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Archive for the ‘LA MUERTE’ Category

LA EDAD Y LA VIDA

Releyendo en alguna parte, encontré una anécdota sobre Galileo Galilei, cuando ya teniendo su barba blanca, unos amigos le  preguntaron ¿Cuántos años tienes? Y él les respondió ocho o diez años. Por tal respuesta le replicaron asombrados: ¿Cómo es eso? Y Galileo les replicó.  “…los años que tengo son los años que me quedan por vivir, porque los ya vividos ya no los tengo, como no tengo las monedas que se han gastado, todos ya se fueron.” Meditando sobre esta respuesta, tengo que llegar a la conclusión que ciertamente, los años que tenemos son los que nos quedan que vivir  y no los que ya hemos vivido, porque los vividos son como el agua que pasó bajo los puentes: pasó y no volverá, así como los años pasados no volverán y nada puede hacerse sobre ellos.

Entonces los años que son míos, como lo dijera Galileo, son los que me faltan por vivir, y por tanto, son esos años que me quedan los que deben ocuparme; vale decir, que voy a hacer con ellos y en ellos, pero como no sé cuantos serán, en realidad tengo que referirme, o mejor dicho,  a los días, horas, minutos y… segundos. Me corresponde pensar que voy a hacer en ellos y con ellos; sin duda alguna para procurar  mi mayor felicidad, la de mi entorno íntimo, y en general como cristiano, en mis semejantes.

De tal manera debo amar intensamente cada minuto y disfrutar con fruición las múltiples bendiciones que Dios puso para mí sobre esta tierra. Como siempre he sido un enamorado de la vida, ahora más que nunca, sobre la base de la citada reflexión me corresponde ser más amoroso con las personas que amo y manifestarle en cada ocasión posible ese amor que tengo por ellas. Asimismo, me corresponde dar lo mejor de mí en todo lo que hago, que es como decir que debo hacer todo con más pasión que nunca, sintiendo el placer de ser  útil y solidario con las personas; recordar a cada momento que el tiempo se agota y no puedo desperdiciarlo, sino… vivirlo. Ahora tengo que pensar que todo pasará, como han pasado mis años vividos; por tanto me corresponde disfrutar haciendo las cosas con amor y viviendo cada momento con emoción especial; debo aceptar que lo único que quedará de mí será el amor y los buenos actos que de mi recuerden las personas y, especialmente, mis seres queridos.

Venturosamente, como soy escritor, ahora más que nunca me corresponde escribir sobre lo bello de la vida, que he vivido y lo maravillosa que puede ser la existencia para cualquier persona que comprendiendo lo limitado de su vida,  entienda que solo amando, manifestando el amor y   haciendo el bien en cada momento, podemos sentirnos realizados física y espiritualmente. Esto conlleva aceptar la diversidad humana, respetar la individualidad, introspeccionar la obligación que tenemos quienes tenemos acceso y utilizamos los diferentes medios de comunicación, como personas felices, de procurar que los demás entienden que es posible serlo, porque depende de nosotros y de nadie más.

En el mismo sentido, nos corresponde pensar que algo que pareciera elemental para nosotros, pudiera ser que para otros pareciera muy complicado; por ejemplo, aquellos que dicen como su aporte a algún problema que sufren: “…estoy preocupado por tal o cual asunto…”, sin considerar que su preocupación, realmente, nada positivo aporta a la solución del problema, sino que, por el contrario, estar preocupado afecta su mente y su capacidad de resolver algo. Por lo cual no sirve de nada estar preocupado, sino que en vez de tal, debemos no preocuparnos sino ocuparnos de cómo solucionarlo; pero sin preocupación, sino actuando con diligencia, confianza, positividad y fe: con la mente despejada,   lo cual no es fácil si nos encontramos preocupados.

Igualmente, el odio, el rencor,  los malos deseos, las maldiciones, no hacen daño a quien se le profesan, sino que nos ensucia el alma, retarda nuestro crecimiento espiritual y entorpece recuperarnos de cualquier   mala acción que nos haya producido  alguien. En cambio, el amor, el perdón, la bendiciones, la caridad y poner las malas situaciones que no podemos resolver en las manos de Dios, nos ayudan a recuperarnos  física y espiritualmente de cualquier inconveniente que alguien nos produzca. Pero lamentablemente, pocas personas pueden procesar esta realidad que para  nosotros es obvia.

