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Archive for the ‘REINGENIERIA PERSONAL’ Category

POR QUE NO DEBEMOS TEMER

La sensación de TEMOR,  al cual todos los seres humanos estamos expuestos, deriva del latín timortimōris, que significa miedo o espanto; .pero en nuestro idioma, el español, dentro de otras definiciones se le asigna la de “… el sentimiento de inquietud o angustia que impulsa a huir o evitar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso…”, por lo cual es absolutamente indeseable, porque además de esa angustia que nos produce, pudiera llevarnos a cometer los más grandes errores. En principio, pienso que tal indeseable sentimiento puede afectar a cualquier ser pensante, sin discriminación alguna; pero que en el caso de las personas que creemos en Dios y que hacemos nuestra vida sobre la base de los valores y principios que siguen las enseñanzas de Jesús de Nazaret, especialmente el “Amar a nuestro prójimo como a  nosotros mismos”, lo cual involucra el no hacer daño conscientemente a nadie, tenemos un escudo protector para vencerlo, que es precisamente esa creencia de que, si Dios está con nosotros y es el más poderoso, omnipresente y omnipotente, pues…  ¿Quién o qué podría afectarnos?.

En ese mismo sentido, como quiera que nuestro principal y original sentimiento de defensa es el proteger nuestra vida, y nosotros estamos conscientes que ni una hoja se mueve sin la voluntad de Dios, cualquier acontecimiento, bueno o malo que nos afecte, simplemente nuestro Padre Celestial lo conoce,  y como quiera que El nos ama, de ninguna manera permitirá en nuestra contra algo que fuere inconveniente para nuestra vida física, intelectual o espiritual. Por cierto, lo cual es bien diferente a pensar que todo lo que nos suceda tiene que ser, de acuerdo a nuestros parámetros, absolutamente positivo. Esto, porque en nuestra vida existen elementos y eventos totalmente aleatorios, cuales pudieren parecernos temporal o permanentemente negativos, pero que, con el tiempo y las consecuencias de dichas circunstancias,  pudieran resultar positivas en sí mismas, o por lo menos evitarnos males mayores. Como consecuencia de estas apreciaciones, al menos yo, me acostumbré, en tales casos, a no preguntarme… ¿Por qué? Ya que a mi manera de ver la vida y las cosas, la respuesta a esa pregunta que pareciera elemental, en la mayoría de los casos trascendentes para nuestra existencia o las de nuestro entorno más íntimo,  correspondería a Dios, quien todo lo conoce,  sabe por qué, cómo y cuando sucede o sucederá.

Es por lo cual, cuando personalmente o a alguien de mis seres queridos les ha acontecido algo que,  a simple vista pareciera negativo, tengo mucho cuidado de preguntarme ¿Por qué?, ya que, como antes lo anoto, siento que esa es una pregunta que solo puede responderla Dios; a  quien por cierto no tengo medios para preguntarle y esperar una respuesta, al menos con mi raciocinio humano. Como consecuencia de esta aseveración, en tales casos, me he acostumbrado a preguntarme para qué, porque esta pregunta tiene una respuesta que yo mismo me puedo regalar, y como la hago por mi propia voluntad dentro de mi libre albedrío heredado de Dios, simplemente preparo mi respuesta conforme a mi mejor conveniencia lógica, o simplemente, con base a mi concepción del amor y la voluntad de Dios para sus hijos; esto es, como me fuere más aplicable al caso en concreto. No obstante, existen situaciones en las cuales se hace conveniente la pregunta ¿Por qué?, ya que al compararla con hechos similares a los que nos acontezcan, no requerimos que Dios nos responda, porque se evidencia la respuesta en nuestro beneficio.

