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Archive for the ‘SOLEDAD Y TRISTEZA’ Category

Normalmente, el ser humano que tiene poder, riqueza o fama, difícilmente puede disfrutar integralmente de las muchas bendiciones que nos da la vida, que en su mayoría son sencillas. Es que estos factores tan apetecidos no son fáciles de administar sin una dedicación especial, que normalmente deberá tomarse del tiempo que correspondería compartir con las personas de nuestro entorno íntimo que más amamos. En mi largo camino por esta vida, he podido compartir con personas que disponían de estos supuestos atributos; de ellos aprendí que paradójicamente disfrutaban más de la vida, aquellas personas humildes que los servían o asistían. Ciertamente, cuidar el poder, la riqueza o la fama, requiere dedicación exclusiva y atención permanente, y sin que ellos fuere condenable, sin duda que sacrifica el tiempo que se debería dedicar  a la familia y los amigos más íntimos, lo cual crea vacíos vivenciales difíciles de llenar,   que al acumularse,  producen estrés, tristeza y a veces estados depresivos, que por mucho que se disimulen, afectarán la salud física, espiritual o mental de los involucrados.

En una oportunidad me reuní con un importante hombre de gobierno, quien me confesó lo ingrato que era para él, ocupar buena parte de su tiempo que requería para mirar crecer a sus hijos y atender a su esposa, en ocuparse de asuntos oficiales que por ser su obligación personal, a los cuales debía poner su mayor atención,  no podía delegarlos a nadie más. En esa oportunidad me dijo con un dejo de tristeza, que aún con todo el poder que ostentaba, no era feliz a lo cual le respondí que no lo entendía bien, ya que por su posición a él debería sobrarle todo, a lo cual me respondió textualmente: “¿Sabes amigo? Es increíble que algunos fines de semana, mientras mi chofer o la chica que ayuda a mi esposa con los niños en la semana, aún con sus menguados ingresos están disfrutando sin  ninguna preocupación  en la playa con sus respectivas familias,  mientras yo que tengo ingresos muy superiores a los de ellos y una posición sólida en la sociedad, no obstante ser un fin de semana, tengo que estar atendiendo algún asunto por cuenta del Presidente o Vicepresidente de la República, que requieren mi atención personal. En verdad esto me afecta tanto, porque no sé como esta situación podrá afectar la salud  mental en esta etapa de crecimiento de mis hijos y  hasta cuando mi esposa podrá soportar una soledad y falta de atención que no merece.”

De la misma manera, un buen amigo que poseía una sólida fortuna económica,  con el cual en mi época de empresario mantuvimos relaciones comerciales pero también amistosas, un día cualquiera que departíamos en el lobby de un hotel en Caracas, me hizo una confesión, que aunque dolorosa fue muy didáctica en mi carrera de empresario; en aquella oportunidad él se quejaba de que atender la dirección de varias Empresas que le producían mucho dinero y estaban bajo su responsabilidad, no le dejaban espacio para el esparcimiento normal de una persona, pero además lo más grave era que su hogar estaba muy decaído, toda vez que su cónyuge –a quien amaba profundamente- no podía procesar que para él fuera más importante dedicar el tiempo a velar por sus negocios y acumular dinero, que  atender una familia que lo amaba y necesitaba permanentemente y que, según las palabras de ella, nadie podía vaticinar hasta cuando duraría, mientras su Secretaria seguramente estaba paseando o compartiendo con su familia sin ninguna preocupación. En esa ocasión no emití ningún criterio fundamental, sino que me limité a observarle que era necesario que midiera los riesgos y actuara en consecuencia.

Esas cuitas de mi amigo me afectaron significativamente, porque yo también era el Presidente de algunas Empresas en el territorio  nacional, y aunque mi esposa  por su profesión hacía equipo conmigo en la administración de las  mismas, en oportunidades nosotros estábamos empezando a sentir esas mismas preocupaciones, ya que nuestros hijos, aunque muy bien atendidos por las empleadas domésticas que tenían muchos años con nosotros y eran de toda  nuestra confianza, estaban creciendo mientras yo debía viajar constantemente, lo cual me limitaba de compartir con ellos integralmente. Pues bien, esa conversación nos produjo una profunda reflexión que nos comprometió a poco a poco ir reduciendo nuestra actividad empresarial para estar más tiempo con nuestros hijos, al punto de que como apenas tenía cuarenta años de edad, con la idea de cambiar de vida, ingresé a la  Universidad a estudiar Derecho, me gradué de abogado y di un giro de ciento ochenta grados a mi vida, de lo cual hoy estoy convencido que fue una decisión trascendental para nuestra felicidad y la de nuestros hijos.

