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AMOR INTEGRAL

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Dimensionar el amor, medirlo o sopesarlo física o intelectualmente, es prácticamente imposible, más allá de una sensación de auto seguridad; porque se produce en la más absoluta interioridad de nuestra alma, donde sólo nosotros tenemos acceso. Sin embargo, tengo que   decir que -al menos para mí como individuo- el amor integral entre dos seres que se aman no puede ser de medias tintas, por temporadas o de acuerdo a nuestro carácter, sino que su integralidad reside en que abarca lo físico y lo espiritual, hasta lograr la confusión de ambos sentimientos: el cuerpo y el alma, como sexo y espíritu en comunión.
     Tengo cualidad para decirlo, porque lo he vivido por más de cuatro décadas cuando siempre lo he  sentido como una semilla que nació con una mirada, germinó con un trato afable, sincero y respetuoso; luego fueron surgiendo los retoños: el amor sensual, la emoción, la pasión, la comprensión, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y la constante convicción de que la relación se mantendría para siempre.
     En su segunda etapa, surgieron esas pequeñas florecillas que luego se convirtieron en nuevas semillitas, imbuidas de nuestra herencia genética, que luego al brotar como pequeñas plantas fueron abonadas y regadas por nuestro amor, ternura, respeto, comprensión, enseñanza y… ejemplo. Esa siempre agradable labor, hizo realidad ese proyecto maravilloso que iniciamos al comenzar nuestra relación, cual no era otro que -mediante una familia- hacer eterno sobre esta tierra, mediante ellos,  ese amor sano, sincero, emocionante y solidario que construimos con altibajos, tropiezos, desaciertos y correcciones; pero con armonía, solidaridad, sensibilidad, vocación de permanencia; con seguridad de que -si manteníamos nuestros principios fundamentales sobre los cuales cimentamos nuestra relación de pareja- al final tendríamos éxito.
     Creo que el amor de pareja no puede ser una etiqueta, un show, un espectáculo o una tendencia de un tiempo o un espacio determinados. El amor de pareja tiene que ser un agradable compromiso, lleno de esa magia que únicamente puede producir el cariño real, verdadero y ejercido con libertad; pero no para satisfacer a la sociedad, grupos, amistades, familia o religiones.
     Este amor, simplemente hay que sentirlo como delicioso, alimentándolo de forma agradable, emocionante, renovada  y… permanentemente; porque son estos elementos los que le dan ese toque mágico que supera la belleza de la juventud, la etapa difícil de la madurez, las canas, las arrugas y los achaques que nos dejan los años, para producir el milagro de la bonanza y tierna seguridad de los años dorados.
     Que cosa más edificante que sentir enamoramiento, pasión, ternura, hermandad, solidaridad sin límites y lealtad a toda prueba en esa otra persona que es nuestra pareja, porque sin que nadie te lo imponga sientes que ella es tu novia, amante, amiga, hermana;  y esa persona única a quien todo puedes contárselo sin reservas; con quien todo lo puedes comentar y compartir, porque no te ama por sus recuerdos de cómo fuiste o lo que hiciste, sino  que te ama por su realidad de cómo eres ahora mismo, sin importar si eres más joven o más viejo, más fuerte o más débil, más o menos elegante,  más o menos sano. Simplemente, te ama por lo que eres y como eres ahora; porque ese es el milagro del amor integral, que no tiene recuerdos de lo pasó ni temores a lo pudiera sobrevenir adelante: el amor integral nos cobija, con la seguridad de que Dios nos bendice cuando amamos como él nos enseñó: SIN LÍMITES NI PREJUICIOS DE NINGÚN GÉNERO.

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SEXO DE PAREJA EFECTIVO

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Atendiendo a la solicitud de una lectora que vive en pareja, vuelvo a tocar el tema del sexo en pareja, cual siempre me ha parecido fundamental en una relación íntima con intención de permanencia. Así tenemos que, quienes hemos vivido largos años en pareja sabemos que es cierto que los problemas pueden iniciarse en cualquier parte o cualquier hora, dentro o fuera del hogar, pero finalmente terminan arreglándose en la alcoba. Por tanto, los problemas en la pareja que no se arreglen en el lecho, difícilmente tendrán solución.

