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Archive for the ‘FUNDIR CUERPO Y ALMA’ Category

ANIVERSARIO DE BODAS

¿Dónde y cómo debe celebrarse un Aniversario de Bodas? Creo que la respuesta debe estar condicionada a la personalidad y forma de   pensar de quien respondiere la pregunta, ya que, en verdad como somos diferentes todos los individuos, asimismo son diferentes y diversos los matrimonios. Siento que igualmente vale la pena celebrar un matrimonio de uno o cinco años que uno de 20, 30 o más años; esto porque a mi manera de ver la vida, el hecho de que una persona que conocemos y que no es nuestra familia, teniendo miles de opciones a su alrededor, tenga la nobleza de juntar su vida y su destino al nuestro –independiente de por cuánto tiempo- es algo extraordinario, por no decir, milagroso. Es por lo cual creo que vale la pena celebrar cualquier aniversario de bodas o de unión en pareja. Pero, en verdad ¿Qué celebramos? Bueno, eso es otra cosa. Hay quienes celebran por obligación, otros la ocasión, otros la intención, otros el tiempo transcurrido y algunos,  además el amor dado o recibido.

En  mi caso particular, al celebrar mi Cuadragésimo Noveno aniversario de bodas, son tantas las cosas que celebro, que por mencionar la más importante, diré que se trata del hecho de que después de casi cinco Décadas de matrimonio, sigo amando física  y espiritualmente a mi esposa, en mayor entidad de cuando teníamos 20 o 30 años de casados; en segundo lugar, personalmente celebro que mi amada esposa haya tenido la resistencia y el gran amor que se requiere, para aguantar a un tipo especialmente complicado y acaparador, pero no celoso ni irrespetuoso de la personalidad de mi cónyuge.  Celebro asimismo, esa ternura especial que me genera y recibo de mi amada, independiente de cual fuere nuestra situación, esto es mejor o mucho mejor, porque a decir verdad, en estos casi cincuenta años de unión matrimonial, en este equipo ganador que ambos constituimos, nunca  hemos tenido malas situaciones; quizás porque los dos manejamos la convicción de que, somos nosotros y nadie más quien puede darle color y sabor a nuestra propia vida, la cual siempre ha tenido un color hermoso y un sabor simplemente… delicioso, que como regalo especial nos ha dejado cinco bellos hijos, once nietos y dos bisnietos.

Será por eso que no entiendo tantas parejas que conocemos, que luego de una unión amorosa de años, con hijos o sin ellos, no son capaces de entender que no se casaron con un ángel sino con una persona normal, con virtudes  y defectos, pero con el sincero deseo de ser mejor, para lo cual solo requiere la ayuda de esa persona que especialmente escogió dentro de miles a quienes conoció, para hacer con ella su compañera o compañero de viaje largo, en un camino en el cual la felicidad no está al final del mismo, sino en cada paso durante larga caminata que se recorre para llegar a  un final… indefinido.

Como Asesor Familiar y de Parejas por más de diez años, y luego como editor de mi Blog www.unavidafeliz.com, donde he evacuado miles de consultas,  puedo asegurar que por lo menos el noventa por ciento de los casos conocidos de separaciones y divorcios de parejas con más de dos años de unión, los problemas que produjeron el rompimiento, siempre fueron asuntos que pudieron ser resueltos,  si las partes hubiesen entendido  que los seres humanos en su gran mayoría, aun siendo imperfectos, siempre tenemos la posibilidad de mejorar, y quizás, perfectibles; pero que no es posible lograrlo solos, sino con esa mano abierta, tierna, cariñosa entendida  y  ese hombro siempre presto de la persona que amamos, en el cual recostar nuestra cabeza, cuando la vida  nos golpea de tal manera, que pareciera que no existe solución para nuestros problemas.

Es por todo lo expuesto, que una parte de mi celebración de este aniversario de bodas, es precisamente escribir esta crónica para que sea leída por alguna o algunas parejas que, de alguna manera, estén pensando separarse sin darse la oportunidad de pensar, repensar y manifestar sinceramente sus reales sentimientos, vacíos, insatisfacciones o frustraciones en su relación íntima, cuales,  por cuanto la otra parte no es adivina, al ser manifestadas  y escuchadas con interés por su par, pudieren entre ambos encontrarle una solución posible, que si no evitare la separación, por lo  menos la hiciere menos traumática para ellos, y sus descendientes si es que los tuvieren.

