
Nunca he dudado que lo trascendente en nuestra vida, además de ser elemental no es material; nace y se desarrolla dentro de nosotros mismos; por tanto, esto de quedarse en casa más tiempo, de oír menos ruidos, de evitar visitas, compartir con mayor inmediatez con nuestras personas amadas, más me parece una corona que un virus. Es que ya por un virus o por lo que fuere, no me afecta ni debería afectar gravemente a nadie, el transitar más despacio este camino de la vida. Por lo contrario, nos da más espacio para meditar, orar y amar; cual es lo máximo que podemos hacer por nosotros y nuestras personas más queridas.
Adicionalmente, según información de la NASA, en menos de un mes de la paralización del mundo por la cuarentena impuesta por el Corona Virus, la temperatura global bajó más de un grado, la contaminación de Dióxido de Carbono descendió a nivel de cuatro décadas atrás y el agujero de la capa de Ozono en la atmósfera, se redujo a un tercio; las grandes ciudades despejaron sus cielos del asqueroso smog que las cubría por el monóxido de carbono y humo de las fábricas, así como que muchas especies -siempre escondiéndose de su depredador el hombre- salieron a disfrutar de su propio y natural hábitat, cual nunca debimos negarles; tenemos que reflexionar y aceptar que muchas o algunas cosas no las estamos haciendo bien y pudiera ser que un mundo desarrollista en función de la riqueza y no del hombre, por fin entienda su propio y desastroso destino, si no cambia su manera de ver la vida y las cosas.
Independiente de la condición de Riqueza, que con tanto esfuerzo y sin muchos miramientos alguien haya acumulado; del Poder Político que se logre, algunas veces sobre el cadáver de los adversarios menos fuertes o más desvalidos; o la Fama que se adquiere, a costa de un Marketing costoso e inmoral; aún disponiéndose de alguno de ellos o de todos estos factores, seguimos siendo exacta e igualmente vulnerables frente a un peligroso Virus, que el mismo hombre creó sin medir sus consecuencias frente a su propia gente y al ambiente, pero que tampoco llega a entender bien. Sin duda, tenemos que aceptar que lo único valioso y permanente de que, como seres humanos disponemos, por cierto gratuitamente, es Dios, el Amor, la Tranquilidad Espiritual, la Solidaridad Humana y la Utilidad que podamos brindar a nuestros congéneres, para llegar al fin más preciado: LA FELICIDAD. Por cierto, todos estos elementos mencionados son: físicamente indetectables y económicamente invalorables, porque desde el punto de vista humano, simplemente disponemos de sentimientos, intuición y presentimientos heredados de Dios, cuya esencia es Omnipresente, por lo cual no pueden ser determinados o detectados por nuestros cinco sentidos conocidos.
Surgen como consecuencia de lo analizado algunas preguntas para la reflexión:
– ¿De qué sirve entonces ese afán desbocado por acumular Riquezas, que sólo son medios para obtener cosas físicas?
– ¿Obtener Poder Político, la mayoría de las veces utilizado para avasallar, pero no para ayudar a los más desvalidos, cual se supone que debería ser el fin del poder político?
– ¿Para qué hacerse de mucha Fama, tratando de que sientan por nosotros, la admiración o reconocimiento que no fuimos capaces de motivar con nuestros actos como seres normales, comunes y corrientes?
– Pero además… ¿Si ya no es un secreto que el estrés que se acumula en el camino de lograr esos supuestos “éxitos”, daña la salud, desmejora las relaciones íntimas e inmediatas en el entorno personal, siendo que además a la hora de la verdad, ninguno de estos elementos temporales y de vanidad puede protegernos frente a un virus o catástrofe natural, pero menos aún producirnos un minuto de amor verdadero, felicidad o de vida?
Es sobre esto que, dadas las circunstancias actuales de recogimiento y reclusión que por el Corona Virus, estamos obligados a…mantener. Por ejemplarizar: ¿Existe alguna diferencia en el nivel de peligro actual, entre el Multimillonario y la chica que limpia el piso de su mansión, cuando salen a ver el médico o comprar alimentos; entre el chofer y el importante Gobernante o Político, por muy humilde que fuere el primero y muy importante que lo fuere el segundo? O… ¿Existe alguna diferencia profunda en el riesgo del Famoso o Famosa cuando baja de la limousine, y el que corre su sirvienta, cuando baja del bus, si ambos pisan donde existe un residuo de mucosidad de un contaminado o vestigio del Virus?
Cuando lo que está en peligro inminente es tu vida, sin la cual no puedes tener amor, tranquilidad o felicidad, no tiene que ver para nada las diferencias de clase, sociales, políticas o económicas de los protagonistas. Pudiera ser que lo único que quizás hiciera alguna diferencia, sería la fe que cada uno tenga, en que más allá de todo lo físico está lo trascendente, que se convierte en ese báculo invisible pero fuerte, en el cual sientes que tu apoyo es Dios, a quien por cierto no le puedes afectar con tus bienes o prebendas materiales, porque está más allá de esas dimensiones.
El refranero popular, y especialmente en los cristianos, siempre hemos manifestado que no hay mal que por bien no venga; tropiezo que no deje una enseñanza o mal que no tenga cura. El convencimiento de que Dios creó todo, y especialmente al hombre a su imagen y semejanza, nos reconforta en los momentos más difíciles, porque no tenemos duda que, ni una hoja se mueve sin la voluntad de Él, quien es nuestro Padre y sabemos, por experiencia propia, que los padres amamos a los hijos y los protegemos… siempre y por encima de todo.
Realmente, yo amo a mis hermanos humanos y me preocupa que todos anden tan asustados y casi paralizados por el Corona Virus, cuando tenemos la certeza de que basta con tropezar en la calle o resbalarnos en nuestra propia casa, golpearnos la cabeza y todo terminó físicamente, si no fuimos lo suficientemente diligentes para cuidarnos y si eso estuviere en los planes que Dios tiene para nosotros. Y es que ciertamente no hacemos ningún convenio con Dios cuando nacemos, sobre cuándo ni cómo vamos a morir; pero de lo que sí estamos seguros es que cada día que transcurre en nuestra vida, nos acercamos más al día del retorno, que no de la partida, porque cuando nos vamos sólo regresaremos a donde estaba nuestra alma antes de nacer; que por cierto es la que regresa, porque nuestro cuerpo físico es el vehículo que nos transporta en el camino de esta vida, que polvo es y al polvo vuelve. Pero la verdad innegable es que, como lo escribiera alguien de quien no recuerdo su nombre: “No somos un cuerpo humano viviendo una experiencia espiritual, sino que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.”
Para finalizar, debo aclarar a mis consecuentes lectores que no es que no tema o no me cuide de contagiarme con el Corona Virus; de ninguna manera, como quiera que soy feliz, tengo una bella familia que amo y trato de ser útil, dentro de mis limitadas posibilidades, tomo todas las precauciones a mano que me aconseja mi sentido común y de la diligencia, pero eso sí, con la absoluta seguridad de que nada va a sucederme, si no estuviere en planes que Dios diseñó para mí, desde antes de mi nacimiento. Esto me permite vivir un día intenso, disfrutar de las múltiples bendiciones que Dios puso a mi alcance sobre esta tierra, como el amar y ser amado, comer y beber con fruición mis alimentos, orar con más fervor que nunca y… dormir plácidamente, cual es lo que muy seria y bien intencionadamente les sugiero; sabiendo que nos cuida el más poderoso y omnipotente padre: DIOS.
Deja una respuesta