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Archive for the ‘CONCEBIR’ Category

Son iguales la madre de Cristo y la de Judas»

¿Tienen las mujeres una composición exclusiva  o son un producto especial diferente a los hombres?

 Sin duda que no; creo que algunas dejan salir lo mejor de sí, porque entienden la responsabilidad que emana de su feminidad, al posibilitarles ser… madres.

Pero como todo en la vida tiene sus excepciones, no todas las mujeres que traen al mund
o hijos merecen ese calificativo.

Las madres, las verdaderas madres son aquellas que sueñan con un hijo como producto de su amor; que lo mantienen tiernamente en su vientre por meses, y que, llegado el momento, exponen emocionadas todo, incluida su vida, para traerlo al mundo sano y salvo.

Son esos seres maravillosos que sienten y dan ternura inigualable; que hacen del amor, la paciencia, la generosidad, la aceptación y ausencia de rencor, una conducta inalterable.

Las madres no saben de horarios, condiciones de trabajo  ni compensaciones, más allá de una sonrisa, un balbuceo, unos ojitos entornados o un suspiro cuando su bebé duerme.

Esas creadoras de vida, nunca dejan de serlo; no importa si sus hijos son niños, adolescentes, adultos o mayores, ellas siguen siendo siempre… madres.

Quienes tuvimos la suerte de crecer al lado de una, de recibir su ternura y comprensión sin límites, aún cuando hayan pasado muchos años que se haya ído, sentimos que la necesitamos y que,  quizás, siempre nos hará falta.

Andrés Eloy Blanco escribía que Son iguales la madre de Cristo y la de Judas porque ambas están hechas de pulpa milagrosa.”  Hoy, a más de veintiséis años de haber perdido la mía, al recordarla, siento toda la vigencia de ese sentido  verso, porque yo disfruté esa ternura, casi… milagrosa.

Aunque no creo en un día especial para celebrar la existencia de las madres, porque siento que todos los días son de ellas; en este Domingo, cuando los hijos celebran en su nombre, quiero engalanar mi verbo para decirles cuánto las amo, cuánto las admiro y cuánto siento que son buenas para todos y cada uno de los habitantes de este mundo.

Así que, quienes la tengan viva no esperen para después; vayan ahora mismo, recuéstense en su pecho, sientan esa hermosa música que representa un corazón que palpita de amor y repitan hasta el cansancio: te amo, te amo, te amo. Porque pudiera ser que mañana, aún deseándolo mucho,  ya no tengan esa reconfortante oportunidad.

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«RESPETAR   LOS HIJOS, LA MEJOR MANERA DE DECIR TE AMO.»

DSC00097[1]Engendrar o concebir no requieren ningún aprendizaje o entrenamiento especial, porque responde a urgencias biológicas de mantenimiento de la especie.Pero más allá del hecho natural reproductivo, el papel de padres sí que amerita de aprendizaje e inclusive entrenamiento, aunque la sociedad no le de la importancia que merece. No obstante, en gran manera, la felicidad de los hijos pudiera depender de cómo se materialicen el papel de padres.

Los hijos, no solamente requiere atención y cuidados físicos, sino fortalecer su espiritualidad, sin la cual su instinto natural podría superar el aprendizaje cultural, afectando su capacidad de convivencia en el conglomerado social.

Los padres deben respetar a sus hijos y orientarlos debidamente; pero también comprender sus limitaciones, natural curiosidad y deseos de conocer; así como, en su momento, respetar sus decisiones porque corresponden al sagrado ejercicio de su libre albedrío.

No es el niño culpable si accede imprudentemente a la calle, sino de los padrea que no lo toman de la mano; tampoco si el niño tiene actitudes descorteses, sino de los padres que les corrigen a tiempo, permiten compañías inapropiadas o no le dan ejemplo de gentileza. Tampoco es culpa de los adolescentes acceder a información deformada, cuando los padres no interactúan con ellos como verdaderos amigos.

Los padres deben aprender que los niños son curiosos, inquietos, sensibles, susceptibles a las enfermedades, y a veces como mecanismo natural… manipuladores. Por tanto, si son inquietos, lloran y arman berrinches, y en vez de regañarlos o castigarlos, deben tratar de entender que esa es su forma de manifestar sus sentimientos, curiosidad o necesidades, actuando con amor, comprensión y moderación frente a ellos.

Cuando los adolescentes, en esa confusión natural de ya no sentirse niños pero tampoco adultos, actúan con rebeldía y exasperación, a veces casi exagerada, requieren el mayor respeto y comprensión de sus padres, tanto para orientarlos como para disciplinarlos. Esa +etapa de su vida pudiera su época de mayor soledad, porque subestiman a los menores y chocan con el criterio de los adultos, perdiendo cualquier fuente de información, asesoramiento o ayuda a sus muchas interrogantes.

Los padres reales, se acercan respetuosa pero afectivamente a sus hijos adolescentes, demostrándoles que comprenden los problemas de esa edad porque ellos los vivieron, tratando de cambiar la imagen de padre por la amigo, como única posibilidad de que sus hijos encuentren en ellos la información que de no lograr, los orienta a buscarla en personas o lugares inapropiados.

Conviene a los padres recordar con honestidad, cuales fueron sus preocupaciones, limitaciones e inhibiciones cuando niños y adolescentes; ponerse en el lugar de sus hijos y actuar en consecuencia. Seguramente, de tal manera serán mejores padres.

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