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Archive for the ‘PASADO’ Category

A CIERTA EDAD

YO (ANTIGUO LOOK), MATT Y JENNY CON SUS HIJOS RIVER, MARCHI STORY) Hoy, leyendo sobre lo que debería sentir una mujer después de los cuarenta  años, se me ocurre escribir sobre lo que pudiésemos sentir los hombres luego de  los cincuenta; y como tengo ya cincuenta de edad más veinticinco de experiencia, puedo escribir con suficiente cualidad sobre lo que un hombre  siente luego de haber vivido cincuenta años. Por mi propia experiencia, cuando tuve menos de treinta quise comerme el mundo, sin considerar que, si lo lograba terminaría intoxicado de tal manera que seguramente moriría. De los treinta  a los cincuenta entendí que sólo me correspondía una parte de él, precisamente la que me convenía, y por tanto, luché duramente durante ese período, trabajando al lado de esa maravillosa compañera de viaje largo que me regaló Dios: mi nunca suficientemente reconocida y amada esposa. Como resultado del estudio, el tesón, la positividad, la diligencia, la confianza en mí, en la gente y el trabajo en equipo, logré en ese período encontrar una buena parte de mi meta, quizás la más importante que llenó mi espíritu: mi bella familia integrada por mi esposa,  dos hijos y tres hijas, a quienes pude dar  una buena vida en general, incluida su educación universitaria y su formación académica complementaria en el Exterior.
Luego de los cincuenta años, habiendo vivido intensamente cada uno de mis pasos por este mundo, he entendido plenamente que no hay edad especial para ser felices, porque toda edad es buena para el solaz, la plenitud y… el amor; especialmente, porque estas tres maravillosas sensaciones únicamente podemos sentirlas, y eso es algo que nadie puede hacer por nosotros, pero tampoco nadie puede evitar que lo experimentemos. En este período aprendí que no somos ni mejores ni peores que nadie, sino simplemente seres humanos con virtudes y defectos, por lo tanto debemos aceptar gustosamente, que quienes habitan con  nosotros en la intimidad o fuera de ella, sean simplemente seres  humanos con las mismas virtudes y defectos, así como  con las miserias humanas que llevamos dentro, cuales la mayor parte de nuestra vida estamos tratando de contener.
Aprendí también que es mucho mayor la cantidad de gente buena que la mala y que éstas últimas, en su mayoría, son producto de la  inapropiada formación, incomprensión, mal ejemplo y falta de amor de quienes los formaron, pero que también la sociedad no hizo mucho por comprender sus inquietudes, frustraciones y… soledad, por lo cual dejaron de creer en la bondad de sus hermanos humanos, y al actuar en su contra luchan contra ellos mismos, de alguna manera para castigarse, porque saben que toda acción engendra una reacción  proporcional.
Aprendí que las arrugas, el paso lento, el pelo blanco y la nostalgia, que  a los  jóvenes preocupan, no son precisamente una deshonra, vergüenza o, de alguna manera imposibles de evitar; porque  es honroso, venturoso y afortunado llegar a viejos; las arrugas y el paso lento, son como los surcos y el riego que van surgiendo con el  andar por  el camino de la vida,  los cuales, como en la agricultura, son necesarios para la buena cosecha; el pelo blanco y la nostalgia, disponemos de elementos y herramientas que  pueden evitarlos, si es que se desea, porque hay quienes disfrutan la nostalgia y se sienten muy bien con sus canas.
Finalmente, en esta etapa de la vida, aprendemos dos cosas fundamentales para concluir nuestro ciclo vital: la primera, que la mayor fortuna es la fe en Dios que nos regala la  tranquilidad espiritual, que nos permite vencer el temor, disfrutar de un buen sueño y observar con ternura  y  arrobamiento, las muchas bendiciones que El puso para nosotros sobre esta bendecida tierra; la segunda, que la única riqueza realmente necesaria, es aquella que nos suministra las cosas  básicas para una vida cómoda y nos permite disponer de todo lo que requerimos… cada día, lo cual por cierto  no requiere de esfuerzo monumental, sino de  hacer las cosas que convienen en el momento apropiado, esto es, lo que algunos por desconocer estas reglas de la vida, prefieren por comodidad calificarlo como: “tener suerte”. Como corolario, cuando tenemos como yo, una juventud prolongada que puede mantenerse tal hasta el día de nuestra partida, damos gracias a nuestros compañeros de viaje por habernos acompañado en esa ruta compartida, que fue del color que nosotros mismos supimos darle; bendecimos a nuestros descendientes quienes dejamos como semilla que germinará por siempre sobre esta madre tierra; nos convencemos que ayer es un muerto, mañana no ha nacido, por lo cual HOY es lo único que interesa; y con toda tranquilidad, felicidad y conciencia, damos gracias a Dios por haber… VIVIDO.

