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Archive for the ‘ARMONIA’ Category

Jennifer,_Matthew¿Por qué es tan difícil la buena relación de pareja? Siento que el asunto no responde a procesos de lógica racional, sino a reacciones viscerales.

¿Acaso no es lógico que abandonemos la soltería, porque amamos a esa otra persona y hagamos todo lo posible por y para compartir nuestros mejores sentimientos, en una vida armónica, agradable y emocionante?

Pero…¿No es ilógico que, logrado el objetivo principal de convivir con la persona amada, en vez de hacer más fuertes los sentimientos de ternura, comprensión, solidaridad, entusiasmo, emoción, pasión y sexualidad, estos se desmejoren?

Creo que se trata de la incapacidad de entender la importancia de mantener y alimentar permanentemente el entusiasmo, la emoción, la ternura, la magia; y ese toquecito de locura que debe dársele siempre a… la sexualidad.

En las parejas felices, la relación es el eje alrededor del cual gira toda la actividad de ambos. El hacer pareja es aunar amor, personalidad y esfuerzos, en pro de una relación afectiva, progresiva y permanente.

¿De qué serviría la riqueza, títulos, honores, fama o poder si no se tiene un amor que llene integralmente, con el cual compartir éxitos o desvelos?

Por años he observado que la pareja desea una buena relación. Sin embargo, manifiestan problemas para mantener esa armonía, entusiasmo y emoción cotidiana. De toda esa experiencia deduje que las personas piden todo de su pareja –especialmente los hombres- pero poco están dispuestos a aportar por el logro de mantener el amor con libertad y la comunicación con respeto y armonía.

La relación de pareja no acepta supremacías porque es de dos, con iguales derechos y deberes, para convertirse en uno; donde ambos pierden o ganan de idéntica forma. Si uno y otro no sienten que aman con libertad y no con temor o resignación, la relación no puede mantenerse. Es que nadie hace pareja para sentirse peor que permaneciendo soltero.

El éxito o el fracaso de la pareja es asunto de dos; especialmente para quienes aman por vocación y decisión propia, pero no porque intereses subalternos, le indiquen la unión como posibilidad de solucionar algo diferente a la conveniencia de amar y ser amado; compartir y dar lo mejor de sí, en una relación que puede llegar a ser la más hermosa aventura que ser humano alguno pueda experimentar.

Es esto lo que siento luego de más de treinta y nueve años de feliz matrimonio, y así me corresponde divulgarlo.

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250px-a_woman_thinking «SOMOS CUANTO Y COMO PENSAMOS»

Sin ánimo de adentrarnos en lo científico-neural, independiente del sistema neurovegetativo, en cada milésima de segundo y de manera continua, nuestro cerebro, en su actividad intelectual hace lo mismo: pensar, y conforme a esos pensamientos se comporta la parte más importante de nuestro ser consciente para producirnos felicidad: nuestro estado de ánimo.

Somos cuanto y como pensamos. En lenguaje llano, existe un flujo de pensamientos que establecen una corriente interminable de ideas, derivados  de nuestra actividad consciente, los que no nos abandonan ni siquiera cuando dormimos, y de los cuales me referiré objetiva, pero sumariamente, destacando como afectan nuestra vida diaria.

Los humanos somos una unidad físico-espiritual, con una prodigiosa capacidad de adaptación al medio y las circunstancias, que nos hace poderosos frente a la negatividad, en la misma medida en que hacemos nuestra la positividad. Nos corresponde por tanto filtrar ese flujo de pensamientos, de tal manera que sólo aceptemos los positivos, cuales enriquecen nuestro estado de ánimo.

En general, salvo casos patológicos, todos los seres humanos tenemos más o menos los mismos pensamientos; siendo entonces que como consecuencia, cada uno diseña su mundo mental a su propio gusto y voluntad. Por ejemplo, quien admira las fieras le complace su fortaleza, estatura, fuerza y desea su protección; mientras para quien le teme, esa misma visión le aterra y desearía su destrucción.

¿Qué determina la sensación de agradable o desagradable? Sin duda nuestro cerebro en su producción más abundante: los pensamientos, que corresponden a la identidad personal.

