Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘ABURRIMIENTO’ Category

Para todos aquellos que desean constituir una pareja feliz.

El Autor.

Treinta y ocho años se dicen fácilmente, pero vivirlos es diferente; especialmente felices en pareja. Son muchas horas, días, meses y años, caminando el sendero de la vida; tropezando aquí y allá, convirtiendo lágrimas en sonrisas, levantándose, sacudiendo la ropa y avanzando, siempre hacia adelante.

Se comienzas desde cero en un mundo de proposiciones, sueños e ilusiones, convencido de que eres diferente. Tomas lo mejor de ti y lo pones al lado de esa otra persona que ha decidido embarcarse contigo en tu nuevo proyecto de vida, para iniciar una aventura de dos y para dos.

Los dos saben que el camino es largo, riesgoso, difícil, pero no imposible. Es un reto y debe afrontarse. La juventud y el amor fundamentan el proyecto, el ánimo y el entusiasmo están presentes. Sólo debes mantenerlos permanentemente… vivos.

El premio está al final, pero con buena voluntad, diligencia, ternura, aceptación, comprensión, respeto y entrega, el trecho por recorrer puede ser tan agradable como recibir el premio.

Pero, si desde que inicias el recorrido te haces acompañar de Dios, entonces ya no serán dos, sino tres para lograr la meta. Eso hicimos un día como hoy, cuando tomando nuestros pocos bártulos, abordamos el barco de una vida que, sobre la base de una inquebrantable solidaridad personal, nos prometimos hacer mejor todos los días y… lo logramos.

Realmente fue menos difícil de lo esperado y más agradable de lo previsto. El temor natural a lo desconocido, paulatinamente se convirtió en confianza y fe en nuestra capacidad para dar, aceptar, reconocer, respetar y compartir.

Las voces agoreras que auguraban problemas, como casi siempre, estaban equivocadas. Cupido no estaba solo ni dispuesto a dejar que el tiempo acabara con su magia; abrió sus alas, tiró sus aros y nos arropó en su seno. La suerte estaba echada y nosotros dispuestos a correr todos los riesgos, lo demás era cosa del tiempo, que supimos forzar a nuestro favor.

Hoy hacemos un stop en el camino, miramos hacia atrás y observamos complacidos que valió la pena. Casi media vida de felicidad, cinco bellos hijos, nueve bellos nietos y… muchos años por delante. De alguna manera, logramos probar que en el amor verdadero puede ser como los buenos licores: con el tiempo aumentan su calidad.

No ha decaído el ánimo y seguimos soñando. El amor se ha consolidado y sigue sublime, emocionante y mágico. El idilio se mantiene, el optimismo y la creatividad vencen la praxis de una vida que tiende a la monotonía.

A nuestro derredor muchas cosas han cambiado. La Ciudad ha crecido. Las personas han envejecido, muchas cosas se han hecho herrumbrosas, pero nosotros no: nos sentimos jóvenes, nos mantenemos sobre la ola, nuestro amor se renueva a cada momento, nuestra solidaridad con las personas y nuestro interés por las cosas sigue más vivo que nunca.

Hemos impuesto el amor por encima del temor. El espíritu por encima de la edad. La esperanza por encima del desánimo. La solidaridad por encima de la vanidad. El entusiasmo por la vida por encima del miedo a la muerte. La creatividad, la fantasía y la magia, por encima del hastío y la monotonía. Y todo eso resume el premio gordo: una vida feliz en pareja.

 

Read Full Post »

Aunque me solicitaron escribir sobre como enfrentar las consecuencias de la infidelidad «matrimonial», cual por cierto no tiene porque ser exclusivamente sexual, me referiré a la pareja, ya que, básicamente, lo que afecta la infidelidad es la lealtad, cual es un valor que no es tangible,  como sí lo son el órgano y el acto.

Asunto tan complejo por sus orígenes y consecuencias, no es tema que deba tocarse a la ligera o respondido con la emocionalidad inherente. Como todo acto humano, involucra motivaciones y responde a la disminución de sentimientos  de consideración, lealtad, valentía, sinceridad, aceptación, y respeto por los pactos que originaron la pareja y sus integrantes.

Para encontrar la raíz del problema debemosdespojarnos de los naturales mecanismos de defensa y muy común tendencia a justificar nuestros actos, independiente de su calificación.

