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Archive for the ‘AMOR FISICO’ Category

¿UN MUNDO NUEVO?

En verdad, no creo que se trate de un mundo nuevo lo que estamos viviendo  hoy, porque al fin y al cabo el mundo siempre será el mundo, independiente de cual fuere el comportamiento de sus habitantes. Lo que sì debemos aceptar es que en esta época, las personas actúan de forma diferente a como lo hacían apenas cincuenta  y hasta treinta años atrás.

Para quienes desde muy jóvenes entendimos la bipolaridad de los valores, pero que además las personas los interpretan y aplican, conforme al tiempo y el espacio donde y cuando se vive, no nos extraña que lo que nuestros padres -y aun a nosotros mismos, hubiésemos concebido de algún aspecto de la vida o las cosas- sea bastante diferente a lo que algunos habitantes del  mundo actual lo asumen.  Yo apenas sobrepaso las siete décadas de vida, pero acepto de buena gana que mis nietos y sus amigos, conciban y actúen en similares situaciones, bien diferente a como yo hubiera actuado. Es que el mundo es sinérgico, como lo es nuestra vida y consecuencialmente, nada debe ni puede estancarse, porque como lo decía Condorcet “El desarrollo empuja a los pueblos”.

A mí me parece, cuando menos risible, al escuchar señores de la tercera edad, criticando el comportamiento de los jóvenes, comparándolo con el suyo y deduciendo que estos jóvenes de hoy “…son una locura” o que “…cuando en mis tiempos”. Pienso que todas las épocas han sido buenos para vivir, en tanto y en cuanto se tenga la disposición personal de disfrutar intensamente cada instante de nuestra vida, sin subestimar o desmejorar a nadie, fuere menor o mayor; ser útiles dentro de lo posible a nuestros semejantes, independiente de su condición social, económica o de poder; amar  y agradecer siempre, perdonando cualquier agravio; pero especialmente, siguiendo el consejo de Jesús de Nazaret, de pedir el pan de cada día –que involucra no sólo los alimentos sino nuestras necesidades integrales diarias, con toda la fe en que sin duda alguna Dios  nos proveerá lo necesario.

Por otra parte, soy de los convencidos de que somos energía, positiva o negativa, pero somos energía; por lo cual nos corresponde ser proactivos, diligentes y confiados en nuestra capacidad de vencer cualquier obstáculo que se interponga entre nosotros y nuestra probabilidad  más que posibilidad,  de ser felices. Sin descuidar el principio de utilidad a mis semejantes que siempre ha guiado mi vida, me acogí a ese principio del Filósofo contemporáneo Ortega y Gasset cuando sentenció: “Yo soy yo y mi circunstancia”,en lo cual me ha acompañado siempre esa maravillosa compañera de viaje largo que es mi esposa Nancy, quien como yo, al pasar de unirnos a confundirnos en una sola persona, en los más de cincuenta años de conocernos y casi cincuenta como  cónyuges, hemos hecho de ese principio una especie de cápsula invisible, donde nos protegemos de las personas tóxicas por su incredulidad, falta de humanidad,  lealtad, comprensión y caridad; o simplemente indiferentes a problemas de los demás, que por cierto para nosotros no son tales, sino asuntos por resolver, por lo cual  siempre estamos prestos a ver en que podemos ayudar a sus resoluciones.

Siempre he estado consciente de que así como la tierra rota sobre sí misma y se traslada, de la misma manera los seres humanos y nuestra circunstancia personal, siempre estará condicionada a los cambios conforme al tiempo y el espacio cuando y donde se desarrollen. Por esa forma de ver la vida y las cosas, en los años sesenta,  cuando las mujeres decidieron subirse la falda y usar shorts en público sin ninguna gazmoñería; enfrentar al hombre por sus derechos y exigir su lugar en la sociedad,   incorporándose sin chaperona a una discoteca así como ingresar a la universidad, a cualquiera de las carreras que se creían como exclusivas de los hombres,  para mí no fue sorprendente sino plausible. Quizás por eso, como quiera que mi carrera de abogado la hice a los cuarenta y dos años,  las niñas de entre veintidós y veinticinco años que estudiaron conmigo, a quienes yo doblaba en años, sin subestimar su sexo o su edad, siempre traté con consideración y respeto,  por tanto fueron y siguen siendo mis buenas amigas, a quienes siempre entendí perfectamente –y de quienes por qué no decirlo- aprendí cosas nuevas que me sirvieron, tanto en el ejercicio de mi nueva profesión así como en mi vida personal.

Finalmente, manifiesto que la intención de escribir estos renglones, no es otra que la de insistir en que el mundo ni el tiempo cambian, sino que los que cambiamos somos nosotros, los seres humanos, como consecuencia de lo anotado antes;  del cambio de los valores,  que tienen que ver con el tiempo y el espacio en que se suceden los eventos de nuestra cotidiana vida. Por eso la gente de la llamada tercera edad, deberíamos en vez de criticar, alabar el entusiasmo de los jóvenes, su valor de enfrentar los retos diarios; entre otros, estudiando un sinfín de materias en las escuelas y universidades, que quizás nunca lleguen a utilizar, porque la tecnología avanza demasiado rápido, mientras la mentalidad de los profesores, con cara de intelectuales y discursos tontos, sigue siendo de carácter repetitivo, sin considerar ni estudiar ellos diariamente, cómo algunos conocimientos se hacen caducos a muy corto plazo y pudiera que ya no sean para los estudiantes convenientes, pero aún menos…  necesarios.

