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Archive for the ‘HOY’ Category

EL CORRER DE LOS AÑOS

feliz cumpleaños amigoCon mis setenta y siete  años encima, como típica persona, no de tercera edad sino de juventud prolongada,  absolutamente convencido de mi condición vivencial físico-espiritual, debo comentar que, a mi manera de ver el asunto de la edad como una circunstancia personal, debo comentar que considero que tiene dos efectos inmediatos sobre los cuales toda persona racional debe meditar amplia y sinceramente. Me refiero en primer lugar al aspecto físico, esto es,  cómo afecta a nuestro cuerpo en la mayoría de nuestra integralidad corporal. Sin duda que al envejecer igual que todo ser viviente, tanto del reino animal como del vegetal, la tendencia es ir perdiendo capacidad física y sufrir efectos degenerativos, hasta llegar al final cuando morimos y nuestro cuerpo cumple su destino bíblico: “Polvo eres y en polvo te convertirás.”; lo cual por cierto es indefectible y por tanto no debería  infundir temor a nadie, precisamente porque no hay como evitarlo.  En segundo lugar, nuestra condición racional que conlleva nuestro convencimiento de nuestra espiritualidad, nos permite conocer que al morir, simplemente nuestro espíritu vuelve a esa dimensión de donde vino cuando nacimos, como nos lo anticipara Jesús de Nazaret cuando decía: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”, dejándonos de tal manera el mensaje de que en verdad somos eternos por lo cual este paso por la vida es sólo una de las muchas etapas de nuestro crecimiento espiritual,  lo cual debería hacer aún menor el temor a la muerte, porque lo que desaparece de la faz de la tierra es nuestra parte física pero nuestra alma continúa su proceso de crecimiento espiritual y eso es más bien beneficioso.

En mi modo de ver la vida y las cosas, el transcurrir de los años es un proceso normal que no tiene por qué preocuparnos más de la cuenta, sino por el contrario, es un acicate para  disfrutar cada minuto de cada hora de cada día, bajo la premisa de  que nunca volverá a repetirse y por tanto debemos aprovecharlo al máximo.  Es que como nos sintamos en cada edad, más que con el número de años que transcurren,  tiene que ver con nuestro estado de ánimo,  porque cada edad tiene su parte bella y sus irrepetibles momentos de disfrute, plenitud, sueños  y felicidad.  Sin duda que, dada la incertidumbre de no saber que puede ser mañana de nosotros y nuestra vulnerabilidad frente a una naturaleza terriblemente implacable, tales realidades pueden influir  de forma definitiva, en quienes desoyendo los consejos de los filósofos griegos antiguos que nos enseñaron: “Si no tomas la incertidumbre como una aventura, terminará produciéndote miedo… y eso es lo peor que te puede pasar.“   terminarán temiendo al devenir del tiempo y el transcurso de los años y al ocupar su tiempo en  estas especulaciones, se perderán de disfrutar el día a día tan lleno de cosas bellas, que como antes comento, pudieran ser irrecuperables.

El transcurrir de los años, para quienes tratamos de prolongar nuestra juventud -especialmente cuidando que no muera nuestro niño interno- nos regala cosas maravillosas, y si se quiere mágicas, como el amor a nuestra pareja, el advenimiento de los hijos, los nietos, la acumulación de amigos –que son esa otra familia que escogemos voluntariamente, porque no deviene de consanguinidad alguna- y la esperanza de que mañana será mejor, porque diariamente hacemos lo único que nos es permitido para un mejor futuro: hacer las cosas bien hoy.

– ¿Quién podría decir con verdad que con el correr de los años e independiente de la edad, no es maravilloso enamorarse y disfrutar del amor de ese ser amado, su sexualidad,  su ternura, su lealtad, su solidaridad, su dedicación, atenciones  y sus cuidados?´

-¿Quién en su sano juicio no disfrutaría de las caricias de  un hijo o un nieto amorosos?

-¿Quién podría decir que no es hermoso cuando un amigo te abraza y te ratifica su amor, especialmente cuando te encuentras en dificultades?

-¿Quién desmentiría que la sonrisa de los niños, el trinar de los pájaros, el ruido de las olas del mar, el rumor del  agua en los arroyos, la forma y color de las flores, no son un espectáculo simplemente magnífico a nuestra vista, que nos embelesa, fortalece y hace amar  aún más la vida?

