¿Existe un momento especial y único para realizar cada actividad, que es aleatorio o responde a reglas predeterminadas?
Nunca me he preocupado si es lo uno o lo otro. En mi criterio, si existe un momento oportuno para hacer cada cosa, aleatorio o no, no es precisamente su existencia lo que determine el resultado, sino el hecho de que se realice o no, lo cual no depende del momento sino de la decisión de quien deba materializarlo.
De nada sirve ese momento oportuno si no se identifica y se actúa. En muchos casos, pudiera ser que por la creencia de que existe un momento oportuno para cada cosa, se demoren las realizaciones o nunca se realicen esperando ese momento. Por cierto que, en tales casos, nunca se sabrá si hubo o no un momento oportuno para hacer, lo que nunca llegó a concretarse.
Desde las cosas más elementales como tomar un ómnibus, hasta las más trascendentales como la de escoger pareja, pueden ser de alguna manera afectadas por la consideración de que existe un momento oportuno para cada una de ellas; esto sin ninguna posibilidad de verificación, porque se quedará en el mundo de los supuestos, lo que hubiese sucedido si hubiéramos o no actuado en un determinado momento.
La conclusión anterior es afortunada, porque al restar importancia al aspecto oportunidad, que pudiera ser aleatorio, centra nuestro interés en la importancia de actuar conforme a nuestra propia conciencia; orientados por la razón e inteligencia heredadas de Dios, substituyendo el factor oportunidad por nuestra observación, experiencia y diligencia, que nada tienen de aleatorio sino que se mantienen bajo nuestro control.
Como convencido cristiano, no tengo dudas en cuanto a que lo que me corresponde en todas mis actuaciones es ser diligente, porque al final, la decisión sobre lo que propongo no es mía sino de Dios, quien guía mis pasos en la vía de lograr lo que me sea más beneficioso.
Por eso pienso que la mejor oportunidad es cuando hago las cosas; porque en todo momento, desde que abro los ojos al despertarme hasta que los cierro nuevamente para dormir, pido a mi Padre Celestial lucidez para tomar acertadas decisiones. Como estoy convencido que Él siempre me oye y guía, actúo en la medida y en el momento en que siento que debo hacerlo. Vale decir, lo que para mi equivale a eso que llaman «el momento oportuno».
Como quiera que lo que para uno pareciera oportuno para otro pudiera no serlo, lo que me indica que la supuesta oportunidad es relativa, prefiero olvidarme de que existe una oportunidad que sobreviene fuera de mi control, y bajo los parámetros expresados, simplemente creo mi propia oportunidad.
Es por lo cual cuando oro, no pido bienes ni beneficios especiales, sino que imploro recibir lucidez para tomar acertadas decisiones. Es lo único que necesito, lo demás queda de mi parte y trato de ser lo más diligente posible.
Próxima Entrega: LA RECOMPENSA.
Deja una respuesta