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No obstante los diferentes tipos y estilos de música o los instrumentos con que se interprete, luego de  muchos años de insistir la Psicología Positiva, la medicina ha aceptado que la música y el amor del entorno, no sólo aceleran la sanación de las enfermedades, sino que debidamente aplicada como terapia, al menos la música ya no se tiene duda que es fundamental en procesos de curación de enfermedades e inclusive, se está utilizando en los procesos o durante algunas cirugías. En cuanto al amor que reciba un paciente, ya existe el convencimiento, tanto por los profesionales de la salud como por los particulares, de que acelera y complementa la curación de las enfermedades. Es que tanto la música como el amor son manifestaciones espirituales del ser humano, que producen un estado de alegría y placidez.

La música, específicamente,  representa un estado elevación espiritual, que cuando la disfrutamos inunda cada una de nuestras células. Así, por ejemplo, cuando nos levantamos y escuchamos la música que nos gusta, sentimos una sensación de serenidad, quietud y paz que inunda todo nuestro ser interno,  y eso sin duda contribuirá a mejorar nuestro estado de ánimo, que es definitivamente lo que dará color a ese día que comenzamos. Esta certeza de que la música tiene una gran incidencia en nuestro ánimo, es  lo que ha permitido que hoy tengamos a nuestro alcance por medios electrónicos y completamente gratis, diferentes tipos de música, ciertamente aplicable a cualquier situación, siendo entonces que vemos como se anuncia música para relajarse, para orar, para meditar y para alegrar el momento.

En cuanto al amor, si como se ha hecho una verdad el apotegma que nos enseña que Dios es amor, y estamos conscientes que la vida de quienes caminan sin Dios, no puede tener la plenitud de quienes lo llevamos con nosotros, entonces todo lo que se diga de las bondades adicionales del amor, siempre será menor pero no menos importante. Por el amor venimos al mundo; por el amor somos mejores y sin amor la vida sería cualquier cosa, menos una existencia plácida y edificante. Quienes estamos convencidos que nuestro paso por la vida es temporal y que no es más que una etapa necesaria para nuestro crecimiento espiritual, sabemos que es el amor lo que nos permite entender y encontrarle una razón positiva a todas las situaciones que se  nos presenten. Es por virtud del sentimiento del amor que somos sensibles y solidarios, frente a nuestros hermanos humanos.

Es el amor lo que nos permite ponernos por encima de las diarias situaciones difíciles que pudieran afectar nuestra felicidad; no sería entendible como alguien podría vivir intensamente en una sociedad organizada, sin sentir amor por sus semejantes, tanto de su entorno íntimo como externo;  como podría disfrutar la sonrisa de un niño, la mirada plácida de un anciano; el bello trino de los pájaros; la plenitud de una mañana de primavera; el hermosísimo brillo de las estrellas en una noche de verano o la sensación especial  cuando un bebé toma nuestra mano, o la persona que amamos nos dicen: te amo. Asimismo, si como todos coincidimos, la base de la sociedad es la familia, no es imaginable disfrutar de los padres, los  hermanos, los descendientes, el cónyuge o cualquier otro familiar, si no se fundamentan dichos sentimientos en el amor.

En el mismo sentido de lo antes expuesto, podríamos preguntarnos: ¿Existiría el perdón, la coexistencia pacífica o la solidaridad humana sin el amor? Sin ninguna duda que no. Es el amor esa fuente maravillosa de sentimientos profundamente humanos y cristianos, que nos permite cambiar nuestra forma de ser, para ser más pacientes, amables y considerados. Pienso que es el amor lo que enriquece la esperanza, la fe, la confianza y la positividad. De la misma manera, creo que es el amor lo que nos permite alcanzar la meta máxima de nuestra existencia como seres racionales: el principio de utilidad. Asimismo… ¿Podríamos aceptar y respetar  la individualidad de las personas que nos rodean sin el amor? Tampoco sería posible, porque cuando reconocemos y respetamos la individualidad de otro ser humano y sus resultados objetivos, de alguna manera sacrificamos un poco de la propia, lo cual sería imposible si no sintiésemos amor por esa persona o personas.

Finalmente, si damos rienda suelta a nuestro amor y lo aliñamos con la música, es muy difícil que no seamos capaces de superar situaciones difíciles o ayudar a otros a sobreponerse, porque esos dos recursos son milagrosos al incidir de forma definitiva en nuestros pensamientos, acciones y circunstancias personales.  Por todo lo aquí tratado, luego de unas cuantas décadas de vida feliz, no dudo en asegurar que el amor y la música, como la alimentación y la tranquilidad espiritual, son pilares sobre los cuales se debe fundamentar una existencia que aspire a ser… feliz.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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ANIVERSARIO DE BODAS

¿Dónde y cómo debe celebrarse un Aniversario de Bodas? Creo que la respuesta debe estar condicionada a la personalidad y forma de   pensar de quien respondiere la pregunta, ya que, en verdad como somos diferentes todos los individuos, asimismo son diferentes y diversos los matrimonios. Siento que igualmente vale la pena celebrar un matrimonio de uno o cinco años que uno de 20, 30 o más años; esto porque a mi manera de ver la vida, el hecho de que una persona que conocemos y que no es nuestra familia, teniendo miles de opciones a su alrededor, tenga la nobleza de juntar su vida y su destino al nuestro –independiente de por cuánto tiempo- es algo extraordinario, por no decir, milagroso. Es por lo cual creo que vale la pena celebrar cualquier aniversario de bodas o de unión en pareja. Pero, en verdad ¿Qué celebramos? Bueno, eso es otra cosa. Hay quienes celebran por obligación, otros la ocasión, otros la intención, otros el tiempo transcurrido y algunos,  además el amor dado o recibido.

En  mi caso particular, al celebrar mi Cuadragésimo Noveno aniversario de bodas, son tantas las cosas que celebro, que por mencionar la más importante, diré que se trata del hecho de que después de casi cinco Décadas de matrimonio, sigo amando física  y espiritualmente a mi esposa, en mayor entidad de cuando teníamos 20 o 30 años de casados; en segundo lugar, personalmente celebro que mi amada esposa haya tenido la resistencia y el gran amor que se requiere, para aguantar a un tipo especialmente complicado y acaparador, pero no celoso ni irrespetuoso de la personalidad de mi cónyuge.  Celebro asimismo, esa ternura especial que me genera y recibo de mi amada, independiente de cual fuere nuestra situación, esto es mejor o mucho mejor, porque a decir verdad, en estos casi cincuenta años de unión matrimonial, en este equipo ganador que ambos constituimos, nunca  hemos tenido malas situaciones; quizás porque los dos manejamos la convicción de que, somos nosotros y nadie más quien puede darle color y sabor a nuestra propia vida, la cual siempre ha tenido un color hermoso y un sabor simplemente… delicioso, que como regalo especial nos ha dejado cinco bellos hijos, once nietos y dos bisnietos.

Será por eso que no entiendo tantas parejas que conocemos, que luego de una unión amorosa de años, con hijos o sin ellos, no son capaces de entender que no se casaron con un ángel sino con una persona normal, con virtudes  y defectos, pero con el sincero deseo de ser mejor, para lo cual solo requiere la ayuda de esa persona que especialmente escogió dentro de miles a quienes conoció, para hacer con ella su compañera o compañero de viaje largo, en un camino en el cual la felicidad no está al final del mismo, sino en cada paso durante larga caminata que se recorre para llegar a  un final… indefinido.

Como Asesor Familiar y de Parejas por más de diez años, y luego como editor de mi Blog www.unavidafeliz.com, donde he evacuado miles de consultas,  puedo asegurar que por lo menos el noventa por ciento de los casos conocidos de separaciones y divorcios de parejas con más de dos años de unión, los problemas que produjeron el rompimiento, siempre fueron asuntos que pudieron ser resueltos,  si las partes hubiesen entendido  que los seres humanos en su gran mayoría, aun siendo imperfectos, siempre tenemos la posibilidad de mejorar, y quizás, perfectibles; pero que no es posible lograrlo solos, sino con esa mano abierta, tierna, cariñosa entendida  y  ese hombro siempre presto de la persona que amamos, en el cual recostar nuestra cabeza, cuando la vida  nos golpea de tal manera, que pareciera que no existe solución para nuestros problemas.

Es por todo lo expuesto, que una parte de mi celebración de este aniversario de bodas, es precisamente escribir esta crónica para que sea leída por alguna o algunas parejas que, de alguna manera, estén pensando separarse sin darse la oportunidad de pensar, repensar y manifestar sinceramente sus reales sentimientos, vacíos, insatisfacciones o frustraciones en su relación íntima, cuales,  por cuanto la otra parte no es adivina, al ser manifestadas  y escuchadas con interés por su par, pudieren entre ambos encontrarle una solución posible, que si no evitare la separación, por lo  menos la hiciere menos traumática para ellos, y sus descendientes si es que los tuvieren.

Finalmente, en mi nombre y en el de todas las parejas que  han logrado superar sus desacuerdos, desinteligencias o errores, de tal manera que se hayan entusiasmado en celebrar sus respectivos aniversarios, doy infinitas gracias a ese Dios bueno, que desde que estuve en el vientre de mi madre hasta hoy, me ha motivado como seguidor de las enseñanzas de su hijo Jesús de Nazaret, en cuanto a que el amor, que conlleva respeto, consideración, buena comunicación, solidaridad y lealtad a toda prueba,  es el único camino cierto para lograr la felicidad de la pareja, que le motive suficientemente, precisamente para celebrar un Aniversario de Pareja, trátese de  Bodas o de cualquier otro nexo de unión, entre dos personas que se amen.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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LA EDAD Y LA VIDA

Releyendo en alguna parte, encontré una anécdota sobre Galileo Galilei, cuando ya teniendo su barba blanca, unos amigos le  preguntaron ¿Cuántos años tienes? Y él les respondió ocho o diez años. Por tal respuesta le replicaron asombrados: ¿Cómo es eso? Y Galileo les replicó.  “…los años que tengo son los años que me quedan por vivir, porque los ya vividos ya no los tengo, como no tengo las monedas que se han gastado, todos ya se fueron.” Meditando sobre esta respuesta, tengo que llegar a la conclusión que ciertamente, los años que tenemos son los que nos quedan que vivir  y no los que ya hemos vivido, porque los vividos son como el agua que pasó bajo los puentes: pasó y no volverá, así como los años pasados no volverán y nada puede hacerse sobre ellos.