Cualquier evento imaginable, incluida la muerte puede ser desagradable o aterrador para algunos, mientras que para otros puede ser, sino agradable, por lo menos considerado una etapa normal a cubrir en el proceso vivencial.

Las herramientas más efectivas para rechazar, o cambiar lo negativo en positivo,  están a mano y dependen de nosotros mismos: Dios que es amor, alegría, buen humor, bondad, entusiasmo, fe, esperanza, compasión, caridad, sensibilidad y solidaridad humanas. Todo pensamiento negativo puede ser desterrado de la mente por la fuerza del amor, el sentimiento de inmediatez y unidad con Dios.

Como sabemos que los pensamientos positivos nos benefician pero los negativos nos perjudican, estamos obligados a crear barreras a estos últimos. Un buen mecanismo es pensando en Dios, sin preocuparnos por más allá de hoy, porque mañana traerá sus propios asuntos, cuales Él nos dará lucidez para resolverlos.

Me consta que podemos controlar nuestros pensamientos. Es necesario interesarse por esto y practicarlo. Les aseguro que vale la pena intentarlo. No lo deje para después, hágalo ahora mismo y verá que no es difícil pero sí muy remunerador, porque nos produce paz, tranquilidad y armonía, elementos fundamentales para lograr nuestra máxima ambición: ser felices.

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«SI TE EQUIVOCAS ASÚMELO Y ACTÚA, PERO NO ATORMENTES A TU PAREJA»

pareja-en-la-playaHace más de 6O  años, Dale Carnegie predicaba e ilustraba con múltiples ejemplos: «La mejor forma de cavarse una tumba matrimonial lo más rápidamente posible, es regañando.»

Actualmente, con matrimonios de un promedio de vida de dos años, esa máxima adquiere más vigencia que nunca. Carnegie englobó en el vocablo «regaño» el mal humor, la discusión, contradicción, desconsideración y… celos.

Luego de escuchar las quejas de muchas parejas, con relación a sus fracasados matrimonios, deduje que la mayoría de ellas estuvieron inmersas en ese perfil que él denominó «parejas regañonas».

Es que los integrantes de parejas, desean compartir su vida con alguien amoroso, tierno, solidario, comprensivo; que les acepte como son, genere seguridad, apoyo, confianza, y que disponga de buen humor, para disfrutar una vida más agradable que permaneciendo solteros.

Pero si la persona escogida resulta gruñona, contradictoria, ruda, poco solidaria, sabiducha y celosa, convierte a corto plazo en un infierno lo que se ambicionó fuera un edén.

Nada más detestable que una pareja desconsiderada, que interrumpe a su par, la corrige, contradice y compite con ella en todo; pero, no obstante, pretende en la intimidad ser objeto de las mayores atenciones y delicatesses sexuales. Este tipo de personas suelen ser de lo más aburrido en la cama, al punto de convertir lo que debió ser emocionante, mágico, edificante y sincero, en un campeonato de hipocresía.

Nunca he entendido porque habiendo tantas personas solteras, suficientes para satisfacer los gustos más exigentes, y siendo tan fácil separarse o divorciarse, alguien produzca una unión de pareja y la mantenga, si no satisface sus reales necesidades integrales de convivencia feliz.

No tienen idea estas personas de todo el bien que se harían a sí mismos y a sus desventuradas parejas, agarrando sus bártulos y desapareciendo del panorama. Sin duda, abrirían para ellos y su consorte, la posibilidad de encontrar alguien que comparta su forma de ver la vida y las cosas.

Sé que en el camino de la vida de todo ser humano, en sentido contrario, siempre viene alguien con sus mismos sueños, ambiciones, forma de pensar y deseando encontrar su media naranja; pero si cargamos con un pesado bacalao, difícil resulta que se produzca el encuentro.

Por eso aconsejo que, si te equivocaste en la elección de tu pareja o dejas de amarla, en vez de regañar, amargándole la vida, comunícaselo con sinceridad, respeto y honestidad. Ella te lo agradecerá, y pudiera ser que seas tan sortario que ella esté pensando lo mismo; pero si no fuera así, por lo menos le demuestras tu respeto, te liberas y le das la oportunidad de pensar en como manejar su futuro.