He querido hacer la referencia a mis lectores de esta triste paradoja, porque ciertamente y en la mayoría de los casos, mientras los poderosos y poseedores de grandes riquezas, descuidan una parte muy importante de su vida, dedicándose a luchar por mantener y/o aumentar  su  poder o patrimonio, sus empleados con sus limitados recursos, disfrutan intensamente de sus fines de semana, vacaciones y días feriados en la playa o la montaña, sin otra preocupación que la de compartir en armonía familiar, acumulando la mayor felicidad posible, convencidos de que para ello sólo requieren de los recursos que les genera su actividad normal, común y corriente. No significa esto que sea en todos los casos y axiomático, por lo cual vale la pena para los ricos y poderosos, meditar sobre el tema para no caer en esa especie de trampa que significa descuidar lo que no se puede lograr con poder o dinero, por adquirir cualidades y beneficios que no son indispensables para  la unión, el amor y la felicidad familiar.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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EL PRESENTE Y EL DESTINO

Es una creencia casi generalizada que Dios determina nuestro destino desde antes de haber nacido y que eso es infalible;  no discuto tal  criterio, especialmente porque como soy un convencido de nuestra absoluta posibilidad de ser felices, para lo cual se requiere ser muy positivo, no puedo darme el lujo de preocuparme por algo que pudiera convertirse en una obsesión  negativa, como es para una gran mayoría de personas, el destino. Es que en mi personal concepto, lo que Dios sí que nos dispuso como una hoja de papel en blanco,  fue el camino que debemos recorrer durante toda nuestra vida -que por cierto es lo que  sí debe interesarnos-  por lo cual nos dejó en plena libertad de darle el sentido, color, sensación y sabor al paisaje, así como a cada  bache o recodo del camino; de tal manera que, en su inmensa sabiduría, creo que  para no aportarnos focos de preocupación innecesaria, nos dejó en libertad de diseñar nuestro propio “camino”, por lo cual nos regaló la posibilidad de hacer de ese viaje de nuestra vida, lo que más nos plazca, agrade o nos parezca conveniente. En tal sentido, para que pudiésemos estudiar, entender y encontrar la mejor forma de vivir esa extraordinaria experiencia de ese viaje, nos dotó de inteligencia y raciocinio, al tiempo que puso sobre el camino diferentes subidas, bajadas, obstáculos y/o accidentes, que nosotros con todos los recursos intelectuales y físicos de que fuimos dotados, pudiésemos perfectamente determinar la mejor forma de esquivarlos, superarlos, ignorarlos  o disfrutarlos, conforme nuestra propia forma de ver la vida y las cosas.

No es fácil emitir criterio sobre lo que piensan o sienten otras personas, por lo cual pareciera  lo más acertado, hablar de nuestras propias circunstancias y vivencias; a ese respecto y refiriéndome al camino de la vida que durante setenta y ocho años he transitado, debo comentar que desde que tengo verdadero uso de razón he estado perfectamente consciente de que no existe un destino predeterminado para mí, ese me lo hago yo;  inclusive ese elemento impredecible que a tantos preocupa y que denominan futuro, cual para mí –no obstante la insistencia de mi padre de que era muy importante- tampoco tuvo ni tiene tanta importancia, precisamente porque es imprevisible, impreciso e indeterminado, por lo cual no lo considero trascendente como parte de mi camino; quizás porque siempre he tenido plena conciencia de que, si fuere que llegare,  lo único que puedo aportarle para mi beneficio,  sería hacer bien lo que me corresponde… hoy.

¿Qué la manera de transitar nuestro camino  tenga que ver con nuestro posible destino? Pareciera lógico, por lo cual como  yo juego a ganador, no desperdicio ninguna posibilidad; es que estoy seguro que mi camino es hoy, por lo tanto es a este día  de hoy a quien debo toda mi atención, amor y cuidado. Estoy consciente de que conmigo transitan a mi lado, detrás y al frente, mis hermanos humanos y mis hermanos los animales;  a ambos me debo por mi principio fundamental de  utilidad y humanidad. De la misma forma,  a los recursos naturales que Dios dispuso sobre y en esta tierra para mi beneficio, estoy obligado a proteger, cuidar y defender a toda costa, so pena de desaparecer como especie sobre esta tierra, o por lo menos de negar su conocimiento, belleza, beneficio y disfrute, a las futuras generaciones. Como  observarán en  lo expresado en este párrafo, en nada puede ayudarme a mejor vivir mi camino, el pensar o preocuparme por un destino que, como el futuro, no es determinable de ninguna manera.