Por todo eso, estamos obligados a insistir hablando y escribiendo sobre estas verdades, que parecieran elementales, pero que   muchas veces  hacen la diferencia entre la gente triunfadora y feliz, y aquellos que se consideran perdedores e infelices por no lograr algunas de sus metas, sueños o ambiciones.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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LA MARIONETA

 Si Dios me obsequiara un trozo de vida…

MARIONETA II

Aunque algunos erradamente atribuyen la autoría del Poema “La Marioneta” al GABO, ciertamente el texto, aunque pertenece al famoso ventrílocuo y humorista mexicano, Johnny Welch, en su esencia, pudiera ser una recopilación de frases y expresiones que hiciera éste, ya que algunas de ellas también fueron referidas, unas por Borges, otras por  el Doctor Ron Jenson en su obra “Viva no Sobreviva”, quien las oyó a una señora que vivió en una montaña de Pensilvania, entre otros. Sin embargo, este interesante poema, sobre una marioneta que especula “…sobre que hubiera hecho si tuviera un poco de vida.” y “…si yo tuviera un corazón.”, expresando pensamientos que merecen especial reflexión y profunda atención, cuando decía:

 “…no diría todo lo que pienso, pero pensaría todo lo que digo.” Si esto hiciéramos en nuestra vida diaria, seguramente seríamos más dueños de lo que sabemos y acertados en nuestros juicios.

“…daría valor a las cosas, no por lo que valgan sino por lo que significan.” No tengo duda, estimaríamos menos lo lujoso pero banal  y disfrutaríamos más de las maravillosas cosas sencillas que hacen nuestra cotidianidad.

  “…dormiría poco, soñaría más.” En verdad, la vida sin sueños, es como nunca despertar;

 “…Escucharía cuando los demás hablan, y… cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.”  Creo que con tal actitud, aprenderíamos muchísimo más de lo escuchado… y dejar de disfrutar -de vez en cuando-  de un buen helado de chocolate, es desperdiciar uno de los grandes placeres de la vida;

 “…escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.”  Nada más sabio que dejar que el odio se derrita –no tanto con el sol sino con el amor- porque nos libera de  una carga pesada y permanente… en el alma;

 “…no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero… convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.” Nunca más actual esta admonición, con tanta gente sola, estresada,  desorientada, atemorizada y hasta seudo paranoica en la actualidad, cuando hace tanta falta manifestarnos amor, volver a sentir el calor humano de la palabra amiga, el contacto físico del abrazo fraterno, el apretón de la mano extendida, el corazón abierto y un hombro sobre el cual recostar la cabeza, para sentirnos como lo que somos: la familia humana;

“…a los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.» Esta es la más real, cierta y verdadera forma de enfrentar los sentimientos equivocados que normalmente genera la vejez, de que los años aminoran el amor, cuando es todo lo contrario. EN LA VEJEZ EL AMOR ES MÁS FUERTE, SOLIDO, SOLIDARIO Y PERMANENTE”

“…a un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.” Ninguna demostración más grande de amor de un padre a su hijo, para enseñarle a enfrentar su vida.

“…a los viejos les  enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.” Cuánto aprenderían los hijos y los nietos, sobre el bien que harían a  sus viejos, de no ignorarlos y visitarlos continuamente porque  fueron quienes los trajeron al mundo y… dedicaron a su crianza y educación sus mejores años.

“… un hombre sólo tiene derecho a mirar otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.” No tengo ninguna duda que todos seríamos más humanos, si recordáramos y reflexionáramos sobre  esta máxima. Por cierto, me hace recordar algo que me dijo mi padre hace 60 años: “Hijo, un hombre valiente no pisa un gusano ni se humilla ante un Rey.”

Espero que estas reflexiones pudieran servir de algo, precisamente para quienes hoy, ven nublado un cielo que permanecerá brillante… en  nuestras vidas.

