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Archive for the ‘AÑOS PERDIDOS’ Category

pareja...pareja de ancianos

Como en una oportunidad comentara Lin Yutang, admiramos y amamos los monumentos viejos; mientras más antiguos, más admiración y amor. ¿Pero sucede lo mismo con  los seres humanos? Pareciera que no.

De hecho, en estos tiempos, nuestros ancianos no son considerados con el respeto debido a su edad, experiencia y sabiduría, que les dejaron los años. No soy Matusalén ni me considero un anciano porque sólo tengo 71 años, pero cuando era niño y aún joven, se respetaba y veneraba a las personas de  larga edad; se les oía con atención y respeto, se les cedía el paso y se les ayudaba de toda forma posible.

Hoy, es terrible observar la poca atención y casi desprecio que personas, especialmente las muy jóvenes, sienten hacia los ancianos. Como ejemplo, he visto una pobre anciana tratar de cruzar la calle en medio de varios jóvenes y ninguno se preocupó de ayudarla, no obstante que el semáforo estaba en amarillo.

Pareciera que las personas jóvenes olvidaran que la juventud como la belleza son pasajeras, pero que indefectiblemente, si tienen la suerte de sobrevivir, acumularán años que podrán hacerles sentirse “viejos”; ya que, como es cierto, sólo  es “viejo” no quien acumula años sino quien así se siente.

Cuando observo a mis colegas de edad avanzada, la mayoría con esa mirada reposada, actitud tranquila y amable, que da el haber experimentado los muchos eventos y altibajos que se producen cuando se han superado varias décadas, pienso que los jóvenes desperdician el conocer por boca de ellos esas experiencias, que, quizás, en el futuro pudieran evitarles graves inconvenientes.

El  colmo de esta paradoja horrible lo observamos en los pensionados del Seguro Social. Estos ancianos trabajaron durante muchos años y ayudaron a construir este País que las nuevas generaciones casi han destruido. Los he visto con muletas, con andaderas y con sillitas portátiles, haciendo largas colas bajo el sol a las puertas de los bancos, para cobrar lo que no es una dádiva ni un regalo, sino  el retorno de lo que ellos aportaron de sus sueldos durante muchos años.

Soy feliz, aún sufriendo de un cáncer que me tuvo cinco meses entre la vida y la muerte, porque sé que haber alcanzado mi edad, creado una bella familia, sido de utilidad para los demás  y haber logrado muchos amigos,  ha sido una hermosa aventura que ojalá quienes desprecien a los “viejos” pudieran  alcanzar.

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No se trata de un mal sueño o pesadilla, una novela de terror o algo que suceda a miles de kilómetros de distancia; es una realidad horrible aquí, en nuestra propia ciudad… todos los días.  Son  niños y jóvenes  que vemos en nuestras calles; o aquellos que nunca miramos porque viven en ese mundo cercano, pero invisible para nosotros, que subyace oculto en los cordones de miseria que circundan nuestra ciudad.

Cuando leo que más del 70% de los asesinados, homicidas o sicarios, indistintamente, en su mayoría se ubican entre 14 y 18 años, siento que un frío recorre mi espina dorsal y no sé si es angustia, dolor, tristeza, frustración, terror, desolación o… impotencia.

Los padres sabemos, porque lo vivimos, que amamos los hijos “con el corazón dentro y las tripas afuera” como predicara Andrés Eloy Blanco; y de alguna manera, todos los hijos son… nuestros hijos.

Frente a este dantesco panorama corresponde preguntarnos:

¿Qué sucedió con ellos?

 ¿Cuál es el nivel de culpa de los padres en su comportamiento?

Creo que los padres, conforme actuemos frente a nuestros hijos, podremos hacer de ellos hombres de bien, exitosos o… perdedores.

En mucho, el destino de los hijos lo marca la formación hogareña. Sin que fuere la única causa, algunos padres, para evitarles sinsabores y tropiezos, no les dejan conocer la realidad de la vida diaria del hogar y los hacen desentendidos, insensibles, desconsiderados, ingratos, irrespetuosos,  dependientes e… inútiles.

Aprender el valor de las cosas; que todo lo recibido amerita esfuerzo; que los recursos no caen del cielo sino del duro trabajo de los padres; que deben priorizarse las necesidades porque no alcanza para todo, son enseñanzas que evitan la conducta  displicente y desentendida con los padres, evitando que se acostumbren a una vida fácil, cual cuando dejen el hogar no podrán satisfacerse por sí mismos con los medios normales y caerán en el facilismo, y quizás en la delincuencia.