-¿Quién podría negar que cuando finalizamos nuestra formación académica con  éxito, independiente de cuál sea su nivel, es un momento de inmensa felicidad y orgullo?

Pues bien, ninguno de estos pocos ejemplos de los muchos que nos regala la vida, podríamos experimentarlos sino con el transcurso de los años. Es por lo cual cualquier persona en estado de agonía, daría cualquier cosa por un día, un  mes o un año más de vida, sin temor a que va a ser  más viejo. Por el contrario, los años que conllevan la vejez, conforme a tu estado de ánimo, serán una bendición o un fardo duro de llevar.  Al menos en mi caso,  no tengo duda que mi vida –no obstante haber estado muy cerca de la muerte varias veces-  ha sido realmente bella, interesante y exitosa. Dios ha permitido que realice mis sueños; quizás porque fueron sencillos, absolutamente realizables y de acuerdo a mi formación de pensamiento cristiano y  positivo.

Hoy, con casi ocho décadas de vida, físicamente no puedo hacer algunas cosas como lo hacía a los veinte, pero tengo tantos y bellos recuerdos de mi niñez, adolescencia y juventud,  que aún estoy prolongando, que ciertamente no tengo que quejarme del correr y aumento de  mis años. De alguna manera, puedo decir que han sido más los logros y satisfacciones, que los momentos duros que he encontrado y superado en el camino de mi vida. Tal vez por eso me siento bien al escribir estas reflexiones, con la esperanza de que alguno de aquellos que temen a la vejez o a la muerte, en vez de perder su tiempo en estas nimiedades, se dediquen a evaluar todo lo que realmente  han vivido y lo que tienen por vivir, con el convencimiento que son ellos y nadie más, quienes con su optimismo, fe en Dios, esperanza, trabajo, decisión  y diligencia, podrán hacer de cada uno de sus años un reto y agradable aventura, que mucho quienes ya están bajo tierra hubieran desearon experimentar. Así como que para mí el tiempo es una ficción de nuestra mente, que solo nosotros podemos poner a nuestro favor para disfrutarlo intensamente.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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QUE QUIERO DE TI

FOTO ESPECIAL AMAURI Y  NANCYQuiero que seas como eres: como te lo indica tu naturaleza, como lo siente tu conciencia, como crees que es lo correcto –independiente de cómo a mí me parezca- porque eso es integridad, autoestima; sentir que uno significa verdad, sinceridad, comunicación real;  pero, especialmente, representa amar con libertad, y el amor sin libertad puede ser cualquier otra cosa… pero menos amor; al menos el amor que merece quien se entrega en cuerpo, alma y sin reservas.

Te acepto como tú eres; como una hija de Dios -que no un ángel-  con tus virtudes y defectos, que así como los míos,  con el tiempo la dedicación, la ayuda mutua para mejorar, iremos acrecentando unos y disminuyendo los otros. Sé y no tengo duda que eres especialmente honesta, sincera y tierna; no tengo duda de tu potencial de crecimiento físico-espiritual, de tu generosidad, de tu capacidad para soñar  y hacer de tus sueños un proyecto posible y lograble, en el cual yo siempre tengo cabida.

Quiero que no cambies nunca, porque tú me inspiras respeto, consideración, atención y deseos de vivir siempre a tu lado. No me importa para nada qué hiciste o pensaste de las cosas fundamentales de la vida antes de  conocerme, porque sobradamente me has demostrado que lo que yo considero importante en nuestra relación, también lo es para ti y eso nos hace un equipo imperdible, donde el triunfo es mutuo y no individual.

Nunca temas que si cometes un error, independiente de su magnitud, te juzgaría, porque ese es trabajo de Dios y no de alguien que te ama como yo.  Lo que sí tienes que saber es que si llegara a suceder, en mí tendrías la mano extendida y el corazón abierto para ayudarte a encontrar la solución; porque, precisamente, por eso te quiero como eres.

Ninguno de los dos es indispensable para vivir, pero nos complementamos y equilibramos, cual es como decir que para una vida feliz e integral nos necesitamos,  y aquí estaremos, voluntariamente, siempre  el uno al lado del otro.

