NUESTRA VOZ INTERIOR ES NUESTRO MEJOR ALIADO… SIEMPRE
En alguna parte leí sobre el consejo que un sabio búho daba a una joven encina, que estaba triste porque no producía flores ni frutos “No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas…Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.” Con esta apropiada reflexión la encina entendió que ella no había sido creada sino para ser un árbol gigante, frondoso, hermoso y ello era muy importante porque daba la sombra necesaria para el descanso del viajero, que luego podría continuar su camino. Esta sencilla anécdota podría aplicarse de forma didáctica a miles de seres humanos que, por no conocerse a sí mismos y escuchar su voz interior, que les indica su increíble valor como individualidad, viven estresados y hasta perturbados, por no tener las cualidades físicas o mentales, condiciones económicas, actividad social o poder político de otras personas.
El hecho de que somos individuales y diversos, es la base para que nadie pueda sentirse de alguna manera desmejorado frente a otro ser humano de diferente condición. La sabiduría de esa fuerza energética extraordinaria e infinita que se llama Dios, al regalarnos esa individualidad y diversidad, nos dotó de un invalorable tesoro. Una de las ventajas derivadas de tales características es que, en una sociedad tan compleja como la actual, tanta importancia tiene el profesional de la salud como el que recoge la basura, que produce enfermedades. Asimismo, es comparable en cuanto a recreación, un buen músico, un buen deportista o artista; y soporta el control de la economía, igual un contador, un vendedor, fabricante o la cajera de un supermercado.
Al ser individuales y estar satisfactoriamente conscientes de ello, adicionando el libre albedrío y el estado de ánimo, que también habitan nuestra interioridad, no es razonable ni entendible el malsano y dañino sentimiento de la envidia; porque todos somos necesarios por útiles en la comunidad organizada. De hecho, si no existiera el zapatero, el abogado, el médico y el diplomático, andarían descalzos y si algunas personas no se dedicaran a la agricultura, la pesca y la ganadería, nuestra salud decaería al punto de que moriríamos de inanición.
Entonces podemos preguntarnos ¿Quién o qué actividad es más importante en la sociedad actual? ¿Es quizás más importante el soldado que el maestro de escuela? No, de ninguna manera, todos somos parte importante de esa maquinaria que hemos denominado sociedad organizada. El o la dirigente política es tan importante como los que eligen; el que confecciona la ropa es tan importante como el que la adquiere; el que edita el periódico como quienes lo leen, etc. Nuestra naturaleza gregaria nos hace hormigas de la misma cueva, donde cada uno es una parte substancial y necesaria, independiente de su posición o condición personal; y esto no deberíamos olvidarlo en ningún momento de nuestra existencia.
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