«SOMOS LO QUE SENTIMOS»
Una lectora me preguntó ¿Qué hago para vivir mejor? Esa pregunta tan general, y aparentemente compleja, me obliga a insistir en que no existe una fórmula mágica, y tocar los temas del libre albedrío y el estado de ánimo, cuales son dos factores que inciden fundamentalmente en el nivel de vida de las personas.
Soy de los que creen que lo más importante es vivir, porque mientras tengamos vida tenemos expectativas de cómo concebir nuestra existencia. El nivel de satisfacción no puede producírnoslo nadie; sólo nosotros tenemos esa capacidad. Vivimos, primero con nosotros mismos en nuestro mundo interior y en segunda instancia, exteriormente, con las demás personas y el medio ambiente.
Vivir mejor es sentirnos mejor, eso es lo trascendente. Somos cuanto sentimos. Por tanto, amamos si sentimos amor; somos alegres si nos sentimos alegres; estamos tristes si sentimos tristeza; tememos si sentimos miedo, y así en toda instancia y grado existencial.
Para sentirnos mejor disponemos de dos herramientas fundamentales: el libre albedrío que nos permite hacer lo que apetecemos y el estado de ánimo que nos permite sentirnos como lo decidamos. Dos sencillos ejemplos: mi libre albedrío me permitió estudiar leyes, mi estado de ánimo me permite disfrutar mi profesión.
La vida nos ofrece un abanico de opciones: diversidad de estudio, trabajo y actividades en general; vivir solteros, casados o simplemente en pareja; reír, cantar o llorar; amar, odiar o simplemente ser indiferentes; vivir en el campo, en la ciudad o en una isla. Son ilimitadas las opciones y… todas dependen de nosotros, de nuestra actitud.
Para sentirnos mejor, debemos convencernos de que tenemos una buena vida y la fórmula más efectiva es contar nuestras bendiciones, que son muchas: estamos vivos y eso es un gran privilegio, porque muchos más jóvenes o más viejos que nosotros, hace tiempo que permanecen en el cementerio; tenemos salud y eso nos permite estudiar, trabajar, recrearnos y… hacer el amor, entre otras muchas cosas; podemos hablar, mirar, oír, oler, gustar y eso nos asegura pronunciar y oír la frase mágica te amo, mirar y disfrutar el inconfundible olor de la persona amada y degustar los manjares que Dios puso sobre la tierra para nuestra satisfacción.
No tengo duda que no es difícil vivir mejor… todos los días, si consideramos más importantes nuestras bendiciones que nuestras posibles carencias; y evaluamos otros factores, como por ejemplo: que más importante que la cama es el sueño, y el apetito hace delicioso cualquier alimento; que el amor hace pequeña cualquier tristeza y agiganta la sensación de alegría; que la lealtad, la amistad y la solidaridad no requieren ningún esfuerzo ni tienen valor económico, porque representan vocaciones innatas en los seres humanos.
Así que, para vivir mejor, mi consejo es… sentirse mejor y eso sólo depende de nosotros mismos.
El libre albedrío nos permite tomar decisiones que generan resultados positivos y negativos, para fusionar esta actitud electiva con el estado de animo, debemos caminar siempre de la mano con nuestros valores y principios como seres humanos, como hijos de Dios, como ciudadanos, como hermanos, para que continuamente se generen resultados positivos que te lleven a la felicidad, tomando en cuenta siempre el principal mandamiento que llena el corazón de paz interior y poco a poco te lleva al paraíso terrenal. “AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO”