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Archive for the ‘AMAR AL AMOR’ Category

LA EDAD Y LA VIDA

Releyendo en alguna parte, encontré una anécdota sobre Galileo Galilei, cuando ya teniendo su barba blanca, unos amigos le  preguntaron ¿Cuántos años tienes? Y él les respondió ocho o diez años. Por tal respuesta le replicaron asombrados: ¿Cómo es eso? Y Galileo les replicó.  “…los años que tengo son los años que me quedan por vivir, porque los ya vividos ya no los tengo, como no tengo las monedas que se han gastado, todos ya se fueron.” Meditando sobre esta respuesta, tengo que llegar a la conclusión que ciertamente, los años que tenemos son los que nos quedan que vivir  y no los que ya hemos vivido, porque los vividos son como el agua que pasó bajo los puentes: pasó y no volverá, así como los años pasados no volverán y nada puede hacerse sobre ellos.

Entonces los años que son míos, como lo dijera Galileo, son los que me faltan por vivir, y por tanto, son esos años que me quedan los que deben ocuparme; vale decir, que voy a hacer con ellos y en ellos, pero como no sé cuantos serán, en realidad tengo que referirme, o mejor dicho,  a los días, horas, minutos y… segundos. Me corresponde pensar que voy a hacer en ellos y con ellos; sin duda alguna para procurar  mi mayor felicidad, la de mi entorno íntimo, y en general como cristiano, en mis semejantes.

De tal manera debo amar intensamente cada minuto y disfrutar con fruición las múltiples bendiciones que Dios puso para mí sobre esta tierra. Como siempre he sido un enamorado de la vida, ahora más que nunca, sobre la base de la citada reflexión me corresponde ser más amoroso con las personas que amo y manifestarle en cada ocasión posible ese amor que tengo por ellas. Asimismo, me corresponde dar lo mejor de mí en todo lo que hago, que es como decir que debo hacer todo con más pasión que nunca, sintiendo el placer de ser  útil y solidario con las personas; recordar a cada momento que el tiempo se agota y no puedo desperdiciarlo, sino… vivirlo. Ahora tengo que pensar que todo pasará, como han pasado mis años vividos; por tanto me corresponde disfrutar haciendo las cosas con amor y viviendo cada momento con emoción especial; debo aceptar que lo único que quedará de mí será el amor y los buenos actos que de mi recuerden las personas y, especialmente, mis seres queridos.

Venturosamente, como soy escritor, ahora más que nunca me corresponde escribir sobre lo bello de la vida, que he vivido y lo maravillosa que puede ser la existencia para cualquier persona que comprendiendo lo limitado de su vida,  entienda que solo amando, manifestando el amor y   haciendo el bien en cada momento, podemos sentirnos realizados física y espiritualmente. Esto conlleva aceptar la diversidad humana, respetar la individualidad, introspeccionar la obligación que tenemos quienes tenemos acceso y utilizamos los diferentes medios de comunicación, como personas felices, de procurar que los demás entienden que es posible serlo, porque depende de nosotros y de nadie más.

En el mismo sentido, nos corresponde pensar que algo que pareciera elemental para nosotros, pudiera ser que para otros pareciera muy complicado; por ejemplo, aquellos que dicen como su aporte a algún problema que sufren: “…estoy preocupado por tal o cual asunto…”, sin considerar que su preocupación, realmente, nada positivo aporta a la solución del problema, sino que, por el contrario, estar preocupado afecta su mente y su capacidad de resolver algo. Por lo cual no sirve de nada estar preocupado, sino que en vez de tal, debemos no preocuparnos sino ocuparnos de cómo solucionarlo; pero sin preocupación, sino actuando con diligencia, confianza, positividad y fe: con la mente despejada,   lo cual no es fácil si nos encontramos preocupados.

Igualmente, el odio, el rencor,  los malos deseos, las maldiciones, no hacen daño a quien se le profesan, sino que nos ensucia el alma, retarda nuestro crecimiento espiritual y entorpece recuperarnos de cualquier   mala acción que nos haya producido  alguien. En cambio, el amor, el perdón, la bendiciones, la caridad y poner las malas situaciones que no podemos resolver en las manos de Dios, nos ayudan a recuperarnos  física y espiritualmente de cualquier inconveniente que alguien nos produzca. Pero lamentablemente, pocas personas pueden procesar esta realidad que para  nosotros es obvia.