En una oportunidad hace bastantes años, una vecina amiga muy querida por mí, lloraba amargamente por la muerte accidental de su hijo de 19 años, a quien por cierto yo conocía desde que era un bebé, y ella me preguntó:  ¿Por qué Dios me quitó mi  hijo tan joven? Yo le dije,  absolutamente consciente de que era muy real lo que le decía, que esa pregunta no podía hacerla de esa manera, porque la respuesta sólo correspondía a Dios. Le sugerí que utilizara una pregunta que le ayudara a sentirse privilegiada en vez de infeliz, porque cualquier respuesta que ella diera, le resultaría positiva y consoladora, en vez de dolorosa.  La pregunta que le sugerí fue: ¿Por qué Dios me dio 19 largos años para que disfrutara a mi hijo fallecido, cuando conozco tantas madres cuyos hijos murieron antes de nacer, bebés, de dos o menos años de edad y sus madres no pudieron disfrutarlo tantos años como el mío?… ¿Qué hice yo de especial para ser una madre tan afortunada? Creo que ella me entendió muy bien y meditó sobre mi comentario, porque la noté más calmada y antes de irme le  sugerí lo que siempre hago en estos casos:  Ahora que usted está consciente que fue una madre privilegiada dentro de millones de madres sobre esta tierra de Dios, compleméntese preguntando: ¿Para qué Dios permitiría esta situación? Y no tengo duda que El la iluminará para que sea usted  misma y no El, quien se  regale una respuesta que convenga a su delicada y dolorosa situación que le ayude a traer alivio y paz a su corazón.

Todo lo que aquí escribo no corresponde a ninguna teoría o plática positiva, sino que ha sido fundamental en mis más de casi ocho décadas de vida, felizmente casado por casi cincuenta años, con hijos, nietos y bisnietos;  e independiente de que vi morir mis padres, mi única hermanita y tres de mis hermanos menores y dos mayores que yo, así como muchos y muy queridos amigos de diferentes edades y género, de mi entorno más cercano. Derivado de todas estas experiencias vividas en mi larga vida, estoy convencido de que, si creemos y tenemos fe en Dios, si seguimos sus mandamientos y amamos a nuestros congéneres y hacemos todo lo que podemos por serles útiles, no tenemos por qué temer, porque Dios está aquí, no en ningún otro sitio, sino a nuestro lado, a toda hora,  siempre pendiente de protegernos,  por lo cual jamás ni de ninguna manera podemos tener temor, ya que, cualquier evento que nos acontezca –independiente de su naturaleza-  está en la esfera de lo que nuestro Padre Celestial considera positivo para nuestra vida física, intelectual y espiritual.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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QUE PUEDE HACER INFELIZ A UN PADRE

Recordando a mi viejo pero admirado amigo académico, don  Luís  Yépez  Trujillo –seguramente hoy ya muerto- cuando me contaba que, a principios del siglo XX fue nombrado embajador de Venezuela en uno de los Países Bajos en Europa, pero cuando sus hijos empezaron a crecer y tener sus nuevas relaciones empezó él a ser menos importante para ellos, y fue entonces cuando escribió un Poema en el cual exponía la tristeza que le producía el que por sus nuevas relaciones, sus hijos que en Venezuela le amaban y admiraban profundamente, a medida que tenían nuevas relaciones sentía que ya no era tomado en cuenta como antes, por lo que en algunas de sus estrofas escribió: “Por todo lo que tú serás, por todo lo que conocerás, por todo lo que tendrás  estoy,,, profundamente triste”. Confieso que en aquel tiempo, hace más de cincuenta años, no pude entender  bien su dejo de tristeza al hablar, aunque le escuché con todo respeto su narración, que en verdad, más que una narración era un lamento escondido por mucho tiempo en su corazón, quizás, por falta de un interlocutor que le generara confianza,

En aquella oportunidad, aunque por mi naturaleza romántica y mi ambición de algún día llegar a ser un escritor, me afectó un poco;  en primer lugar, no era posible que pudiera procesar el fondo de aquellas dolorosas palabras porque aún no era padre, ni tenía idea de lo que sería serlo. En segundo lugar,  porque había vivido tan poco y siempre como soltero, que ciertamente, no concebía una familia propia con esposa e hijos. Hoy, a cincuenta y cinco años de esos días, dos veces casado y con cinco hijos, puedo al menos intuir, lo que aquel viejo valuarte de las letras venezolanas, sin ninguna mala intención quiso transmitir. Hoy, que siento la vida, en su integralidad, y sé que no es como nosotros quisiéramos que fuera, sino simplemente, como es, entiendo que ciertamente, una de las labores más difíciles de los padres,  es prepararse para procesar el hecho cierto, de que los hijos crecen y a medida que lo hacen adquieren nuevos intereses, que de alguna manera pudieren variar la actitud que  nosotros esperamos en una época determinada.  