Finalmente, en mi nombre y en el de todas las parejas que  han logrado superar sus desacuerdos, desinteligencias o errores, de tal manera que se hayan entusiasmado en celebrar sus respectivos aniversarios, doy infinitas gracias a ese Dios bueno, que desde que estuve en el vientre de mi madre hasta hoy, me ha motivado como seguidor de las enseñanzas de su hijo Jesús de Nazaret, en cuanto a que el amor, que conlleva respeto, consideración, buena comunicación, solidaridad y lealtad a toda prueba,  es el único camino cierto para lograr la felicidad de la pareja, que le motive suficientemente, precisamente para celebrar un Aniversario de Pareja, trátese de  Bodas o de cualquier otro nexo de unión, entre dos personas que se amen.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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EL VALOR DE UNA CARICIA

Caricia (2)La caricia es algo más que el roce cariñoso o el toque amoroso a nuestro cuerpo, que independiente de si somos niños, jóvenes, adultos o ancianos,  despierta sentimientos de complacencia,  satisfacción, plenitud y seguridad; especialmente porque como seres humanos racionales somos simbióticos, esto es que estamos dotados no únicamente de nuestro cuerpo –que es físico y por tanto visible y detectable por nuestros sentidos- sino que además disponemos de una supra corporalidad extraordinaria y absolutamente etérea, no detectable por nuestros cinco sentidos conocidos, que definimos como nuestro espíritu. Este hecho hace que la caricia -esa que nos hace tanto bien-  igualmente sea física, como captable únicamente por algunos de nuestros sentidos, o simplemente por nuestro espíritu. Por lo cual, una palabra, una mirada, una sonrisa o cualquier acto solidario o generoso, puede alcanzar igual o  mayor capacidad de recepción, que  una manifestación corporal.

En orden de lo antes expuesto, hoy releyendo a ese poeta, escritor y juglar, que supo vivir el privilegio de ser feliz, luego de haber perdido su familia y  sin disponer de otra riqueza que no fuere su propia convicción personal de la importancia del hoy, el siempre recordado Facundo Cabral, cuando sentenció: “…el bien es mayoría, pero no se nota por que es silencioso; una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan a la vida.”. Esta sabia admonición  me ha llevado a reflexionar  sobre su contenido, porque es cierto que el bien, casi siempre es silencioso y a veces difícilmente determinable; en cambio, el mal deja secuelas rápidamente determinables porque hieren al medio ambiente, al individuo y/o a la sociedad.

La caricia oportuna de la mano, la palabra o el gesto amigo, suelen ser realmente reconfortantes; tanto que la psicología positiva –luego de una ardua tarea de convicción con pruebas a los galenos- ha convertido en un hecho su importancia decisiva en los procesos de sanación de las enfermedades. Creo que sería muy positivo para la sociedad organizada la toma de conciencia de que la caricia no lo es solo corporal, sino que podemos acariciar también con nuestras palabras, con nuestros gestos como la sonrisa, con  nuestra actitud frente a cualquier difícil o dolorosa situación física o espiritual, que experimente alguno de  nuestros congéneres. Así, por ejemplarizar, en variadas oportunidades vemos personas que, por cualquier circunstancia, amanecen espiritualmente adoloridos, frustrados o desanimados, pero un caluroso buenos días, un apretón de manos, una mano sobre el hombro o una sonrisa, pueden sacarlos de ese túnel espiritual en el cual, casi siempre sin razón aparente, se encuentran encerrados.

 Jesús no estaba equivocado cuando enseñaba: “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo…” porque si seguimos esa máxima, obligante para quienes somos cristianos, nunca olvidaremos que todos a quienes encontramos en nuestro camino son nuestros hermanos, y que no es una caridad sino una obligación preocuparnos de ellos y por ellos; por lo cual también es obligante hacer todo lo que esté a nuestro alcance por contribuir a su felicidad, o por lo menos a que se sientan menos solos.

En estos tiempos especialmente, cuando tenemos a mano los medios idóneos y a bajo costo para conocer al instante cualquier situación  en el  mundo; cuando con dolor tenemos que aceptar que millones de personas no tienen que comer y mueren de hambre; que el terrorismo, la corrupción y la ambición de poder desmedidos, cada día hacen más pobre a los que menos tienen y más ricos a los que de todo disponen; cuando en algunos países las medicinas sobran y en otros, por su carencia mueren niños con cáncer y otras múltiples enfermedades, tenemos que aceptar que la generosidad y solidaridad con los demás seres humanos,  ciertamente es obligatoria. Hoy, no sirve de nada lamentarse, sino que, por el contrario, nos corresponde a cada  uno, según nuestra capacidad y actividad, hacer lo que se encuentre a nuestro alcance, por ayudar a quienes lo necesiten. Quienes hemos vivido con pleno uso de razón los últimos sesenta y cinco años, sabemos que nunca hubo tanto dolor ni desconsuelo sobre esta tierra de Dios  que en este último periodo.