Por todo eso, estamos obligados a insistir hablando y escribiendo sobre estas verdades, que parecieran elementales, pero que   muchas veces  hacen la diferencia entre la gente triunfadora y feliz, y aquellos que se consideran perdedores e infelices por no lograr algunas de sus metas, sueños o ambiciones.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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SEXO DE PAREJA EFECTIVO

pareja sensual

Atendiendo a la solicitud de una lectora que vive en pareja, vuelvo a tocar el tema del sexo en pareja, cual siempre me ha parecido fundamental en una relación íntima con intención de permanencia. Así tenemos que, quienes hemos vivido largos años en pareja sabemos que es cierto que los problemas pueden iniciarse en cualquier parte o cualquier hora, dentro o fuera del hogar, pero finalmente terminan arreglándose en la alcoba. Por tanto, los problemas en la pareja que no se arreglen en el lecho, difícilmente tendrán solución.

Es que, si bien es cierto que no es el sexo lo único que incide de forma importante en esta relación, sí que es un factor decisivo. Lo que sucede es que la sexualidad tiene que ver con la parte más íntima de sus integrantes; con sus más caros y respetables sentimientos como lo son el amor, el ego, el orgullo, la lealtad, la solidaridad, la aceptación, la comprensión y el respeto; cuales a su vez son afectados por otros menos caros pero no menos respetables, que incidirán en mayor o menor grado en la relación sexual, como lo son por nombrar algunos: la emoción, la fantasía, la creatividad y el talante de los integrantes.

En mi concepto, de estos últimos el más importante es la creatividad porque permite proponer el ambiente mágico, incorporando emoción y fantasía a ese incomparable por reconfortante evento que con toda propiedad denominamos: HACER EL AMOR.

Independientemente de la parte física de los órganos sexuales, este natural pero especialísimo acto en el mundo civilizado, para lograr su máximo nivel de satisfacción, requiere de la magia, del idilio y de la ternura; elementos éstos que desde el inicio de la relación de pareja, serán el escudo frente a su peor enemigo: la rutina.

El acto sexual de la pareja para que sea satisfactorio y perdurable en sus más nobles efectos, requiere de otros elementos externos a los cuerpos que intervendrán y los cuales aunque no constituyen su núcleo, si van a definir en mucho el nivel de la satisfacción que se experimente, como por citar uno de los más importantes lo sería la ternura. A este respecto Kostas Axelo escribió:”La pareja no se apoya sobre la permanencia del amor y de la sexualidad, sino sobre la permanencia de la ternura.”

Hacer el amor con la persona amada requiere de esos elementos externos al cuerpo, que son los que  le inyectan ese porcentaje de magia que lo hace especialmente agradable y deseado de ser repetido; los cuales pudieran hacer la diferencia entre un acto emocionante y uno aburrido, o escasamente… soportable, como lamentablemente son abundantes en las parejas que no son creativas.

En este acto tan íntimo, en primer lugar influye el ambiente personal, que básicamente estará influido por el comportamiento previo al acto sexual por parte de los integrantes. De tal manera, en parejas física y mentalmente sanas será muy difícil una buena materialización del acto sexual, si uno de ellos con anterioridad inmediata ha sido descortés, violento, grosero o desconsiderado; porque en tal caso no será fácil desterrar el dolor del alma de los actuantes, o de alguno de ellos  que hubiere sido agredido u ofendido, únicamente porque el otro requiera los favores sexuales.

En el caso contrario, cuando antes del acto sexual ha reinado en el ambiente la cordialidad, la consideración, el respeto y el buen humor, los augurios para el acto sexual a realizarse serán realmente prometedores. No solamente por la parte espiritual, sino porque desde el punto de vista de la fisiología del cuerpo, tal ambiente propicia la secreción de hormonas que propician y/o hacen más satisfactorio el acto, como las feromonas y las endorfinas.

