ALCANZAR LA VEJEZ ES UNA BENDICION DE DIOS
Aunque me considero sin edad, porque no me siento viejo ni enteramente joven, sino más bien de juventud prolongada, sí tengo que sufrir impotente la exclusión más aberrante de estos últimos años en mi país; ya que, dentro del mundo de las etiquetas actuales -cuales ninguna requiere mi aprobación- estoy clasificado dentro del grupo etario de la “tercera edad”.
Hoy en Venezuela, pertenecer a la tercera edad, que es como decir ser padre o madre de las actuales nuevas generaciones y haber dado más de cincuenta años de dura lucha y trabajo para hacer el país que tenemos, pareciera ser una mácula, que nos condena a una injusta y terrible exclusión.
Las personas mayores de seseny cinco años en vez de merecer reconocimiento y respeto, tal como si nuestra vida no valiera nada, no tenemos derecho en nuestro país a suscribir ninguna póliza de seguros que proteja nuestra salud.
Ni el Estado ni la sociedad en general –y creo que, algunas veces, ni nuestra propia familia- se consideran obligados a permitirnos asistencia digna, oportuna y eficiente, en caso de una enfermedad, que pudiera hacer dolorosa nuestra vejez o producir nuestra muerte.
Como consecuencia, o tenemos suficientes Dólares para suscribir una póliza internacional o corremos el riesgo de morir de mengua, por pares en una cama de nuestros hospitales públicos.
Asimismo, si observamos las ofertas de trabajo en la prensa, en el más alto porcentaje, no se aceptan solicitudes de personas mayores de cuarenta y en algunos casos de treinta y cinco años de edad. Esto es como decir: si no tienes una pensión, muérete de hambre ya; y si la tienes, dado lo exiguo de las mismas, desaparece lentamente por inanición o enfermedad.
Estuve en un Banco, donde personas protestaron por la prioridad para las personas de la tercera edad.
¿Habrase visto mayor exclusión, por no hablar de insensibilidad?
Y todo únicamente por el hecho de haber vivido, cumplido con las normas sociales creando una familia, educando los hijos y servido al país…
¿Verdad que es abominable? Pero es una realidad actual indiscutible.
¿Será que los dirigentes políticos, funcionarios públicos y ejecutivos de las Empresas de Seguros no están felices de vivir, no tienen padres, o esperan que ni ellos ni sus descendientes superen los sesenta años de edad?
En tal circunstancia… ¿Será que las personas de la tercera edad no tenemos patria o debemos irnos del País para vivir con dignidad?
Alguien debería responder esta interrogante con sabor a frustración.