Por todo lo antes mencionado, como normalmente y salvo raras excepciones,  nuestro círculo personal es reducido, al menos en nuestra comunidad, círculo familiar o amistoso, debemos recordar qué significa, para qué sirve y cómo puede manifestarse una caricia, que costándonos muy poco, es algo que podemos otorgar todos los días, y que, al menos en mi experiencia, suele no solamente beneficiar a quien la recibe, si no muy especialmente a quien la da, en su ser interno, precisamente porque somos físico-espirituales y eso  no deberíamos olvidarlo… nunca. Termino refiriendo   un verso del Poema “Limosna” de Iván S. Turquenev, que tiene que ver con el tema, ya que se trata del caso de un hombre que encontró un mendigo y por no tener dinero para ayudarlo le pidió disculpas y le dio un apretón de manos:

“Gracias exclamó el indingente

 suspirando dulcemente;

 gracias por vuestra bondad.

 Darle la mano a un mendigo

 y tratarlo cual amigo,

 es limosna y caridad.”

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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ACTITUD EN TIEMPO DE CRISIS

ARAGUANEY: ARBOL NACIONAL DE VENEZUELA

Que en nuestra querida Venezuela  hoy existe una crisis prácticamente global -que es como decir económica, política y social en general- generadora de uno de los factores más perturbadores para cualquier sociedad organizada, como es la incertidumbre,  es algo que no es discutible. Como consecuencia de tal realidad, se hace necesario meditar de la forma más seria –y a ser posible tranquila- sobre cuál debería ser nuestro comportamiento como ciudadanos frente a tal grave situación. En mi humilde concepto, mantengo el principio de que de nada sirve “preocuparnos”, porque esta actitud nada positivo aporta a una solución; sino que, por el contrario, nos altera aún más, haciendo más difícil “ocuparnos” de encontrar una alternativa en pro de localizar caminos, que nos ayuden a campear el temporal que nos azota.

Pienso que cuando el país está boyante y sin problemas no se requiere inteligencia, moderación o armonía para convivir las realidades del momento de la patria. Es en situaciones especiales, y si se quiere inéditas, cuando se requiere la mayor templanza para valorar y/o evaluar nuestro comportamiento personal, que  sin ninguna duda influirá de manera decisiva en el proceder colectivo. Creo que, quienes como yo hemos vivido con total sentido común las diferentes etapas que se han sucedió en los últimos sesenta años en Venezuela, sin haber dejado la vida o la razón en el camino,  estamos obligados a contribuir a la ponderación  cabal de la situación  nacional actual. No somos una isla al margen de los acontecimientos que hoy aquejan al mundo civilizado, ni debemos esquivar nuestras responsabilidades como habitantes de una nación, que al menos en mi caso, me dio todas las oportunidades para mediante la fe, la diligencia, el estudio, el trabajo y la confianza en mí mismo, adelantar mi principal proyecto: mi formación personal integral y el desarrollo de una familia con valores de honestidad, amor, sensibilidad social y solidaridad humana, que hoy se reflejan en la solidez de sus respectivos hogares.

En el mismo sentido de lo antes expuesto, siento que, como venezolanos,  estamos obligados a ser optimistas; porque el país ni se ha hundido ni se hundirá, especialmente porque su mayor capital no son sus múltiples riquezas naturales, sino que su principal recurso para salir adelante en cualquier situación que se presentare, lo somos nosotros, los venezolanos. Si, nosotros los ciudadanos aportando ideas, trabajo, confianza, fe y esperanza de un futuro mejor,  será como aumentaremos las posibilidades de superar los escollos que en estos momentos pudieran parecernos casi insalvables. No es con actitudes pesimistas, derrotistas, o como una vez lo dijera Rómulo Betancourt “…con alaridos de Casandras agoreras”, como podremos superar la situación que nos aqueja.

De cualquier manera, la situación actual de Venezuela, por acción u omisión nos involucra a todos; por tanto, somos nosotros, todos los venezolanos, quienes dentro de nuestras reales posibilidades, tenemos que meterle el pecho al país para sacarlo adelante. Yo, que conozco a Venezuela de Oeste a Este, desde Sichipés en la alta Goajira hasta San Fernando de Atabapo en Amazonas y de Norte a Sur desde Puerto Cabello hasta Puerto Páez, pero que además he recorrido buena parte del mundo fuera de nuestras fronteras, puedo decir con plena certeza, que Venezuela es como territorio,  una tacita de oro; y como nación, la mejor gente del mundo. Por eso, por todo lo dicho es que aún teniendo mucha de mi familia en Canadá, Estados Unidos y Colombia, mi sentido de pertenencia a esta tierra maravillosa, es superior al temor o a cualquier otro sentimiento que pudiere afectar mi sentido de conservación. Yo que viví con pleno conocimiento esta Venezuela, que en los últimos sesenta y seis años ha cambiado varias veces su denominación y signos nacionales; vivido democracias, dictaduras y revoluciones; épocas de extraordinario auge económico y situaciones de grandes carencias; sin cuestionar o juzgar de ninguna manera los compatriotas que emigran, no tengo la menor duda que mi puesto está aquí, en las buenas o en las malas, pero aquí, aferrado a esta tierra, a los setenta y siete años de pié, como los robles, dispuesto a resistir los ventarrones, los inviernos  y los veranos, porque sé y no tengo duda, que todo tiene su tiempo y que lo que algunas veces sentimos como un tropiezo, más adelante puede resultar una buena enseñanza o experiencia, que aporte mayor felicidad a esta tierra que tanto amamos: VIVA VENEZUELA hoy, mañana y siempre.