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ADIOS A UN ARTISTA

Cuando muere un artista plástico como WLADIMIR ZABALETA, que conocimos desde que dio sus primeros pasos en el Arte, el color y la forma están de luto;  el caballete se siente inmensamente solo;  y nosotros, sus amigos, se nos encoge el corazón; especialmente porque nos deja cuando su creatividad estaba intacta e investigaba sobre nuevas maneras de, con su talento, color, pincel, y nuevos materiales  enriquecer su arte, ya bien amplia y conocida en Venezuela y varios países importantes del mundo.

Hoy La Menina de la Redoma de Guaparo con sus lágrimas de brillo radiante de medio día y el mural del IEQ con sus cuadritos de dolor callados, sienten igual que el Totem de mi estudio, La Máscara y El Guerrero, cuales yo vi nacer, gemirán en su dimensión inmóvil, la ausencia  del padre que creó el milagro.

En San Felipe, en 1973 lo conocí, no se conformaba con manejar el pincel y los colores sobre un lienzo, sino que impartía conocimiento en una escuela para jóvenes pintores, proyecto que como Comisionado del Ministerio de la Juventud apoyé decididamente. Desde entonces nació una amistad que se mantuvo por cuarenta años. Cuando nació Teodoro me dijo: hermano, pinté este cuadro y quiero que tú lo tengas contigo.  Así fue; lo disfruté con mi familia y aún hoy me acompaña, junto con su orgulloso Totem de 1974.

El Maestro Zabaleta, fue un ejemplo para la juventud de que, independiente de la situación económico social, si hay ímpetu, diligencia, constancia, confianza en sí mismo y estudio, cualquier cima puede alcanzarse. Porque ese joven y sencillo pintor que conocí en 1973, no sólo ganó los más importantes premios a un Artista Plástico, sino que salió de las fronteras de Venezuela para decirle al mundo que no sólo producíamos petróleo, sino también talento, trabajo tesonero y arte. Al menos, así lo vi en los catálogos de la famosa subastadora de obras de arte Sotheby’s  en Nueva York.

 Venturosamente, Wladimir no entró en el ejemplo de Salvador Díaz Mirón, cuando escribió: “El mérito es el náufrago del alma, vivo se hunde, pero muerto flota”, porque los venezolanos sí que reconocimos sus méritos en vida; tanto que nuestra Universidad de Carabobo le otorgó el Doctorado Honoris Causa.

Ciao Amigo. Tú y yo sabemos que existe otra dimensión, donde los hombres buenos y útiles a la humanidad, tienen un sitial de reposo especial y… eterno.

 

 

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           EL AMOR ES ANTES Y DESPUES DE ESTA VIDA

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Hoy escribo para las parejas que se aman con todo su cuerpo y alma para dejarles un mensaje de esperanza, que además contradice la voz de las “Casandras agoreras” que tantos males le atribuyen a la unión permanente de dos personas que se aman y deciden compartir su hoy y su… mañana.

Soy casado, convencido de que es esta condición la que me ha permitido ser feliz toda la fase de mi vida en unión de mi actual cónyuge, cual ya lleva más de 43 años lo cual me da autoridad moral para hablar del matrimonio; por lo menos… del mío. Muchas veces he oído decir que los cónyuges se unen hasta que la muerte los separe. En verdad, sin ánimos de calificar a quienes lo aseguran, no creo en esta expresión usada especialmente en el momento de contraer matrimonio.

Soy un convencido del apotegma de que “No somos cuerpos viviendo experiencias espirituales sino espíritus viviendo experiencias corporales.” Como consecuencia, contraje matrimonio con mi querida y tierna esposa no solamente con mi cuerpo, sino, y quizás con una vinculación más fuerte, también con mi espíritu. Por eso, para nosotros (Porque mi esposa comparte conmigo este criterio), cuando llegue el momento de regresar al lugar del cual vinimos a este mundo –cual es lo que el vulgo llama “muerte” – independiente de quien se vaya primero, no nos separaremos porque nuestros espíritus seguirán vinculados por ese cordón de plata supra físico entre esta vida y en el más allá, con la misma o mayor intensidad como lo es ahora.