El mejor blindaje que podemos dar a nuestros  hijos para enfrentar un futuro desconocido e imprevisible -donde ya no podrán contar con nuestra ayuda- lo constituye los principios y valores familiares de rectitud, mesura, trabajo, estudio, esfuerzo, ahorro, consideración y respeto por la persona humana, siempre y cuando sean reforzados por nuestro ejemplo.

Seguramente, si esos niños y jóvenes perdidos, hubiesen tenido en su hogar la enseñanza y el ejemplo de esos principios y valores, su destino hubiese sido…  diferente.

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“Si amas dilo, repítelo, no te canses de hacerlo; porque el amor en silencio es medio amor”

Millones de personas a las puertas de la muerte, darían lo que fuere sólo por unos minutos más de vida; en ese momento, quizás por primera vez, ellos, un poco tarde, logran entender el valor de un minuto de existencia, que en esa especialísima ocasión equivaldría a una vida… más.

Asimismo, si pudiésemos consultar quienes yacen bajo la tierra, seguramente nos manifestarían su frustración por no poder corregir su mayor error mientras vivieron físicamente: haber desperdiciado minutos de felicidad. Quizás fue esto lo que nos quiso recordar Borges, cuando al final de su vida sentenció: “He cometido el mayor pecado de la vida: no he sido feliz”.

Hoy al despertar, cuando abrí mis ojos frente a una mañana radiante y al abrir mi ventana el aire, que no sabe de donde viene ni hacia donde va, en su raudo vuelo con mil sonidos y aromas diversas acarició mi cara, sentí en toda su plenitud el privilegio de poder recibir esas maravillosas sensaciones, que me prueban que aún estoy aquí, en este extraordinario mundo que Dios me dio por heredad.

Entonces sentí la necesidad de orar, de decirle a mi Padre Celestial cuanto le amo; cuanto le agradezco el haberme permitido conocer y disfrutar de la bella e incuantificable naturaleza, y muy especialmente, por haberme regalado mis hermanos humanos, que con sus altos y bajos, me han hecho protagonista de una vida, que es una hermosa aventura, la cual, si pudiera repetir, lo haría exactamente como la he vivido.

Es que sólo respirar ya es una experiencia indefinible; pero amar, tener una familia, amigos, educación, trabajo, sueños, esperanzas, y la posibilidad de ser útil aunque fuere a una sola persona, son experiencias que no se pueden dejar de disfrutar con fruición.

Hay tanta gente sola, enferma física y espiritualmente, pero que tampoco tuvieron acceso a la cultura ni al conocimiento; quienes no disponen de un techo donde guarecerse, alimentación básica ni seguridad de ningún género, que estamos obligados a protegerlos y orar por ellos.

Por eso, no podemos desperdiciar ni un segundo, porque como el agua bajo los puentes pasará y no podremos recuperar ningún instante perdido.

Pero… aun hay tiempo; vaya, ponga contra su pecho a sus seres queridos, béselos, dígales y repita hasta el cansancio cuanto les ama y necesita; póngalos al rescoldo de su ternura, siémbrelos en el fondo de su alma, porque sólo allí lo acompañarán… siempre.

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«LA INFIDELIDAD SEXUAL ES PRODUCTO DE LA CIVILIZACION   Y NACIO CON LA MONOGAMIA»

pareja-relajante-habitacion-~-u18526469La infidelidad sexual es un problema que afecta de tal manera a la sociedad, que si se le diera mayor trascendencia de la que realmente tiene, se bajaría de forma peligrosa el nivel de parejas constituidas.

¿Cómo, porqué surge y se acrecienta este problema? No tiene aceptación conceptual universal, quedando al libre arbitrio del analista que se interese en el tema; personalmente, creo que la infidelidad sexual es producto de la civilización y nació con el advenimiento de la monogamia como institución social.

¿Por qué se produce en una pareja consolidada, que se aman y hasta con hijos? Respuesta inmediata, lógica y general ciertamente no la tiene, porque los seres humanos somos especulativos, diversos pero individuales, y de esa misma forma reaccionamos ante una idéntica situación o motivación, independiente de su recurrencia y/o factores de tiempo y espacio. Consecuencialmente, corresponde analizar el cómo se produce la circunstancia que desencadena el acto, porque es allí donde podemos encontrar respuestas coherentes, que nos permitan entender y prever este fenómeno social.