No es fácil adaptarse al paso del tiempo; la influencia de nuevos intereses, el cambio de valores, que normalmente corresponden al ambiente donde se desarrollan, definitivamente harán lo suyo. De alguna manera, los padres como los árboles, echamos ramas, hojas y algunos flores o frutos, pero como las ramas se secan, e igual que las hojas el viento se las lleva y  nunca regresan;  escondido en los más profundo de nuestra alma, todos los padres tenemos oculta la esperanza de ser bambúes,  que resisten al viento, se bambolean, pero aunque luchan para  no romperse y permanecer con su tronco, al final  las alcanza el destino y desaparecen, pero antes de morir, dejan retoños que iniciarán el ciclo vital que nunca terminará; nacer, crecer, reproducirse y morir. Cuando los hijos son niños, los padres, conscientemente y como un mecanismo de defensa vivencial,  nos convencemos que no cambiarán… más de la cuenta, para al final tener que aceptar que una cosa es lo que uno desea y otra cosa es lo que sucede en una realidad de la vida, que nunca cambia, quizás porque somos “…los mismos hombres sobre la misma tierra.”

Creo  que al amor de algunos padres para con sus  hijos, especialmente con una diferencia tan grande de años,  podrían determinarse como enfermizos, por lo cual somos los padres  y no los hijos, los  únicos culpables de esta situación vivencial, para ellos normal pero para los progenitores, hasta cierto punto…  anómala. Es la terrible paradoja de nuestra  vida,  que uno de nuestros grandes males como seres racionales, es precisamente, el ser inteligentes. Ningún otro animal carente de inteligencia sobre este planeta tiene o sufre de este tipo de dolores o frustraciones; procrean sus hijos, los protegen y ayudan máximo hasta los dos años y después… cada quien por su lado y que la naturaleza se haga cargo. Estos animales irracionales ni los padres esperan nada de sus hijos ni los hijos esperan nada de sus padres; pudiera ser que normalmente, nunca más vuelvan a verse y es posible que no sientan ningún sentimiento mutuo,  y si con el correr de los años volvieran a verse, ni siquiera se reconocerían.

Por eso, por todo eso, los humanos tenemos la carga de ser felices, aun en las peores circunstancias;  porque a diferencia de los animales irracionales, que pueden ser felices comiendo, bebiendo o durmiendo, que son factores elementalmente físicos. nosotros requerimos de algo más que de la supervivencia física para lograrlo, y desventuradamente, nadie ni de ninguna manera diferente a nosotros puede ayudarnos, porque nuestra felicidad tiene poco que ver con la cosa física, sino que es algo que sentimos dentro de nosotros mismos, aunque no podríamos negar que algunas cosas físicas pudieran complementarla, pero sólo eso… complementarla. Es que nuestros sentimientos son intangibles, viven con  nosotros y dentro de  nosotros y por tanto, únicamente nosotros podemos determinarlos. Pero como todo en la vida tiene su pro y su contra, igualmente que como depende de nosotros ser felices, asimismo depende de nosotros ser infelices, y en tal caso, también cualquier acto en contra nuestra para hacernos infelices, escasamente podría complementar una parte de nuestra infelicidad.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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EL PORQUÉ Y EL COMO DE LA VIDA

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Hoy en este día martes dos de Abril de 2019, cuando da inicio la Primavera en esta bella Ciudad de Boulder Colorado, frente a este hermoso valle  y sus bellas montañas, con sus canas de nieve en los picos de sus cumbres y las hojas mustias de sus árboles a punto de reverdecer,  que aún les deja el Invierno, que apenas hace unos pocos días dijo adiós; con un sol brillante saludando la mañana, recordé un pensamiento de Nietzsche, que desde muy joven siempre he tenido como guía: ”Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”.