Tristemente he conocido personas que viven consternados por lo imprevisible de su posible destino o lo que pudiera sucederles mañana, que es como decir: en el futuro. Tanto me ha preocupado esta tendencia,  que he dedicado una buena parte de mi vida a escribir artículos de prensa y revistas, libros y el blog: www.unavidafeliz.com, que es visitado por más de 2.800.000 cibernautas en 119 países, así como conferencias y conversatorios, todos orientados a inducir a las personas a no dejarse afectar por el pasado, porque es un muerto; ni por el futuro porque no ha nacido; estimulándolos a dedicar todo lo mejor y más entusiasta  de la existencia, a ese diario transitar por el camino de la vida; cual no sólo tenemos la capacidad de hacer agradable y didáctico, sino inclusive, impregnarlo de magia y entusiasmo que contagie a nuestros congéneres negativos. Es durante el recorrido del camino que podemos amar, disfrutar de las flores, de la risa de los niños, del canto de los pájaros, del ruido de las quebradas, de las olas del mar; degustar los  manjares en que nuestros hermanos saben  convertir los recursos naturales que Dios puso sobre la tierra para nosotros, así como de mirar y escuchar a esas personas que amamos, cuya presencia, compañía y voz, dan sentido a nuestra vida.

Luego de todo lo expresado, en una reflexión sincera del qué y el por qué de nuestra vida… ¿No les parece una pérdida de tiempo dedicar nuestro intelecto a intuir un destino desconocido, cuando la realidad del hoy –que es el camino que en todo momento estamos recorriendo- tiene tantas cosas buenas y bellas que ofrecernos? Como todo en la vida, creer y preocuparse del destino es una opción exclusiva del libre albedrío de  cada ser humano, que yo respeto, pero que estoy obligado a declarar que no comparto; precisamente porque no le aporta nada a esa maravillosa bendición de vivir el hoy y no de sobrevivirlo, que definitivamente es la opción por mí libremente escogida y predicada  hoy y siempre.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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CUANDO EL AMOR SISTITUYE AL DINERO

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Seguramente muchos lectores no estarán de acuerdo con lo que aquí escribo, y hasta pudiera ser que me odien por ello. En verdad, no me afecta ya que, por una parte alguien debe decir estas cosas, y por la otra ese es el riesgo de quienes escribimos para el gran público  y no para una élite de intelectuales.

 Anoche, mirando la televisión, accidentalmente accedí a un canal donde un hombre sangraba copiosamente de su cara y sus ojos estaban hinchados, mientras su contendiente  golpeaba con saña ese rostro destrozado, para el disfrute de un público que gritaba emocionado, de la misma forma como lo hacían los romanos, frente al horror y el retumbo de los lamentos y muerte de cristianos, esclavos o gladiadores perderos, cuando  eran desgarrados y devorados por los leones. Pareciera que no hemos avanzado mucho en nuestro crecimiento espiritual, en los dos últimos Milenios.

No obstante que apagué el televisor quedé realmente afectado, reflexionando sobre el que no entiendo que en pleno Siglo XXI, se continúe una práctica tan cruel donde un ser humano hace daño a otro en su cuerpo, disfrutando tanto el agresor como los espectadores, del sufrimiento del herido que siente dolor  y se desangra, en ese acto brutal digno de bestias  y no de seres humanos.

La primera pregunta que vino a mi mente fue ¿A dónde se fue el amor, como valor esencial que supuestamente nos une a los humanos? ¿Qué pasó con la compasión que nos hace diferentes de los animales irracionales? Y bajo la consideración cierta de que, una persona propinaba  con satisfacción heridas a su hermano humano, sin considerar las consecuencias, el dolor y la sangre derramada, únicamente porque de tal  manera ganaría dinero, me hizo sentír aun más mal; no es fácil entender que, en algunas actitudes y actuaciones, ciertamente no  hemos avanzado suficiente en busca de esa sociedad que todos ambicionamos, donde el amor, la compasión, la caridad, la solidaridad humana  y la paz, rijan nuestro destino.