Te quiero con tu edad;  esa que paró mi reloj el día que te conocí. Nunca has sido ni más joven ni  más vieja, porque siempre has tenido la edad ideal para amar  mágica e intensamente en el hoy, que es lo único que es nuestro, actual y seguro. Por eso, te quiero… como eres.

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imagen del mas allaCreo firmemente en el poder inconmensurable de Dios y su inagotable bondad, pero no soy muy dado a pensar que sobre esta tierra tenemos muchos “Santos”; pero no por eso desestimo, sino que admiro, esos hombres buenos que dedican lo mejor de sí a tratar de mejorar el mundo. Sigo fielmente el pensamiento de Jesús, y siento que uno de esos hombres  buenos es el Papa Francisco, de quien releyendo algunas de sus admoniciones, tropecé con una que coincide con mi forma de ver nuestro paso por esta vida y… la otra: ”Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca. Pero hay un tesoro que llevamos con nosotros. No es lo que guardamos para nosotros, es lo que dimos a los demás.” Estas palabras me  hacen meditar sobre una pregunta muy común: ¿Qué esperar del más allá?  Siento que somos lo que pensamos, sentimos  o creemos de nosotros y nuestro entorno; esto es que, si  miramos y aceptamos la vida como una oportunidad de vivir emocionantes y edificantes experiencias, donde no sólo la naturaleza está dispuesta para nuestra admiración y disfrute, sino que las personas que nos rodean sólo esperan una palabra de amor, comprensión o solidaridad para sentir nuestra hermandad y actuar como tales, debemos esperar del más allá una vida espiritual cónsona con nuestras acciones en esta existencia física.

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Oteando el horizonte del pasado, siento que paulatinamente en los últimos cincuenta años se nos fue quedando atrás una forma de vida que cambió bastante en el mundo de hoy, pero que mantuvo nuestra vocación para ser felices. Es que mantener los hijos no era tan difícil, porque se alimentaban del seno materno, visitaban el médico una vez al año, jugaban descalzos en el patio o la calle; comían libremente dulces o helados; no conocían antialérgicos, pero eran muy sanos; no sabían de sillas para niños ni  usaban cinturones de seguridad en los autos; tampoco viajaban a Disneylandia, pero disfrutaban los baños en el río, paseos a la playa, patines de cuatro ruedas o los paseos campestres los fines de semana; y para dormir no requerían ninguna medicina, pero dormían a pierna suelta.

No recuerdo que conocieran juguetes eléctricos, robots o nintendo; confeccionaban sus papagayos con papel de colores e hilo, carros con latas de sardina y gurrufíos con botones y pavilo, porque eran creativos, sencillos, conformes, respetuosos y… amorosos. Disfrutaban plenamente su niñez porque no asistían a la escuela sino hasta los siete años, lo cual les daba espacio para descansar, jugar y colaborar con las tareas domésticas, creciendo en el amor y solidaridad familiar. Tampoco se usaban filtros para el agua; el limón y el mentol eran remedios para toda enfermedad.

Cuando  no estaban en la escuela o en casa, compartían con los amigos jugando en la calle. Nunca conocí un niño que necesitara sicólogo, porque no conocían de “traumas”, “espacio propio” o “especial intimidad”; vivían en real familia integral, para su disciplina bastaba la “sicología doméstica” de la nalgadita a tiempo y la prohibición de salir a la calle, tan eficiente para evitar malos hijos, delincuentes juveniles y promover buenos ciudadanos.

¿Qué sucedió y porqué cambiamos tan pronto? Creo que es parte de la sinergia del tiempo, que con su desarrollo nos obliga a adaptarnos a las nuevas circunstancias. Como escribiera Condorcet: “El Desarrollo empuja a  los pueblos.” En verdad, se trata de un nuevo tiempo preñado de cambios, que nos reta y debemos enfrentarlo serenamente. Somos y seguiremos siendo los mismos hombres sobre la misma tierra, donde todo tiempo es apto para la vida buena.

¿Moraleja? Debemos desterrar por inútiles las evocaciones tristes o detenernos, para que el desarrollo no nos atropelle; corresponde de vez en cuando mirar atrás, para sinceramente evaluar el pasado; apreciar el presente y planificar el futuro, pero en función de una felicidad que siempre es posible lograr.