Es que, si bien es cierto que no es el sexo lo único que incide de forma importante en esta relación, sí que es un factor decisivo. Lo que sucede es que la sexualidad tiene que ver con la parte más íntima de sus integrantes; con sus más caros y respetables sentimientos como lo son el amor, el ego, el orgullo, la lealtad, la solidaridad, la aceptación, la comprensión y el respeto; cuales a su vez son afectados por otros menos caros pero no menos respetables, que incidirán en mayor o menor grado en la relación sexual, como lo son por nombrar algunos: la emoción, la fantasía, la creatividad y el talante de los integrantes.

En mi concepto, de estos últimos el más importante es la creatividad porque permite proponer el ambiente mágico, incorporando emoción y fantasía a ese incomparable por reconfortante evento que con toda propiedad denominamos: HACER EL AMOR.

Independientemente de la parte física de los órganos sexuales, este natural pero especialísimo acto en el mundo civilizado, para lograr su máximo nivel de satisfacción, requiere de la magia, del idilio y de la ternura; elementos éstos que desde el inicio de la relación de pareja, serán el escudo frente a su peor enemigo: la rutina.

El acto sexual de la pareja para que sea satisfactorio y perdurable en sus más nobles efectos, requiere de otros elementos externos a los cuerpos que intervendrán y los cuales aunque no constituyen su núcleo, si van a definir en mucho el nivel de la satisfacción que se experimente, como por citar uno de los más importantes lo sería la ternura. A este respecto Kostas Axelo escribió:”La pareja no se apoya sobre la permanencia del amor y de la sexualidad, sino sobre la permanencia de la ternura.”

Hacer el amor con la persona amada requiere de esos elementos externos al cuerpo, que son los que  le inyectan ese porcentaje de magia que lo hace especialmente agradable y deseado de ser repetido; los cuales pudieran hacer la diferencia entre un acto emocionante y uno aburrido, o escasamente… soportable, como lamentablemente son abundantes en las parejas que no son creativas.

En este acto tan íntimo, en primer lugar influye el ambiente personal, que básicamente estará influido por el comportamiento previo al acto sexual por parte de los integrantes. De tal manera, en parejas física y mentalmente sanas será muy difícil una buena materialización del acto sexual, si uno de ellos con anterioridad inmediata ha sido descortés, violento, grosero o desconsiderado; porque en tal caso no será fácil desterrar el dolor del alma de los actuantes, o de alguno de ellos  que hubiere sido agredido u ofendido, únicamente porque el otro requiera los favores sexuales.

En el caso contrario, cuando antes del acto sexual ha reinado en el ambiente la cordialidad, la consideración, el respeto y el buen humor, los augurios para el acto sexual a realizarse serán realmente prometedores. No solamente por la parte espiritual, sino porque desde el punto de vista de la fisiología del cuerpo, tal ambiente propicia la secreción de hormonas que propician y/o hacen más satisfactorio el acto, como las feromonas y las endorfinas.

En segundo lugar incidirá el escenario físico en el cual se consumará el acto, como la disposición de la  habitación, la lencería, la ropa interior, perfumes y cremas, y cualquier otro elemento adicional que la creatividad mutua adicione al escenario escogido para realizarlo.

En tercer lugar y aunque pareciera obvio, se requiere la real conciencia de que se trata de un acto con una carga emocional especial y esencial e indispensablemente de dos. De tal manera que lo ideal es que el acto cubra las expectativas de ambos. Si bien es cierto que no es impropia alguna modalidad para materializar el acto más deseada por uno que por otro,  para que cumpla su función integradora de los dos cuerpos,  debería ser del agrado de ambos.

Es que la concepción del acto sexual lo es el más sublime, de darlo todo sin ninguna reserva. De tal forma que aquel que ofrenda su cuerpo para dar su amor de esa forma, debería recibirlo de la misma manera: en su máxima expresión, sin reservas, tabúes o limitaciones.

Opino que no obstante que en el acto sexual de dos personas que se aman, el mejor interés lo es el prodigar la mayor cantidad y calidad de goce al amado, lo ideal sería que cada sujeto lo recibiera de la misma manera.    Para tal fin, mediante una buena comunicación los integrantes aprenderán a conocerse en sus sentimientos y también en sus cuerpos.