Por experiencia se que el nivel de las relaciones de los ex parejas, dependerá de cómo se haya propuesto y desarrollado el rompimiento. Al menos cuando quedan hijos, la buena relación entre ellos suele ser su mejor regalo, porque, independiente de que no vivan juntos, les permitirá disfrutar del progenitor que no vive con ellos, sin sobresaltos o tener que ocultarlo.

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“DAME TU MANO Y JUNTOS ENCONTRAREMOS EL CAMINO”

18763312163134492En un mundo que hemos hecho muy complejo y donde la sensibilidad pareciera estar en su más bajo nivel,  no es fácil caminar solo hacia el logro de la felicidad personal. Siento que hoy, más que nunca,  se requiere la mano solidaria, consecuente y amorosa de una pareja, con  la cual hacer una sola huella.

En tiempos tan difíciles y de prospección imprevisible, individualmente somos incompletos  y de tal manera aún más vulnerables frente a tantos y diferentes retos, necesarios de superar para lograr la  armonía, equilibrio, sosiego y paz, indispensables para alcanzar tranquilidad espiritual.

Es una necesidad buscar hasta encontrar con quien caminar de la mano, compartiendo una filosofía suficientemente coincidente con los valores de amor, verdad, sensibilidad, lealtad, solidaridad, generosidad, fe, optimismo; y esperanza en que seremos capaces de elevarnos sobre nuestra propia naturaleza individual, para, venciendo todo egoísmo y egocentrismo, compartir como pareja intereses, sueños, ambiciones  y deseos.

No tiene precio el hecho de saber que, luego de la lucha diaria, que deja secuelas en el cuerpo y en el alma, en el hogar alguien espera con los brazos y el corazón abiertos, para calmar esa sed de solidaridad y comprensión, que como un ungüento mágico, hace menos lacerantes las heridas y menos dolorosos… los dolores.

Nada como ese oído atento y esa mano amiga; ese hombro siempre dispuesto para recostar nuestra cabeza, cuando la angustia, el estrés o la depresión, casi naturales en un ambiente cargado, donde el dinero es más importante que el amor, el poder más que la amistad y Dios sólo se invoca en las catástrofes,  para evitar ser presas del pesimismo, la desesperanza y la depresión, que golpean el amor conyugal.

Pienso que todo éxito real de quien vive en  pareja, es obligatoriamente compartido. Esa seguridad de que somos especiales para alguien, en quien confiamos plenamente y que sabemos es la única persona a quien realmente le dolemos; que guarda nuestro sueño y nuestra espalda; que comparte sinceramente nuestras alegrías y tristezas, es la base de la confianza en nuestra propia capacidad que hace posibles nuestros logros.

Por eso hoy, una vez más, quiero hacer una mención especial de elogio a esa guerrera  o guerrero de todos los días que es nuestra pareja;  quien en el trabajo, el estudio y el hogar, sabe coordinarlo todo; sacando tiempo de donde no  hay y fabricando humor de las cosas más nimias,  para hacernos la vida más agradable y llevadera, con tanta dedicación y amor que crea espacio, inclusive para calentar nuestros pies en las noches… de invierno.

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«LA FUENTE DE LA FELICIDAD ESTÁ EN  EL MUNDO DE LAS COSAS SENCILLAS»

2432472Las felicidad no es ni puede considerarse una situación extraordinaria o especial, porque fue a ser felices y no infelices para lo cual vinimos a este mundo. Por eso en la naturaleza encontramos todo lo necesarios para nuestro disfrute y solaz.

Fuimos dotados de razón e inteligencia, para que pudiésemos poner a nuestro servicio todo lo que existe, utilizándolo con mesura para que no se agote.

La fuente de la felicidad no vive o corresponde a ningún espacio, tiempo o evento recóndito, especial o extraordinario, sino en cada espacio de nuestra cotidianidad: en nuestra interioridad y en el entorno que nos rodea en cada circunstancia, que gracias a nuestro estado de ánimo podemos hacer agradable, desagradable, mejor o peor.

A cada uno, de forma exclusiva, corresponde tomar esos elementos innatos de amor por la vida, alegría y solidaridad humanas con que vinimos dotados en nuestro fuero interior, para imbuirlos de ese maravilloso mundo de las cosas sencillas de todos y cada uno de nuestros días y preparar ese coctel mágico, sin costo económico o de esfuerzo físico que se materializa en el estado de felicidad personal.