Así tendremos que no es lógico pensar que cuando dos personas se aman y hacen vida en  común con vocación de permanencia lo sea con la idea de ser infieles, en contra de su pactos y más sentidas promesas, poniendo en peligro y quizás acabando con una relación íntima, que surgió y se fundó de forma absolutamente voluntaria y deseada por ambos.  Por tanto, debe presumirse la existencia de motivos que originaron  el acto que violentó  la solidaridad mutua.

¿Por quién y cómo se produjeron esos motivos? La tendencia normal es la de  cargar toda la culpa en quien materializa el acto desleal, lo cual es humano pero no  razonable ni justo; pero menos aún beneficioso para el agraviado, al menos de forma permanente.

Lo apropiado y beneficioso para la tranquilidad espiritual del ofendido, es encontrar los elementos o antecedentes que dieron nacimiento o contribuyeron  a que el ofensor tomara decisión tan perjudicial para la unión establecida, su contraparte, y casi siempre para sí mismo -al menos en el aspecto ético y moral- el cual en todo caso podría ocultar, pero no obviar  porque vive en su ser interno.

La infidelidad es producto de la acumulación de pequeñas y progresivas insatisfacciones, incomprensiones, desinteligencias, inconsecuencias y… monotonía en la relación,  que   de alguna manera producen o permiten ambos miembros; eso desencadena el evento indeseable y dañoso que, de haber mediado la atención interesada  y cuidadosa del comportamiento de su par, seguramente podría haber sido detectado, determinado, y quizás evitado a tiempo por la parte afectada.

Es fácil y cómodo achacar toda la culpa al ofensor, sin analizar hasta donde se tuvo implicación en originar, contribuir, aceptar, o no detectar a tiempo las motivaciones que originaron la actuación inconveniente. Lo difícil, aunque conveniente, es aceptar con sinceridad y valentía hasta donde no fuimos capaces de detectar o afrontar el problema oportunamente.

No hay otra posibilidad para  sobrellevar o disminuir los dolorosos efectos de la infidelidad, que analizar sus orígenes y el porcentaje de implicación personal, que en su concreción corresponde al agraviado.

En la próxima entrega hablaremos de cómo enfrentar objetivamente sus efectos, sacando de esa experiencia el mejor provecho.

Read Full Post »

«EL RENCOR ENFERMA, EL PERDÒN ES SANADOR.»

Prometí a  una de mis lectoras, tratar sobre la situación que le afecta actualmente, ya que su pareja le abandonó por meses y ahora le solicita el regreso al hogar.

En asuntos tocantes al amor, el entorno, especialmente maravilloso, pero a veces doloroso que lo rodea, cada caso tiene sus propias particularidades y no es fácil  hablar de fórmulas o estrategias de aplicación general, pero sí de cómo debería ser la actuación, sino ideal, por lo menos razonablemente aceptable.

Cuando dos personas se unen en pareja es porque se aman, y ese amor que puede  disminuir o aumentar según el tratamiento que ambos le den, casi siempre nace y se mantiene con vocación de permanencia. Por tanto, más que una carrera de velocidad, mantenerlo es una labor de entusiasta dedicación, emoción, pasión, aceptación, respeto, sinceridad, comunicación sincera y… lealtad.

Sin embargo, en oportunidades en uno de los integrantes de la pareja la pasión decae, la comunicación se retrae, la sinceridad se hace evasiva y la lealtad sufre grietas. Es que la pareja nace por amor y no puede mantenerse sin el, cual se manifiesta por el respeto, la ternura, la consideración, la aceptación, la buena comunicación y… el sexo emocionante y pasional.

Entonces, cuando uno de los integrantes pierde el entusiasmo, se aburre, perturba, confunde, o simplemente siente que dejó de amar y abandona el hogar, pero luego entiende que cometió un grave error; que ama a la  persona abandonada, que su mundo es a su lado y regresa humildemente a confesar su culpa, pedir comprensión y perdón: ¿Cuál debería ser la actuación de la parte agraviada?

En principio, corresponderá a la muy personal interpretación de la esencia y fines de la pareja, así como de la concepción de lo que representa amar en su máxima expresión como lo es el dar, y su merecida respuesta de… lealtad.

En segundo término, va a depender del nivel del amor que aún perviva en la parte lesionada en sus sentimientos. Paradójicamente, cuando alguien falla en la pareja, normalmente el agraviado no considera el mucho tiempo y las diversas actuaciones en beneficio del amor de pareja que el agraviante hubiere realizado, sino que lo juzga  duramente por las actuaciones que produjeron el rompimiento.

