«NADA FÍSICO ES PERMANENTE, NI TRASPASA LOS LIMITES DE ESTA VIDA»
No es difícil ser feliz, pero sí que es fácil sentirse infeliz, cuando en busca de opciones de vida, tratamos de ubicarlas en las fronteras de la utopía, bajo la consideración de que podemos ser felices por siempre, lo cual es un error y de suyo se convierte en fuente de infelicidad.
Mucho de la felicidad depende de cómo nos sintamos y apreciemos nuestro alrededor. Sobre el planeta disponemos de los recursos necesarios para una vida emocionante y llena de bellos momentos que al vincularlos a nuestro espíritu, pueden convertirse en momentos felices.
Esa sucesión de eventos o situaciones felices producen la felicidad personal, que como todo estadio del ser humano, incluida su vida, es temporal. Su desconocimiento produce el sentimiento de frustración e incredulidad de quienes, a menudo expresan: no es posible ser felices.
Pero la realidad es diferente: sí que podemos ser felices, en la medida en que nuestra actuación produzca más momentos felices que infelices. Nadie puede asegurar que ha sido feliz o infeliz por siempre. Será infeliz quien experimente más eventos infelices que felices y viceversa, pero siempre será temporal.
Todo en la vida pasará, porque es una ley natural inmutable. La noche dará paso al día. Por tanto, si sufrimos, eso pasará. De la misma manera, si somos extraordinariamente felices, eso también pasará; no significa que no volvamos a serlo, pero sin determinar su extensión, ese momento de felicidad… pasará.
Así, si estoy feliz en mi paseo mañanero, pero tropiezo, caigo y golpeo mi cara, el momento feliz se interrumpe al ser sustituido por el dolor que experimento, el cual también… pasará. De la misma manera, si estoy triste por la ausencia de mi amada, cuando ella llega mi estado de infelicidad se interrumpe por su presencia y me invade la felicidad; pero yo se que también… pasará.
Entonces… ¿De quién o qué depende el tiempo que experimentamos felicidad? En mucho de nosotros mismos: como conjunción físico-espiritual, la felicidad requiere alimentar ambas dimensiones.
La parte física, utilizando los recursos que Dios puso a nuestro alcance; cuales por cierto, respecto de su importancia para nuestra subsistencia física, paradójicamente, el esfuerzo que se nos exige es diametralmente contrario a su valor. Vale decir, que en la medida en que nos son más necesarios, el esfuerzo para adquirirlos es menor.
Por ejemplo, el primer elemento fundamental para la subsistencia física, como es el aire, el único esfuerzo requerido para obtenerlo es respirar, y no involucra costo económico. Asimismo, el segundo que sería el agua, ésta se encuentra disponible en todos los rincones de la tierra, siendo que el esfuerzo para lograrlo y su costo, son muy bajos.
Los alimentos y el vestido, originados en los reinos animal y vegetal, no requieren ni un conocimiento especial ni grandes recursos económicos para suministrarse los necesarios. Quizás por eso Jesús los parangonaba con las aves del cielo y los lirios del campo, que no siembran, ni cosechan, guardan en graneros, ni hilan ni confeccionan ropas, pero nuestro padre celestial les mantiene con vida y aún con más bellas vestiduras que los humanos.
¿Son suficientes esos elementos físicos enumerados para lograr la felicidad?
No lo creo, pero lo analizaremos la próxima entrega, que corresponde al día 12 de este mismo mes.
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