En segundo lugar incidirá el escenario físico en el cual se consumará el acto, como la disposición de la  habitación, la lencería, la ropa interior, perfumes y cremas, y cualquier otro elemento adicional que la creatividad mutua adicione al escenario escogido para realizarlo.

En tercer lugar y aunque pareciera obvio, se requiere la real conciencia de que se trata de un acto con una carga emocional especial y esencial e indispensablemente de dos. De tal manera que lo ideal es que el acto cubra las expectativas de ambos. Si bien es cierto que no es impropia alguna modalidad para materializar el acto más deseada por uno que por otro,  para que cumpla su función integradora de los dos cuerpos,  debería ser del agrado de ambos.

Es que la concepción del acto sexual lo es el más sublime, de darlo todo sin ninguna reserva. De tal forma que aquel que ofrenda su cuerpo para dar su amor de esa forma, debería recibirlo de la misma manera: en su máxima expresión, sin reservas, tabúes o limitaciones.

Opino que no obstante que en el acto sexual de dos personas que se aman, el mejor interés lo es el prodigar la mayor cantidad y calidad de goce al amado, lo ideal sería que cada sujeto lo recibiera de la misma manera.    Para tal fin, mediante una buena comunicación los integrantes aprenderán a conocerse en sus sentimientos y también en sus cuerpos.

Por eso, desde el primer encuentro íntimo  deberán dedicar todo su ingenio, inteligencia, delicadeza, agudeza y paciencia, a descubrir las reacciones físicas del otro, así como sus apetencias, rechazos, limitaciones y emociones. Profundizando en lo posible en el alma de su pareja para descubrir sus gustos, deseos, temores, perturbaciones, aversiones o rechazos si los hubiere, con respecto a ese complejo pero maravilloso mundo del sexo.

El buen amante deberá, así como supo escudriñar el alma y los sentimientos de su pareja, haciendo gala de su mayor tacto y ternura, descubrir su cuerpo… todo su cuerpo, hasta encontrar las áreas más sensibles al tacto, a los sonidos, a las palabras, a los olores; lo cual le permitirá descubrir sus zonas de aceptación o erógenas, así como aquellas que le producen rechazo o desagrado. Este conocimiento será fundamental para una relación sexual satisfactoria.

No es de extrañar que un sonido, un olor, una palabra fuera de tiempo o cualquier actuación inoportuna o desagradable, produzca rechazo en uno de los integrantes y de esta manera se rompa la magia de un momento que auguraba ser especialmente agradable. Una manera de materializar además de nuestro amor  y respeto por nuestra pareja, es precisamente mediante el conocimiento de estos factores de su personalidad.

Si bien es cierto que en el acto sexual de la pareja no deben permitirse más límites que aquellos que voluntaria y de forma espontánea ambos se impongan, no es menos cierto que no hay nada más irrespetuoso e indeseable en la relación íntima, que  una actuación de presión o solicitud inconveniente a la forma de ser del otro; porque independiente de la magnitud del deseo, es fundamental el tacto para determinar la disposición de la contraparte para realizar el acto, cual es la única manera de que además de darse el momento de satisfacción inigualable, perdure el deseo de… repetirlo.

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LA MARIONETA

 Si Dios me obsequiara un trozo de vida…

MARIONETA II

Aunque algunos erradamente atribuyen la autoría del Poema “La Marioneta” al GABO, ciertamente el texto, aunque pertenece al famoso ventrílocuo y humorista mexicano, Johnny Welch, en su esencia, pudiera ser una recopilación de frases y expresiones que hiciera éste, ya que algunas de ellas también fueron referidas, unas por Borges, otras por  el Doctor Ron Jenson en su obra “Viva no Sobreviva”, quien las oyó a una señora que vivió en una montaña de Pensilvania, entre otros. Sin embargo, este interesante poema, sobre una marioneta que especula “…sobre que hubiera hecho si tuviera un poco de vida.” y “…si yo tuviera un corazón.”, expresando pensamientos que merecen especial reflexión y profunda atención, cuando decía:

 “…no diría todo lo que pienso, pero pensaría todo lo que digo.” Si esto hiciéramos en nuestra vida diaria, seguramente seríamos más dueños de lo que sabemos y acertados en nuestros juicios.