Vale decir que, en esos momentos de dolor, el agredido no toma en consideración para nada las cosas buenas y la lealtad por años del agresor, sino que lo juzga implacable y duramente por su errónea actuación, obviando cualquier otra consideración, lo cual sin duda es injusto.

En la mayoría de los casos, lo que más hiere al agraviado es la falta de sinceridad del agraviante, quien bien pudo plantear el problema y en aras de su libre derecho a ser feliz, proponer una separación digna y no ofensiva en su desarrollo, como suele producirse en  la mayoría de los casos.

La actitud conveniente de la parte abandonada frente a la solicitud de perdón y regreso al hogar, la analizaremos en la próxima entrega.

Read Full Post »

«EL TIEMPO DE DIOS ES PERFECTO Y SOMOS UNO CON ÉL»

El éxito de nuestras actividades vitales siempre será proporcional al interés, amor y diligencia que pongamos en su realización,  cuyo fin último procura mayor cúmulo de felicidad posible.

Porque… ¿Cuál es la idea de nuestras vida terrenal sino la de vivir felices? ¿Podemos disfrutar algo físicamente más allá  de esta vida corporal? No, definitivamente, no. Todos nuestros esfuerzos desde el punto de vista físico, tienen que serlo para lograr regocijo, placidez y plenitud.

No tenemos otra posibilidad que fortalecer el amor y entusiasmo por las cosas que hacemos. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, todo estará condicionado por nuestra actitud, que determinará la aptitud para concretarlo.

Tanto desde el punto de vista físico como espiritual, requerimos tomarnos un espacio de tiempo antes de iniciar cualquier actividad, para pensar cómo realizarla mejor; en eso puede residir el  éxito o el fracaso.

La tendencia a no tomarse el tiempo necesario para planificar, o no dar un tiempo de interrupción necesario de las labores, los estudios o cualquier otra actividad por terminarla más pronto, puede a veces producir contrarios resultados.

El tiempo para pensar, meditar o planificar es fundamental. No obstante, la mayoría de las personas no lo utilizan, no  porque crean que  no es positivo, sino porque tienen la fijación mental de que «no disponen de tiempo.» Pero eso no es cierto, porque basta con levantarse media hora antes de lo normal, para planificar las actividades del día y la mejor forma de realizarlas.

En la mayoría de las actividades que realizamos, podemos tomarnos un mínimo de espacio de tiempo para pensar en algo diferente, o realizar alguna otra actividad que establezca ese break necesario, para recargar baterías y continuar con entusiasmo renovado lo que estamos haciendo, que sin duda redundará en un resultado eficiente.

El trabajo, el estudio y la mayoría de las cosas que hacemos son de aprendizaje cultural; vale decir que no estaban dentro de nuestro programa natural originario, por lo cual como rutina, representan un gasto de energía y esfuerzo, que independiente de su intensidad, producen cansancio.

Pues bien, la forma ideal de luchar contra el cansancio, el hastío y el aburrimiento que generan las actividades diarias recurrentes, lo es regalándose un espacio psíquico, que aquiete nuestra mente y la aleje de la actividad que realizamos, para que por virtud de nuestra creatividad, matizarla del color que más nos convenga.

Todo lo que realizamos tiene una parte bella, positiva, formativa y emocionante. Tenemos que tomarnos el tiempo necesario para descubrirla, porque es el combustible que nutre esa sinergia que mantiene nuestra vida diaria.

El tiempo siempre es suficiente y además es nuestro; nosotros lo planificamos y administramos conforme a nuestra conveniencia. Debemos tomarlo como un recurso más que responda a nuestra voluntad y no como una circunstancia que pueda hacernos la vida más difícil de lo que realmente es.

No debemos olvidar que el tiempo de Dios es perfecto y que nosotros somos uno con Dios.

Próxima Entrega: SALUD Y ESTADO DE ANIMO.

Read Full Post »

«EL DIVORCIO ES  UNA SOLUCION HUMANA A UN PROBLEMA HUMANO»

Para satisfacer solicitud de una lectora, por haberlo vivido, trataré el tema del divorcio sincera y objetivamente.

Las estadísticas superan cualquier estimación empírica. Se habla del período entre dos y cinco años, para que en la mayoría de los nuevos matrimonios se produzca la ruptura.

Yo lo trato como una solución humana a un problema del mismo género, e independiente de cualquier concepción o doctrina religiosa.