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EL AMOR Y LA VIDA

Releyendo un escrito que me hizo llegar una buena amiga y brillante abogada colaboradora nuestra, sobre un  empresario millonario chileno fallecido en 2011, el señor Felipe Cubillos,  quien le dio por el altruismo y filosofar sobre diferentes aspectos de nuestra vida integral, teniendo o no fortuna. Me llamó la atención uno de sus textos sobre el amor, cuando expresó: “Acerca del AMOR, da las gracias al universo, él te despierta cada mañana con un beso y una sonrisa. No pidas nada más y haz como las abejas y las mariposas, ellas no buscan la flor más linda del jardín, sino aquella que tiene el mayor contenido.”

Pienso que, como lo comentara este buen hombre, el AMOR es el mayor de los bienes que nos regala Dios a los seres humanos, tanto que la vida sin él, realmente no tendría sentido. Asimismo, creo que deberíamos meditar sobre su concepto de que las abejas y las mariposas…”ellas no buscan la flor más linda del jardín, sino aquella que tiene el mayor contenido.”  No significa esto que no sea importante la presencia de la persona amada, porque al fin y al cabo es la atracción inicial lo que nos induce a contactar a ese ser que escogemos para ser una persona especial en nuestra vida, en todos los sentidos. Pero, luego de más de 47 años de matrimonio feliz, se y no tengo duda que  es el contenido de nuestro par, vale decir: su espiritualidad, su consecuencia, su consideración, su sincera comunicación y su lealtad, los factores que le dan sentido de felicidad y permanencia a la pareja, porque la sensualidad y la sexualidad se van desarrollando en la medida que nos vamos conociendo íntimamente, hasta que como lo dijera un escritor francés, en vez de unirnos “nos confundimos el uno en el otro”.

Asimismo creo que la cosa económica no es fundamental cuando logramos encontrar alguien que hace pareja con nosotros, con sentido de equipo, que es como decir; en la relación que conformamos como pareja y/o familia, ganamos o perdemos como equipo y no individualmente, porque tanto los éxitos como los inconvenientes son producto de la actitud de dos y no de uno. Estoy seguro asimismo que, cuando la sinceridad se arraiga en ambas personas, surge el elemento fundamental que mantiene la relación: LA ARMONIA, que es el producto de decir en el mismo momento lo que se siente, y no esperar a que la mente, con sus casi normales presentimientos,  haga las cosas más problemáticas de lo que realmente son.

Finalmente, me corresponde aconsejar a quienes me leen permanentemente, que como dijera Cubillos, aunque la presencia es importante, lo fundamental para la felicidad y la permanencia de una pareja, es el contenido espiritual y moral de nuestro par, que al ser una persona especial para nosotros –en todos los sentidos- con toda razón y derecho, espera igual de nosotros.

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LA MADUREZ ESPIRITUAL

flores de rumi maestri espiritualista

Como todos mis lectores conocen, desde el año 2005 he dedicado buena parte de mi tiempo a la divulgación del tema de la “felicidad”, labor que inicié ese mismo año con la publicación de mi libro “Una Vida Feliz”; continuando con otros libros,  como columnista de prensa, de algunas Revistas y mi Blog http://www.unavidafeliz.com el cual es visto por más de 2.600.000 cibernautas, por lo cual hoy, al recibir en mi computador de un amigo una anécdota sobre cuando le preguntaron  a Rumi, maestro espiritual Persa del Siglo XIII,  ¿Que es la madurez espiritual?, éste al  analizar dicha pregunta, hizo algunas precisiones muy interesantes, concluyendo con esta sentencia:  “… se gana la madurez espiritual cuando dejamos de anexar la “felicidad” a las cosas materiales…”.  Esta sencilla pero profunda admonición, luego de más de siete décadas de vida feliz,  ratifica mi convicción de que la felicidad como realización físico-espiritual del ser humano, tiene que ver más con nuestra espiritualidad, que es interna, que  con las cosas materiales que siempre son externas. Dentro de mi pequeño gran mundo personal, esa ha sido la norma de mi vida; por lo cual  hoy, independiente de las circunstancias diarias, me mantengo feliz; precisamente por no vincular  o hacer depender de ninguna manera mi felicidad de alguna cosa material, tales como la riqueza, poder o  la fama.