No, la muerte no nos separará, porque así como no hemos permitido que en esta estancia terrenal con tantos altibajos, circunstancias especiales y tentaciones nos separen; menos aún lo asentiremos cuando alguno de nosotros o ambos dejemos esta “morada”. Es que como lo sentenciara Jesús de Nazaret: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay…” esta es sólo una de esas moradas y lo único que sucederá cuando nos vayamos será que pasaremos a una nueva “morada”, que no tiene porqué ser ni exclusivamente espiritual o física. Esa es nuestra mayor esperanza, que no tenemos duda se fortalece todos los días con los mil detalles que nos permiten ratificar ese amor maravilloso que por tantos años hemos compartido y transformado en tres bellas hijas y dos hijos, quienes nos obsequiaron once hermosos nietos, que hacen más dulce nuestra tercera edad.

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A raíz del fallecimiento de Steve Jobs recibí algunos correos de quienes no procesan su muerte, mientras que, aparentemente, tántos buenos para nada, sin aportar algo positivo al mundo, siguen vivos.

Se más de la vida que de la muerte; pero aunque parezca incongruente, la muerte es parte denuestra vida física. Sin embargo, el resultado de esta precisión dependerá de la óptica personal para utilizarlo positiva o negativamente.

En el caso de Steve Jobs, éste utilizó la parte positiva cuando en un discurso que dio en la Graduación de la Universidad de Stanford en el año 2005, al referirse a su propia muerte dejó un mensaje que todos, independiente de la edad, deberíamos leer, meditar y recordar, cuando expresó:

“Pensar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he tenido, pues me ha ayudado a tomar las grandes decisiones de mi vida. Casi todo –las expectativas externas, todo el orgullo, todo el miedo a hacer el ridículo o a fracasar- desaparece de cara a la muerte y queda lo que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que hay para evitar caer en la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón. Tu tiempo es limitado. No lo desperdicies viviendo la vida de otra persona. No te dejes atrapar por el dogma de vivir con lo que resulta de los pensamientos y las ideas de otros. No permitas que el ruido de las opiniones de los otros silencie tu voz interior. Tu trabajo va a llenar gran parte de tu vida y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideras es un gran trabajo. La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Si no lo has encontrado aún, sigue buscando. No te conformes. Como todo lo que tiene que ver con el corazón, te darás cuenta cuando lo encuentres. Así como sucede con cualquier relación trascendente, se pone mejor y mejor con el paso de los años.”

No pareciera difícil entender el mensaje de ese polifacético genio, quien en el fondo trató de decirnos que, si la muerte es lo más negativo para la mayoría de las personas, pero podemos convertirlo en algo muy positivo, entonces… ¿QUE PUEDE SER TAN TERRIBLE EN LA VIDA QUE NOS CONVIERTA EN NEGATIVOS?

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ESTO TAMBIÉN PASARÁ…

Terremotos, tsunami, explosión en plantas nucleares con efectos impredecibles, tristeza, dolor, sorpresa, terror e impotencia; todo un coctel horrible que debemos tomar… todos, para  lo cual nunca estaremos preparados.

No son solo cifras o guarismos, son nuestros hermanos humanos;  no importa si su piel es negra, blanca o sus lágrimas brotan por una rendija… japonesa; son mis hermanos y me duelen en lo más profundo de mi ser.

Estos días mis desayunos y cenas frente al televisor,  se han humedecido con mis lágrimas. Lloro por quienes no conozco y quizás nunca conoceré; pero el dolor está aquí, rasgando mi espinazo, lacerando mis entrañas. Me siento tan impotente como el que más, frente a tanto dolor y a una naturaleza espectacular, avasallante e impredecible, que no podemos entender ni enfrentar y que, cuando ataca no da tregua.

Por qué sucede todo esto? La respuesta siempre es la misma: no lo sé. En siete décadas, he visto a la naturaleza destruir en segundos lo que costó decenas de años construir; he visto a mis hermanos humanos, independiente de su nacionalidad, posición social, poder, fama, raza o sexo, huir desesperados como hormigas, para caer más adelante, sin saber… por qué.