Es que, sin ninguna duda, nuestra vida para que tenga sentido, requiere por lo menos una motivación especial, que nos haga sentir que nuestra  existencia contiene y requiere algo más elevado o trascendente que trabajar, comer y dormir. En mi adolescencia, en esos pueblitos pequeños donde me desarrollé, en una época donde los Profesionales Universitarios, eran una excepción, “mi porqué” fue lograr llegar a la Universidad y hacer una carrera; por ello luché, trabajé duro y aunque ya de mayor edad, encontré “el cómo” y lo logré. Luego, “mi porqué” lo fue el principio de la utilidad; esto es que, todas mis acciones como profesional y como persona, siempre lograran beneficiar de manera especial algo o alguien; por ello en mi ejercicio profesional de Abogado litigante y Asesor Jurídico, encontré “el cómo” con mi dedicado y duro trabajo, arreglando muchos entuertos y orientando muchos casos a una conciliación beneficiosa para las partes, en lugar de largos y costosos litigios, casi siempre con resultados imprevisibles.

Posteriormente, gracias a mis experiencias personales y mis observaciones sobre la vida y las cosas de los habitantes de buena parte del mundo, “el porqué” lo fue ayudar a familias  y parejas con situaciones gravosas, que ellos consideraban problemas pero yo asuntos por resolver, por lo que me hice Asesor Voluntario Familiar y de Parejas, siendo “el  cómo” mi dedicación a estudiar las circunstancias planteadas y tratar las soluciones como  articulista de periódicos y revistas, así como conferencista en Organizaciones de Servicio Social, ONGS, Universidades y Programas de Radio.  lo que me llevó a  lograr beneficiar a las personas que requirieron mi ayuda. Pero como mi entorno personal era realmente pequeño y “mi porqué” era ambicioso, para cumplir “mi como” dité mi Blog www.unavidafeliz.com, con el cual he llegado a  más de 2.800.000 cibernautas en más de 90 Países.

En esa  misma onda, con “el porqué” de ayudar al crecimiento espiritual, superación personal y  autoestima personal, para cumplir “mi como” me dediqué a escribir y en el año 2005 publiqué la primera edición de mi libro “Una vida Feliz”, el cual se vendió en su edición impresa en su totalidad el mismo año de su publicación, donde quienes por sus comentarios me dicen que les ha sido beneficiosa, para su vida cotidiana, su lectura.

Finalmente, debo decirles que no soy el único, pero sí una prueba actual y viviente de que Nietzsche estaba absolutamente en lo cierto cuando sentenció: ”Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”,  porque más allá de todo lo aquí escrito, lo más grande en mi vida de “mi porqué”, siempre ha sido la felicidad de mi familia, que fundamos y mantenemos mi amada esposa Nancy y yo durante más de 48 años, con tres bellas niñas, dos buenos y sanos hijos, once amados nietos y dos bisnietos, siendo que “el como” lograrlo lo fue el amor, el respeto, la solidaridad, consideración, buena comunicación y armonía permanente, lo cual no creo sea difícil de alcanzar, si constituimos la familia en un verdadero equipo con fines comunes, donde los éxitos o fracasos no corresponden a uno solo de sus integrantes, sino a todo el conjunto familiar.