Aún más adolorido me sentí al considerar que esta sociedad alienada que estamos viviendo, considere un deporte el que dos seres humanos conscientemente se hagan daño, peor que si fueran fieras, porque estas últimas normalmente no se agreden, y cuando lo hacen, lo es por su originalidad, irracionalidad y ausencia de conciencia, para defender su vida o proteger su territorio, porque no conocen otro medio o regla para lograrlo.

Nuestro fundamento de vida en sociedad, no puede ser otro que el amor, la compasión, la caridad y la solidaridad entre nosotros,  cual es esa condición especial que heredamos de Dios: LA INTELIGENCIA, que nos hace sentirnos como hermanos humanos y consecuencialmente en la necesidad de ayudarnos, socorrernos y perdonarnos.

Creo que el origen del mayor de los  males actuales de una gran parte de la sociedad actual, se fundamenta en que el elemento DINERO  –que es sólo un medio para adquirir bienes y servicios-  se ha convertido en UN VALOR DE PRIMERA CATEGORÍA, y como consecuencia, para lograr dinero ya no tiene importancia cuánto daño se produzca  a la sociedad, a un grupo o  al medio ambiente; cuanto se haga sufrir a otra persona o sus consecuencias para nosotros mismos.  Dolorosamente hoy, Lo importante es ganar DINERO, sin importar cual sea su origen.

 

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SIEMPRE ES BUENO VIVIR

la vidaSi como lo hemos escrito muchas veces, la  naturaleza es bella y la gente, por lo general es buena; si existe Dios y el amor que es el  hecho sobre el cual basamos su existencia; si frente al desastre siempre habrá la sonrisa de un  niño; frente al dolor, el hermoso canto y color del turpial penetrando nuestra alma, llevándole reposo; si frente a  un mundo cambiante y estresante de por sí, vemos la mirada tranquila y bondadosa del anciano; si frente a la cobardía de los malos, siempre se impone el valor de los buenos; si no importa cuán fea pueda considerar la sociedad a una persona, siempre hay alguien para quien es bella; si como escribió un  poeta, “…fueron iguales la madre de Cristo  y la de Judas…”; si aún en este Siglo de las luces, es más importante la sabiduría que el conocimiento; si frente al miserable y despiadado subsiste la bondad, gratitud, generosidad y caridad de las mayorías… entonces sin ninguna duda, vale la pena continuar viviendo.

Es que vivir es recibir la oportunidad de contemplación y disfrute de todas las cosas bellas que tiene esta vida, que son más abundantes que las desagradables y aberrantes, por lo cual con sólo utilizar nuestra diligencia y estado de ánimo, ya tenemos abierta la puerta a una vida edificante. Por cierto, hoy cuando la mayoría comenta que la gente actúa violentamente, porque está “estresada”, yo pienso que no es tan cierto; lo que pasa es que nos hemos despersonalizado y, de alguna manera, recelamos unos de los otros; hemos olvidado saludarnos, dialogar, darnos la mano cariñosamente, abrazarnos con ternura: sentirnos hormigas de la misma cueva, y, es tal la situación psicológica global, que estamos en peligro de convertirnos, por lo menos, en seudoparanoicos. Tenemos que revisar nuestro comportamiento diario con nuestros hermanos humanos, conozcámoslos  o no e independiente de su raza, credo o posición social, debemos ser amables y hacerles sentir que nos preocupa su vida, sus problemas, que estamos prestos a ayudarles. Se requiere edificar a nuestros hermanos, porque todos somos uno con Dios, y eso es lo más importante. Si quiere probarlo, trate de hablar con la gente, demostrarle su interés por ellos y verá que, en su gran mayoría, son buenas personas de quienes mucho podemos aprender y a quienes podemos, de alguna manera ser útiles, pero se sienten solos, y eso no es justo.

 

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A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO

DIA DE LAS MADRES IIEn esta conmemoración del Día  de Las Madres, desde el fondo de mi alma y  cada célula de mi cuerpo, siento que revive en mi ese niño que  Dios me regaló y que nunca morirá. Excepcionalmente tengo dos madres: mi madre natural, ya muerta,  y mi siempre tierna esposa, que la ha sustituido en los momentos más difíciles de mi vida. Por eso mi celebración es colectiva,  porque tengo tres hijas que también son amorosas madres, a quienes también celebro. Siempre he sentido un profundo respeto por todas las madres; especialmente por las   venezolanas, independiente de su cultura, conocimiento, posición social o económica, porque como escribiera Andrés Eloy Blanco: “…son iguales la madre de Cristo y la de Judas, porque ambas están hechas de pulpa milagrosa…”. Especialmente esas madres venezolanas solteras, que cargan valientemente con sus hijos, sin más ayuda que la bendición de Dios y el duro trabajo en las calles, fábricas o tiendas; labor por cierto menos dura que la de cuidar la educación familiar y formal de esos hijos –continuamente en estado de peligro-  que en muchos casos no alcanzan a conocer ni recibir ayuda de sus padres.