Una palabra, un gesto, un sonido, un color o cualquier circunstancia que capturen nuestros sentidos, pueden ser utilizados para encajarlas dentro de ese amplísimo abanico que cubre nuestra felicidad personal.

No puede ningún bien tangible (material) por sí solo hacer la felicidad, pero sí ayudar a que algunos momentos alcancen mayor confort o plenitud; pero no son su raíz o fuente, porque esta se constituye del nivel de trascendencia que pudiéremos darle. Por el contrario, en algunos casos lamentables, la abundancia de bienes materiales produjeron escasez de felicidad.

No existe posibilidad de asistir a ningún evento en el cual podamos adquirir, cambiar o canjear valores como el amor, la amistad o la solidaridad a cambio de dinero u otros bienes materiales, porque una de las características esenciales de los valores es su intangibilidad y sólo pueden ser determinados y captados en nuestro fuero interno; por tanto, dependen de nuestra capacidad para ponerlos en función de nuestro beneficio.

Podemos apropiadamente aseverar que la felicidad no debemos buscarla en nada extraordinario porque se encuentra en el mundo de las cosas sencillas: esas que vivimos en cada minuto de nuestra existencia. Cuales no nos esperaràn por siempre, porque  como el viento, el agua del río  y el tiempo… no regresan.

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El Senador Obama -un hombre de la raza negra- se constituyó en el primer candidato de color en ganar una nominación a la presidencia de los Estados Unidos, con la señora Clinton -una mujer- pisándole los talones.

 Sin considerar ninguna valoración personal, estos acontecimientos son parte del inicio de una nueva era en el mundo y no tienen por qué sorprendernos

 La oferta que produjo el apoyo de esos sectores de la población, quienes por primera vez concurrieron a este tipo de contienda, fue precisamente  «change»  (el cambio); no de un partido por otro, sino de una forma de interpretar la vida y las cosas, dentro de un contexto globalizado; donde asuntos urgentes más allá de un liderazgo mundial mal entendido, belicista, anticuado y con una diplomacia deficiente, exigen de la primera potencia del mundo, dentro y fuera de sus fronteras, actuaciones acordes con estos nuevos tiempos.

Un sistema de salud universal que incluya sectores hoy desprotegidos; un viraje a la política económica actual, que produjo una grave crisis hipotecaria y desempleo desconocido desde la década de los  treinta; y la promesa de atención a los problemas ambientales mundiales, representa nuevos paradigmas y reales proposiciones de cambio.

Estos eventos materializan un eslabón de esa cadena de acontecimientos, que presagian nuevos tiempos, no solamente en USA sino que también se hacen sentir en América Latina,  Europa y Asia.

Obama y Hillary Clinton  no son un accidente aislado en la política de la potencia más importante del mundo actual; son la avanzada de un nuevo tiempo, que se desplaza a gran velocidad; donde, como siempre, las ideas producen cambios en paradigmas fundamentales a seguir,  en un futuro que ya está aquí… ahora.

Que dirigentes políticos trasnochados, nostálgicos  y retrógrada eviten reconocerlo como parte de una  nueva era,  que avanza para enfrentar un sistema de privilegios groseros, injusta distribución de la riqueza y exclusión de grandes sectores populares a las oportunidades, es una realidad que tampoco debería extrañarnos: ha sido y será una constante en la historia del mundo.

Con este nuevo tiempo, inexorablemente, tendremos  que lidiar todos. Es algo que nos atañe sin excepción y de su comprensión podría depender gran parte de nuestra felicidad personal.

 Quienes entendemos la sinergia mundial y recibimos los acontecimientos como una oportunidad para  mayor armonía, paz social y felicidad colectiva, no tenemos ningún problema.

 Aquellos que temen una mayor justicia redistributiva mundial y local, desde siempre han enfrentado los cambios que pudieran poner en riesgo sus privilegios; pero el desarrollo les pasa por encima e imponen sus nuevas reglas.