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YO TAMBIEN ESTUVE ALLI

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 Mirando nostálgico el programa de TV:YO ESTUVE ALLI”, me devolví a esa Venezuela de los años Sesenta y Setenta que… yo también viví, cual era diferente a la de hoy en aspectos que tenían que ver, especialmente, con la vida diaria de la mujer, los jóvenes y la moda. Fueron tiempos especiales para el mundo, cuyos efectos rebotaron en nuestro país donde su población se ubicaba, aproximadamente en un Cuarenta por Ciento en el campo y Sesenta por Ciento en la ciudad. En aquella época la juventud de ambos sexos, pero especialmente la mujer, sintieron que les negaba ser protagonistas del desarrollo en esa segunda parte del Siglo XX, que en justicia les correspondía, y decidieron romper barreras, subir muros y decirle al mundo: aquí estamos para participar buscando un nuevo rumbo y lo lograremos… para siempre. Al romper barreras también rompieron con viejos paradigmas sobre la virginidad, el divorcio, las relaciones pre matrimoniales, la sumisión de la mujer y su minusvalía frente a la Ley, y otras tantas mojigaterías que se convertían, sin ninguna justificación positiva, en una rémora para la sociedad; costumbres y manera de actuar impuestas por una sociedad formalista y farisea, en la cual para la mujer, era más importante que disfrutar de una vida feliz físico-espiritual, la apariencia, la obediencia, y… el qué dirán. 

Las mujeres, al tiempo que subían muros también subieron sus faldas, abrieron sus escotes y aumentaron su sensualidad con sus “hot pants” que, además de mostrar sus piernas, mostraron sus hombros y la comisura de sus… senos, en clara rebeldía y demostración de que no era vergonzosa la belleza, sino sensual y edificante, dos condiciones buenas tanto para la vida del hombre como de la mujer. Ese destape fue una manera valiente de demostrar su valor intrínseco personal de enfrentar la minusvalía y falta de libertad frente al hombre. Fue hacer notar que no sólo como madres y amas de casa, sino como mujeres en todo su potencial, sin su aporte integral, ni el hombre ni el mundo podrían tener un devenir feliz, porque ellas representaban la belleza de Dios sobre esta tierra y eran más del Cincuenta y Cinco por Ciento de la población mundial. Los hombres jóvenes las respaldaron y también se dejaron crecer el pelo, se tatuaron, cambiaron las botas de sus pantalones y usaron zapatos de colores, bajo la consigna de LIBERTAD, PAZ Y AMOR.

Para complementar esa gesta histórica de los jóvenes, vino en ayuda la música y surgieron Los Beatles con nuevos ritmos, nuevos gestos, vestimenta contestataria; proliferaron las discotecas, donde las muchachas asistían solas o con los novios, a bailar nuevos ritmos diferentes al baile de costumbre en un ladrillito, y no por eso dejaban de ser igualmente honestas. Los enemigos de la libertad, la mujer y la juventud, tradicionalistas y típicos mentecatos, socarrones e hipócritas, pegaron el grito en el cielo y en grandes ciudades como Nueva York y Londres, la policía apaleó y lanzó bombas lacrimógenas a esos jóvenes quienes, exigían algo que eran derechos naturales: LIBERTAD, PAZ Y AMOR. Finalmente se impuso la minifalda, los hot pants, la discoteca, la juventud y la libertad; la mujer se embarcó en una nueva vida, llenando las universidades; amó a quién y cómo quiso; salió al mercado de trabajo y empujó el desarrollo a velocidad inusitada. También terminó la horrible e injusta guerra de Vietnam, donde 50.000 jóvenes norteamericanos se quedaron sembrados para siempre en los arrozales vietnamitas. Hoy, hombres jóvenes y mujeres manejan un mundo más justo en las grandes Corporaciones, la Presidencia del Banco Mundial y de los Países más avanzados de Europa, y de los más adelantados económicamente en América Latina. Pienso que, posiblemente para el año 2016, una mujer, por primera vez, presidirá el país más grande, desarrollado y poderoso del mundo: los Estados Unidos de Norteamérica.