“…daría valor a las cosas, no por lo que valgan sino por lo que significan.” No tengo duda, estimaríamos menos lo lujoso pero banal  y disfrutaríamos más de las maravillosas cosas sencillas que hacen nuestra cotidianidad.

  “…dormiría poco, soñaría más.” En verdad, la vida sin sueños, es como nunca despertar;

 “…Escucharía cuando los demás hablan, y… cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.”  Creo que con tal actitud, aprenderíamos muchísimo más de lo escuchado… y dejar de disfrutar -de vez en cuando-  de un buen helado de chocolate, es desperdiciar uno de los grandes placeres de la vida;

 “…escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.”  Nada más sabio que dejar que el odio se derrita –no tanto con el sol sino con el amor- porque nos libera de  una carga pesada y permanente… en el alma;

 “…no dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero… convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.” Nunca más actual esta admonición, con tanta gente sola, estresada,  desorientada, atemorizada y hasta seudo paranoica en la actualidad, cuando hace tanta falta manifestarnos amor, volver a sentir el calor humano de la palabra amiga, el contacto físico del abrazo fraterno, el apretón de la mano extendida, el corazón abierto y un hombro sobre el cual recostar la cabeza, para sentirnos como lo que somos: la familia humana;

“…a los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.» Esta es la más real, cierta y verdadera forma de enfrentar los sentimientos equivocados que normalmente genera la vejez, de que los años aminoran el amor, cuando es todo lo contrario. EN LA VEJEZ EL AMOR ES MÁS FUERTE, SOLIDO, SOLIDARIO Y PERMANENTE”

“…a un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.” Ninguna demostración más grande de amor de un padre a su hijo, para enseñarle a enfrentar su vida.

“…a los viejos les  enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.” Cuánto aprenderían los hijos y los nietos, sobre el bien que harían a  sus viejos, de no ignorarlos y visitarlos continuamente porque  fueron quienes los trajeron al mundo y… dedicaron a su crianza y educación sus mejores años.

“… un hombre sólo tiene derecho a mirar otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.” No tengo ninguna duda que todos seríamos más humanos, si recordáramos y reflexionáramos sobre  esta máxima. Por cierto, me hace recordar algo que me dijo mi padre hace 60 años: “Hijo, un hombre valiente no pisa un gusano ni se humilla ante un Rey.”

Espero que estas reflexiones pudieran servir de algo, precisamente para quienes hoy, ven nublado un cielo que permanecerá brillante… en  nuestras vidas.

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DEBEMOS RECUPERAR EL ARRAIGO PERDIDO

BANDERA DE VENEZULA III

Por solicitud de algunos lectores, vuelvo a referirme al Sentido de Pertenencia, hoy tan menguado en nuestro País. Debemos aceptar que el mundo está afectado en sus valores éticos y principios fundamentales, base sobre la cual  construimos la sociedad contemporánea. Hemos  perdido mucho de nuestra unidad, y eso nos hace como individuos moralmente débiles, y como grupo social… vulnerables. Desarrollamos países y comunidades, pero como  individuos hemos ido distanciándonos y perdiendo esa unión que nos hacía mejores padres, respetuosos hijos, amorosos esposos, solidarios vecinos, y… buenos ciudadanos.

 El bombardeo constante de propensión al consumismo, vanidad desbordada, violencia, indiferencia afectiva y… sexo grotesco, han producido sus resultados: pragmatismo, cortoplacismo, irresponsabilidad, indiferencia afectiva y religiosa; pero también  han disminuido nuestra firmeza y sembrado en nuestras almas profundos vacíos vivenciales, difíciles de superar. Paulatinamente hemos perdido el sentido de pertenencia, típico de los seres racionales civilizados y como consecuencia, las personas se notan  afectadas en su identidad, cual por su condición gregaria el individuo define y fortalece con la interacción del grupo familiar, laboral, estudiantil  y en la  comunidad donde hace su vida cotidiana. Ese arraigo a nuestro hábitat conformado por las personas, cosas, grupos, organizaciones o Instituciones, que contribuye a alejar o atenuar la soledad que hoy afecta a los grandes conglomerados humanos, promoviendo insensibilidad, egoísmo, desconfianza, y un sentimiento progresivo  de inseguridad y… desamparo, es inocultable.

