemente de la naturaleza, entidad o caràcter de su solicitud, quienes al momento de enfrentar la vida solos y sin la protecciòn de sus padres, no soportan un NO a lo que consideran beneficioso y esto los lleva a cometer lo peores errores.

Los padres tenemos que aprender a soportar el dolor de ver llorar a nuestros hijos, si a conciencia entendemos que aceptar sus solicitudes pudiera influir negativamente en su caràcter, conciencia o apreciaciòn de la sensibilidad y solidaridad humana. Es preferible que en esos primeros años les digamos NO, cuando tenemos a mano otros elementos para ayudarlos, a que màs adelante, cuando ya no estemos con ellos, sea la vida la que les diga NO sin haber sido debidamente preparados para enfrentarlo, cuando ya no podremos hacer nada por ellos.

La actitud permisiva y si se quiere cómoda con los hijos hoy, pudiera significar el peor daño a sufrir en su futuro, y eso sería ciertamente… imperdonable para cualquier padre.

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El amor, la comprensión y la aceptación son fundamentales durante la importante etapa del crecimiento y desde la más tierna edad de los niños, pero en la vida diaria son enfrentados por el «NO».No te sientes así, no grites, no digas eso, no hables duro, no silbes, no salgas, no brinques, no te rasques ahí, no te toques eso, no comas de esa manera, no camines así, no molestes, dije que NO, NO…NO…NO.

Nadie les explica suficientemente porque todo tiene que ser «NO». Simplemente, se les impone y ellos no saben como reclamar una respuesta razonada. Si continúan preguntado recibirán un nuevo y contundente «NO», aliñado con gestos o acciones, indicativas del «NO» definitivo: «CÁLLATE».

Ese incomprensible mundo del NO les genera temor, inseguridad y desconfianza en… todo. Su efecto inmediato de desconcierto baja su autoestima, golpeando su curiosidad natural como fuente de su aprendizaje. En tal estado emocional, con su autoestima en su peor nivel cabe preguntarse:

¿Cómo queda la necesaria motivación para estudiar y ser mejores, en un mundo donde todo es negativo? ¿Qué incentivo para aprender puede generar un padre o maestro severo, estricto y gruñón, a quien más que la felicidad importa el cumplimiento normativo?

Los padres y maestros deberían reflexionar seriamente sobre este asunto, considerando que ellos están obligados a entender a los niños y no esperar que éstos les entiendan. Son ellos quienes tienen mayor experiencia y conocimiento de la vida, por tanto les corresponde orientar más que imponer el aprendizaje.

La sinergia del desarrollo y su objetivo último de producir paz y felicidad, hace necesaria la revisión en la actitud de los padres y educadores, para adaptarla a un proceso de transmisión de conocimientos que se refleje en la sociedad como más efectivo.

Mucho de la rebeldía de los adolescentes, es la respuesta por sentirse acorralados frente a su curiosidad natural, que les lleva a experimentar para conocer, frente a adultos expertos en mantener como mecanismos de defensa su falta de amor, comprensión y hasta de compasión, con quienes sólo exigen lo que les corresponde: formación para la vida.

De alguna manera, siento que la educación tradicional desvió el camino al dar mayor importancia a paradigmas tradicionales y a la formalidad, olvidando que la formación no es para las aulas, sino para una vida que deberá hacerse fuera de ellas.

Por experiencia como padre de cinco hijos, formados en la educación positiva familiar que se nutre del diálogo respetuoso pero afable de doble vía; la libertad de inquirir y recibir oportuna y consecuente respuesta sin temor a reprimenda o sanción, dados los resultados hoy patentes en sus vidas familiares felices, me convencen de la efectividad de la educación integral positiva.

Tanto en el hogar como en los centros de formación educativa, la educación positiva pudiera hacer la diferencia entre quienes logran la felicidad, que son los menos, y aquellos que nunca llegan a alcanzarla plenamente, de los cuales está inundado este mundo que nos toca vivir.

Próxima Entrega: DISPERSIÓN MENTAL.

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