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“EL PASADO ES UN MUERTO Y DEBE PERMANECER BAJO LA TUMBA”

En los problemas de pareja, paradójicamente, el factor constante de perturbación no lo representa las situaciones que sufren en la actualidad, sino aquellos eventos que se sucedieron en el pasado, sobre los cuales no es posible hacer nada pero que continúan atormentándoles, precisamente porque no han sabido cerrar la puerta al pasado.

El pasado es un muerto y los muertos deben permanecer en el cementerio. El pasado no corresponde a un tiempo específico, sino que se trata del que no es actual; vale decir, todo lo que sucedió hace un segundo, ya es pasado y nada se puede hacer por cambiarlo.

Lo más que debemos hacer por el pasado es recordar los bellos momentos. La vida tiene tantas cosas bellas que disfrutar, sin que sepamos hasta cuándo, que es un desperdicio dedicarle parte de nuestro valioso hoy a un tiempo que se fue, pudiendo consagrarlo a vivir intensamente todas las muchas bendiciones que Dios puso en este mundo para nuestra satisfacción y deleite.

Si perdimos un amor, no nos comprendieron, engañaron o agraviaron, nada nos beneficia recordarlo, sino por el contrario, debemos olvidarlo. No importa cuanto tiempo pudimos amar, lo importante fue que amamos, y amar siempre ha sido un privilegio. Es lo bello del amor lo que debemos recordar. El amor, simplemente se vive, se disfruta intensamente y con fruición; y esa maravillosa sensación es algo que ya jamás nadie podrá quitarnos.

Si no cerramos la puerta del pasado a los recuerdos negativos, no podremos mantener el alma limpia y preparada para el nuevo amor que vendrá, que por regla general será más emocionante y pleno. De hecho la hermana gemela del pasado es la nostalgia, cual desvirtúa los eventos sucedidos, con riesgo a hacernos perder la perspectiva de la realidad.

Sabemos de todo el amor y la ternura que somos capaces de dar. Si alguien no nos quiere, pues se lo pierde. Es con optimismo, con fe y confianza en nuestras realizaciones como viviremos nuestro hoy y construiremos nuestro futuro. Todos los días crecemos espiritualmente y por eso somos una buena opción para quien quiera compartir felicidad.

En este camino de la vida, alguien viene en sentido contrario buscando lo mismo que nosotros; más temprano que tarde nos encontraremos y el amor que nunca muere, renacerá; seremos felices en nuestro hoy, y en el mañana, si es que llega. Entonces… ¿Qué razón tendría recordar lo malo del ayer?

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“VIVIR INTENSAMENTE CADA SEGUNDO ES MI PARTE EN ESTA VIDA.”

CIELO IIIPara satisfacer una inquietud de un consecuente lector de este Blog, hoy trataré sobre las posesiones materiales e intelectuales y su trascendencia en la vida terrenal.

¿Qué tengo en esta vida que pudiera considerar exclusivamente mío o llevarme al más allá?

Creo que nada; al menos, nada físico o intelectual que pudiera permanecer por siempre; porque todo, incluida mi propia persona, es esencialmente… temporal.

La vida no me pertenece porque es de Dios, quien decide hasta cuando puedo mantenerla. Mi esposa, quien amo por encima de todo lo demás, tampoco es mía porque, como mis hijos y mis amigos, también son de Dios; y siendo que nos une el amor y el cariño, que no son físicos, son sentimientos que no necesito llevarme porque son parte de mi espiritualidad.

¿Y el fruto de mi trabajo, el producto de mi dedicación y mis desvelos, tampoco son míos?

Pienso que sólo podemos disfrutarlos, porque en esencia los tenemos prestados mientras vivimos, porque donde vamos… no los necesitaremos.

Los bienes, el poder y la fama, que pudieran complementar nuestra felicidad, al ser eventuales, nadie puede asegurarnos su permanencia. En principio, los bienes  así como nuestros cuerpos, por ser físicos, volverán a la tierra a la cual pertenecen; el poder y la fama, no existen físicamente, sino que representan operaciones mentales que se quedan en el mundo de la intelectualidad, porque no pueden ser cuantificadas, evaluadas o físicamente determinadas, pero menos aún trasportadas o transferidas.

¿Y mis conocimientos y la sabiduría adquiridos?