De todo esto he aprendido que no debo preguntar por qué; nadie puede responderme, porque esa es una respuesta de Dios y no de ningún ser humano. Es una especie de razón de la sin razón, que escapa a mi lógica racional. Ver morir sin conocer el motivo lo mismo a un niño que a un anciano, no encaja en mi raciocinio, pero sí que afecta profundamente mi sentimiento; por lo cual no puedo hacer más que orar y… llorar.

Creo que mi dolor, mi tristeza y mi impotencia frente a tanta adversidad incomprensible, es el precio que pago por mi racionalidad.

¿Por qué? No lo sé   y… quizás sea mejor así. Por eso tengo que inventar algo que me ayude a sentirme mejor frente a mi propia pequeñez y vulnerabilidad ante los elementos de la naturaleza.

Sólo me queda preguntarme: ¿Para qué suceden estas tragedias? Entonces puedo fabricar respuestas que se ajusten a mi experiencia, fe en la vida  y convicción de que todo lo que acontece  siempre tiene una razón, aunque inmediatamente no la conozcamos; porque existe una fuerza universal que ordena todo lo que existe; que lo ha hecho durante millones de años y no se equivoca: Dios.

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Como todos los nuevos años, escribo sobre ellos no antes de que se inicien ni sobre la base de lo que viví en el que se quedó en el tiempo o viviré en adelante, sino en el cómo vivo.

Ciertamente, para mí todos los años son iguales: simplemente, maravillosos. Observo nacer, avanzar y morir los días, las plantas y… los hombres; pero, en todo ello encuentro una parte positiva en la cual se refleja la mano de Dios; es el ciclo vital: nacer, desarrollarse y morir, pero siempre, no importa cuánto tiempo, hay un espacio para la vida; esa es la parte interesante, ya que, los años, como nuestra existencia, serán del color que sepamos darle.

Aquellos de mentalidad negativa,  comentan con tristeza que el año pasado fue gris, porque afectó en defecto su interés personal, temiendo que el próximo pudiera ser peor, sin considerar cómo pudo ser para los demás. Otros, de pensamiento positivo, comentan que aunque en  este año no les fue tan bien, y se sucedieron asuntos problemáticos o delicados, confían que en  el próximo les irá mucho mejor. Somos cada uno de nosotros, quienes hacemos buenos, mejores, malos o peores los años que transcurren.

En los últimos seis meses de este año vi morir mis dos hermanos mayores, y no por eso este año fue malo para mí. Es que cada uno de ellos vivió su vida por más de setenta años, y a su antojo.  Vinieron a esta vida a vivir y eso hicieron. ¿Qué cómo vivieron? Como lo decidieron; porque fue para tener esa capacidad que Dios les dotó de razón, intelecto y libre albedrío, con lo cual conformaron su estado de ánimo, cual es lo que determina el color y sabor de la vida.

Yo sé -porque lo he vivido-  que un espacio pequeño de felicidad integral, bien podría  valer una vida; porque más que el tiempo o el espacio donde permanezcamos, lo importante, lo trascendente, es lo que sentimos y cómo nos sentimos.

Mientras tengamos capacidad para amar y ser generosos para compartir nuestro amor con nuestros semejantes; podamos sentir el aire fresco de la noche, oír el canto de los pájaros; el arrullo que es la voz de nuestros seres amados y nos sintamos uno con Dios y con cada uno de nuestros semejantes, todos los años serán… ESPECIALMENTE BUENOS.

No tengo duda que 2011 será un bellísimo año; festejémoslo juntos.

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A LAS PUERTAS DE LA MUERTE

Hoy fue una jornada dura para quien, como yo, vive por días y por tanto no puede permitirse ni unsegundo de tristeza, porque en mi corta vida de veinticuatro horas, no podría recuperarlo nunca.