Entonces los años que son míos, como lo dijera Galileo, son los que me faltan por vivir, y por tanto, son esos años que me quedan los que deben ocuparme; vale decir, que voy a hacer con ellos y en ellos, pero como no sé cuantos serán, en realidad tengo que referirme, o mejor dicho,  a los días, horas, minutos y… segundos. Me corresponde pensar que voy a hacer en ellos y con ellos; sin duda alguna para procurar  mi mayor felicidad, la de mi entorno íntimo, y en general como cristiano, en mis semejantes.

De tal manera debo amar intensamente cada minuto y disfrutar con fruición las múltiples bendiciones que Dios puso para mí sobre esta tierra. Como siempre he sido un enamorado de la vida, ahora más que nunca, sobre la base de la citada reflexión me corresponde ser más amoroso con las personas que amo y manifestarle en cada ocasión posible ese amor que tengo por ellas. Asimismo, me corresponde dar lo mejor de mí en todo lo que hago, que es como decir que debo hacer todo con más pasión que nunca, sintiendo el placer de ser  útil y solidario con las personas; recordar a cada momento que el tiempo se agota y no puedo desperdiciarlo, sino… vivirlo. Ahora tengo que pensar que todo pasará, como han pasado mis años vividos; por tanto me corresponde disfrutar haciendo las cosas con amor y viviendo cada momento con emoción especial; debo aceptar que lo único que quedará de mí será el amor y los buenos actos que de mi recuerden las personas y, especialmente, mis seres queridos.

Venturosamente, como soy escritor, ahora más que nunca me corresponde escribir sobre lo bello de la vida, que he vivido y lo maravillosa que puede ser la existencia para cualquier persona que comprendiendo lo limitado de su vida,  entienda que solo amando, manifestando el amor y   haciendo el bien en cada momento, podemos sentirnos realizados física y espiritualmente. Esto conlleva aceptar la diversidad humana, respetar la individualidad, introspeccionar la obligación que tenemos quienes tenemos acceso y utilizamos los diferentes medios de comunicación, como personas felices, de procurar que los demás entienden que es posible serlo, porque depende de nosotros y de nadie más.

En el mismo sentido, nos corresponde pensar que algo que pareciera elemental para nosotros, pudiera ser que para otros pareciera muy complicado; por ejemplo, aquellos que dicen como su aporte a algún problema que sufren: “…estoy preocupado por tal o cual asunto…”, sin considerar que su preocupación, realmente, nada positivo aporta a la solución del problema, sino que, por el contrario, estar preocupado afecta su mente y su capacidad de resolver algo. Por lo cual no sirve de nada estar preocupado, sino que en vez de tal, debemos no preocuparnos sino ocuparnos de cómo solucionarlo; pero sin preocupación, sino actuando con diligencia, confianza, positividad y fe: con la mente despejada,   lo cual no es fácil si nos encontramos preocupados.

Igualmente, el odio, el rencor,  los malos deseos, las maldiciones, no hacen daño a quien se le profesan, sino que nos ensucia el alma, retarda nuestro crecimiento espiritual y entorpece recuperarnos de cualquier   mala acción que nos haya producido  alguien. En cambio, el amor, el perdón, la bendiciones, la caridad y poner las malas situaciones que no podemos resolver en las manos de Dios, nos ayudan a recuperarnos  física y espiritualmente de cualquier inconveniente que alguien nos produzca. Pero lamentablemente, pocas personas pueden procesar esta realidad que para  nosotros es obvia.

Por todo eso, estamos obligados a insistir hablando y escribiendo sobre estas verdades, que parecieran elementales, pero que   muchas veces  hacen la diferencia entre la gente triunfadora y feliz, y aquellos que se consideran perdedores e infelices por no lograr algunas de sus metas, sueños o ambiciones.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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EL CAMINO EN EL NUEVO AÑO

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  • ¿Qué cuál será mi camino el próximo Año? Es un pensamiento que me asalta todos los días treinta y uno de Diciembre de cada año; la respuesta siempre es la misma: el mismo tuyo, porque como escribiera el poeta: “… se hace camino al andar…”.

  • Es que lo importante no es lo largo, estrecho, duro o sinuoso del camino, sino que yo voy por él… continuo sobre el camino y eso significa que soy parte de este mundo, con la responsabilidad de continuar mi camino siempre adelante.