El  priorizar el logro de cosas materiales frente al amor y la sensibilidad humana, al crecimiento espiritual y el compartir las muchas bendiciones recibidas de Dios, violenta el sentido de pertenencia al lugar que nos vio nacer, al  hogar, al sitio de trabajo, a la escuela o universidad donde nos formamos, al grupo de amigos  y a la comunidad en general, aislándonos de lo que nos generaba ese importante elemento vivencial, que nos producía seguridad y nos hacía sentirnos como parte de algo… importante. Por tanto, quienes aspiramos a una vida feliz tenemos que luchar por  conservar nuestro sentido de pertenencia al País, con una vida honrada, solidaria y productiva; a la familia, haciéndola más unida, comunicativa y participativa, sobre la base del amor,  consideración, aceptación  y respeto. Por  todo lo expuesto, aún estamos a tiempo  de hacernos una reingeniería interna personal para recuperar lo perdido; y esa importante labor, por cuanto está en juego nuestra felicidad individual y colectiva,  no podemos dejarla para después: tenemos que iniciarla de inmediato.

 

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PAREJA...

Sin tintes académicos sobre Sexología, como disciplina especializada de las Ciencias de la Salud, sino como mero observador de la influencia del acto sexual en nuestras vidas, luego de haber experimentado sus efectos por más de cuatro décadas, aseguro que representa un indicador de vitalidad.

Mis observaciones en personas enfermas, de baja autoestima, tristeza, depresión, inseguridad e indeseables relaciones de pareja, por lo general su factor común ha sido el desinterés o insatisfacción en las relaciones sexuales. Por el contrario, cuando he investigado sobre el tema en quienes tienen buen humor, son alegres, entusiastas, positivos, proactivos y emprendedores, el factor dominante ha sido la plena actividad sexual.

Es que la vitalidad no responde sólo a una buena salud física, sino que imbuye la salud mental y espiritual, materializadas en el inocultable vigor que da el amor por la vida, por las personas y por lo que se hace y que es parte de esa actitud contagiosa de las personas vitales.

Pero… ¿Cuál es ese sexo vital y cómo diferenciarlo de cualquier otro tipo de sexo?

El sexo vital es aquel que, al vincular sus sensaciones eróticas a las más elevadas manifestaciones espirituales, transforma el acto natural reproductivo, superando su originalidad, para convertirlo en un evento cultural trascendente. Ese sexo vital incorpora a lo biológico y fisiológico, la sublimación del acto como facultad exclusiva del ser humano que, como producto del amor, traduce en idilio, ternura, pasión y solidaridad en un mundo mágico, sin espacio ni tiempo, que se crea mientras hacemos el amor; cuando nuestros mecanismos de defensa desaparecen y actuamos con vocación de darlo todo, sin otro interés que producir la mayor satisfacción posible.

Esa interacción tan especial, plena y beneficiosa, física y espiritualmente, no puede darse en cualquier tipo de relación sexual esporádica, accidental o forzosa, sino en aquella que es producto de la voluntad motivada por los más altos sentimientos de espiritualidad. No existe otra posibilidad de transformar el coito natural reproductivo en acto cultural de máximo disfrute y plenitud, que no sea mediante la sublimación del sexo, que posibilita vencer la herencia de miles de años, impresa en nuestros genes, para convertirla en un amor idílico, romántico, fantasioso, apasionado y mágico; hijo de sueños y transformador de fantasías en realidades.

La posibilidad de disfrutar de ese sexo vital no es difícil, porque se encuentra todos los días a nuestro alcance, a nuestro lado; esperando la inyección de amor, entusiasmo, magia, pasión y fantasía, necesarios para un buen desempeño sexual. Se trata de esa amorosa guerrera de todos los días, nuestra amada pareja, que es capaz de ser esposa, madre y amiga, pero que, si nos ponemos inteligentes, menos egoístas y tiernamente la excitamos para que desarrolle su propia creatividad, puede convertirse en nuestra novia de siempre; y como amante, en productora de las más agradables sorpresas.