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AMOR INTEGRAL

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Dimensionar el amor, medirlo o sopesarlo física o intelectualmente, es prácticamente imposible, más allá de una sensación de auto seguridad; porque se produce en la más absoluta interioridad de nuestra alma, donde sólo nosotros tenemos acceso. Sin embargo, tengo que   decir que -al menos para mí como individuo- el amor integral entre dos seres que se aman no puede ser de medias tintas, por temporadas o de acuerdo a nuestro carácter, sino que su integralidad reside en que abarca lo físico y lo espiritual, hasta lograr la confusión de ambos sentimientos: el cuerpo y el alma, como sexo y espíritu en comunión.
     Tengo cualidad para decirlo, porque lo he vivido por más de cuatro décadas cuando siempre lo he  sentido como una semilla que nació con una mirada, germinó con un trato afable, sincero y respetuoso; luego fueron surgiendo los retoños: el amor sensual, la emoción, la pasión, la comprensión, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y la constante convicción de que la relación se mantendría para siempre.
     En su segunda etapa, surgieron esas pequeñas florecillas que luego se convirtieron en nuevas semillitas, imbuidas de nuestra herencia genética, que luego al brotar como pequeñas plantas fueron abonadas y regadas por nuestro amor, ternura, respeto, comprensión, enseñanza y… ejemplo. Esa siempre agradable labor, hizo realidad ese proyecto maravilloso que iniciamos al comenzar nuestra relación, cual no era otro que -mediante una familia- hacer eterno sobre esta tierra, mediante ellos,  ese amor sano, sincero, emocionante y solidario que construimos con altibajos, tropiezos, desaciertos y correcciones; pero con armonía, solidaridad, sensibilidad, vocación de permanencia; con seguridad de que -si manteníamos nuestros principios fundamentales sobre los cuales cimentamos nuestra relación de pareja- al final tendríamos éxito.
     Creo que el amor de pareja no puede ser una etiqueta, un show, un espectáculo o una tendencia de un tiempo o un espacio determinados. El amor de pareja tiene que ser un agradable compromiso, lleno de esa magia que únicamente puede producir el cariño real, verdadero y ejercido con libertad; pero no para satisfacer a la sociedad, grupos, amistades, familia o religiones.
     Este amor, simplemente hay que sentirlo como delicioso, alimentándolo de forma agradable, emocionante, renovada  y… permanentemente; porque son estos elementos los que le dan ese toque mágico que supera la belleza de la juventud, la etapa difícil de la madurez, las canas, las arrugas y los achaques que nos dejan los años, para producir el milagro de la bonanza y tierna seguridad de los años dorados.
     Que cosa más edificante que sentir enamoramiento, pasión, ternura, hermandad, solidaridad sin límites y lealtad a toda prueba en esa otra persona que es nuestra pareja, porque sin que nadie te lo imponga sientes que ella es tu novia, amante, amiga, hermana;  y esa persona única a quien todo puedes contárselo sin reservas; con quien todo lo puedes comentar y compartir, porque no te ama por sus recuerdos de cómo fuiste o lo que hiciste, sino  que te ama por su realidad de cómo eres ahora mismo, sin importar si eres más joven o más viejo, más fuerte o más débil, más o menos elegante,  más o menos sano. Simplemente, te ama por lo que eres y como eres ahora; porque ese es el milagro del amor integral, que no tiene recuerdos de lo pasó ni temores a lo pudiera sobrevenir adelante: el amor integral nos cobija, con la seguridad de que Dios nos bendice cuando amamos como él nos enseñó: SIN LÍMITES NI PREJUICIOS DE NINGÚN GÉNERO.

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NO A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

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Cuando  medito sobre el que mi madre y mi única hermanita, hoy desaparecidas,  a quienes durante su vida  amé;  mi esposa a quien hoy continúo amando  intensamente son mujeres, siento ira y decepción por vivir en un mundo donde, no obstante que hemos ido a la luna  y más alla, aún esta sociedad enferma sigue actuando con las mujeres como miles de años atrás, cuando vivíamos en las cavernas.

 En mis más de siete décadas de vida he visto avanzar más de mil años el transporte, los negocios, las finanzas, las comunicaciones, la  educación, la familia, la relación de pareja, la geopolítica y… las armas; pero el cambio en la actitud machista –que es el eslabón perdido entre el hombre y el mono,  tanto el  común, como  los ilustrados, el Estado, la Justicia y la fuerza de las Organizaciones Multilaterales, en cuanto a salvaguardar el derecho de la mujer –por su condición de tal- a  una existencia digna y segura; libre de violencia de cualquier género, ya fuere sexual, psicológica y física, cuidando la respetabilidad e igualdad de género en todos los ámbitos de la vida en sociedad, incluidos los cargos en las Empresas y en los Gobiernos o Instituciones Multilaterales;  y la misma Iglesia Católica, que no les permite ejercer el Sacerdocio, como recientemente lo manifestó el Papa  Francisco,  ha sido simplemente… un fracaso, por no decir otra cosa.

¡Dios!… y pensar que la mujer crea  hombres, los amamanta y enseña a caminar; que sin ella no podrían cumplir con la parte ética natural de mantener la especie sobre esta Pacha Mama; luego, cuando crecen, sin su amor no podrían lograr ninguna realización valiosa y permanente; pero tampoco valdría la pena transitar el camino de esta vida sin su amor, que le da sentido, porque es ternura,  pasión, comprensión, aceptación, solidaridad, lealtad, y a veces hasta… resignación.