Por eso, desde el primer encuentro íntimo  deberán dedicar todo su ingenio, inteligencia, delicadeza, agudeza y paciencia, a descubrir las reacciones físicas del otro, así como sus apetencias, rechazos, limitaciones y emociones. Profundizando en lo posible en el alma de su pareja para descubrir sus gustos, deseos, temores, perturbaciones, aversiones o rechazos si los hubiere, con respecto a ese complejo pero maravilloso mundo del sexo.

El buen amante deberá, así como supo escudriñar el alma y los sentimientos de su pareja, haciendo gala de su mayor tacto y ternura, descubrir su cuerpo… todo su cuerpo, hasta encontrar las áreas más sensibles al tacto, a los sonidos, a las palabras, a los olores; lo cual le permitirá descubrir sus zonas de aceptación o erógenas, así como aquellas que le producen rechazo o desagrado. Este conocimiento será fundamental para una relación sexual satisfactoria.

No es de extrañar que un sonido, un olor, una palabra fuera de tiempo o cualquier actuación inoportuna o desagradable, produzca rechazo en uno de los integrantes y de esta manera se rompa la magia de un momento que auguraba ser especialmente agradable. Una manera de materializar además de nuestro amor  y respeto por nuestra pareja, es precisamente mediante el conocimiento de estos factores de su personalidad.

Si bien es cierto que en el acto sexual de la pareja no deben permitirse más límites que aquellos que voluntaria y de forma espontánea ambos se impongan, no es menos cierto que no hay nada más irrespetuoso e indeseable en la relación íntima, que  una actuación de presión o solicitud inconveniente a la forma de ser del otro; porque independiente de la magnitud del deseo, es fundamental el tacto para determinar la disposición de la contraparte para realizar el acto, cual es la única manera de que además de darse el momento de satisfacción inigualable, perdure el deseo de… repetirlo.

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Recientemente, los medios de comunicación masiva han advertido que el deseo sexual ha disminuido. Independientemente de salud y edad tengan incidencia en el ritmo de la actividad sexual de la pareja, influyen decisivamente factores de carácter psíquico y motivacional. Especialmente sobre la disfunción eréctil, desde el punto de vista práctico, tengo opiniones que compartir con ustedes.

El deseo sexual se produce como respuesta a estímulos del exterior, por vía de nuestros sentidos, cuales desencadenan reacciones específicas en nuestro interior; pero esos estímulos deben ser suficientemente motivacionales para que la respuesta sea efectiva. Cuando el estímulo psicológico y/o físico no es suficiente, se produce la disfunción, lo cual en el lenguaje común, en el hombre significa insuficiente o ninguna erección; y en la mujer, déficit o ausencia de deseo sexual.

Independiente de cualquier origen patológico, el deseo de hacer el amor responde a la motivación que genere la pareja como resultado de su actuación cotidiana, que no únicamente en el momento de consumar la relación sexual. Son el trato diario considerado,  la ternura, la aceptación y la buena comunicación, el preludio necesario y conveniente para ese acto maravilloso de… entrega mutua.

El conocimiento del mapa erótico corporal de nuestro par y su concepción espiritual del acto mismo, adicionado a la pulcritud personal, el conocimiento de sus reacciones eróticas físico-psicológicas, algo de técnica sexual y… un toque de locura, inciden definitivamente en el mayor o menor deseo de recurrencia del acto sexual.

Como consecuencia, la irregularidad, indiferencia o falta de entusiasmo por el acto sexual de pareja, sus factores desencadenantes pudieran estar en la ignorancia de las profundas diferencias en la motivación sexualidad femenino y masculina; el irrespeto, desconsideración, ausencia de ternura; el desconocimiento de las zonas eróticas, deseos y rechazos a formas de realizar el acto sexual, que conllevaría inmotivación a realizar acto, cuales por cierto, prevalecen sobre las características físicas específicas de los órganos sexuales, posiciones para realizarlo, o cualquier asunto que tenga ver con la parte exclusivamente física.