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ESENCIA DE LA FELICIDAD

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 En todos los tiempos -por ser la mayor  ambición del ser humano- se ha escrito y especulado sobre la felicidad con diferentes criterios y disímiles formas,  pero con la tendencia equivocada de  considerar que sólo se materializa en pocos casos  u ocasiones en la vida, por considerar  que la produce un evento extraordinario o especial. Estoy en desacuerdo con tales estimaciones, ya que, en mi personal concepto, la felicidad no tiene nada de extraordinario ni especial, porque dada mi  experiencia de vida feliz, sé que la felicidad más duradera no es más que la suma de situaciones sencillas que nos hacen la vida más grata, pero no un evento especial por sí mismo, extraordinario.

Ser felices o no, es opción que sólo nosotros mismos en nuestro fuero interno podemos decidir; dándole el color y sabor deseados a situaciones sencillas y cotidianas, sin que ninguna de ellas tenga por qué ser especial o extraordinaria. Aseguro que así como nadie puede hacernos felices si nosotros no lo aceptamos, tampoco es fácil que nos puedan hacer infelices, si la trascendencia de los eventos que nos acontezcan se la damos nosotros, sin permitir influencias externas.

Si consideramos que cualquier situación que nos sobrevenga, su mayor entidad de afectación  será aquella que nosotros mismos le otorguemos, y no la que represente en sí misma como una generalidad, siempre estará en nuestras manos hacerla mejor o peor; esto es,  abonarla o restarla a nuestra felicidad. Es que disponemos del calibrador permanente de todo acontecimiento sobrevenido: nuestro milagroso estado de ánimo, que nos posibilita mirar el devenir de todo acontecimiento del color que nos apetezca.

Así como verdad y sinceridad caminan juntas, con Dios y  amor tomados de la mano haciéndonos compañía en este largo y venturoso camino de la vida, felicidad e infelicidad son vecinas, escasamente separadas por la visión que de ellas tenga nuestra alma; porque somos nosotros quienes decidimos la positividad o negatividad de cada situación o circunstancia que nos afecte. Es por lo cual, el único valor cierto y real que tienen los actos o las cosas, en función de nuestras felicidad, será aquel que nosotros libremente le demos;  y eso, ciertamente, es un privilegio único de los seres humanos. Pienso que la felicidad no es algo que cae del cielo, sino que producimos en la interacción diaria con nuestros semejantes, porque depende de nosotros y no de ningún acontecimiento en particular.

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ADIOS A UN ARTISTA

Cuando muere un artista plástico como WLADIMIR ZABALETA, que conocimos desde que dio sus primeros pasos en el Arte, el color y la forma están de luto;  el caballete se siente inmensamente solo;  y nosotros, sus amigos, se nos encoge el corazón; especialmente porque nos deja cuando su creatividad estaba intacta e investigaba sobre nuevas maneras de, con su talento, color, pincel, y nuevos materiales  enriquecer su arte, ya bien amplia y conocida en Venezuela y varios países importantes del mundo.

Hoy La Menina de la Redoma de Guaparo con sus lágrimas de brillo radiante de medio día y el mural del IEQ con sus cuadritos de dolor callados, sienten igual que el Totem de mi estudio, La Máscara y El Guerrero, cuales yo vi nacer, gemirán en su dimensión inmóvil, la ausencia  del padre que creó el milagro.

En San Felipe, en 1973 lo conocí, no se conformaba con manejar el pincel y los colores sobre un lienzo, sino que impartía conocimiento en una escuela para jóvenes pintores, proyecto que como Comisionado del Ministerio de la Juventud apoyé decididamente. Desde entonces nació una amistad que se mantuvo por cuarenta años. Cuando nació Teodoro me dijo: hermano, pinté este cuadro y quiero que tú lo tengas contigo.  Así fue; lo disfruté con mi familia y aún hoy me acompaña, junto con su orgulloso Totem de 1974.