Todo este cambio beneficioso para la mujer, la libertad, la juventud y el mundo en general, yo también lo viví; no como los chicos en Woodstock, Londres, Caracas, Bogotá o Buenos Aires, por citar algunas grandes urbes, porque vivía en un pueblito del interior del país, era pobre y escasamente ganaba para ayudar a mi familia; pero sí leí y oí por la radio (porque allí no llegaba la televisión) la transformación que se estaba dando y di gracias a Dios, porque fui objeto de mucha injusticia en mi niñez y fue mi gran aspiración que algún día los jóvenes tuviésemos libertad, al tiempo que tenía un especial respeto y admiración por las mujeres. Doy gracias a mi Creador por haber vivido dos mundos; el segundo que aún continúo viviendo feliz, comenzó en los INOLVIDABLES AÑOS SESENTA que, al avanzar, con sus nuevos medios informáticos digitalizados, para bien de la humanidad, cambiaron el mundo.

 

 

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Diariamente escucho a personas quejosas, lamentando que tenemos muchos problemas, que la vida se ha hecho inaguantable, que los jóvenes no respetan y que los viejos son unos desvergonzados.

Y yo me digo: ¿No es acaso la vida un camino largo donde encontramos escollos, baches, colinas y acantilados que debemos superar? Pero… ¿No es también un sendero donde crecen flores y donde al lado de todas las dificultades existe la belleza de vivir? Porque… luchar y vencer los inconvenientes es extraordinariamente reconfortante.

Asimismo, al tiempo que por una parte encontramos asuntos que pudieran ser difíciles de resolver, en ese mismo sendero también transita el amor, la familia, la  amistad y la solidaridad humana, que son el premio y la razón de existir.

No es cierto que el presente sea peor que el ayer o que el futuro vaya a ser mejor. Sucede que las gentes actúan de forma diferente, porque  como el mundo gira y rota, su sinergia y dinamismo afectan la conducta humana.

El sentido de los valores corresponde a un tiempo y un espacio determinado; por lo cual no acepto la conseja de que la gente de ayer fue mejor que la de hoy o que la de mañana será mejor que la actual, porque  los conceptos de la vida y de las cosas, varían con el devenir de los acontecimientos.

No existió antes más justicia o el mundo fue mejor que hoy, sino que fue diferente. Es que nada fue más injusto que la esclavitud ni más terrible que los genocidios de la Segunda Guerra Mundial, situaciones que hoy  ya no ocurren.

 La extraordinaria pobreza y exclusión de la mayoría de la población, así como la inquisición en la Edad Media, fueron superiores a cualquier mal de hoy.

Lo importante es ubicarse en el presente, donde todos los días encontramos oportunidades para ser y hacer cosas buenas para nosotros y nuestros semejantes.

Nuestro mundo, siempre ha sido y será más o menos lo mismo; en el caben  holgadamente el amor y el odio, el bien y el mal; a cada uno corresponde tomar la opción: la de los optimistas que ven en cada circunstancia una oportunidad  para ser felices, o de los pesimistas que en todo evento encuentran una fuente de  temor. Los primeros serán felices, pero los segundos perderán un precioso tiempo para disfrutar la vida, que ya jamás podrán recuperar.

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“EL PASADO ES UN MUERTO Y DEBE PERMANECER BAJO LA TUMBA”

En los problemas de pareja, paradójicamente, el factor constante de perturbación no lo representa las situaciones que sufren en la actualidad, sino aquellos eventos que se sucedieron en el pasado, sobre los cuales no es posible hacer nada pero que continúan atormentándoles, precisamente porque no han sabido cerrar la puerta al pasado.

El pasado es un muerto y los muertos deben permanecer en el cementerio. El pasado no corresponde a un tiempo específico, sino que se trata del que no es actual; vale decir, todo lo que sucedió hace un segundo, ya es pasado y nada se puede hacer por cambiarlo.

Lo más que debemos hacer por el pasado es recordar los bellos momentos. La vida tiene tantas cosas bellas que disfrutar, sin que sepamos hasta cuándo, que es un desperdicio dedicarle parte de nuestro valioso hoy a un tiempo que se fue, pudiendo consagrarlo a vivir intensamente todas las muchas bendiciones que Dios puso en este mundo para nuestra satisfacción y deleite.

