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RECORDANDO EL PASADO
Posted in ABUELOS, AMOR DE PADRE, AMOR FILIAL, ANALISIS VIVENCIAL, ARMONIA, AUTENTICIDAD, CALIDAD DE VIDA, CAMBIO GENERACIONAL, CAMBIOS ACTUALES, CARENCIA DE MALDAD, CIRCUNSTANCIA VIVENCIAL, CIRCUNSTANCIAS PERSONALES, COMODIDAD EXCESIVA, COMUNIDADES Y VECINOS, CONTROLAR LOS HIJOS, CREATIVIDAD, CREATIVIDAD INFANTIL, CRIAR LOS HIJOS, CURIOSIDAD E INGENUIDAD, DELINCUENCIA JUVENIL, DERECHO A SER FELIZ, DERECHOS DE LOS HIJOS, DIAS MEJORES, DIDACTICA DE LA VIDA, DISFRUTAR DEL CAMINO, DISTORSIÓN DELTIEMPO, EDAD INTERESANTE, EL MUNDO GIRA Y SE TRASLADA, EL NIÑO INTERNO, EL PASADO ES UN MUERTO, EL PORVENIR, ESTIMULO PSICOLÓGICO, EVITAR FARMACOS, EXPERIENCIA, FAMILIA HUMANA, FORMACION DE HOGAR, HIJOS POR SIEMPRE, HIJOS Y NIETOS, HOGARES FELICES, HOY, IDEALIZACION DEL PASADO, INICIO DE CAMBIOS, JUVENTUD FELIZ, LA EDAD, LOS HIJOS NO SE VAN, LOS NIETOS, MALOS HIJOS, MIS CIRCUNSTANCIAS, MUNDO SENCILLO, NIÑEZ, NIÑEZ FELIZ, NOSTALGIA VS REALIDAD, OBLIGACIÒN DE PADRES, PADRES ASESINOS, PADRES E HIJOS, PAZ Y ARMONIA, PODER CREATIVO, PRIORIDAD FAMILIAR, PROTEGER A LOS NIÑOS, RAICES E HISTORIA, RECUERDOS, REFLEXION NECESARIA, SENTIRSE MUJER, SER NIÑOS, Uncategorized on 06/03/2014| Leave a Comment »
CUANDO SE PIERDE LA ESPERANZA
Posted in AMOR FILIAL, FUERZA ESPIRITUAL, NIÑOS VULNERABLES, PADRES ASESINOS, PERDIDA DE LA RAZON, SUICIDIO, TRAGEDIA FAMILIAR, tagged DIOS NUNCA NOS ABANDONA, FE ESPERANZA AMOR Y DIOS SUSTENTAN NUESTRA VIDA, FUERZA ESPIRITUAL UNICO SEGURO FRENTE A LA ADVERSIDAD on 30/01/2009| 15 Comments »
LA FE Y LA ESPERANZA SON EL SUSTENTO DE NUESTRA VIDA
El día 27 de Enero de 2009, en un suburbio de Los Angeles, California, Ervin Antonio Lupoe, de 40 años de edad asesinó a su esposa Ana y a sus cinco hijos, tras ser despedido de su empleo, y luego se suicidó. Según comentaron las autoridades, motivado porque tenía mala situación económica y estaba «ahogado en deudas».
Cuando sucede una tragedia de esta índole, de alguna manera morimos un poco todos los padres del mundo. Es algo que para quienes hemos servido de vehículo para traer los hijos de Dios al mundo, cuales tomamos prestados para hacerlos nuestros, amarlos, cuidarlos y protegerlos en todo momento, es inconcebible lo sucedido.
En todo momento, el rol de los padres es orientar y proteger sus hijos, aún a riesgo de su propia seguridad, e inclusive, su vida. Ellos llegan al hogar para hacerlo más acogedor, amoroso y tierno. Son un regalo de Dios, que además tiene la virtud de perpetuar como fruto, el amor de sus progenitores. Los niños son tan inocentes y vulnerables en todo sentido, que lo único que realmente tienen a su favor para sobrevivir, aprender a vivir y ser felices, son sus padres; por tanto, que alguno de éstos los violente o les haga daño, es seguramente la mayor tragedia.