  • ¿Qué cómo será ese camino que debo recorrer el Nuevo Año? Simplemente, con el color y el sabor que yo le dé; porque soy yo y únicamente yo quien tengo el poder, devenido de Dios, de hacerlo conforme lo desee. Así, si amo a la gente y a las cosas; si tengo una sonrisa en mis labios; si permanentemente tengo una palabra de amor, solidaridad y utilidad para los demás; mis manos, mis brazos y mi corazón abiertos para abrazar, entender, aceptar, escuchar y  pronunciar una  palabra amiga; mi corazón y mi alma están prestos para mirar la gota de rocío sobre la rosa, la mariposa sobre la hoja y la hormiga con su gigantesca carga al hombro, con la misma ternura que los errores, desvaríos y hasta ofensas de mis hermanos, y aun así poder… perdonar.

  • Si soy capaz de nutrirme de la luz del día y acoger como premio especial para el descanso de mi cuerpo y mi alma, la tierna noche; si puedo lograr que mis sentidos atrapen el aroma de las rosas, que representa la bondad de mis hermanos humanos y no dejarme afectar por el fétido olor del mal; si puedo cambiar la sátira burlona o la ofensa, en solo el paso de una ráfaga de viento en la tormenta, sin permitir que me dañen.

  • Si puedo amar íntimamente con la magia que sólo surge de la unión físico-espiritual; si puedo orar con mis actos bondadosos, amorosos, generosos y no rezar con palabras escritas con la idea preconcebida de producir una reacción; si disfruto cada segundo de mi hoy, sin recordar ayer ni preocuparme por mañana.

  • Si en vez de juzgar a mis hermanos, halago su bondad e ignoro sus desatinos; si concibo las cosas mal hechas como inconvenientes para quien las realiza y para todos los demás, pero no como pecaminosas; si puedo introspeccionar que la música, el sonido del aire, el vuelo de la hoja, la risa del niño, la música de los arroyos y el canto de las aves, también son una oración que nuestro Padre Celestial disfruta.

  • Entonces, no importará si mi camino es más largo o más corto; más ancho o angosto; menos o más soleado; porque con mi mente y mis sentidos, tengo el poder de transformarlo todo a mi favor. Se trata de ese extraordinario e  insustituible estado de ánimo que Dios me inyectó dentro de lo más profundo de mi ser, precisamente para que le diera a mi vida el color y el sabor que yo deseare, en todo momento que fuere necesario, sin requerir de nadie más para lograrlo.

  • Bendito sea Dios y benditos sean mis hermanos humanos, sin distinción de ningún género, este año que termina y todos los muchos que continuarán llegando; porque lo importante de nosotros que recorre el camino, que es nuestra alma, no es finito sino infinito, como infinito es Dios y el Universo; por lo cual, después de este camino vendrán otros… muchos otros que también recorreremos con nuestros bellos sentimientos o miserias humanas, pero los recorreremos hasta que el Gran Hacedor diga: ya es tiempo que descanses aquí… a mi lado

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AMOR INTEGRAL

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Dimensionar el amor, medirlo o sopesarlo física o intelectualmente, es prácticamente imposible, más allá de una sensación de auto seguridad; porque se produce en la más absoluta interioridad de nuestra alma, donde sólo nosotros tenemos acceso. Sin embargo, tengo que   decir que -al menos para mí como individuo- el amor integral entre dos seres que se aman no puede ser de medias tintas, por temporadas o de acuerdo a nuestro carácter, sino que su integralidad reside en que abarca lo físico y lo espiritual, hasta lograr la confusión de ambos sentimientos: el cuerpo y el alma, como sexo y espíritu en comunión.
     Tengo cualidad para decirlo, porque lo he vivido por más de cuatro décadas cuando siempre lo he  sentido como una semilla que nació con una mirada, germinó con un trato afable, sincero y respetuoso; luego fueron surgiendo los retoños: el amor sensual, la emoción, la pasión, la comprensión, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y la constante convicción de que la relación se mantendría para siempre.
     En su segunda etapa, surgieron esas pequeñas florecillas que luego se convirtieron en nuevas semillitas, imbuidas de nuestra herencia genética, que luego al brotar como pequeñas plantas fueron abonadas y regadas por nuestro amor, ternura, respeto, comprensión, enseñanza y… ejemplo. Esa siempre agradable labor, hizo realidad ese proyecto maravilloso que iniciamos al comenzar nuestra relación, cual no era otro que -mediante una familia- hacer eterno sobre esta tierra, mediante ellos,  ese amor sano, sincero, emocionante y solidario que construimos con altibajos, tropiezos, desaciertos y correcciones; pero con armonía, solidaridad, sensibilidad, vocación de permanencia; con seguridad de que -si manteníamos nuestros principios fundamentales sobre los cuales cimentamos nuestra relación de pareja- al final tendríamos éxito.
     Creo que el amor de pareja no puede ser una etiqueta, un show, un espectáculo o una tendencia de un tiempo o un espacio determinados. El amor de pareja tiene que ser un agradable compromiso, lleno de esa magia que únicamente puede producir el cariño real, verdadero y ejercido con libertad; pero no para satisfacer a la sociedad, grupos, amistades, familia o religiones.
     Este amor, simplemente hay que sentirlo como delicioso, alimentándolo de forma agradable, emocionante, renovada  y… permanentemente; porque son estos elementos los que le dan ese toque mágico que supera la belleza de la juventud, la etapa difícil de la madurez, las canas, las arrugas y los achaques que nos dejan los años, para producir el milagro de la bonanza y tierna seguridad de los años dorados.
     Que cosa más edificante que sentir enamoramiento, pasión, ternura, hermandad, solidaridad sin límites y lealtad a toda prueba en esa otra persona que es nuestra pareja, porque sin que nadie te lo imponga sientes que ella es tu novia, amante, amiga, hermana;  y esa persona única a quien todo puedes contárselo sin reservas; con quien todo lo puedes comentar y compartir, porque no te ama por sus recuerdos de cómo fuiste o lo que hiciste, sino  que te ama por su realidad de cómo eres ahora mismo, sin importar si eres más joven o más viejo, más fuerte o más débil, más o menos elegante,  más o menos sano. Simplemente, te ama por lo que eres y como eres ahora; porque ese es el milagro del amor integral, que no tiene recuerdos de lo pasó ni temores a lo pudiera sobrevenir adelante: el amor integral nos cobija, con la seguridad de que Dios nos bendice cuando amamos como él nos enseñó: SIN LÍMITES NI PREJUICIOS DE NINGÚN GÉNERO.