Estos acontecimientos no me sorprenden ni atemorizan, me reconfortan. Me siento privilegiado de haber vivido para presenciar el  inicio de estos cambios hacia un mundo más justo; donde la mayor preocupación sea mejorar el  nivel de vida de muchos y no lo que de éstos se pueda extraer, para beneficiar a muy pocos.

Bienvenidos los cambios, bienvenidos los nuevos tiempos. Amor por  nuestros semejantes, especialmente los más necesitados, confianza, fe y optimismo en el porvenir, fortalecerán nuestra… esperanza.

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La importancia de mantener una buena imagen física, reside en el hecho de que las personas mientras no nos conocen, la única idea que pudieran hacerse de nosotros estaría motivada por nuestra presencia física.

 Como consecuencia, el mantener una imagen impecable puede ser determinante, tanto para quienes nos observan como para  nuestra propia satisfacción personal. 

Esa misma armonía física que aporta al sentimiento de autoestima, debemos procurarla en nuestro espíritu, cual incide de manera definitiva en la capacidad para ser felices. De tal suerte que, como nuestro cuerpo, requiere ser maquillado cuando fuere necesario. 

Algunas experiencias vividas van dejando una especie de cicatrices en el alma, que si no son atendidas, debida y oportunamente, terminan afectándola y como consecuencia, desmejorando nuestra calidad de la vida. 

La mejor manera de «maquillar el espíritu», es extirpando por siempre los recuerdos desagradables e ingratos; perdonando los agravios y aceptando la imperfección del ser humano, que en muchos casos, lo lleva a actuar más compulsiva que racionalmente.

 La actitud positiva frente a la vida, convenciéndonos de  que las actuaciones de las demás personas, cuando parecieren agresivas o desconsideradas, sólo son el reflejo de su propia personalidad, que es diversa, se constituye en la mejor «crema» para maquillar nuestro espíritu.

Eliminar el temor, sobre la base de la confianza en sí mismos y la protección permanente de Dios, es la mejor «base» para un buen maquillaje del rostro espiritual.

 Recibir con amor y esperar lo mejor de cada día, disfrutándolo intensamente como si fuera el último, pero con vocación para vivir muchos años, es el mejor «reconstituyente»  para mantener lozana la muy delicada  piel del alma.

El amor espiritual vinculado a una actividad sexual plena, con la persona que amamos y hemos escogido para compañera de viaje largo, es «vitamina» que no tiene igual para mantener el espíritu en su óptimo nivel de eficiencia.

 La risa, el buen humor y trato afable, son el mejor «perfume» para el espíritu, porque inunda, refresca y contagia de optimismo el ambiente, impregnándolo de buenos presagios.

No hay mejor «accesorio» para el espíritu que el buen estado de ánimo, porque predispone el compartir y hace más grata la convivencia.

  Nuestra autoimagen interna no requiere de especialistas en cirugía reconstructiva o correctiva para variarla o mejorarla, porque depende de nuestra propia genialidad, actitud y aptitud para sentirnos plenos y satisfechos.

 Por tanto, si en alguna oportunidad baja nuestro biorritmo y sentimos nuestra imagen espiritual desmejorada, debemos echar mano del maquillaje espiritual dándonos un toquecito de amor, de la misma manera como lo hacemos con nuestro cuerpo físico para vernos mejor.

 Al fin y al cabo, no somos solo espirituales ni únicamente corporales; somos una conjunción físico -espiritual, que nos hace únicos y especiales sobre este planeta,  y eso requiere permanente atención, porque además es… inmutable. 

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Por motivo de la confidencia de una de mis lectoras, quien se lamentaba de que no se consideraba  bella, me siento obligado a escribir hoy sobre el tema de la belleza física, al menos desde la óptica de mi personal apreciación, tema sobre el cual, por cierto, mucho y en diferentes oportunidades se ha escrito. 

Sin duda, lo que para unos es bello pudiera ser que para otros no lo sea, porque la belleza es esencialmente abstracta, pero también especialmente subjetiva. Sin embargo, si algo pareciera mantenerse en el concepto mental de la belleza física, pareciera ser la armonía de las formas -que corresponde a patrones estéticos aprendidos- conforme la percibe el sentido de la vista.