Si perdimos un amor, no nos comprendieron, engañaron o agraviaron, nada nos beneficia recordarlo, sino por el contrario, debemos olvidarlo. No importa cuanto tiempo pudimos amar, lo importante fue que amamos, y amar siempre ha sido un privilegio. Es lo bello del amor lo que debemos recordar. El amor, simplemente se vive, se disfruta intensamente y con fruición; y esa maravillosa sensación es algo que ya jamás nadie podrá quitarnos.

Si no cerramos la puerta del pasado a los recuerdos negativos, no podremos mantener el alma limpia y preparada para el nuevo amor que vendrá, que por regla general será más emocionante y pleno. De hecho la hermana gemela del pasado es la nostalgia, cual desvirtúa los eventos sucedidos, con riesgo a hacernos perder la perspectiva de la realidad.

Sabemos de todo el amor y la ternura que somos capaces de dar. Si alguien no nos quiere, pues se lo pierde. Es con optimismo, con fe y confianza en nuestras realizaciones como viviremos nuestro hoy y construiremos nuestro futuro. Todos los días crecemos espiritualmente y por eso somos una buena opción para quien quiera compartir felicidad.

En este camino de la vida, alguien viene en sentido contrario buscando lo mismo que nosotros; más temprano que tarde nos encontraremos y el amor que nunca muere, renacerá; seremos felices en nuestro hoy, y en el mañana, si es que llega. Entonces… ¿Qué razón tendría recordar lo malo del ayer?

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OTEANDO EL HORIZONTE

Desde la atalaya de la edad transcurrida, con sus días y noches suavemente desgajadas sobre el césped siempre fresco del amor, cuando el radiante día lucha con el ocaso para continuar diciendo… brilla, brilla sol porque aún hay tiempo, para que no sea noche definitiva, es momento oportuno para mirar hacia atrás y preguntarse:

Cómo he vivido?

Es como la hora de la verdad, porque no puedes engañarte o mentirte a tí mismo. Si comprendiste a tiempo que el color y sabor de tu existencia no vino determinado al nacer, sino que correspondería a tu creatividad y capacidad de disfrute, habrás vivido más momentos felices que infelices.

Si asimilaste que lo normal debe ser la felicidad, el amor, la generosidad y la alegría, pero no la tristeza, el odio, el egoísmo o la envidia; que nacimos para crear y transformar las cosas buenas en mejores, pero no para destruir o temer emprender proyectos ambiciosos de transformaciones positivas; que aunque no tenemos mucha fuerza física, sí disponemos de razón e inteligencia, mucho más importantes para una existencia edificante; que somos la obra más acabada de Dios, y por tanto, todo podemos resistir y a nada debemos temer; que debemos olvidar los agravios y hacer eternos los agradecimientos; que aunque nuestro tiempo sobre esta tierra es breve, es suficiente para vivirlo intensamente, el ayer debió ser bueno y el mañana promisorio.

Es bien sencillo: se trata de la bipolaridad que afecta las circunstancias de nuestra vida, y especialmente, los valores sobre los cuales fundamentamos nuestras actuaciones. Todo evento o circunstancia, tiene un altísimo contenido psíquico conforme a nuestra óptica de la vida; por lo cual, su resultado final no va a derivarse del suceso mismo, sino de la trascendencia que le demos. Así, cualquier error o tropiezo, puede ser formativo o beneficioso a otra área o sector de nuestra vida, como cualquier acierto pudiera afectar negativamente alguna otra actividad.

El secreto para ser felices no es conocerlo todo, es aprender lo necesario. Si hacemos del amor nuestra línea básica de acción, nunca ocasionaremos ni nos haremos daño; si contamos y disfrutamos de tantas bendiciones que existen a nuestro alcance, jamás le daremos trascendencia a nuestras carencias; si vivimos intensamente cada minuto de nuestra existencia, no necesitaremos más del que Dios ha dispuesto para realizarnos física y espiritualmente. Estaremos satisfechos y en paz con nosotros mismos, daremos gracias y eso es… haber vivido.

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«SI ALGO PUEDO HACER POR MAÑANA, ES HACER LAS COSAS BIEN HOY.»