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EL REGALO MÁS GRANDE DEL MUNDO

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Para muchas personas esta frase pareciera trillada, pero por mi formación espiritual, conozco su resultado y me siento obligado a divulgarlo; ya que, si sólo sirviera para la reflexión positiva de una sola persona, me sentiría compensado. Desde que tengo uso de razón, considero mi vida como EL REGALO MAS GRANDE DEL MUNDO, porque gracias a ella puedo percibir la hermosura de la naturaleza y las personas; pero además comunicarme con mis semejantes, así  como con especies animales y vegetales, como las mascotas y las plantas, que no tengo duda distinguen y/o aprecian mis caricias, palabras y sentimientos.

Ese milagro maravilloso que es mi vida, en un mundo donde somos  tan vulnerables, pienso que para mantenerse como tal requiere de formación cultural. Vale decir, que así como para sobrevivir físicamente tenemos que cuidar nuestra salud y nuestros pasos, espiritualmente tenemos que cultivarnos y fortalecernos, lo cual únicamente podemos alcanzar meditando sobre cada uno de nuestros actos, manifestación e introspección de nuestros sentimientos.

En tal sentido, si queremos aumentar la posibilidad de supervivencia física nos conviene una buena alimentación, evitar riesgos innecesarios y no hacer daño a ninguna persona o elemento natural, lo cual nos aseguraría un alto porcentaje de éxito a nuestro favor; más como lo físico y espiritual es biunívoco, uno de los grandes riesgos para nuestro cuerpo son las enfermedades, las cuales en su gran mayoría –independiente de lo que piensen algunos científicos- se producen como consecuencia del estrés, cuando albergamos sentimientos destructivos como la intranquilidad, desamor, remordimientos, odios, envidias, deseos de venganza, vacíos vivenciales; o simplemente,  cuando no tenemos nuestra conciencia tranquila, porque en algo no hemos actuado correctamente.

Por mi experiencia he aprendido, que la tranquilidad y a ser posible la  fortaleza espiritual que nos permiten sentirnos en paz, es la mejor medicina preventiva frente a posibles patologías e invalorables en los procesos de sanación, como ya ha sido aceptado por la Sicología Positiva. Asimismo, que el amor,  la generosidad y la felicidad, son las mejores oraciones a nuestro Padre Celestial; porque demuestran la excelencia de su obra, representada por nosotros.

Aprecio la vida, porque gracias a ella puedo decir “te amo” sin importar el origen, sexo, raza o nacionalidad de mis semejantes; porque me permite percibir a Dios en mi ser interno y esto, además de fortalecer mi fe y esperanza, me elimina cualquier temor o desconfianza.

Finalizo recordando que –más allá de esa parte aleatoria de nuestro destino que no podemos controlar- Dios nos dota de todas las herramientas necesarias para ser felices, pero que a nosotros toca utilizarlas eficientemente, de tal manera que nuestra vida se convierta realmente, en EL REGALO MÁS GRANDE DEL MUNDO.

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SEXO DE PAREJA EFECTIVO

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Atendiendo a la solicitud de una lectora que vive en pareja, vuelvo a tocar el tema del sexo en pareja, cual siempre me ha parecido fundamental en una relación íntima con intención de permanencia. Así tenemos que, quienes hemos vivido largos años en pareja sabemos que es cierto que los problemas pueden iniciarse en cualquier parte o cualquier hora, dentro o fuera del hogar, pero finalmente terminan arreglándose en la alcoba. Por tanto, los problemas en la pareja que no se arreglen en el lecho, difícilmente tendrán solución.

Es que, si bien es cierto que no es el sexo lo único que incide de forma importante en esta relación, sí que es un factor decisivo. Lo que sucede es que la sexualidad tiene que ver con la parte más íntima de sus integrantes; con sus más caros y respetables sentimientos como lo son el amor, el ego, el orgullo, la lealtad, la solidaridad, la aceptación, la comprensión y el respeto; cuales a su vez son afectados por otros menos caros pero no menos respetables, que incidirán en mayor o menor grado en la relación sexual, como lo son por nombrar algunos: la emoción, la fantasía, la creatividad y el talante de los integrantes.