 Esas son mis preferidas: mis honrosas, sacrificadas y valientes madres; venezolanas; las  guerreras de siempre, que amaron a  un hombre con la misma intensidad que aman a sus  hijos, quien no entendió su rol de padre sino de macho, lo cual me hace remembrar las palabras del poeta venezolano Héctor Guillermo Villalobos, cuando en sus  versos, describió descarnadamente su dolor: “…Eduvigis, Gumersinda, Críspula o como te llame, mujer del nombre infeliz que te puso el almanaque; india color de la tierra que se ha chupado tu sangre, siempre callada y humilde, concubina, bestia, madre, tres veces te nombro santa y al comenzar a cantarte barro el polvo que tú pisas con la pluma del romance…”  Creo que como que yo, en mi Venezuela, en este mes de Mayo, Dios que como nosotros las ama especialmente, les obsequió por siempre las flores más bellas, nacidas en esta tierra nuestra: Los Araguaneyes, Apamates, Trinitarias, Cayenas y Paraísos de diferentes colores; es el cuadro de arte multicolor que el Gran Hacedor del Universo, en reconocimiento a su valentía, resignación, amor y  sacrificio, aun a costa de su propio dolor para la continuación de la especie,  sin ninguna duda, así como hoy les otorgará todas las primaveras y… por siempre.

 

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IMAGEN DE DIOS

Esta solicitud urgente me llegó por vía de un amigo, y sentí la necesidad de transmitirla a todos ustedes  mis quridos lectores. Se trata de una mamá de aquí de Valencia Venezuela que urge de un medicamente para salvar la vida de su hija. QUE DIOS BENDIGA A QUIEN PUEDA AYUDARLA.

 «Hola me puedes hacer el favor de seguir difundiendo esta cadena mi Sobrina padece de un cáncer en el cerebro , luchando para seguir viviendo solo tiene 3 años y esta necesitando este medicamento. ETOPOSIDO de 100mgs urgente para sus Quimioterapia en las farmacia No se consigue por favor difundelo a ver si alguien me colabora .. Mi numero es 04147645925. Mi nombre es MARITZA por favor ayudeme a difundirlo:( Nada te Cuesta Enviar esta Noble Cadena para salvar una Niña que puede ser tu Hijo, Dios te devuelva y Multiplique tu intención o favor.»

Mientras tanto, que Dios les tendiga ricamente a todos los lectores de esta página y las personas que amen.

 

 

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Frente a tanta abominación, crímenes, injusticias y caos; frente a los hombres convertidos en bestias que matan, violan  y destruyen sin considerar género ni edad; frente a Instituciones Multinacionales creadas para  velar por todos los habitantes del mundo, pero que se hacen los locos, cuando el conflicto puede afectar intereses de los grandes; frente a una casi ausencia por los derechos humanos de los más desvalidos; frente a la indiferencia ante las masacres, que podrían cesar sólo con la acción valiente de  uno solo  de los poderosos que dominan el mundo; frente a unas religiones desactualizadas, fanatizadas, que no han sido capaces de adaptarse a los nuevos tiempos, donde su primer papel en vez de gritar SEÑOR… SEÑOR, debería ser participar activamente  en ayudar con su avasallante poder  y recursos a tanta gente que sufre, la gente normal, que son la mayoría, a quienes han enseñado que Dios nos da lo bueno y produce lo malo, cuando pecamos. Se preguntan: ¿Y Dios… en qué pecamos que permites esto?

Y que desgracia… Nadie puede satisfacer su respuesta, porque las religiones nunca nos hablaron del verdadero Dios, que no tiene Chivita, ni vive en el cielo y desde allí domina al mundo, sino que  vive dentro de nosotros por lo  que son nuestras actuaciones las responsables de todo lo bueno y lo malo.