El Maestro Zabaleta, fue un ejemplo para la juventud de que, independiente de la situación económico social, si hay ímpetu, diligencia, constancia, confianza en sí mismo y estudio, cualquier cima puede alcanzarse. Porque ese joven y sencillo pintor que conocí en 1973, no sólo ganó los más importantes premios a un Artista Plástico, sino que salió de las fronteras de Venezuela para decirle al mundo que no sólo producíamos petróleo, sino también talento, trabajo tesonero y arte. Al menos, así lo vi en los catálogos de la famosa subastadora de obras de arte Sotheby’s  en Nueva York.

 Venturosamente, Wladimir no entró en el ejemplo de Salvador Díaz Mirón, cuando escribió: “El mérito es el náufrago del alma, vivo se hunde, pero muerto flota”, porque los venezolanos sí que reconocimos sus méritos en vida; tanto que nuestra Universidad de Carabobo le otorgó el Doctorado Honoris Causa.

Ciao Amigo. Tú y yo sabemos que existe otra dimensión, donde los hombres buenos y útiles a la humanidad, tienen un sitial de reposo especial y… eterno.

 

 

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Escuchando a Edith Piaf La vie en rose e Yves Montand Autumn leaves,dos catedrales musicales para aquellos que nacimos, vivimos  y moriremos románticos, sentí profundos sentimientos de grata recordación de una época de mi vida, cuando la música y letra de esas canciones, enjugaron lágrimas de mi alma; en aquel tiempo, sin saber en realidad por qué.

Hoy, décadas después, luego de leer mucho sobre la desgraciada vida de Edith Piaf, que desde que apareció en público siendo una niña super abusada y durante su corta vida de 40 años, para hacer felices a otros, supo llorar con drogas y música su inmensa desgracia que resumía en versos como estos:Ojos que hacen bajar los nuestros/ Una risa que se pierde sobre su boca/ He aquí el retrato sin retoque del hombre a quien pertenezco “,  tengo razón en llenarme de tristeza masoquista, cuando miro pasar  por mi  mente su  película de vida horrible, desde la niña desgreñada viviendo en las calles de París, hasta la mujer sufrida que escondió su dolor lo mejor que pudo en su vida de artista, y apenas encontró el amor al momento de morir. Y pienso: Dios mío, padre incomprensible, regalador de cosas maravillosas para que  muchos de tus hijos seamos felices, pero terrible con esas personas que nos regalan esa felicidad. Habrá un motivo por el cual suceden estas cosas, no tengo duda de tu bondad, ni intención de juzgarte, pero no dejo de sorprenderme.

En el caso de Hojas de otoño (Autumn leaves)fue diferente; esa canción tiene una parte de mí. Yo vi en Aspen Colorado, en una de las ocasiones más lindas de mi vida La caída de las hojas / La deriva por la ventana / Las hojas de otoño / Todas de color rojo y oro. Y también sentí como  Los días se hacen más largos. Y sin importar cuantos años han pasado, vi crecer mis hijas, se hicieron mujeres y madres; quizás por eso al oír estas notas pasa por mi mente la película de los valles de hojas de aspen amarillentas, negándose a morir, mientras me regalaban ese amarillo oro especial, en su caída lenta que se llevaba el viento, hasta perderse en lo más amarillo de lo amarillo.

Es que el espíritu no envejece ni los sentimientos tampoco conocen edad: están más allá del tiempo. Son esa herencia divina que nos permiten sentir, recordar, vivir y… revivir el pasado bueno.

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No recuerdo como sería mi primera ojeada al mundo, pero sí tengo la sensación  de que los abrazos y caricias de la familia fueron siempre una delicia.

Lo  más importante para que mi vida sea una aventura ha sido mi curiosidad. Con ella comenzó mi recorrido diario por la casa, emocionado abriendo  y cerrando todo lo posible, no obstante que algunas veces pagara con lágrimas  y dedos inflamados.

Sin embargo, siempre fui un aventurero, especialmente inspeccionando, escondiendo cuadernos  y  halando  el pelo de mis compañeritas, sin importar los chillidos de la maestra, que en sí mismo eran… una aventura.

Siempre me gustaron las chicas, desde cuando era casi un bebé, especialmente las de pelo largo, porque  era mucho más fácil halárselos y salir corriendo.