En mi concepto, de estos últimos el más importante es la creatividad porque permite proponer el ambiente mágico, incorporando emoción y fantasía a ese incomparable por reconfortante evento que con toda propiedad denominamos: HACER EL AMOR.

Independientemente de la parte física de los órganos sexuales, este natural pero especialísimo acto en el mundo civilizado, para lograr su máximo nivel de satisfacción, requiere de la magia, del idilio y de la ternura; elementos éstos que desde el inicio de la relación de pareja, serán el escudo frente a su peor enemigo: la rutina.

El acto sexual de la pareja para que sea satisfactorio y perdurable en sus más nobles efectos, requiere de otros elementos externos a los cuerpos que intervendrán y los cuales aunque no constituyen su núcleo, si van a definir en mucho el nivel de la satisfacción que se experimente, como por citar uno de los más importantes lo sería la ternura. A este respecto Kostas Axelo escribió:”La pareja no se apoya sobre la permanencia del amor y de la sexualidad, sino sobre la permanencia de la ternura.”

Hacer el amor con la persona amada requiere de esos elementos externos al cuerpo, que son los que  le inyectan ese porcentaje de magia que lo hace especialmente agradable y deseado de ser repetido; los cuales pudieran hacer la diferencia entre un acto emocionante y uno aburrido, o escasamente… soportable, como lamentablemente son abundantes en las parejas que no son creativas.

En este acto tan íntimo, en primer lugar influye el ambiente personal, que básicamente estará influido por el comportamiento previo al acto sexual por parte de los integrantes. De tal manera, en parejas física y mentalmente sanas será muy difícil una buena materialización del acto sexual, si uno de ellos con anterioridad inmediata ha sido descortés, violento, grosero o desconsiderado; porque en tal caso no será fácil desterrar el dolor del alma de los actuantes, o de alguno de ellos  que hubiere sido agredido u ofendido, únicamente porque el otro requiera los favores sexuales.

En el caso contrario, cuando antes del acto sexual ha reinado en el ambiente la cordialidad, la consideración, el respeto y el buen humor, los augurios para el acto sexual a realizarse serán realmente prometedores. No solamente por la parte espiritual, sino porque desde el punto de vista de la fisiología del cuerpo, tal ambiente propicia la secreción de hormonas que propician y/o hacen más satisfactorio el acto, como las feromonas y las endorfinas.

En segundo lugar incidirá el escenario físico en el cual se consumará el acto, como la disposición de la  habitación, la lencería, la ropa interior, perfumes y cremas, y cualquier otro elemento adicional que la creatividad mutua adicione al escenario escogido para realizarlo.

En tercer lugar y aunque pareciera obvio, se requiere la real conciencia de que se trata de un acto con una carga emocional especial y esencial e indispensablemente de dos. De tal manera que lo ideal es que el acto cubra las expectativas de ambos. Si bien es cierto que no es impropia alguna modalidad para materializar el acto más deseada por uno que por otro,  para que cumpla su función integradora de los dos cuerpos,  debería ser del agrado de ambos.

Es que la concepción del acto sexual lo es el más sublime, de darlo todo sin ninguna reserva. De tal forma que aquel que ofrenda su cuerpo para dar su amor de esa forma, debería recibirlo de la misma manera: en su máxima expresión, sin reservas, tabúes o limitaciones.

Opino que no obstante que en el acto sexual de dos personas que se aman, el mejor interés lo es el prodigar la mayor cantidad y calidad de goce al amado, lo ideal sería que cada sujeto lo recibiera de la misma manera.    Para tal fin, mediante una buena comunicación los integrantes aprenderán a conocerse en sus sentimientos y también en sus cuerpos.

Por eso, desde el primer encuentro íntimo  deberán dedicar todo su ingenio, inteligencia, delicadeza, agudeza y paciencia, a descubrir las reacciones físicas del otro, así como sus apetencias, rechazos, limitaciones y emociones. Profundizando en lo posible en el alma de su pareja para descubrir sus gustos, deseos, temores, perturbaciones, aversiones o rechazos si los hubiere, con respecto a ese complejo pero maravilloso mundo del sexo.

El buen amante deberá, así como supo escudriñar el alma y los sentimientos de su pareja, haciendo gala de su mayor tacto y ternura, descubrir su cuerpo… todo su cuerpo, hasta encontrar las áreas más sensibles al tacto, a los sonidos, a las palabras, a los olores; lo cual le permitirá descubrir sus zonas de aceptación o erógenas, así como aquellas que le producen rechazo o desagrado. Este conocimiento será fundamental para una relación sexual satisfactoria.

No es de extrañar que un sonido, un olor, una palabra fuera de tiempo o cualquier actuación inoportuna o desagradable, produzca rechazo en uno de los integrantes y de esta manera se rompa la magia de un momento que auguraba ser especialmente agradable. Una manera de materializar además de nuestro amor  y respeto por nuestra pareja, es precisamente mediante el conocimiento de estos factores de su personalidad.

Si bien es cierto que en el acto sexual de la pareja no deben permitirse más límites que aquellos que voluntaria y de forma espontánea ambos se impongan, no es menos cierto que no hay nada más irrespetuoso e indeseable en la relación íntima, que  una actuación de presión o solicitud inconveniente a la forma de ser del otro; porque independiente de la magnitud del deseo, es fundamental el tacto para determinar la disposición de la contraparte para realizar el acto, cual es la única manera de que además de darse el momento de satisfacción inigualable, perdure el deseo de… repetirlo.