La infidelidad sexual no se produce como una reacción inmediata o espontánea a un evento específico, sino que es un proceso progresivo del desamor, desencanto y perturbación, que sitúa a la relación de pareja en su más bajo nivel afectivo. En la mayoría de los casos, de alguna manera, ambos tienen parte de la culpa; el actor, por no plantear a su par su situación sentimental de frustración o rechazo, y el afectado por no ser suficientemente diligente y cuidadoso, para observar la actitud y el comportamiento anormal de la otra parte, previo a la materialización del acto desleal.

Pareciera que los miembros de pareja olvidaran que, aunque no se escriba en ningún documento, el compromiso de reciprocidad amorosa y sexual lo es únicamente mientras el amor se mantenga vivo y activo; porque continuar una relación de intimidad sexual con quien que ya no se ama, es un acto de engaño y violatorio de ese pacto no escrito que fundamentó el inicio de la relación.

Lo apropiado es que en el mismo momento que se deje de amar, se manifieste la situación y se ejercite el derecho de separación, so pena de incurrir en la utilización de la otra persona como instrumento de satisfacción corporal, pero sin involucrar el amor, que hace del acto sexual en la pareja algo sublime, sagrado y profundamente espiritual.

A título de ejemplo, para mencionar uno de los factores de mayor incidencia para que algunas parejas aun no amándose permanezcan unidas, convirtiéndose en potenciales candidatos para la infidelidad sexual, lo es la necesidad legal de repartir los bienes habidos durante la unión. Así, al sacrificar el amor por los bienes, se inicia un camino largo, desagradable y… peligroso, que al hacerse inaguantable en el tiempo, lo único que logra es demorar el rompimiento, con fatales consecuencias para ambos, debido a que se produce en una etapa de la vida, cuando no obstante ser posible lograr una relación nueva, por la edad se hace más difícil.

¿Existe forma de prevenir la infidelidad sexual? Pienso que sí, en tanto y en cuanto exista buena comunicación, aceptación y respeto por la relación; ya que, si se manejan bien los factores comunicación y aceptación, plantear a tiempo la situación previa de insatisfacción que induce a buscar otra persona para llenar los vacíos vivenciales producidos, es una muestra de respeto tanto a la persona con quien se hace pareja, así como de la relación existente.

Quien ama quiere la felicidad de su amado, y como consecuencia, conociendo que su amor no es compartido por su pareja, nunca pretendería sacrificarla en aras de mantener una relación donde sólo él se satisface. De tal manera que, liberarla para que pueda rehacer su vida, además de un acto de amor sublime, puede significar la posibilidad de emprender un nuevo proyecto personal, orientado a lograr la ansiada felicidad.

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«Nuestro paso por la vida es demasiado bello y temporal para recorrerlo… solos»

Hoy, un radiante rayo de sol se coló por la persiana y me despertó antes de tiempo. A mi lado, Nancy dormía plácidamente. Me regalé unos segundo observándola y di gracias a Dios por ser un hombre realmente privilegiado. A mis 67 años no estoy solo, sino que comparto cada minuto de mi vida con mi insustituible compañera de viaje… largo. Esa que a sus 57 años de edad sigue siendo linda, entusiasta, emprendedora, alegre, tierna, respetuosa, solidaria y…feliz. Su placidez habitual al dormir no deja duda de su tranquilidad espiritual.

Ese, mi primer paisaje edificante, de un hermoso día como todos los de nuestra vida diaria, me produjo reflexión sobre cómo la decisión de hacer pareja puede incidir definitivamente en el resto de  nuestra vida, especialmente cuando, aún manteniendo nuestra capacidad productiva y el espíritu en su más alto nivel, los años indefectiblemente hacen mella en nuestro aspecto físico y la velocidad en el transcurso de los años, que produce cambios en la ideología de vida de las personas, nos alejan los interlocutores válidos, ampliando espacios a veces infranqueables, en la manera de ver la vida y las cosas, nuestras tradiciones, principios y paradigmas que rigen nuestro comportamiento.

Siento que cuando hacemos pareja con la intención determinante de que sea para siempre y la acompañamos con las acciones diarias orientada a edificar a nuestro par, mediante demostraciones de amor verdadero, respeto, ternura, aceptación, reconocimiento, buena comunicación,  solidaridad y fidelidad,  estamos asegurando no sólo la compañía para disfrutar plenamente de los muchos momentos de goce diario, sino esa placidez progresiva que va invadiendo nuestra alma, en la misma medida en que pasan los años y logramos nuestros propósitos, desarrollamos nuestros hogares, sacamos adelante nuestra familia y vemos crecer las nuevas simientes, que evitarán que con nosotros desaparezca nuestro amor sobre esta tierra.