Cuando somos adultos, esos seres maravillosos que son las mujeres se hacen nuestras amigas,  novias, esposas, madres de nuestros hijos; y cuando los años nos demuestran nuestras muchas debilidades, en época que ya los hijos no están, ellas son las compañeras de viaje largo que nos acompañan hasta el final, independiente de nuestra capacidad sexual, de salud o económica. En esos años, independiente de la raza o posición social, sólo ellas pueden hacérnoslos realmente “dorados”, porque, de alguna manera, cuando tenemos una avanzada edad, ellas vuelven a hacer por nosotros lo mismo que hicieron por nuestros hijos: hacernos sonreír, tomarnos de la mano  y… ayudarnos a cruzar la calle.

Bendito sea Dios que nunca, de ninguna manera,  he violentado a ninguna mujer; quizás, porque en todas, en mi niñez,  sentí en ellas a mi madre y mi hermanita; luego cuando adolescente tuve tantas y buenas amigas en la escuela, que hicieron esa época activa y edificante; después, en mi primera juventud, en  la Universidad, todas mis amigas, casadas y solteras,  eran mayores que yo, pero me amaron como amigo y allí aprendí que es verdad que las mujeres, a diferencia de las mayoría de los hombres,  saben amar sin tener que… ir a la cama. En mi segunda juventud –que aún a los 75 años disfruto- una mujer maravillosa,  después de más de cuarenta y siete años de matrimonio, desde el mismo día que la conocí hasta hoy,  ha hecho mi vida muy feliz, y no porque yo sea un dechado de virtudes, sino porque creo que ha evaluado  mi incondicional y voluntario acatamiento a su individualidad, así como mi convencimiento de que no puede existir una relación de pareja, con carácter de permanencia, cuya base de amor no sea el respeto y la libertad de amar cuando y como uno sabe hacerlo, así como  la mutua e indeclinable solidaridad y lealtad integral. Por eso, por todo eso, lucho y lucharé siempre por la igualdad de género de la mujer. Quizás por qué no tengo ningún temor sino gran orgullo, de que ellas sean, en mucho, mejores que nosotros los hombres.

Estoy seguro, sin ninguna duda, que el mundo cambió para bien aceleradamente desde los años sesenta del Siglo pasado, cuando la mujer decidió incorporarse de verdad y con todos los hierros, a los retos que la vida ofrecía a sus habitantes, dispuesta a demostrar que para la intelectualidad, trabajo y cuidado del mundo, no existe diferencia de género, sino limitación inducida de oportunidades que, venturosamente, para bien de la humanidad, todos los días serán  menores.

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EL MUNDO DANDO VUELTAS

Me entristece y perturba, pero no me asombra, cuando observo en el panorama nacional  la ausencia de solidaridad humana y la insensibilidad, que parecen haberse apoderad o de muchos de  mis hermanos venezolanos. Los medios de comunicación masiva nos anuncian que:  “… una madre  asesinó sus hijos y los congeló en una nevera…”; “…aparece una chica descuartizada…”; “un hijo mata a sus padres y luego se tira por el balcón de su apartamento…”, y todos los días aparece un caso nuevo desgarrador y horripilante. ¿Qué podemos hacer ante tanta barbarie, insensibilidad y muerte, para no terminar enfermos de dolor y angustia? Creo que como ciudadanos comunes y corrientes, desde el punto de vista de atacar fácticamente el problema, debemos colaborar sin miedo informando a las autoridades de lo que conozcamos en cada caso; asimismo, además de extremar nuestros cuidados personales, estar alertas para avisar sobre cualquier actitud sospechosa, ruido extraño, grito de auxilio o ayuda que escuchásemos.

Respecto de nuestra salud mental, al menos en mi caso he optado por convencerme de que estamos viviendo un nuevo y especial tiempo. Siento que, como nos lo enseña la historia,  cada era tiene sus características propias, especialmente en sus inicios. Estamos comenzando un nuevo Siglo y un Milenio al mismo tiempo, situación que sólo se da cada mil años. Esto es, que el mundo está dando a luz una nueva era, cuando de una u otra manera los valores comienzan a cambiar, sobreponerse y extrapolarse. Esta situación requiere de valor para aceptar los cambios sin aterrarnos, manteniendo sin embargo nuestros principios y valores, ya que esta situación anómala no sólo  se produce en Venezuela, sino en el mundo entero; basta leer los periódicos y sites de web internacionales, para evidenciar tal aseveración. Si aceptamos los cambios como algo de la época, no nos afectarán  más de la cuenta, porque son indefectibles.