Estoy claro que para sobrevivir físicamente, requerimos cosas elementales como el oxígeno, el agua y los alimentos, las cuales por cierto, para quienes confiamos en Dios,  siempre están a nuestro alcance sin grandes esfuerzos.  Pero respecto de la felicidad, prevalece sin  ninguna duda el aspecto espiritual. En el devenir de mi vida he visto tantos “pobres ricos”, con mucho dinero, pero absolutamente infelices; tantos  “poderosos” odiados, impopulares, quienes al final cuando pierden el poder, terminan traicionados, solos y hasta encarcelados, bajo juicio o huyendo de la justicia; y personajes “famosos”, quienes llenos de vanidad subestiman los valores humanos más elementales, pero al final cuando la fama decae: la tristeza, la infelicidad y algunas veces… el suicidio. Del otro lado,  personas sencillas, humanistas,  que nunca antepusieron la riqueza, poder o fama, al amor, bondad, cuidado y solidaridad con sus congéneres, vivieron y muchos otros aún viven felices, precisamente porque nunca, como lo sentenciara el maestro Rumi, anexaron  la felicidad a las cosas materiales.

No es difícil determinar que los sentimientos trascendentales de nuestra existencia no son materiales, sino que prioritariamente tienen que ver con nuestra espiritualidad. Así, por ejemplo, el valor humano más importante en nuestra vida, que es el amor, jamás dependerá de algo que no sean nuestros sentimientos internos, que nada tienen que ver con las cosas externas. En el mismo  sentido y también ejemplarizando, algunas satisfacciones fisiológicas como el dormir, no dependerá de  la comodidad del lecho de que se disponga, sino de que tengamos el sueño necesario en cada ocasión. De la misma manera, la verdad, la lealtad y otros principios y valores humanos importantes, siempre serán una manifestación de nuestro ser interno, que abonando a nuestra felicidad, no tendrán que ver con ninguna cosa material.

Creo que si meditásemos más sobre el real significado de la palabra felicidad, previo considerar algunos de los pocos ejemplos antes indicados, llegaríamos a la conclusión de que no es otra cosa que nuestra realización físico-espiritual, donde la espiritualidad es lo fundamental y lo físico es absolutamente complementario. De tal modo, comprenderíamos mejor la elementalidad de nuestra existencia y llegaríamos a la conclusión de que, definitivamente, la felicidad dependerá únicamente de nuestros sentimientos internos conectados a nuestro  espíritu y nunca de las cosas materiales que nos rodean; lo cual creo que fue el mensaje que quiso dar el  maestro Rumi en su admonición aquí comentada.

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LA EDAD Y LA VIDA

Releyendo en alguna parte, encontré una anécdota sobre Galileo Galilei, cuando ya teniendo su barba blanca, unos amigos le  preguntaron ¿Cuántos años tienes? Y él les respondió ocho o diez años. Por tal respuesta le replicaron asombrados: ¿Cómo es eso? Y Galileo les replicó.  “…los años que tengo son los años que me quedan por vivir, porque los ya vividos ya no los tengo, como no tengo las monedas que se han gastado, todos ya se fueron.” Meditando sobre esta respuesta, tengo que llegar a la conclusión que ciertamente, los años que tenemos son los que nos quedan que vivir  y no los que ya hemos vivido, porque los vividos son como el agua que pasó bajo los puentes: pasó y no volverá, así como los años pasados no volverán y nada puede hacerse sobre ellos.

Entonces los años que son míos, como lo dijera Galileo, son los que me faltan por vivir, y por tanto, son esos años que me quedan los que deben ocuparme; vale decir, que voy a hacer con ellos y en ellos, pero como no sé cuantos serán, en realidad tengo que referirme, o mejor dicho,  a los días, horas, minutos y… segundos. Me corresponde pensar que voy a hacer en ellos y con ellos; sin duda alguna para procurar  mi mayor felicidad, la de mi entorno íntimo, y en general como cristiano, en mis semejantes.

De tal manera debo amar intensamente cada minuto y disfrutar con fruición las múltiples bendiciones que Dios puso para mí sobre esta tierra. Como siempre he sido un enamorado de la vida, ahora más que nunca, sobre la base de la citada reflexión me corresponde ser más amoroso con las personas que amo y manifestarle en cada ocasión posible ese amor que tengo por ellas. Asimismo, me corresponde dar lo mejor de mí en todo lo que hago, que es como decir que debo hacer todo con más pasión que nunca, sintiendo el placer de ser  útil y solidario con las personas; recordar a cada momento que el tiempo se agota y no puedo desperdiciarlo, sino… vivirlo. Ahora tengo que pensar que todo pasará, como han pasado mis años vividos; por tanto me corresponde disfrutar haciendo las cosas con amor y viviendo cada momento con emoción especial; debo aceptar que lo único que quedará de mí será el amor y los buenos actos que de mi recuerden las personas y, especialmente, mis seres queridos.