Cuando hacemos parejas bien avenidas, el paso de los años no nos hace daño, sino que, el transcurso del tiempo se convierte en fuente de ese hacer mancomunado, que llega a convertirnos en  una sola persona, con similares intereses,  intenciones y deseos, imbricados en un equipo de trabajo y disfrute; donde ambos somos productivos y necesarios, no sólo para la subsistencia física sino para el goce físico-espiritual, combinación sin la cual no se puede lograr la felicidad integral.

Tengo la bendición de tener muchos amigos, pero al mismo tiempo la tristeza por aquellos que  no identificaron la importancia de entender los derechos, necesidades, ambiciones y justas aspiraciones de sus pares. Hoy, la mayoría de ellos, con arrepentimiento tardío, sienten que su riquezas, fama y poder no pueden compensar ni siquiera un día de amor verdadero, ternura espontánea, solidaridad sin intereses, aceptación sin condiciones; porque esas son necesidades espirituales que no pueden ser  evaluadas por  elementos tangibles ni tradicionales, pero tampoco adquiridas por medios de cambio convencionales como dinero, fama o poder, porque responden a sentimientos elevados, por encima de  nuestra propia naturaleza física.

Alguien acertadamente escribió que para estar triste no se requiere compañía. Sin duda, la mayor tristeza del hombre la produce la soledad; pero no la de ausencia de personas a su alrededor, sino aquella que se siente en el alma, cuando no hay nadie que comparta contigo íntima e integralmente, con solidaridad tus ambiciones, necesidades y realizaciones.

No hay sentimiento de seguridad comparable al que se siente, cuando en las noches de lluvia, después de un día agitado sentimos en nuestros pies el rescoldo de esas dos brasitas, que como en los cuentos de navidad, se convierten los pies de nuestra amada. Es el pago que Dios da a los hombres de buena voluntad que saben amar, respetar, aceptar, reconocer, honrar y edificar, a esa otra persona que nos escogió, en un concierto de millones de seres humanos.

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«PERDER MI LIBERTAD, NI EN JAULA DE ORO.»

En este momento no puedo controlar mi emoción  y mis lágrimas ruedan por mis mejillas, porque siento, no que quince secuestrados vuelven de la selva, sino que media humanidad vuelve a la vida.

Bienvenida Ingrid y tus valientes y sacrificados compañeros a la libertad que nunca perdieron, porque las personas como ustedes pueden coartarles su libertad, pero nunca ni bajo ninguna circunstancia la pierden.

Bienvenidos al ejercicio pleno de su libertad tú y tus valientes compañeros,  a quienes en mala hora les fue intentado arrebatárselas, por esos seres humanos enfermos de odio y de frustración, que perdieron la sensibilidad mínima que nos hace diferentes a los entes irracionales.

No creo que se pueda medir el dolor, la desesperación y la frustración experimentados por ustedes y sus familias por esta larga y dolorosa ausencia, durante tanto tiempo. Agravada por ola convicción de que se produjo por el único hecho de haber ejercido su derecho a disentir en tu caso, y a ejercer sus actividades legítimas en el de a tus otros  acompañantes.  Pero si se puede predicar sobre la angustia, la desesperación y la desolación de más de media humanidad, que estuvimos pendientes y orando por que se diera este evento libertador que al final ha llegado.

No existe forma de compensar esos años perdidos; pero si de algo sirve, debo reflexionar sobre el hecho de que, ese sacrificio involuntario e injustificado de ustedes, de alguna manera ha servido para que el mundo reflexione y entienda la necesidad de atacar por todos los flancos posibles al terrorismo.

Nunca nadie, ninguna individualidad u organización multilateral o mundial, aun disponiendo de los mayores recursos, hubieran podido asestar un  golpe tan contundente y certero a ese cáncer social de estos últimos años  en que se ha convertido el terrorismo. Para el terrorismo, al menos en Colombia, desde ahora en adelante existirán dos épocas: antes, cundo campeaban impunemente por el País, y después de la liberación de Ingrid Betancourt, cuando en todas partes encontrarán rechazo, persecución y… muerte.

Desde aquí Houston TX, lejos de mi país Venezuela que es hermano especialísimo de Colombia, quiero dar gracias a mi padre Celestial porque oyó tantas oraciones, que como las mías y las de mi familia, no cejamos en pedir esa libertad que hoy, además de hacer justicia, agrega un triunfo bien  merecido al Gobierno Colombiano.

Dios los bendiga y bendiga por siempre la paz, la concordia y la armonía, que son indispensables para lograr para nuestra realización material y espiritual como seres humanos, especie de  hormigas de esa gigantesca cueva que es este mundo, que nuestro Padre Celestial nos dio por heredad.

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