Mi escudo mental frente a esta situación agobiante es mi fe en Dios y en que siempre, independiente de la circunstancia, el bien vence al mal. Jesús de Nazaret expresaba, en más o menos las siguientes palabras, que: “Mi Padre sabe mejor que tú lo que te conviene antes de que tú lo pienses.”; por tanto, si tengo fe en que El conoce nuestras necesidades, y siendo la más importante para vivir  la protección de nuestra persona física, entonces,  como se escribe en los Evangelios: Si Dios está conmigo… ¿A quién temeré?

 

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SOLILOQUIO

FODO DEL CIELO

La bruma fresca, acogedora… amiga, sobre mi cara con su sensación especial de abandono, de flotar sobre la brisa, por encima del mundo…real; de sus pequeñeces, que hacen gigantes quienes no comprenden lo elemental, sencillo y fácil de… vivir. Mi cuerpo astral volando sobre el pasto, montañas, el suave mar; y las mariposas, saltamontes y otros insectos, en arrullo casi inaudible pero sonoro… tierno, dando gracias a Dios por esos segundos que, eran una nueva sensación de vida, en ese espacio eterno de milésimas de segundo que, ocasionalmente, abre nuestra mente y alma, a una dimensión que vive con nosotros y no acabamos de percibir… dónde.
¿Dónde andaba? ¿En las altas colinas de Aspen observando con deleite el amarillento color de las hojas de otoño, que en cascada dan su más hermoso tributo de adiós al valle, entregando con amor su vida, para dar nueva… vida? O… ¿Sobre la cima de una gigantesca palmera perdida en el mar de los Sargazos, donde las aves marinas, con sus alas en acto de oración llegan… de no sé dónde?
No sé si era una visión o un sueño, nacido de la urgencia de mi alma de escapar de esa angustiosa diatriba dolorosa de todos los días, donde las muchas bendiciones de Dios transforman en algo banal, mientras las pocas carencias agigantan en la mente de los incrédulos, negativos, sin fe ni esperanza, que no entienden que el tiempo de Dios es perfecto y que sólo El sabe lo que realmente nos conviene en cada momento.
El canto de las aves, el grito de los niños y un patinador que casi me atropella en mi diaria caminata por el parque me sacaron de mi fantasía. No dormía, ni soñaba; sólo mi mente, por esa rendija imperceptible que cada 25 segundos abre nuestra mente, escapaba a otra dimensión, donde todo es más liviano, simple, menos… complejo; y lo vives, sin tiempo ni espacio.
Al volver a la realidad, todo estaba más claro, más alegre, más fresco, más amigable… más humano. El pasto mojado del camino con su olor de invierno; la mirada relajada y segura de los ancianos… que lo han visto todo; las parejas tomadas de las manos, viviendo su propio sueño; y los niños con sus pelotas sin temor a perderlas, me rotulaban un nuevo mundo: mi mundo, el verdadero, sugerente, esperanzador; el que quiero vivir y… viviré siempre.

 

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RUPTURA DE PAREJA

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¿Por qué se rompe el vínculo de Pareja?

Para quienes hemos mantenido una feliz pareja durante varias décadas, el rompimiento de las que hemos personalmente conocido, en la mayoría de los casos ha sido injustificado, dada la importancia de la relación. La separación conlleva la muerte de hermosos sueños, inversión de tiempo en cuidados, sacrificios y ambiciosos proyectos, que desaparecen o se quedan en el aire.
Cuando además ya existe descendencia, entonces la situación se hace mucho más grave y casi trágica; pues si no se trata de dos personas maduras, inteligentes y suficientemente generosas para mantener una buena relación luego del evento, la separación pudiera afectar más a los hijos que a los mismos integrantes de la pareja disuelta.

Lo más triste es que, en el más alto porcentaje, el rompimiento tiene su origen en desavenencias hasta cierto punto pueril o solucionables mediante el respetuoso trato y comprensión del problema, que casi siempre nada tendrían que ver con situaciones realmente graves, que justificaren la disolución del vínculo que los une.
Es muy poca la incidencia de los denominados “motivos graves”, como infidelidad sexual, adicción a drogas, intento o corrupción del cónyuge a los hijos, o condena a presidio por varios años. Casi todos los casos abren y cierran su ciclo con situaciones de mala comunicación, incomprensión, desconsideración, desatención, falta de solidaridad, aburrimiento o rutina; pero sin duda, solucionables. Uno de los más significativos factores que concurren para lograr la ruptura, lo es la falta de reconocimiento mutuo a la labor e iniciativa de los integrantes de la pareja en su vida cotidiana.