6smjpg1Una anotación bíblica establece que lo que va a ser ya es y lo que es ya fue… porque…no hay nada nuevo bajo el sol… Esto tiene que ver con pasado y futuro, dos instancias de tiempo que, injustificadamente, intranquilizan a la mayoría de las personas, quienes preocupados por el pasado -que no se puede remendar- o el futuro -que no se puede prever- descuidan disfrutar del hoy, que es lo único sobre lo cual podemos ejercer algún control.

Referiré para mis lectores mi opinión sobre eso que denominan el futuro, cual por cierto a mi me tiene sin cuidado; entre otros aspectos, porque nada me puede asegurar que llegue para mì y por tanto, de haberme preocupado, habría perdido un tiempo precioso, en vez de haberlo invertido disfrutando mi hoy.

Ese cacareado futuro está aquí, simplemente es hoy. No hay otro tiempo que no sea el de este día que vivimos. En un acto de praxis elemental, si quiere comprobar mi teoría, tome su reloj y mire la hora durante el tiempo que quiera, a ver cuando es mañana. Se encontrará con que a la una, o a las doce, o a la hora que usted quiera, siempre será hoy.

El futuro es una ficción mental sobre algo incierto e imprevisible; por eso no debe preocuparnos. Si usted me acompaña en esta forma de pensar disfrutará integralmente de todas las muchas bendiciones que existen para nosotros sobre esta tierra, sin preocupaciones por el mañana. El amor, el estudio, el trabajo, el arte, los alimentos, y en general, la satisfacción de nuestros sentidos, será más plena en la medida en que le eliminemos preocupaciones innecesarias, como aquellas por un mañana (futuro) que ni siquiera sabemos si llegará para nosotros.

En este asunto de no preocuparme por mañana, como en todo en mi vida, sigo a Jesús que como hijo predilecto de Dios era sabio; Él lo conocía muy bien y por eso enseñaba: «… el día de mañana traerá su propia preocupación… basta a cada día su mal.»

Sigo al pie de la letra ese concejo de Jesús. Desde que despierto hasta que me duermo nuevamente vivo intensamente, con fruición cada momento, sin permitir cargar lo que pudiera ser a lo que realmente es.

Próxima Entrega: JERARQUIZACIÒN DEL TIEMPO.

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     Nos sentimos vivos porque percibimos mediante nuestros sentidos un medio ambiente que nos circunda. Pero¿Qué sucede cuando por cualquier circunstancia nuestros sentidos no están activados y en consecuencia conscientemente no perciben nada? Pues no se que sucederá con los demás, pero en mi caso me ha resultado muy sano admitir que vivo únicamente veinticuatro horas. Esa es la extensión de mi vida real: consciente o inconsciente sólo vivo 24 horas.

     Nos sentimos vivos porque percibimos mediante los sentidos un medio ambiente que nos circunda. Pero ¿Qué sucede cuando por cualquier circunstancia nuestros sentidos no están activados y en consecuencia conscientemente no perciben nada?Pues no se que sucederá con los demás, pero en mi caso me ha resultado muy sano admitir que vivo únicamente veinticuatro horas. Esa es la extensión de mi vida real: consciente o inconsciente sólo vivo 24 horas. Muero cuando en las noches me vence el sueño, porque mientras estoy dormido no oigo, no veo, no hablo… no estoy consciente; y al no percibir el medio que me circunda, de alguna manera estoy en otra vida que no es esta de todos los días. Nazco o resucito al despertarme a un nuevo día. Entonces anticipo mis gracias a Dios por esas nuevas veinticuatro incomparables horas de vida que viviré, durante las cuales no tengo ninguna duda que Él estará conmigo. Y ciertamente, las vivo muy feliz.Quizás por eso será que no me pesan los veinticuatro mil noventa períodos de veinticuatro horas que he acumulado en mi vida.