En la TV, mostraron imágenes captadas por una cámara de amplio espectro, de los mineros chilenos que quedaron enterrados, en una mina de explotación de oro, bajo millones de toneladas de tierra, a setecientos metros de profundidad. Estaban barbudos, semidesnudos, con hambre, sed y… lágrimas en sus ojos.

Afuera madres, esposas, hijas y hermanos, cambiaban su amargo llanto hasta de hacía pocas horas, por dulces lágrimas de bendición y agradecimiento a Dios por el milagro de mantenerlos vivos.

Había seguido el proceso anterior con extraordinario dolor, compasión e impotencia, al verlos tan desvalidos, tan vulnerables, tan impotentes, tan… solos, que al conocer la noticia de su hallazgo, sentí tanta alegría como cualquiera de sus familiares.

Me sentí especialmente reconfortado cuando observé, que aún en las peores condiciones y gravemente afectados física y psicológicamente, mantenían su unidad, coraje, esperanza, y esa especial hermandad que genera el peligro común; siendo que, desde los resquicios de la muerte, tenían ánimo para gritar aquí estamos y a sus seres queridos: los amamos.

Quienes tenemos hijos o hermanos que amamos, vimos en el rostro en cada uno de estos desventurados, uno de los nuestros; de alguna manera, nos sentimos parte de ellos y si perecieran, moriría un poco de … nosotros mismos.

Esa tristeza y dolor experimentados como todo en la vida tiene una parte positiva, porque el dolor es un buen maestro al recordarnos la maravilla de no sentirlo. Quienes tenemos avanzadas edad, una labor cómoda y honesta que realizar en equipo con esa bella compañera de viaje largo; que tenemos toda mi familia viva y con riesgos infinitamente más pequeños que ellos; sentimos que todos nuestros supuestos problemas, no son más que nimiedades, comparados con esa gran tragedia de la cual algunos, pudiera ser que nunca lleguen a recuperarse totalmente.

Por eso, pido misericordia a Dios por ellos y por nosotros; para que los rescaten salvos, sanos y así todos mantengamos nuestra fe inquebrantable en su poder universal, cual es lo único capaz de darnos fortaleza espiritual frente a nuestra inmensa vulnerabilidad, en un mundo dinámico, imprevisible y donde los hombres por adquirir bienes materiales valiosos, sin considerar los riesgos, todos los días exponen la vida de sus hermanos.

www.elmateoart.com

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Pienso que todo lo que venga de Dios debería ser perfecto; no obstante, en algunos casos como el del ser  humano, quien no sólo deviene de Dios sino que es hecho a su imagen y semejanza, parece que no se da esa aspiración respecto de su perfección. Al menos yo, no  he podido conocer a ningún hombre perfecto… todavía. Ahora bien, por cuanto en la entrega anterior acepté que «…el tiempo de Dios es perfecto», aclaro que me referí expresamente al TIEMPO DE DIOS y no al tiempo humano.

El tiempo de Dios no es comparable con el del hombre porque Dios es infinito, es una fuerza, una esencia  inconmensurable, por lo tanto al ser finita la dimensión del tiempo que conocemos los  humanos, carecemos de entidad de comparación. No tenemos posibilidad de conocerlo, ni de entenderlo a cabalidad; pero eso no debe afectarnos, porque desde el punto de vista de nuestra vida terrenal, si lo conociéramos de nada nos serviría.

Los humanos en nuestro tránsito por esta vida, estimamos el tiempo en unidades de medidas finitas como los segundos, minutos, horas, días meses, años, centurias y milenios, pero el tiempo de Dios es otra cosa completamente diferente; se trata de tiempo de esencia y en esencia, incomprensible para nosotros. Ese tiempo de Dios sólo puede ser captado por nuestro espíritu, que como Dios es intangible.

Creo sin ninguna duda en la perfección de ese tiempo de Dios; en el viví antes de nacer y de ese tiempo infinito fue que vine a este mundo a disfrutar una vida terrenal transitoria, a cumplir una misión de carácter finito para luego regresar a mi mundo infinito,  en ese tiempo perfecto que es de Dios y…mío. Por eso no temo a la muerte, porque para mí es un paso más en mi camino de ascensión a la perfección espiritual. Mi muerte física cuando llegue, será el regreso a… mi hogar, que me permitirá, como lo comentara  un famoso pastor evangélico antes de morir, «… ver la cara de mi Padre.»