Por cierto que, para los hombres la andropausia es prácticamente inexistente, pues está comprobado científicamente que el hombre, independiente de su edad, continúa produciendo testosterona; y para las mujeres, la menopausia, gracias a la abundante oferta de hormonas femeninas de diferente origen, lejos de convertirse en un problema se  transforma en ventaja para la mayor recurrencia del acto sexual de  pareja. Es que“hacer el amor”, no es un acto únicamente material, sino esencialmente físico-espiritual

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«LA BUENA ACTIVIDAD SEXUAL SOLIDIFICA LA RELACION DE PAREJA»

Sin pretender un conocimiento académico de la Sexología, como disciplina especializada de las Ciencias de la Salud, sino como mero observador de la influencia del acto sexual en nuestras vidas, luego de haberlo experimentado por más de cuatro décadas con una muy buena salud, aseguro que representa un indicador de vitalidad.

Mis observaciones en personas con problemas de enfermedad, baja autoestima, tristeza, depresión, inseguridad e indeseables relaciones de pareja, por lo general el factor común ha sido el desinterés, temor, reservas, tabúes o insatisfacción en las relaciones sexuales.

Por el contrario, cuando he tratado con interés investigativo el tema de la sexualidad en quienes he observado de buen humor, alegres, entusiastas, positivos, proactivos y emprendedores, el factor dominante ha sido la plena actividad sexual.

Es que la vitalidad no responde solo a una buena salud física, sino que imbuye la salud mental y espiritual, materializadas en el inocultable vigor que da el amor por la vida, por las personas y por lo que se hace; que fluye en el buen humor, la alegría, el entusiasmo y el sentimiento de compartir, que son parte de esa actitud contagiosa de las personas vitales.

Pero… ¿Cuál es ese sexo vital y cómo diferenciarlo de cualquier otro tipo de sexo?

El sexo vital es aquel que, al vincular sus sensaciones eróticas a las más elevadas manifestaciones espirituales, transforma el acto natural reproductivo, superando su originalidad, para convertirlo en un evento cultural trascendente.

Ese sexo vital incorpora a lo biológico y fisiológico la sublimación del acto, como facultad exclusiva del ser humano, que, como producto del amor, traduce en idilio, ternura, pasión y solidaridad, en ese mundo mágico, sin espacio ni tiempo, que se crea mientras hacemos el amor; cuando nuestros mecanismos de defensa desaparecen y actuamos con vocación de darlo todo, sin otro interés que producir la mayor satisfacción posible.

Esa interacción tan especial, plena y beneficiosa, física y espiritualmente, no puede darse en cualquier tipo de relación sexual esporádica, accidental o forzosa, sino en aquella producto de la voluntad motivada por los más altos sentimientos de espiritualidad.

No existe otra posibilidad de transformar el coito natural reproductivo en acto cultural de máximo disfrute y plenitud, que no sea mediante la sublimación del sexo, que posibilita vencer la herencia de miles de años, impresa en nuestros genes, como producto de un amor idílico, romántico, fantasioso, apasionado y mágico; hijo de sueños y transformador de fantasías en realidades.

La posibilidad de disfrutar de ese sexo vital no es difícil, porque se encuentra todos los días a nuestro alcance, a nuestro lado; esperando la inyección de amor, entusiasmo, magia, pasión y fantasía, necesarios para un buen desempeño sexual.

Se trata de esa amorosa guerrera de todos los días, nuestra amada pareja, que es capaz de ser esposa, madre y amiga. Pero que, si nos ponemos inteligentes, menos egoístas y tiernamente la excitamos para que desarrolle su propia creatividad, puede convertirse en nuestra novia de siempre, y como amante, en productora de las más agradables sorpresas.

Próxima Entrega: LA MEDITACIÓN.

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El proyecto para salvar la pareja mediante la reingeniería de pareja conlleva revisión, análisis sincero, descarnado e integral de la situación en un momento determinado, preparando un plan para salvarla pero partiendo de cero, como si nunca hubiese existido la relación.

Arrancar de cero deja atrás el rencor pero no la certeza del daño que producen los agravios, señalando los que deben evitarse en el futuro pero abriendo el camino para compensar con creces los mutuamente inferidos.

El nuevo proyecto encarna la promesa de un nuevo idilio; la aventura del enamoramiento; la paz espiritual que proporciona el restañar las heridas; y la esperanza del disfrute renovado de ser un solo cuerpo, una sola carne… un alma en común.

Intentar constituir una relación no renovada sino nueva, se convierte en un reto compartido de vencer los rencores, el temor, la tristeza, la soledad, el dolor, la frustración y la angustia, que si ponemos nuestro mejor empeño sin duda tendrá éxito.