Venturosamente, como soy escritor, ahora más que nunca me corresponde escribir sobre lo bello de la vida, que he vivido y lo maravillosa que puede ser la existencia para cualquier persona que comprendiendo lo limitado de su vida,  entienda que solo amando, manifestando el amor y   haciendo el bien en cada momento, podemos sentirnos realizados física y espiritualmente. Esto conlleva aceptar la diversidad humana, respetar la individualidad, introspeccionar la obligación que tenemos quienes tenemos acceso y utilizamos los diferentes medios de comunicación, como personas felices, de procurar que los demás entienden que es posible serlo, porque depende de nosotros y de nadie más.

En el mismo sentido, nos corresponde pensar que algo que pareciera elemental para nosotros, pudiera ser que para otros pareciera muy complicado; por ejemplo, aquellos que dicen como su aporte a algún problema que sufren: “…estoy preocupado por tal o cual asunto…”, sin considerar que su preocupación, realmente, nada positivo aporta a la solución del problema, sino que, por el contrario, estar preocupado afecta su mente y su capacidad de resolver algo. Por lo cual no sirve de nada estar preocupado, sino que en vez de tal, debemos no preocuparnos sino ocuparnos de cómo solucionarlo; pero sin preocupación, sino actuando con diligencia, confianza, positividad y fe: con la mente despejada,   lo cual no es fácil si nos encontramos preocupados.

Igualmente, el odio, el rencor,  los malos deseos, las maldiciones, no hacen daño a quien se le profesan, sino que nos ensucia el alma, retarda nuestro crecimiento espiritual y entorpece recuperarnos de cualquier   mala acción que nos haya producido  alguien. En cambio, el amor, el perdón, la bendiciones, la caridad y poner las malas situaciones que no podemos resolver en las manos de Dios, nos ayudan a recuperarnos  física y espiritualmente de cualquier inconveniente que alguien nos produzca. Pero lamentablemente, pocas personas pueden procesar esta realidad que para  nosotros es obvia.

Por todo eso, estamos obligados a insistir hablando y escribiendo sobre estas verdades, que parecieran elementales, pero que   muchas veces  hacen la diferencia entre la gente triunfadora y feliz, y aquellos que se consideran perdedores e infelices por no lograr algunas de sus metas, sueños o ambiciones.

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NO A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

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Cuando  medito sobre el que mi madre y mi única hermanita, hoy desaparecidas,  a quienes durante su vida  amé;  mi esposa a quien hoy continúo amando  intensamente son mujeres, siento ira y decepción por vivir en un mundo donde, no obstante que hemos ido a la luna  y más alla, aún esta sociedad enferma sigue actuando con las mujeres como miles de años atrás, cuando vivíamos en las cavernas.

 En mis más de siete décadas de vida he visto avanzar más de mil años el transporte, los negocios, las finanzas, las comunicaciones, la  educación, la familia, la relación de pareja, la geopolítica y… las armas; pero el cambio en la actitud machista –que es el eslabón perdido entre el hombre y el mono,  tanto el  común, como  los ilustrados, el Estado, la Justicia y la fuerza de las Organizaciones Multilaterales, en cuanto a salvaguardar el derecho de la mujer –por su condición de tal- a  una existencia digna y segura; libre de violencia de cualquier género, ya fuere sexual, psicológica y física, cuidando la respetabilidad e igualdad de género en todos los ámbitos de la vida en sociedad, incluidos los cargos en las Empresas y en los Gobiernos o Instituciones Multilaterales;  y la misma Iglesia Católica, que no les permite ejercer el Sacerdocio, como recientemente lo manifestó el Papa  Francisco,  ha sido simplemente… un fracaso, por no decir otra cosa.

¡Dios!… y pensar que la mujer crea  hombres, los amamanta y enseña a caminar; que sin ella no podrían cumplir con la parte ética natural de mantener la especie sobre esta Pacha Mama; luego, cuando crecen, sin su amor no podrían lograr ninguna realización valiosa y permanente; pero tampoco valdría la pena transitar el camino de esta vida sin su amor, que le da sentido, porque es ternura,  pasión, comprensión, aceptación, solidaridad, lealtad, y a veces hasta… resignación.

Cuando somos adultos, esos seres maravillosos que son las mujeres se hacen nuestras amigas,  novias, esposas, madres de nuestros hijos; y cuando los años nos demuestran nuestras muchas debilidades, en época que ya los hijos no están, ellas son las compañeras de viaje largo que nos acompañan hasta el final, independiente de nuestra capacidad sexual, de salud o económica. En esos años, independiente de la raza o posición social, sólo ellas pueden hacérnoslos realmente “dorados”, porque, de alguna manera, cuando tenemos una avanzada edad, ellas vuelven a hacer por nosotros lo mismo que hicieron por nuestros hijos: hacernos sonreír, tomarnos de la mano  y… ayudarnos a cruzar la calle.