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¿CUÁL ES MI RIQUEZA?

clan castillos

En más de setenta y cinco años es mucho lo que  se lee y otro tanto lo que se olvida. Quizás, si mal no recuerdo,  fue en Hebreos donde leí: “Llegué al mundo sin nada, me iré del mismo modo sin nada, excepto amor. Todo lo demás es prestado.” En verdad, creo que nací con la tendencia de la utilidad del uso y no de la propiedad;  por eso en mi larga vida, donde he sido empleado, empresario, escritor, profesional del Derecho, asesor empresarial y consejero familiar, mis actividades  han sido más fáciles y menos atemorizantes. Lo que he usado lo he considerado prestado y  lo  que he adquirido también… un  préstamo, porque nunca he esperado llevármelo.

Ciertamente, aun en las más duras circunstancias,  desde que tengo uso de razón,  he recibido mucho amor que, aunque inicialmente, cuando comenzaba mi desarrollo espiritual no lo he  estimado como un préstamo, hoy, aunque en mis años dorados recibo más que antes, difiero un poco del pensamiento transcrito, porque en el fondo, cuando regrese al seno de mi Padre, no podré llevármelo conmigo, seguramente porque ya será innecesario, porque el que recibiré en esa otra morada que me espera, será superior a todo amor terrenal.   Reflexiono sobre esto, para aquellos amigos que quizás nunca lo han hecho sobre el tema.  Que sano sería recordarlo todos los días. Si lo hiciéramos no admitiríamos trascendente lo que tenemos, sólo lo utilizaríamos y disfrutaríamos con fruición… mientras pudiésemos, lo cual además eliminaría estrés; en todo caso, lo único trascendental,  porque  nosotros mismos lo producimos ES EL AMOR, que es una manifestación espontánea del  alma,  extraordinaria e inigualable, que nos hace merecedores de llamarnos hijos de Dios, porque cuando amamos lo damos todo, lo entregamos sin reserva, lo disfrutamos sin límite, nos perdemos en un mundo de fantasía que nos aleja de una realidad que a veces es  dura.

El amor,  satisface el espíritu pero también nuestro cuerpo en su más sublime experiencia: el sexo y su subsiguiente  resultado: los hijos, que extenderán y  harán perdurable por siempre nuestro amor sobre esta tierra,  cual es la parte ética  natural obligante de nuestra vida terrenal: la propagación  y mantenimiento de la especie. Por eso, por todo eso, vale la pena repasar, pensar, meditar y tratar de actuar conforme a este pensamiento bíblico, escrito hace más de dos  mil años atrás, pero absolutamente vigente en esta época.

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QUE QUIERO DE TI

FOTO ESPECIAL AMAURI Y  NANCYQuiero que seas como eres: como te lo indica tu naturaleza, como lo siente tu conciencia, como crees que es lo correcto –independiente de cómo a mí me parezca- porque eso es integridad, autoestima; sentir que uno significa verdad, sinceridad, comunicación real;  pero, especialmente, representa amar con libertad, y el amor sin libertad puede ser cualquier otra cosa… pero menos amor; al menos el amor que merece quien se entrega en cuerpo, alma y sin reservas.

Te acepto como tú eres; como una hija de Dios -que no un ángel-  con tus virtudes y defectos, que así como los míos,  con el tiempo la dedicación, la ayuda mutua para mejorar, iremos acrecentando unos y disminuyendo los otros. Sé y no tengo duda que eres especialmente honesta, sincera y tierna; no tengo duda de tu potencial de crecimiento físico-espiritual, de tu generosidad, de tu capacidad para soñar  y hacer de tus sueños un proyecto posible y lograble, en el cual yo siempre tengo cabida.

Quiero que no cambies nunca, porque tú me inspiras respeto, consideración, atención y deseos de vivir siempre a tu lado. No me importa para nada qué hiciste o pensaste de las cosas fundamentales de la vida antes de  conocerme, porque sobradamente me has demostrado que lo que yo considero importante en nuestra relación, también lo es para ti y eso nos hace un equipo imperdible, donde el triunfo es mutuo y no individual.

Nunca temas que si cometes un error, independiente de su magnitud, te juzgaría, porque ese es trabajo de Dios y no de alguien que te ama como yo.  Lo que sí tienes que saber es que si llegara a suceder, en mí tendrías la mano extendida y el corazón abierto para ayudarte a encontrar la solución; porque, precisamente, por eso te quiero como eres.

Ninguno de los dos es indispensable para vivir, pero nos complementamos y equilibramos, cual es como decir que para una vida feliz e integral nos necesitamos,  y aquí estaremos, voluntariamente, siempre  el uno al lado del otro.

Te quiero con tu edad;  esa que paró mi reloj el día que te conocí. Nunca has sido ni más joven ni  más vieja, porque siempre has tenido la edad ideal para amar  mágica e intensamente en el hoy, que es lo único que es nuestro, actual y seguro. Por eso, te quiero… como eres.

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