Comenzar sin ataduras, dando rienda suelta al alma para volar sobre los sueños nunca realizados; materializar proyectos ideados, deseados y esperados pero no concretados siempre será emocionante, porque proporcionará la posibilidad ideal para convenir una forma diferente para la vida diaria en familia; resolución de los problemas; utilización del tiempo libre y para el manejo de las relaciones amistosas y familiares comunes.

Como el amor que no había muerto, el disfrute de su sexualidad se refuerza; la creatividad, magia y fantasía le imprimirán nuevo ritmo, colorido y entusiasmo, que tendrá a su favor el previo entrenamiento, experiencia y perfecto conocimiento de las apetencias y rechazos sexuales mutuos. Esa satisfacción con nuevos bríos, reforzarán la sensación de que se trata de una nueva relación y no de un remiendo en una que pudiera volver a romperse.

Don Andrés Mata apropiadamente escribía: «…después de cada invierno, florece nuevamente el limonero.» Doy fe de la realidad de estos versos. Todos los días podemos enderezar el barco. Dentro de nosotros mismos tenemos los elementos idóneos: libre albedrío, estado de ánimo, fe, confianza, optimismo, y el poder ilimitado del amor. Solo requerimos diligencia para utilizarlos. Para comenzar una nueva vida todos los días son buenos.

En caso de vida o muerte siempre escogemos la vida. Este es el caso. A favor de nuestra felicidad no tenemos debemos hacer el último intento. La alternativa es lograrlo. Pero, si no resultara exitoso tendremos la tranquilidad de consciencia de haber actuado diligentemente.

Es por lo cual sugiero utilizar un programa de reingeniería de pareja, comenzando de cero, intentando nuevamente conocerse; enamorarse como cuando novios; olvidar agravios y recordar los momentos felices; mirar con optimismo el futuro, aceptando sus personalidades y bendecir el privilegio de poder intentar el regreso… a casa.

En el hogar vive la única realidad que tiene cara y calor humanos. Allí está la persona a quien interesamos realmente, porque su vida está unida a la nuestra y es parte irremplazable en nuestro equipo de fábrica de sueños… posibles. Aprovechèmosla y disfrutèmosla intensamente, que ese es nuestro pago en esta vida.

Próxima Entrega: POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS EN LA UNIVERSIDAD NORTHERN

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amantes8a.jpg El goce que produce el acto sexual entre dos personas que se aman con plenitud, representa el máximo de satisfacción que puede experimentar un ser humano. En el convergen el cuerpo, el alma y el espíritu para decir: te amo. Ese condicionamiento sublimizador del sexo lo hace superar cualquier otra expectativa, constituyéndolo como indispensable para nuestra felicidad personal.

Por el y con el nacemos, convirtiéndose progresivamente en urgencia no sólo de satisfacción física sino también espiritual.

El sentimiento más determinante hacia otra persona lo es el amor, que instintivamente relacionamos con el sexo.

El sexo, como el vino debe disfrutarse con lentitud, fruición y deleite. Todo tiempo y oportunidad son buenos para degustarlo y su embriaguez en vez de rebajarnos, nos eleva por encima de nuestra propia naturaleza originaria.

Fuimos dotados del sexo para vivirlo en toda su intensidad, que es prácticamente inestimable, porque carecemos de instrumentos que nos permitan medir la excitación y efectos que despierta en nuestra actualidad y potencialidad.

El sexo constituye el regalo más excelso que Dios nos dio. Representa la única posibilidad natural de convertirnos en parte de otra persona, encarnándola física y espiritualmente.

La concepción del sexo, como nuestra propia vida debe ser integral, constante y permanente. No podemos vivir una parte de nuestra vida o del sexo y otra no, porque son inseparables. No vivir una parte de la vida es como morir y no disfrutar una parte de nuestro sexo, sería como carecer de el.

El sexo al originarnos en una lucha donde fuimos triunfadores, se posesiona de todos nuestros sentidos conocidos y más allá de éstos. Lo vivimos en las imágenes, sonidos, olores, sabores, y en forma extraordinaria en el tacto. Pero su forma más sublime es una conjunción ideal, percibida por algo más allá de esos cinco sentidos conocidos, que nos dota de capacidad inusitada para fabricar sueños, magia y fantasía.