Esos valores corresponden a nuestra individualidad, por lo cual  tampoco son susceptibles de transferencia; únicamente podemos aprovecharlos en nuestra condición físico-espiritual y al morir, por carecer de uno de esos elementos, ya no nos servirán  para nada.

Pero… ¿Qué tengo entonces? ¿Qué es realmente mío?

Tu capacidad de amar, de disfrutar, de compartir, de ser útil en tu hoy, que es inmutable e impredecible, pero que puedes manejar a tu antojo. Tu gran tesoro es el vivir ese maravilloso presente donde puedes aplicar todas tus capacidades para ser feliz, porque depende de la aplicación de tu estado de ánimo a tu libre albedrío -que son únicamente tuyos- para sacar el mejor partido a esas muchísimas bendiciones que Dios te da… todos los días.

Para evitarnos preocupaciones por atesorar o cuidar bienes materiales, fama o poder, Él los hizo temporales en esta vida e innecesarios en el más allá. Fue por ese acto de amor que no trajimos nada físico a este mundo; precisamente para que nunca olvidásemos que como llegamos, así nos iremos: desnudos de cuerpo y alma.

Nada físico tiene demasiada importancia, más allá del disfrute y el compartir con nuestros hermanos humanos esta bella vida que Dios nos dio. Lo que es muy importante, lo trascendente, lo que no muere, como mi alma y mi amor, como vinieron se irán y de ellos no quedará recuerdo perdurable en esta tierra.

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«SI ALGO PUEDO HACER POR MAÑANA, ES HACER LAS COSAS BIEN HOY.»

6smjpg1Una anotación bíblica establece que lo que va a ser ya es y lo que es ya fue… porque…no hay nada nuevo bajo el sol… Esto tiene que ver con pasado y futuro, dos instancias de tiempo que, injustificadamente, intranquilizan a la mayoría de las personas, quienes preocupados por el pasado -que no se puede remendar- o el futuro -que no se puede prever- descuidan disfrutar del hoy, que es lo único sobre lo cual podemos ejercer algún control.

Referiré para mis lectores mi opinión sobre eso que denominan el futuro, cual por cierto a mi me tiene sin cuidado; entre otros aspectos, porque nada me puede asegurar que llegue para mì y por tanto, de haberme preocupado, habría perdido un tiempo precioso, en vez de haberlo invertido disfrutando mi hoy.

Ese cacareado futuro está aquí, simplemente es hoy. No hay otro tiempo que no sea el de este día que vivimos. En un acto de praxis elemental, si quiere comprobar mi teoría, tome su reloj y mire la hora durante el tiempo que quiera, a ver cuando es mañana. Se encontrará con que a la una, o a las doce, o a la hora que usted quiera, siempre será hoy.

El futuro es una ficción mental sobre algo incierto e imprevisible; por eso no debe preocuparnos. Si usted me acompaña en esta forma de pensar disfrutará integralmente de todas las muchas bendiciones que existen para nosotros sobre esta tierra, sin preocupaciones por el mañana. El amor, el estudio, el trabajo, el arte, los alimentos, y en general, la satisfacción de nuestros sentidos, será más plena en la medida en que le eliminemos preocupaciones innecesarias, como aquellas por un mañana (futuro) que ni siquiera sabemos si llegará para nosotros.

En este asunto de no preocuparme por mañana, como en todo en mi vida, sigo a Jesús que como hijo predilecto de Dios era sabio; Él lo conocía muy bien y por eso enseñaba: «… el día de mañana traerá su propia preocupación… basta a cada día su mal.»

Sigo al pie de la letra ese concejo de Jesús. Desde que despierto hasta que me duermo nuevamente vivo intensamente, con fruición cada momento, sin permitir cargar lo que pudiera ser a lo que realmente es.

Próxima Entrega: JERARQUIZACIÒN DEL TIEMPO.

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¿Qué origina el temor que tanto daño hace a los seres humanos? 

Pienso que se trata de una reacción frente a  la impotencia del vasto desconocimiento de las circunstancias que pudieren afectar negativamente nuestra vida; especialmente aquellas que tienen que ver con el porvenir.