Mientras me voy en mi viaje de regreso, utilizo el tiempo finito de esta vida finita. Disfruto los días y las noches con todas esas cosas materiales, pero sin olvidar mi origen y mi esencia espiritual; lo hago sin más prisa de la conveniente pero con avaricia, con fruición, con deleite, consciente de que pudiera ser la última y quizás nunca podría repetirlas, ni en esta vida ni en otra.

En esta dimensión física amo tiernamente a mi esposa, a mis hijos, a mis nietos y se los digo todos los días; los abrazo, los beso, porque sé que como mi vida física es finita, pudiera ser que no tenga otra oportunidad de repetirlo. A mis amigos y a todas las personas que conozco y me permiten ofrecerles mi amor, trato de persuadirles, de todas las formas posibles, de que es un privilegio ser su congénere, que soy feliz compartiendo con ellos, que me interesan como seres humanos, que su dolor es mi dolor y su alegría la mía. Cuando me aceptan, me oyen, me tratan, me sonríen y me señalan mis múltiples imperfecciones, me siento el hombre más feliz del mundo y… doy gracias.

Además de mi dedicación a mis hermanos humanos como lo he dejado expuesto, considerando  que ese «tiempo» que vivimos todos los días, es un espacio que transcurre entre el amanecer y el volver a amanecer y así hasta el final de nuestros días, considero  mi deber supremo como especie única, hecha a imagen y semejanza de Dios,  cuidar y proteger la diversidad inigualable del medio ambiente que conforma nuestra gran patria terrestre, utilizando sus recursos con divina prudencia, cuidándolos y protegiéndolos con la conciencia de que son perecederos, y que también corresponden a los que vienen después de nosotros para mantener nuestra simiente sobre esta madre tierra.

Lo que como humanos llamamos tiempo y espacio, que responde a parámetros y medidas finitas, cuales no sabemos que serán para Dios, Él con todo su poder los adapta a su forma esencial, para dentro de la entidad terrenal velar de la forma más amorosa y cuidadosa  todos los días de la vida por cada uno de sus hijos, sin distinción de ningún género. Su esencia infinitamente justa es tan amplia que tiene suficiente espacio para todos;  inclusive para aquéllos que en este mundo parecieran no creer en su poder y omnipotencia. 

Les comento que con tristeza observo el desperdicio injustificado de ese recurso realmente no renovable, en ese espectáculo diario de prisa en las calles, los centros de trabajo, de estudio, de transporte y hasta… en los parques. Todo el mundo anda apurado. ¿Por qué? Vaya usted a saberlo. Las personas andan apuradas porque están apuradas; sin tomarse el tiempo mínimo necesario para preguntarse por qué están apuradas,  y si no existirán opciones para andar con menos prisa, y de tal manera disfrutar un poco más de las muchas cosas bellas que la vida nos regala, pero que si estamos tan apurados, posiblemente no podemos observarlas en su verdadera dimensión.

Próxima Entrega: EFECTOS DE LOS HIJOS EN EL MATRIMONIO

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¿Qué cuál es la diferencia entre el cuerpo y el espíritu?

Para  quienes tenemos la seguridad de nuestra espiritualidad no es difícil determinarlo. Sin embargo, para quienes se autodenominan  «materialistas» pudiera serles difícil entenderlo, porque de alguna manera tampoco es muy fácil explicarlo.

Como cuando escribo lo hago para todo tipo de lectores y no especialmente para doctos, eruditos o filósofos, trataré de analizar la diferencia así como su origen utilizando situaciones de la vida diaria. Por ejemplo, cuando alguien me pregunta de quien es mi casa o mi auto respondo que son míos. Asimismo, si alguien pregunta de quien es mi cuerpo igualmente contesto que es mío. Por lo tanto, si yo digo que mi cuerpo es mío estoy asegurando que soy un Ser diferente a mi cuerpo, de la misma manera que al decir que  mi casa o mi auto son míos estoy determinando que son entidades diferentes a mi Ser. Vale decir que yo y mi cuerpo somos entidades distintas aunque hacemos un conjunto.