Esa operación mental que deriva de nuestra observación de armonía física, dentro de nuestra actividad cognitiva, nos transmite sensaciones de placer cuando en su constante actividad comparativa, nuestro cerebro en nanosegundos, las relaciona con las cosas que estéticamente nos placen, trátese de imágenes de personas, paisajes o cosas, transmitiéndonos la sensación de belleza.

No obstante que este mismo fenómeno mental-cognitivo se produce también  en eventos captados por nuestro sentido auditivo, como las notas musicales, canto de los pájaros, susurro del agua en las fuentes, el viento en su ulular pausado en las noches, en esta oportunidad sólo me referiré a la belleza de las personas y específicamente de la mujer. 

 En principio, debemos observar que la belleza, normalmente, la relacionamos con placer, agrado, admiración, pasión o arrobamiento; inclusive en algunos casos con el éxtasis. Es por lo cual, la sensación de belleza tiene que ver en su mayor expresión, con la concepción ideológica integral del individuo. De allí que, sin temor a equivocarme, no obstante que acepto que la belleza es abstracta,  aseguro que es absolutamente subjetiva.

Existen patrones y etiquetas masivamente divulgadas sobre lo que, en determinada época,  se considera a nivel general como «bello», lo cual no tiene ninguna trascendencia para quien no tenga acceso a los mecanismos o  medios que lo divulgan. Así, el concepto de belleza de la figura de la mujer hace dos mil años, en la época del renacimiento, o en nuestro país para inicios del Siglo pasado, fueron y son bien diferentes, por ejemplo, a la concepción de la década de los sesenta, que ya comienza a variar en lo que va del Siglo XXI.

No obstante, para mí lo único que puedo determinar con certeza que es bello es aquello que personal e individualmente  me parece bello. Por tanto, y refiriéndome exclusivamente a la belleza física del cuerpo de la mujer, el que a otro parezca bello no tiene porqué parecérmelo a mi, ni viceversa.

Ese hecho evidente de la subjetividad de la belleza, trae por consecuencia que, ciertamente, nadie es bello ni feo en concreto, sino de forma abstracta. Porque quien me parezca fea, puede parecer bella a otra persona. De la misma manera, quien  me parezca bella, pudiera ser que a otro no se lo parezca.

Es esa la explicación por la cual todos los días vemos en la calle hombres o mujeres, conforme a los patrones y etiquetas generalizadas con características de bellos, felices del brazo de alguna mujer que conforme a tales patrones se considera fea, pero que a ellos les parece bellísima. Ajusto esta explicación a mi caso,  donde alguien no muy agraciado como yo, puedo tener una bella esposa como Nancy.

Nunca he creído en la conseja de que «La felicidad de las feas la envidian las bellas», precisamente porque no creo ni en feas ni en bellas. Creo en el amor, y el amor como es intangible, únicamente tiene alma que está signada por la ternura, generosidad, solidaridad, comprensión, aceptación, pasión, sentimiento,  y todo eso… es bello.

El amor es tan trascendente que solamente se interesa por el qué se es y no por el cómo se es.

Las personas que erróneamente no se consideren bellas, deberían revisar sus esquemas en cuanto a que lo importante no es ser bella, sino parecer bella para esa persona que interesa, y pueden tener la seguridad que cuando esa persona llegue, sin ninguna duda y sin  importar la ropa que lleve o el lugar donde se encuentre,  le parecerá muy bella.

En estos más de sesenta y siete años de vida, he recorrido mucho camino y observado atentamente a la gente. He visto gran cantidad de parejas denominadas por los insensatos disparejas, vivir muchos años enamoradas y felices. De la misma manera he conocido parejas, según esos mismos criterios,«bellas y armoniosas», vivir en permanente desastre sin lograr el tan ansiado objetivo de la felicidad conyugal.

Si de algo sirve a  quien hoy dirijo este escrito, que es a mis lectoras, les comento que la belleza, como la libertad y Dios, tenemos que sentirla para servirnos de ellos. Si somos capaces de sentirnos bellos, esa sensación podemos trasmitirla, precisamente a la persona que nos interesa. Lo cual por cierto no debería extrañar, porque los hijos se parecen a sus padres y como nuestro padre es Dios, quien por demás es bello, pues lo lógico es que nosotros seamos… muy bellos.

 

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