¿Qué sentimiento o carencia puede tener tanta fuerza para transformar el amor paterno y conyugal en terror y destrucción tal que acabe con la vida? La única explicación que encuentro es la de que, por falta de valores espirituales y fe en la protección de Dios, el hombre pierde una de sus trincheras frente a la desventura, como es la esperanza y con ella, su propia razón. Por otra parte, creo que contribuye a la angustia y desesperación que desencadenan la tragedia, el apego exagerado a las cosas materiales y la falta de fuerza espiritual, lo cual aunado al temor a perderlas, desvirtúa la realidad y hace caer en un mundo nebuloso y gris de especulaciones negativas, que al magnificar las posibles consecuencias de cualquier situación inconveniente, afecta la mente de forma tal, que presa del terror, se pierde todo valor y espíritu de lucha y se refugia en la peor de las opciones: la muerte.
Es por eso que insisto en que el único seguro frente a la adversidad, es la fuerza espiritual que se fundamenta en la convicción de que no estamos solos en este mundo, porque Dios está con nosotros en todo momento. Esa seguridad nos imbuye de valor y fe en que todo problema es superable, en tanto y en cuanto tengamos vida para luchar en pro de lo que estimamos bueno para nosotros y nuestra familia. De tal manera que, si tenemos fuerza espiritual, los problemas los convertimos en asuntos por resolver y por tanto de factible solución. Pero, especialmente frente a los problemas económicos, sabemos que son temporales y que, en todo caso, si somos diligentes y hacemos lo que esté a nuestro alcance para lograr soluciones, Dios siempre proveerá.
No dudo que otro hubiese sido el destino de esa desventurada familia, si el padre hubiese tenido formación y fuerza espiritual. Sin duda, como pareja, inspirados por el amor a sus hijos y su fe en Dios, habrían instrumentado alguna solución o plan para salir del atolladero. Pero al carecer de esos valores, su mente no resistió la presión y cual caldera sin control, simplemente explotó.
Pienso que como padres y esposos, una de nuestras más importantes responsabilidades es la de no perder jamás la fe ni la esperanza. Estos valores tienen su soporte en nuestra herencia divina, que nos dota de una especial capacidad de adaptación a cualquier medio o situación, y de la seguridad de que siempre, sin importar la índole o magnitud del problema, tendremos a Dios con nosotros para guiarnos, iluminarnos y orientarnos hacia la mejor solución; la cual por cierto no tiene por que ser la que nosotros estimamos mejor, sino la que nuestro Padre Celestial, en su infinita sabiduría, considere más conveniente para nosotros, la cual materializará en el momento oportuno.
Decenas de años de vida, sorteando asuntos y circunstancias imprevistas o sobrevenidas, exitosamente, nos han enseñado que, de alguna manera, esas situaciones inconvenientes, apropiadamente tratadas, no sólo son superables sino que aportan experiencia valiosa a nuestro permanente aprendizaje para una vida mejor. Son esos tropiezos, los que nos enseñan cual es el mejor camino y cuales los senderos que debemos evitar. Es que esos inconvenientes cotidianos, nos recuerdan nuestra vulnerabilidad personal y nuestra inmensa soledad en un mundo gigantesco e impredecible, si no tenemos la protección divina, que se manifiesta en nuestra fe y confianza en que fuimos traídos a esta vida, en un viaje temporal pero muy interesante, con el único fin de ser felices y contribuir a la felicidad de nuestros semejantes.
Finalmente, quiero aportar a la reflexión para todos los padres y para quienes tengan la intención de serlo, que la mayor ambición de un hombre civilizado debe serlo el constituir una familia, donde el amor, la fe y la esperanza se conviertan en la fuente del amor filial y conyugal que haga la vida buena, al mismo tiempo que en baluarte, como grupo e individualmente, frente a cualquier momento o situación adversa. Asimismo, que no existe circunstancia, por terrible que pueda presentarse, que justifique el que perdamos la fe y la esperanza, porque sin estos valores, simplemente perdemos nuestra condición de hijos de Dios y seres racionales, para descender, contrario a nuestra vocación natural, al nivel de los seres inferiores.