Vivir el sexo es algo más que disfrutar una sensación de goce físico, temporal, pasajero e intrascendente, cual no sería más que una regresión atávica a nuestro origen, como meros elementos reproductores, sin expectativas de espiritualidad.

Vivir el sexo es penetrar lo más hermoso de nuestra existencia. Es integrarnos con otra vida en una nueva vida, sin dejar la propia en el intento. Es sentir toda nuestra capacidad de creatividad, disfrute, nobleza y entrega, al poner en juego nuestros más puros y elevados sentimientos, haciéndonos como dioses, fabricantes de vida, sueños y esperanzas.

Es esa la dimensión del sexo que lo hace sublime, que le da continuidad y permanencia. Esa la entidad que nos posibilita sentir, luego de decenas de años practicándolo con la misma persona, que es la parte más bella de nuestra vida, siempre renovado, con algo nuevo que espera por nosotros, para decirnos que vale la pena seguir viviendo.

Próxima Entrega: TIEMPO DE ENAMORADOS

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 En la búsqueda de la plenitud del acto sexual, el hombre no se conforma con activarlo como mero mecanismo reproductivo, sino que al imprimirle progresivamente espiritualidad, lo convierte en un mecanismo de dar como en fuente de placer mutuo, más que de vida.

En las personas que se aman, el sentimiento de dar supera la necesidad de recibir; en una comunión que involucra por igual cuerpos y espíritus, prodigando ternura, aceptación, ausencia de egoísmo, respeto y solidaridad, transforman lo que originalmente fue un coito reproductivo, por la incomparable experiencia de hacer el amor.

Para que el acto sexual llene todas sus expectativas tiene que ser activo: físico, mediante la acción voluntaria y entusiasta de los cuerpos, y espiritual, por el concurso de sentimientos de amor, ternura, pasión, idilio, solidaridad y entrega, como los más importantes que involucra el acto.

Orientados por nuestro intelecto, desde el inicio de la relación que origina el acto, en el plano físico con los ojos percibimos la atracción y enviamos mensajes de aceptación y entusiasmo. Por el tacto trasmitimos energía y sensaciones. El oído recibe los sonidos de amor, sólo audibles y comprensibles para los enamorados. El aroma del amor es indefinible, pero cala hasta lo más profundo del ser, inyectando deseo, activando hormonas y despertando la pasión de su letargo, para saciar su sed que siempre demanda… más.

Un sentido más allá de los conocidos y exclusivo del humano, penetra el alma envuelto en encajes de mil colores, con siseo de alas de colibrí; invadiendo de mariposillas el estómago; liberando feromonas y endorfinas a granel, para desarreglarlo todo y convertirlo en fiebre de locura pasional donde todo es posible, nuevo, agradable, desprejuiciado, prometedor pero improvisado; con sabor a sorpresa, sin temor a lo imprevisto ni evaluación de riesgos, ensayando actuar como pequeños… dioses.

Es el toque mágico, fantasioso e inesperado del amor que empuja, rompe la monotonía, transforma lo normal en especial y lo elemental en sublime: es el sexo activado que no se resigna a su originalidad y se aferra a la magia, a la fantasía, a lo sublime, superando su conformación física y tangible, para volar a la conquista del máximo de gloria, que encarna la felicidad que es física y espiritual, pero… activa.

En esos instantes sublimes, los amantes desnudos y sedientos de placer, se activan y producen energía inverosímil suficiente para incendiar sus cuerpos y sus almas, quemándolos en ese fuego rosado y pasional de dar y recibir amor, ternura, magia y… fantasía. En ese besar, lamer, morder, gemir, suplicar, subir y bajar del cielo a la tierra y de la tierra al cielo recibiendo y dando el máximo del placer, percibimos nuestra esencia superior de fabricantes de sueños y constructores de realidades, sin otros elementos que nuestro milagroso cuerpo.

Es el sexo activo nuestra mejor experiencia en esta vida, que no debemos desestimar ni dejar pasar, porque engendra placer, satisfacción, confianza y representa un regalo especial de Dios, para hacernos más placentera nuestra estadía en este mundo maravilloso que nos dio por heredad.

Próxima Entrega: VIVIR EL SEXO.

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