En el ejercicio de asesores familiares verificamos que, en la casi totalidad de los casos, era la acumulación de situaciones inconvenientes -pero no graves- lo que producía o hacía más conflictivas tales desavenencias. Determinamos que la mayor frustración se producía por la indiferencia de una parte a los esfuerzos en pro de la satisfacción o beneficio del otro miembro y/o de la relación, con respecto a la atención, dedicación, cuidado, lealtad y sinceridad aportados; incluidos dentro de tales esfuerzos el cuidado personal para agradar a su cónyuge, así como aquellos necesarios para mantener esa magia que genera una relación sexual activa, emocionante y solidaria.

El final llegaba cuando los miembros olvidaban que la pareja surge, cuando se decide dejar la soltería para unir destinos a alguien que se ama, pero de quien se espera apoyo mutuo, respeto, buena comunicación, solidaridad, lealtad, comprensión, aceptación, y de tal manera procurarse una vida más fácil, emocionante, edificante y feliz. Cuando no se dan estos factores, surge progresivamente el desencanto; el cual si no se ataca efectivamente con elementos de renovación de esos sentimientos desmejorados, el sentimiento de frustración suele ser progresivo y termina por ser insoportable.

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NUESTRA VOZ INTERIOR ES NUESTRO MEJOR ALIADO… SIEMPRE


HOMBRE PENSATIVO I

 En alguna parte leí sobre el consejo que un sabio búho daba a una joven encina, que estaba triste porque no producía flores ni frutos  “No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas…Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.” Con esta apropiada reflexión la encina entendió que ella no había sido creada sino para ser un árbol gigante, frondoso, hermoso y ello era muy importante porque daba la sombra necesaria para el descanso del viajero, que luego podría continuar su camino. Esta sencilla anécdota podría aplicarse de forma didáctica a miles de seres humanos que,   por no conocerse a sí mismos y escuchar su voz interior, que les indica su increíble valor como individualidad,  viven estresados y hasta perturbados, por no tener las cualidades físicas o mentales, condiciones económicas,  actividad social o poder político de otras personas.

El hecho de que somos  individuales y diversos, es la base para que nadie pueda sentirse de alguna manera desmejorado frente a otro ser humano de diferente condición. La sabiduría de esa fuerza energética extraordinaria e infinita que se llama Dios, al regalarnos esa individualidad y diversidad, nos dotó de un invalorable tesoro. Una de las ventajas derivadas de tales características es que, en una sociedad tan compleja como la actual, tanta importancia tiene el profesional de la salud como el que recoge la basura, que produce  enfermedades. Asimismo, es comparable en cuanto a recreación, un buen músico,  un buen deportista o artista;  y soporta el control de  la economía, igual un contador,  un vendedor, fabricante o la cajera de un supermercado.

Al ser individuales y estar satisfactoriamente conscientes de ello, adicionando el libre albedrío y el estado de ánimo, que también habitan nuestra interioridad, no es razonable ni entendible el malsano y dañino sentimiento de la envidia;  porque todos somos necesarios  por útiles en la comunidad organizada. De hecho, si no existiera el zapatero, el abogado, el médico y el diplomático, andarían descalzos y si  algunas personas no se dedicaran a la  agricultura, la pesca y la ganadería, nuestra salud decaería al punto de que moriríamos de inanición.

Entonces podemos preguntarnos ¿Quién o qué actividad es más importante en la sociedad actual? ¿Es quizás más importante el soldado que el maestro de escuela? No, de ninguna manera, todos somos parte importante de esa maquinaria que hemos denominado sociedad organizada. El o la dirigente política es tan importante como los que eligen; el que confecciona la ropa es tan importante como el que la adquiere; el que edita el periódico como quienes lo leen, etc. Nuestra naturaleza gregaria nos hace hormigas de la misma cueva,  donde cada uno es una parte substancial y necesaria, independiente de su posición o condición personal; y esto no deberíamos olvidarlo en ningún momento de nuestra existencia.

 

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