 Los dos, temor y futuro, son una especie de jugarreta  de nuestra mente al presentarnos proposiciones que retan nuestro potencial de raciocinio, para determinar si algo es positivo o negativo, conveniente o inconveniente, actual o remoto.

 Porque… ¿Qué es el temor sino una sensación de desamparo frente a supuestos males que pudieran acontecernos, pero que desconocemos cómo, cuándo y dónde podrían actualizarse?

 Y el futuro…¿No es acaso una ficción de nuestra mente sobre un tiempo que podría  sobrevenir, pero que realmente nadie podría asegurarnos con certeza si lo veremos o viviremos?

 Nadie puede certificar que nos acontecerán los males que tememos, o que llegará para nosotros el tiempo futuro. Simplemente, se trata de operaciones mentales, de proposiciones racionales de lo que pudiera o no materializarse, pero que ocupan nuestra mente, a veces obsesivamente, afectando nuestra vida cotidiana, desmejorando nuestra capacidad de disfrutar de las muchas y variadas bendiciones de que disponemos.

 La combinación temor-futuro se convierte en un cóctel nocivo, que produce el sentimiento patológico conocido como miedo, cuando el afectado se angustia, no  por el mal de ese preciso momento, sino por la posibilidad de su acaecimiento posterior -que es incierto e indeterminable-  ya fuere inmediato, mediato o lejano.

 Ese temor a lo que podría sucedernos si tales o cuales condiciones se dieran, ocupa un buen espacio de nuestro intelecto y capacidad creativa, que bien podríamos utilizar para procurarnos mayor felicidad, disfrutando de todas las cosas bellas que encierra nuestro  maravilloso  hoy.

 En  múltiples ocasiones y con respecto a temores que me ocuparon, sucedió que  «El miedo al suceso fue mayor que el suceso mismo.» Esto me enseñó que no debo anticiparme a los acontecimientos, especialmente cuando afectan mi felicidad, porque corresponden al mundo de lo posible; esto es que pudiera ser que nunca lleguen a actualizarse.

 No permito que me afecte negativamente nada que corresponda a la  concepción de «Lo que podría ser o suceder mañana o después de mañana», porque aprendí la única fórmula efectiva para prevenirlo, si es que alguna vez llegare a producirse: hacer las cosas bien… hoy. Nada más que eso puedo hacer y trato de realizarlo con diligencia y eficiencia.

 Para fortalecerme  frente a temores e incertidumbre del futuro, que como humano muchas veces me acechan, echo mano de un recurso que nunca me falla. Acepto que soy uno con Dios, que poseo parte de su luz, su poder y su fuerza. Entonces me repito hasta convencerme: ¿No hizo Dios los cielos, la tierra y es todo poderoso? Entonces, «Si Dios está  conmigo… ¿A quien temeré?

 Esa poderosa admonición me ayuda a disfrutar mi hoy, sin temores ni preocupaciones por un futuro, que ni siquiera sé si llegará para mí.  

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amauri-y-nancy.jpgEn la entrega anterior analizamos la Dieta Ideal de vida y  expusimos someramente en qué consistía. Me corresponde comentarles que como en todo proyecto exitoso, para manejarla con éxito se requiere preparar un Plan.

Cuando como pareja disertamos sobre los exitosos logros que nos mantienen juntos y felices, contínuamente nos preguntan: ¿Cómo lo logran? Desarrollamos un Plan que hemos hecho parte integral de nuestras veinticuatro horas de vida y que gustosamente cumplimos.

Ese Plan es elemental: al levantarnos agradecemos el nuevo día, lo bendecimos como el día perfecto que nos prometemos disfrutar intensamente. En corta oración lo agradecemos a Dios, junto con nuestra salud, nuestros hijos, nuestra familia,  amigos y la provisión diaria que estamos seguros no nos faltará.

Cuando nos duchamos, alabamos a Dios por ese líquido maravilloso e indispensable, del cual carecen millones de nuestros  hermanos. Al secarnos y mirarnos al espejo, damos gracias por nuestro bello cuerpo, que es completo, saludable y nos permite disfrutar las cosas bellas de la vida.

Al vestirnos, felices disfrutamos escogiendo el perfume y el vestuarrio, usando colores alegres que contribuyan a hacernos sentir más bonitos y felices.