Luego cuando ya fui creciendo dejé esa afición por la admiración femenina y en verdad las admiraba casi a todas y mi catarsis era escribirles versos jocosos y esconderlos en sus cuadernos; sin firma claro está, pero ellas descubrían que era yo y entonces eran ellas las  que corrían tras de mí, lo cual  también me divertía.

Cuando adolescente, me embarqué en el maravilloso mundo de los aventureros casi a tiempo completo, mediante el mejor medio para vivir aventuras de todo género: los libros. Ello me hizo bien culto en general para mi edad, pero me hizo descuidar mis libros de textos  y las tareas; y creo que a mis maestros les interesaban más los chicos estudiosos de sus materias, que los cultos, según el resultados de mis notas finales, que se salvaban por mi participación en el periódico de la escuela y los actos culturales, que eran parte importante de la escuela en aquellos tiempos.

Cuando terminé mi primaria tuve que trabajar e inicié una aventura que  hasta hoy, independiente de su variedad sigo disfrutando, la cual por cierto me ha permitido asistir a la universidad aquí y en el exterior, lograr una bella esposa y una linda familia, que me aceptan como soy: un aventurero amoroso, que sabe traer el pan a la casa.

Por eso han aceptado vivir conmigo en diecisiete casas en tres países diferentes, amén de acompañarme por más de otros veinte. ¿Cómo lo logro? Muy sencillo: haciendo de todo una aventura: del amor, del trabajo, de los estudios, de la amistad, de la familia; riéndome de mis desinteligencias y errores; y en sí no dándole trascendencia a nada  fuera de mis 24 horas diarias de vida.

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Parejas –quienes aun amándose- actuando irascibles, indispuestos, contradiciéndose, compitiendo por todo y justificando sus actitudes siempre en busca de un responsable: su pareja, me parece absolutamente ilógico.

Y es que… Si  tuvieron meses o años de  novios para conocerse,  años conviviendo juntos, construyeron familias, lo cual indica que se amaban …¿Dónde está el Problema?

Pienso que en mucho el problema surgió el en proceso formativo. Quienes les formaron se  esmeraron en hacer de ellos buenos estudiantes, brillantes profesionales para ascender a buenos cargos y generar riquezas, para luego hacer familia.

Nadie les habló de que la familia comienza con la pareja;  que es allí, en el comportamiento de pareja donde se moldea la familia. Nadie les dijo que respeto, amor, consideración, aceptación y reconocimiento, reforzados diariamente con el trato generoso, afable,  conforman posibilidad real de  ese milagro que representa la pareja bien avenida: EL ACOPLAMIENTO FISICO-ESPIRITUAL, cual por cierto es el que le da vigencia en el tiempo.

Posiblemente nadie les ilustró sobre que el amor es la aventura más hermosa que existe, que es la piedra angular  que soporta la pareja, pero como todo lo bueno sobre esta tierra de Dios, requiere mantenimiento. Es como una bella plantita que nos da flores y perfume, pero tenemos que cuidarla, regarla, alimentarla y hablarle con amor. Tiene una característica muy especial: EN LA PAREJA INTEGRALMENTE EL AMOR NO MUERE… NUNCA MUERE.

Cuando alguna de las partes no le alimenta, cuida, acaricia, reconoce su importancia, entonces se pone como los osos en estado de hibernación: en su mínimo consumo de energía, duerme pero no muere. Allí permanece dormido hasta que alguien se acerca, la riega, la alimenta, la acaricia y entonces despierta… el amor, tan fuerte  o más que nunca; y eso tiene una razón más allá de nuestra propia conciencia: DIOS ES AMOR Y DIOS NUNCA MUERE.

Existen otros factores sin los cuales el amor no sabe darse integralmente; como el respeto, que es esa línea invisible entre ambos que sabemos que está ahí, que nadie la ve pero percibimos cuando siquiera lo rozamos.

Asimismo, la aceptación, el reconocimiento, la consideración y la comunicación, son esos anclajes laterales sin los cuales reforzados diariamente con el trato generoso y afable,  la pareja no puede mantenerse en su esencia:  FELIZ.

Si amamos de verdad… ¿Qué importa un disgusto, una palabra infortunada o un gesto fuera de lugar, cuando se ha actuado todo lo contrario por tanto tiempo?

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