Yo, que no soy teólogo, ni filósofo, ni fanático, sino un cristiano libre pensador, les digo que no es culpa de Dios lo que nos está pasando, sino culpa nuestra. Porque Dios sí existe, pero como una fuerza maravillosa, energética, infinita e infalible; que organizó este mundo, desde un cuanto (la partícula más pequeña) hasta un Quasar (conjunto de miles de galaxias); nos dio  un mundo maravilloso, con ríos y mares; millones de especies de todo género, agua dulce, mares  y montañas inmensas, repletas de recursos y alimentos, suficientes para todos, sin tener que pelearnos por ellos o guerrear por territorios, porque para todos alcanza.

Por tanto, es muestra ambición la culpable, es nuestra inversión de valores lo que está acabando la paz de la tierra. Es que el valor riqueza lo hemos superpuesto a cualquier otro, inclusive la vida del ser humano.

Tenemos que volver a amarnos, aceptarnos como somos y tratar de mejorar nuestra relación humana, porque  mientras continuemos pensando que es más importante acumular riqueza que cuidar la tierra  y nuestros congéneres, simplemente estaremos preparando nuestro propio… apocalipsis.

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pareja...pareja de ancianos

Como en una oportunidad comentara Lin Yutang, admiramos y amamos los monumentos viejos; mientras más antiguos, más admiración y amor. ¿Pero sucede lo mismo con  los seres humanos? Pareciera que no.

De hecho, en estos tiempos, nuestros ancianos no son considerados con el respeto debido a su edad, experiencia y sabiduría, que les dejaron los años. No soy Matusalén ni me considero un anciano porque sólo tengo 71 años, pero cuando era niño y aún joven, se respetaba y veneraba a las personas de  larga edad; se les oía con atención y respeto, se les cedía el paso y se les ayudaba de toda forma posible.

Hoy, es terrible observar la poca atención y casi desprecio que personas, especialmente las muy jóvenes, sienten hacia los ancianos. Como ejemplo, he visto una pobre anciana tratar de cruzar la calle en medio de varios jóvenes y ninguno se preocupó de ayudarla, no obstante que el semáforo estaba en amarillo.

Pareciera que las personas jóvenes olvidaran que la juventud como la belleza son pasajeras, pero que indefectiblemente, si tienen la suerte de sobrevivir, acumularán años que podrán hacerles sentirse “viejos”; ya que, como es cierto, sólo  es “viejo” no quien acumula años sino quien así se siente.

Cuando observo a mis colegas de edad avanzada, la mayoría con esa mirada reposada, actitud tranquila y amable, que da el haber experimentado los muchos eventos y altibajos que se producen cuando se han superado varias décadas, pienso que los jóvenes desperdician el conocer por boca de ellos esas experiencias, que, quizás, en el futuro pudieran evitarles graves inconvenientes.

El  colmo de esta paradoja horrible lo observamos en los pensionados del Seguro Social. Estos ancianos trabajaron durante muchos años y ayudaron a construir este País que las nuevas generaciones casi han destruido. Los he visto con muletas, con andaderas y con sillitas portátiles, haciendo largas colas bajo el sol a las puertas de los bancos, para cobrar lo que no es una dádiva ni un regalo, sino  el retorno de lo que ellos aportaron de sus sueldos durante muchos años.

Soy feliz, aún sufriendo de un cáncer que me tuvo cinco meses entre la vida y la muerte, porque sé que haber alcanzado mi edad, creado una bella familia, sido de utilidad para los demás  y haber logrado muchos amigos,  ha sido una hermosa aventura que ojalá quienes desprecien a los “viejos” pudieran  alcanzar.

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        ALCANZAR LA VEJEZ ES UNA BENDICION DE DIOS

Aunque me considero sin edad, porque no me siento viejo ni enteramente joven, sino más bien de juventud prolongada, sí tengo que sufrir impotente  la exclusión más aberrante de estos últimos años en mi país; ya que, dentro del mundo de las etiquetas actuales -cuales ninguna requiere mi aprobación- estoy clasificado dentro del grupo etario de la “tercera edad”.

Hoy en Venezuela, pertenecer a la tercera edad, que es como decir ser padre o madre de las actuales nuevas generaciones y haber dado más de cincuenta años de dura lucha y trabajo para hacer el país que tenemos, pareciera ser una mácula, que nos condena a una injusta y terrible  exclusión.