En el desayuno, para nosotros fundamental,  como en cada comida no excedemos las raciones, ingerimos alimentos sanos, masticando lento para disfrutarlos plenamente; damos gracias por lo exquisito del mismo, haciéndolo rico en carbohidratos y proteinas,  suficiente para resistir sin hambre el tiempo del día que fuere necesario, pero también por todas las personas que con su trabajo lo hicieron posible.

Cuando nos trasladamos al trabajo, si el tràfico está colapsado ponemos música alegre o un cd con lo que nos interesa estudiar o recordar, con lo cual nos distraemos y avanzamos en el quehacer que nos corresponde.

Al arribar al trabajo, obsequiamos a los compañeros con sonrisas, miradas alegres, frases optimistas y palabras de reconocimiento, porque conocemos que una palabra cariñosa, una mirada o una sonrisa significa mucho para ellos, quienes dan lo mejor de sí en su labor diaria, por una paga imposible de compensar el tiempo que restan a sus familias.

 Si surgiere algún inconveniente, no lo consideramos  un problema sino un asunto por resolver y lo interpretamos como una oportunidad de crecimiento para una vida mejor. 

En todo momento, mentalmente pedimos a nuestro Hacedor dirección y guía para tomar acertadas decisiones, conscientes de que vendrá en nuestro auxilio. Asimismo, nos repetimos afirmaciones que mantienen nuestra mente en positivo, tales como: «Dios es amor», «El tiempo de Dios es perfecto»,   «Somos maravillosos», «Hacemos todo bien»  «Amamos la vida», «La vida es bella», «Todo está bien en mi mundo», por citar algunas.

Llegada la hora del descanso, al agradecer a Dios la oportunidad de haber vivivo ese  día, que para nosotros es una vida más, perdonamos y olvidamos agravios que nos hubiesen afectado; nos ponemos en manos de Dios y dormimos plácidamente, con la esperanza de un nuevo día que Él nos proporcionará, si ese es su Plan para nosotros.

Como solo vivimos veinticuatro horas, que para nosotros es HOY, no nos preocupa el ayer ni el mañana,  siempre es HOY, es nuestro eterno  ahora que hacemos alegre, dichoso, enamorados de la vida; bendiciendo a todos las personas, saludándolas con amor, conscientes de que todo lo semejante se atrae y esa actitud producirá para todos crecimiento espiritual, fundamental para la felicidad.

 El Plan, es más  una dieta mental  que condiciona la alimentaria, por lo cual sugerimos algunos tips, que como en nuestro caso nos mantienen en excelente condición física y mental.

Al levantarnos ingerimos por lo menos un vaso de agua, que completamos en el día hasta llegar por lo menos a un litro y medio. Nuestro desayuno incluye una banana, claras de huevos, queso y suficientes carbohidrados para no volver a comerlos después del almuerzo.

En el almuerzo evitamos carnes rojas, ingiriendo  granos, pescado, pollo o pavo, acompañado con ensalada y berenjenas. Hacemos casi un ritual tropical del cazabe y dentro de lo posible, bebemos una copa de vino tinto al día.

Cenamos sólo carnes blancas con  ensalada de vegetales, que antes hemos pasado por agua con vinagre, rica en coliflor, brócoli, tomates, repollo, lechugas  y un toque de locura con pedacitos de alguna fruta, nueces o pasas.

 El agua que tomamos la  hervimos por más de diez minutos con clavitos de especie, porque desde que usamos este método nuestras enfermedades bajaron casi a cero.

Caminamos por lo menos cinco kilómetros tres días a la semana; tomamos diariamente algún polivitamínico y tratamos de hacer el amor con la mayor frecuencia posible, con lo cual cerramos el círculo de nuestra bella vida, que es el resultado de ejecutar, sin fanatismos ni dándonos mala vida, ese plan de vivir mejor todos los días.

Olvidaba decirles que una parte importante de nuestro tranquilidad espiritual nos la da el hecho de que tratamos de aquietarnos en todo;  meditamos y reflexionamos sobre el porqué en un mundo tan riesgoso y siendo tan fìsicamente vulnerables, seguimos vivos sobre esta madre tierra y no  obstante que nos faltan horas para disfrutar el día, nos acostamos cansados pero felices y … nunca sufrimos de insomnio.

Próxima Entrega:   COMPORTAMIENTO ETICO.

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