«SI DEFENDEMOS LOS VALORES MORALES Y EL RESPETO POR LA PERONA HUMANA, DEJAREMOS UN MUNDO MEJOR A NUESTROS HIJOS.»
Requerimos afianzar el amor al prójimo, la honestidad, la honradez, la solidaridad, el estudio, el trabajo y el respeto por la persona humana;, asì como recuperar la importancia de la familia, al mismo tiempo que destacamos el valor individual.
Un medio de comunicación social ofreció un Millón de dólares por su historia, a una joven, quien al ejercer la prostitución contribuyó a la destrucción de la vida política y posiblemente el hogar de un Gobernador de un Estado de USA.
Otra joven mujer quien cortó el pene de su pareja, logró fama y dinero contando la historia con lujo de detalles de como lo hizo; mientras el amputado, ganó mucho dinero en giras mostrando su reconstruido pene.
Una pasante de la Casa Blanca obtuvo fama y dinero, por haber materializado actos lascivos con uno de los Presidentes más populares y admirados en la nación más importante del mundo.
En todos estos casos, a pocos importó la vergüenza y dolor de sus familias.
En USA, una actividad científica como la de investigar alguna vacuna, estudios y proyectos humanísticos que salvan y hacen la vida mejor; o los de un obrero especializado que realiza arriesgadas actividades, para las que amerita experiencia y comprobada pericia, escasamente remunera un salario anual que difícilmente supera los Ciento Cincuenta Mil Dólares.
En el paroxismo de esta locura, lo que devenga una prostituta, que escasamente terminaría su bachillerato, en no más de ocho horas contando sus felonías, equivale a cinco largos años de duro trabajo de quienes con amor, dedicación y calificación profesional, realizan labores fundamentales para la sociedad.
Programas diarios de TV, donde con técnicas subliminales se sugiere que para ser exitoso, la condición indispensable es la de ser propietario de un costoso reloj, auto último modelo y una casa multimillonaria, sin importar como ni a quien haya que perjudicar o destruir para obtenerlos, cierran el círculo de una sociedad enferma.
Fomentar la inmoralidad y violación a las normas jurídicas que regulan el comportamiento social, dañando los valores, la honestidad, la dedicación, el estudio y el trabajo, no puede reputarse más que como una tendencia autodestructiva.
¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos?
No, no debe serlo. No fue ese el ejemplo que nos dieron nuestros ancestros, ni ese el mensaje cristiano al cual nos debemos.
Tenemos necesidad de luchar contra esos antivalores que, utilizando todo tipo de recursos audiovisuales, intentan robarnos lo que nos ha permitido sobrevivir a todas las catástrofes y que limitan nuestras miserias humanas: los principios éticos y valores morales.
Afiancemos el amor al prójimo, la honestidad, la honradez, la solidaridad, el estudio, el trabajo y el respeto por la persona humana; recuperemos la importancia de la familia, al mismo tiempo que destacamos el valor individual.
Son esos valores reales los que nos permiten una vida pacífica, confortable y plena. Luchemos contra la invasión de los medios en su detrimento, porque esa es la única manera efectiva de legar a las nuevas generaciones un mundo mejor.
Si lo hacemos, no sólo lograremos su beneficio, sino que nos recordarán con gratitud, porque supimos dejarles la mejor herencia: ejemplo de vivir con amor, paz, sensibilidad y solidaridad social.
Próxima Entrega: PADRES POR SIEMPRE