Desde que tengo uso de razón, de alguna manera siempre me he visto envuelto en alguna “crisis”, ya fuere familiar, sentimental, política, económica o social, por lo cual para mi tranquilidad, he aprendido a moverme en ellas como pez en el agua.
Las crisis, como las enfermedades y los accidentes, como quiera que son tratables o evitables, son algo con lo cual debemos vivir y de sortear lo mejor posible, sin permitir que nos afecten más allá de lo que se considere normal.
El nacimiento mismo, como fenómeno biológico es crítico, pero como cualquier evento originado por nosotros, controlable. Asimismo, cualquier otra crisis que se origine por nuestras actuaciones o derivada de ellas, independiente de cual fuere su género, podemos manejarla conforme a nuestra actitud frente a la vida.
Cuando alguien se desespera por su óptica del problema político actual, se debe a que no procesa las muchas opciones que podemos manejar frente al asunto por resolver; siendo que tampoco entiende el pensamiento diverso típico de los seres racionales, y que lejos de acorralarlo, lo enriquece.
Si la situación económica aprieta, siempre aparece una luz en el túnel, porque la economía es un producto social y los humanos diseñamos y activamos los mecanismos que la rigen; como consecuencia, sólo hace falta entender esos procesos y ajustarse a sus condiciones particulares y específicas, recordando que nuestro problema fundamental es el pan de cada día que siempre lograremos proveer, y no el de un futuro que ni siquiera sabemos si llegará para nosotros.
Los problemas sentimentales resultan de nuestra introspección de las actuaciones de quienes amamos. Así las cosas, seremos nosotros y no nuestros interlocutores quienes demos o no trascendencia a la información recibida. De hecho, lo importante no es cuanto nos aman, sino cómo y en qué medida experimentamos el sublime sentimiento de amar.
¿Por que es feliz el loco? Porque imagina lo que quiere y cree en lo que imagina; lo cual prueba que no son los eventos o informaciones recibidas en sí mismas lo que determina su trascendencia, sino como lo asimilamos y convertimos en experiencias existenciales.
En definitiva, es nuestra actitud frente a la vida y sus naturales crisis lo que determina su nivel de afectación en nuestra existencia, cual es como decir que somos nosotros y nadie más quienes decidimos su resultado. Es la ventaja de ser pensantes, racionales y herederos de una parte del poder de Dios.
Reciba mis saludos y deseos de un Año tal como usted lo promueve..!Feliz!.
Me encantó su publicación la que leí en el Diario El Carabobeño. Quiero compartirla con mis amigos y familares a través de Facebook y no encontré el botón para ello.
Sería buenísimo poder hacerlo.
Por favor, dígame como puedo hacerlo, Gracias. Maria Augustin. 0414-437.29.15
me sirvio para mis tareas espero q siga así