Bendito sea Dios que nunca, de ninguna manera,  he violentado a ninguna mujer; quizás, porque en todas, en mi niñez,  sentí en ellas a mi madre y mi hermanita; luego cuando adolescente tuve tantas y buenas amigas en la escuela, que hicieron esa época activa y edificante; después, en mi primera juventud, en  la Universidad, todas mis amigas, casadas y solteras,  eran mayores que yo, pero me amaron como amigo y allí aprendí que es verdad que las mujeres, a diferencia de las mayoría de los hombres,  saben amar sin tener que… ir a la cama. En mi segunda juventud –que aún a los 75 años disfruto- una mujer maravillosa,  después de más de cuarenta y siete años de matrimonio, desde el mismo día que la conocí hasta hoy,  ha hecho mi vida muy feliz, y no porque yo sea un dechado de virtudes, sino porque creo que ha evaluado  mi incondicional y voluntario acatamiento a su individualidad, así como mi convencimiento de que no puede existir una relación de pareja, con carácter de permanencia, cuya base de amor no sea el respeto y la libertad de amar cuando y como uno sabe hacerlo, así como  la mutua e indeclinable solidaridad y lealtad integral. Por eso, por todo eso, lucho y lucharé siempre por la igualdad de género de la mujer. Quizás por qué no tengo ningún temor sino gran orgullo, de que ellas sean, en mucho, mejores que nosotros los hombres.

Estoy seguro, sin ninguna duda, que el mundo cambió para bien aceleradamente desde los años sesenta del Siglo pasado, cuando la mujer decidió incorporarse de verdad y con todos los hierros, a los retos que la vida ofrecía a sus habitantes, dispuesta a demostrar que para la intelectualidad, trabajo y cuidado del mundo, no existe diferencia de género, sino limitación inducida de oportunidades que, venturosamente, para bien de la humanidad, todos los días serán  menores.

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UNA MUJER

NANCY CUN OSO FRISCO

Dios, en su infinita misericordia nos regaló un mundo maravilloso, que nos permite vivir dentro de un cuadro de arte de bellos colores y figuras indescriptibles, sin ninguna duda, todo ello para hacernos… felices. En ese panorama maravilloso, desde nuestra concepción hasta nuestro último suspiro, El nos obsequió un personaje especial, polifacético, multidisciplinario y fuente inestimable de amor: la mujer.

Todos los años el mundo occidental les dedica un día, cuando, en su mayor número, quienes durante un año no le han dado su merecido puesto, aparecen con presuntuosos presentes, que aunque nunca la mujer lo dirá, son menos significativos para ella que el respeto, reconocimiento y compromiso, que se ganan sobradamente, no durante un  día, sino, en la mayoría de los casos… en toda su vida.

Cuando reflexiono sobre el maravilloso hecho de haber nacido de una mujer, recibido su amor, principios y valores que me han permitido crear la infraestructura fundamental  de esa bella vida que siempre he vivido; que tuve una hermanita, que aunque dejó este mundo siendo adolescente, en sus cortos años siempre me otorgó un amor puro y sincero, que nunca olvidaré; que fue una mujer la que me dio mi primer hijo, el cual amo y cuyo amor aún él también mantiene y me manifiesta, aunque ya va para el medio siglo de edad; que hace 46 años,  otra mujer que aún hoy me acompaña, con su amor sustituyó ese que me hizo tanta falta de mi madre y la ternura de mi hermanita, haciéndome conocer una nueva dimensión de amor físico-espiritual, que no sólo me regaló tres bellas niñas, sino además un nuevo hijo, ha logrado hacerme sentir permanentemente confiado y seguro de su solidaridad y lealtad, tanto  en los buenos como en los momentos difíciles, hasta convertirnos en un equipo ganador, porque nos complementamos y equilibramos mutuamente.

Ciertamente, para mí no hay un día especial para celebrar la mujer, porque en lo más profundo de mí ser interno, en ese binomio espíritu-alma, celebro todos los días como el día de la mujer. Y es que, cómo no voy a celebrarlo si en ella mantengo fresca, y si se quiere renovada, la amiga, la hermana, la novia, la amante, la esposa,  y en algunos casos especiales…la madre.

No concibo la vida de un hombre integralmente feliz, vale decir realizado física y espiritualmente, sin la existencia de una mujer. Personalmente, en ese mi mundo interno, la luz, la belleza, la música, la ternura, la comprensión  y el compromiso, no soy capaz de concebirla… en soledad. Es por lo que no me canso de agradecer a mi Padre Celestial, el haberme privilegiado  con esa mentalidad de reconocimiento, respeto, consideración y amor, hacia ese regalo insustituible que desde que nací me hizo: LA MUJER.

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QUE QUIERO DE TI

FOTO ESPECIAL AMAURI Y  NANCYQuiero que seas como eres: como te lo indica tu naturaleza, como lo siente tu conciencia, como crees que es lo correcto –independiente de cómo a mí me parezca- porque eso es integridad, autoestima; sentir que uno significa verdad, sinceridad, comunicación real;  pero, especialmente, representa amar con libertad, y el amor sin libertad puede ser cualquier otra cosa… pero menos amor; al menos el amor que merece quien se entrega en cuerpo, alma y sin reservas.