     Para mí cada día es un evento maravilloso, porque no representa vivir veinticuatro horas más, sino vivir una vida más. Ahora bien, como mi vida es tan corta no me puedo dar el lujo de desperdiciarla, como pudieran hacerlo quienes viven contando períodos tan largos como los de siete mil setecientas sesenta horas que representa cada año, que es como decir que acumulan cada año trescientas sesenta y cinco vidas de las que yo vivo. De tal manera, estoy obligado a ponerle a cada una de mis vivencias el toque mágico que las convierte de normales en especiales, y ciertamente lo logro. Así, en mi corto lapso de vida la sonrisa de un niño toma una dimensión extraordinaria; el apretón de manos, un abrazo, un beso o la palabra amor, son simplemente espectaculares y las disfruto con fruición. El canto de los pájaros, el ruido del agua de las fuentes y la caricia de la brisa mañanera sobre mi cara, las atesoro como si fuera la última oportunidad de sentirlas. El agua, los alimentos que ingiero y los paisajes que observan mis ojos, los bendigo como algo especialísimo que Dios me regala sin preguntarme si los merezco o no.

     No hay cosa o situación que en ese corto período experimente, que para mí no tenga un motivo de alegría.Bajo esa consideración especial de lo efímero de mi vida, que es lo único que es realmente mío, no permito de ninguna manera ni por ningún concepto, que nada ni nadie perturbe mi sensación de deleite. En obsequio de lo cual, no acepto que el pasado, que para mí es un muerto y por el cual nada se puede hacer, afecte mi maravilloso día de hoy.Tampoco considero ningún argumento que tenga que ver con el futuro. Entre otras cosas, porque el que vive veinticuatro horas como yo, para su propia tranquilidad no tiene que preocuparse de algo que nunca tendrá: futuro. Mi especial condición me mantiene a salvo de esa fuente generadora de preocupaciones como es el no conocer que sucederá mañana que afecta a los demás seres humanos, por cierto, sin saber siquiera si para ellos llegará.

     De todas maneras, por mi naturaleza imperfecta, en cualquier oportunidad que intento comportarme como un ser humano normal, de esos que viven por años y les preocupa el futuro, termino concluyendo que de cualquier modo el futuro es un evento absolutamente imprevisible e incierto, que se parece a la muerte porque no se sabe como ni cuando llegará; pero como me he acostumbrado a que todas las noches me acuesto y convivo con ella durante el sueño, por lo cual la conozco muy bien, pues ya la muerte tampoco me preocupa.Sin embargo, a veces dentro del mundo de las especulaciones pienso: si me preocupara el futuro yo no tendría ningún problema, porque lo único que se puede hacer por el futuro es hacer las cosas bien hoy, y eso no debería ser una excepción del comportamiento humano, sino la regla; para terminar aceptando que lo mejor que me ha podido pasar, es ser un ser anormal que sólo vive veinticuatro horas.

     Por otra parte, esta particular forma de ver mi corta vida me obliga a reflexionar sobre el hecho de que, ciertamente somos nosotros y nadie más quien le da color, sabor, magia, fantasía y trascendencia a las cosas que nos suceden. Pero lo más importante de mi deducción es la certeza de que es dentro de nosotros mismos y no afuera, donde se produce esa operación mental e intelectual que causa este fenómeno tan interesante que es la felicidad. La otra conclusión interesante que me ha regalado mi concepción filosófica de corta vida, es que si como es cierto soy yo el que le da los matices de beneficio o perjuicio a lo que hago o me acontece, y que eso se produce en mi ser interior, pues entonces estoy a salvo de cualquier eventualidad dañosa que venga del exterior y que pudiera afectar mi felicidad, porque al fin y al cabo, soy yo el que decide su nivel de afectación, y ni tonto que fuera para darle un matiz negativo.

     Pudiera ser que muchas personas no entiendan esta forma particular de ver la vida, porque pareciera lógico que más que vivir un día, aspiren a vivir muchos días. Es posible que eso sea lo razonable en un mundo de personas normales –grupo al cual para mi bien yo no pertenezco. Por tanto, me imagino que cuando lean estas reflexiones no solamente no estén de acuerdo con ellas, sino que hasta me pongan el apodo de “hombre de un solo día”, lo cual pudiera ser que no me haga muy feliz porque tengo mi nombre propio.Pero de lo que sí estoy absolutamente convencido es que prefiero vivir veinticuatro horas felices, que muchos días, meses y años con la permanente preocupación de lo que me dejó ayer o me traerá un mañana, que ni siquiera puedo saber si llegará para mí. Así que correré el riesgo de que cuando me vean por la calle, socarronamente y con una sonrisita burlona, en voz baja digan: ahí va el “hombre de un solo un día.”

Próxima Entrega: EL TEMOR… ENEMIGO NÙMERO UNO

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