Las personas mayores de seseny cinco años en vez de merecer reconocimiento y respeto, tal como si nuestra vida no valiera nada, no tenemos derecho en nuestro país a suscribir ninguna póliza de seguros que proteja nuestra salud.

Ni el Estado ni la sociedad en general –y creo que, algunas veces, ni nuestra propia familia-  se consideran obligados a permitirnos asistencia digna, oportuna y eficiente, en caso de una enfermedad, que pudiera hacer dolorosa nuestra vejez o producir nuestra muerte.

Como consecuencia, o tenemos suficientes Dólares para suscribir una póliza internacional o corremos el riesgo de morir de mengua, por pares en una cama de nuestros hospitales públicos.

Asimismo, si observamos las ofertas de trabajo en la prensa, en el más alto porcentaje, no se aceptan solicitudes de personas mayores de cuarenta y en algunos casos de treinta y cinco años de edad. Esto es como decir: si no tienes una pensión, muérete de hambre ya; y si la tienes, dado lo exiguo de las mismas, desaparece lentamente por inanición o enfermedad.

Estuve en un Banco, donde personas protestaron por la prioridad para las personas de la tercera edad.

¿Habrase visto mayor exclusión, por no hablar de insensibilidad?

 Y todo únicamente por el hecho de haber vivido, cumplido con las normas sociales creando una familia, educando los hijos y servido al país…

 ¿Verdad que es abominable? Pero es una realidad actual indiscutible.

¿Será que los dirigentes políticos, funcionarios públicos y ejecutivos de las Empresas de Seguros no están felices de vivir,  no tienen padres, o esperan que ni ellos ni sus descendientes superen los sesenta años de edad?

En tal circunstancia… ¿Será que las personas de la tercera edad no tenemos patria o debemos irnos del País para vivir con dignidad?

Alguien debería responder esta interrogante con sabor a frustración.

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He atravesado Venezuela desde La Guaira hasta Cararabo en Apure; he viajado desde Sichipés en la Goajira, hasta Quita Calzón en el Estado Amazonas; los llanos, los Andes, el Centro. En todo el territorio nacional conocí y traté gente sencilla, pero amable; pobre o rica, pero digna; académicos, estudiantes, autodidactos o sin educación formal, pero gentiles. En general, los venezolanos con quienes conviví eran atentos, generosos, amables, amistosos y… bien felices. Bastaba  conocer una persona, para ya considerarla una relación positiva, por no decir… amiga; siempre dispuestos a compartir sin recelos ni temores.

Hoy, en un gran número e independiente de su edad, cultura o posición social, nos hemos hecho irascibles, maliciosos, poco amables, estresados, materialistas, menos felices, y si se quiere… peligrosos.

En las colas de los bancos o del tránsito, todos apurados, nerviosos, mal humorados y hasta furibundos. Las ofensas por cosas nimias, como esperar prudentemente en el semáforo para avanzar, darle paso a un peatón o mantener una velocidad razonable, trátese de un caballero o una dama, nos convierte en acreedores de calificativos irrepetibles.

Cuando una lata de refresco convertida en proyectil sale por la ventana de una lujosa camioneta; un transeúnte en vez de pasar por el rayado para peatones destruye los jardines viales;  delante de mí los conductores de autobús sueltan un pasajero en mitad de la vía, poniendo en riesgo su vida y mi seguridad; un motorizado policial sin ninguna urgencia transita en contravía, exponiendo a conductores y transeúntes, barrunto que algo anda muy mal.

¿Qué nos sucedió?

¿Dónde se quedó nuestra decencia y formación, recibida en el hogar?

¿Dónde el respeto y amor por las personas, especialmente los niños y los ancianos?

No lo sé, pero tampoco lo entiendo. Me niego a aceptar que nos estamos convirtiendo en gente desagradable, desconsiderada, vulgar, malhumorada, grosera, malintencionada, resentida, envidiosa, y consecuencialmente… malos ciudadanos.

Tenemos que aquietarnos, revisarnos, y si es posible repensarnos. Quizás debamos hacer una reingeniería de nuestra vida, para poder disfrutar –aún con todos sus males- de  uno de los últimos refugios del mundo; con hermosos paisajes, clima envidiable y… mil oportunidades.

No es difícil recuperar el amor, la consecuencia, la paciencia, la generosidad y la alegría. Solo hace falta convicción del compromiso con esta bendita tierra que nos ha dado todo, para ser merecedores de llamarnos con verdadera cualidad y orgullo: venezolanos.

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