Pero entonces, si yo no soy mi cuerpo ¿Realmente quien soy para poder decir que el cuerpo es mío? ¿Mío de quien? Bueno, para mi no es complicado porque estoy seguro de que soy un Ser espiritual, que usa un  cuerpo en esta vida para servirse de el físicamente, como lo hago con mi auto o mi ropa. Por eso digo «mi auto», «mi ropa» y «mi cuerpo»,  porque sé que esas cosas físicas son independientes de mi Ser espiritual.

 Tal será mi convicción, que si por alguna circunstancia amputaran a una persona un brazo, o una pierna, o ambos miembros, su Ser espiritual seguiría intacto, no se afectaría en su integridad sino que seguiría siendo el mismo Ser espiritual, independiente de cualquier sentimiento de tristeza, frustración o cualquier otra actividad sensorial o mental. Es que por su esencia  espiritual, al Ser, nada físico puede afectarlo, ni siquiera la muerte que desactiva  la totalidad del cuerpo.

En mi concepción de la vida y las cosas, esa es una  prueba de que ciertamente tenemos  un espíritu que es intangible y por lo tanto físicamente inubicable e indeterminable.

Es por razón de nuestra espiritualidad que sentimos amor, tristeza, alegría, lealtad, solidaridad, sensibilidad, porque ninguna de esas sensaciones son tangibles sino intangibles. No podemos ubicarlas  ni determinarlas en el mundo físico. Por eso no podemos mirarlas,  tocarlas,  medirlas, ni pesarlas. No precisamos dónde las sentimos, pero sí tenemos conciencia de  que las percibimos.

Un «materialista»  podría decir que son las células haciendo sinapsis, el ácido nucleico, las hormonas y otros argumentos con la intención de desvirtuar la existencia del espíritu, lo cual obligaría a formular nuevas preguntas:

-¿Quién dirige la operación de las neuronas haciendo sinapsis, el ácido nucleico, las hormonas, etc.?

-¿Quién les ordena cómo y cuándo deben actuar?

-¿Quién dice a quien debes amar y a quien no, o qué es bueno o malo?

-¿Quién establece la diferencia entre unos sentimientos y otros? Los sentidos no tienen capacidad para hacerlo, porque ellos solo  reciben y cumplen órdenes.

Por ejemplo, los ojos detectan  imágenes, pero no es la vista la que decide si son  bellas, agradables o desagradables. El sentido de la vista es como una cámara fotográfica: toma  imágenes y las presenta, pero la decisión de cómo afectan al individuo no es función del sentido de la vista. Decidir si son bonitas, feas,  mejores, peores, agradables o desagradables corresponde a esa otra entidad supra física que es nuestro Ser espiritual.

Es ese espíritu el canal mediante el cual Dios se comunica con nosotros, en ese lenguaje especial que sólo él y nuestro espíritu conocen y que hace llegar de diferentes maneras a nuestro intelecto, quien lo transmite a los sentidos que son su medio propio  de sensaciones,  para transformarlos en actuaciones físicas y tangibles, que hacen la diferencia en nuestra forma de vivir, inclusive en muchos casos pueden diferenciar la felicidad de la infelicidad, la vida de la muerte.

Esa concepción de espiritualidad nos permite  realizar intensamente nuestra vida terrenal; nos motiva a mirar la muerte como un paso más de nuestra existencia y no como un evento desgraciado, precisamente por  la seguridad de que nuestro Ser no terminará con ella, porque trasciende el cuerpo físico en su  camino de superaciòn espiritual.

 La concepción de espiritualidad y  la seguridad de que por conformar una unidad con Dios, cuando llegue el momento de dejar este cuerpo ascenderemos a un plano superior, a un nuevo destino diseñado por El para nuestro progreso, nos posibilita presumir  lo que quiso significar Jesús cuando enseñaba: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay.»

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

Próxima Entrega: TEMOR VS.  FE Y CONFIANZA

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