Te acepto como tú eres; como una hija de Dios -que no un ángel-  con tus virtudes y defectos, que así como los míos,  con el tiempo la dedicación, la ayuda mutua para mejorar, iremos acrecentando unos y disminuyendo los otros. Sé y no tengo duda que eres especialmente honesta, sincera y tierna; no tengo duda de tu potencial de crecimiento físico-espiritual, de tu generosidad, de tu capacidad para soñar  y hacer de tus sueños un proyecto posible y lograble, en el cual yo siempre tengo cabida.

Quiero que no cambies nunca, porque tú me inspiras respeto, consideración, atención y deseos de vivir siempre a tu lado. No me importa para nada qué hiciste o pensaste de las cosas fundamentales de la vida antes de  conocerme, porque sobradamente me has demostrado que lo que yo considero importante en nuestra relación, también lo es para ti y eso nos hace un equipo imperdible, donde el triunfo es mutuo y no individual.

Nunca temas que si cometes un error, independiente de su magnitud, te juzgaría, porque ese es trabajo de Dios y no de alguien que te ama como yo.  Lo que sí tienes que saber es que si llegara a suceder, en mí tendrías la mano extendida y el corazón abierto para ayudarte a encontrar la solución; porque, precisamente, por eso te quiero como eres.

Ninguno de los dos es indispensable para vivir, pero nos complementamos y equilibramos, cual es como decir que para una vida feliz e integral nos necesitamos,  y aquí estaremos, voluntariamente, siempre  el uno al lado del otro.

Te quiero con tu edad;  esa que paró mi reloj el día que te conocí. Nunca has sido ni más joven ni  más vieja, porque siempre has tenido la edad ideal para amar  mágica e intensamente en el hoy, que es lo único que es nuestro, actual y seguro. Por eso, te quiero… como eres.

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RUPTURA DE PAREJA

pareja brava

¿Por qué se rompe el vínculo de Pareja?

Para quienes hemos mantenido una feliz pareja durante varias décadas, el rompimiento de las que hemos personalmente conocido, en la mayoría de los casos ha sido injustificado, dada la importancia de la relación. La separación conlleva la muerte de hermosos sueños, inversión de tiempo en cuidados, sacrificios y ambiciosos proyectos, que desaparecen o se quedan en el aire.
Cuando además ya existe descendencia, entonces la situación se hace mucho más grave y casi trágica; pues si no se trata de dos personas maduras, inteligentes y suficientemente generosas para mantener una buena relación luego del evento, la separación pudiera afectar más a los hijos que a los mismos integrantes de la pareja disuelta.

Lo más triste es que, en el más alto porcentaje, el rompimiento tiene su origen en desavenencias hasta cierto punto pueril o solucionables mediante el respetuoso trato y comprensión del problema, que casi siempre nada tendrían que ver con situaciones realmente graves, que justificaren la disolución del vínculo que los une.
Es muy poca la incidencia de los denominados “motivos graves”, como infidelidad sexual, adicción a drogas, intento o corrupción del cónyuge a los hijos, o condena a presidio por varios años. Casi todos los casos abren y cierran su ciclo con situaciones de mala comunicación, incomprensión, desconsideración, desatención, falta de solidaridad, aburrimiento o rutina; pero sin duda, solucionables. Uno de los más significativos factores que concurren para lograr la ruptura, lo es la falta de reconocimiento mutuo a la labor e iniciativa de los integrantes de la pareja en su vida cotidiana.

En el ejercicio de asesores familiares verificamos que, en la casi totalidad de los casos, era la acumulación de situaciones inconvenientes -pero no graves- lo que producía o hacía más conflictivas tales desavenencias. Determinamos que la mayor frustración se producía por la indiferencia de una parte a los esfuerzos en pro de la satisfacción o beneficio del otro miembro y/o de la relación, con respecto a la atención, dedicación, cuidado, lealtad y sinceridad aportados; incluidos dentro de tales esfuerzos el cuidado personal para agradar a su cónyuge, así como aquellos necesarios para mantener esa magia que genera una relación sexual activa, emocionante y solidaria.

El final llegaba cuando los miembros olvidaban que la pareja surge, cuando se decide dejar la soltería para unir destinos a alguien que se ama, pero de quien se espera apoyo mutuo, respeto, buena comunicación, solidaridad, lealtad, comprensión, aceptación, y de tal manera procurarse una vida más fácil, emocionante, edificante y feliz. Cuando no se dan estos factores, surge progresivamente el desencanto; el cual si no se ataca efectivamente con elementos de renovación de esos sentimientos desmejorados, el sentimiento de frustración suele ser progresivo y termina por ser insoportable.

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