El matrimonio se produce como una opción de vida, pero bajo la premisa de que al compartir la vida de forma permanente con otro, la harán más emocionante, segura y plena para constituir un hogar y una familia… feliz.

El amor y los demás sentimientos que se derivan de el, deben ser alimentados permanentemente por actuaciones afectivas y de reciprocidad, lo cual determina que no tienen por que ser constantes; precisamente porque al faltarles el alimento, pierden su fuerza, se hacen débiles y aunque no desaparecen de nuestra interioridad, sí se ponen en una especie de estado de hibernación, o simplemente… emigran buscando un ambiente donde encuentren el alimento necesario.

Como son esos hermosos sentimientos la premisa fundamental del matrimonio, cuando se afectan gravemente se desestabiliza la familia, incluidos quienes nada tienen que ver con el conflicto: los hijos.

El hecho de que los hijos vengan al mundo por nuestra voluntad y no por la de ellos, presume la obligación de procurarles una niñez feliz, indispensable para su formación integral.

Cuando esos elevados sentimientos desaparecen el matrimonio pierde su sentido, tanto como fuente de amor y plenitud para los cónyuges, como el de sitio óptimo para el desarrollo de la descendencia.

El divorcio no se produce por elementos externos a los cónyuges, sino por la incomprensión, mala comunicación y falta de interés por la otra persona, que hacen difícil o imposible la vida en común.

El rompimiento definitivo no se da de inmediato o cuando surgen las primeras desavenencias. Se produce por acumulación de situaciones desagradables. Es el resultado de que uno de los cónyuges cambia su actitud frente a las actuaciones del otro, convirtiendo por consecuencia de su desamor, lo que antes fue bueno en algo escasamente soportable y reaccionando en consecuencia.

Desventuradamente, por una concepción de recato social mal entendido, los cónyuges no producen la separación a tiempo, cuando todavía no se han inferido ofensas graves o heridas difíciles de curar. Sino que, esperan hasta que la situación se hace inaguantable por acumulación de malos recuerdos y rencores.

El resultado de esa situación extrema es que todo se hace más difícil y complejo. La carga dolorosa del ayer, opaca los momentos felices vividos. La incertidumbre del mañana, golpea la ilusión y la esperanza de un futuro mejor. El gran perdedor resulta ser el hoy, que al convertirse en un pequeño infierno, afecta la toma de decisiones de ambos.

¿Cómo debería manejarse la situación? Es algo que en honor a su ocupado tiempo, dejaremos para mañana.

Aquí los espero.

Próxima Entrega: EL DIVORCIO (Como enfrentarlo)

Read Full Post »

 

abuelo-i.jpgHoy visite al Abuelo, y como siempre aprendí algo nuevo de él. Es un hombre sin grandes conocimientos formales, pero… sabio. Como lo escribiera Marilyn Vos Savan: «El conocimiento se adquiere por medio del estudio; la sabiduría, por medio de la observación».

Este hombre de ochenta y dos años de edad, paso firme e inquieto, quien pudiera no haber concluido la escuela primaria, podría dictar una cátedra de cómo vivir una vida feliz.

En repetidas oportunidades hemos hablado por largo tiempo. Durante nuestras pláticas nunca se quejó de su edad, su familia, la gente joven o de los años que ha vivido. Todo lo contrario, siempre me habla de la bendición que representa haber vivido tantos años, de los muchos amigos que tuvo y tiene, de todo lo que disfruta la vida y la intención que tiene de vivir feliz muchos años más.

El abuelo fundó y desarrolló una familia amplia, disfrutando de nietos y bisnietos. Siempre tiene una respuesta rápida a cualquier pregunta. Como nunca le he visto subido de peso, cuando le pregunto como lo logra, solamente me responde: cómo de todo. Si le inquiero por qué es que nunca se enferma, me responde: soy un hombre feliz. En una oportunidad le pregunté si le temía a la muerte, a lo que me contestó: no… no pienso en ella.

En los últimos setenta y cinco años el mundo cambió radicalmente, dejando en el camino muchos viejos nostálgicos, tristes y refunfuñones, quienes no pudieron superar los profundos cambios que se sucedieron; pero al abuelo eso no le hizo mella. El se adaptó a las nuevas circunstancias y se mantuvo a flote, bajo el criterio de mantenerse en la cresta de la ola.

Este personaje, de quien he aprendido mucho de lo que utilizo para mejor vivir y ayudar a otras personas, refuerza mi criterio de que no es el conocimiento formal, la riqueza o el poder, los que pueden otorgarnos sabiduría o felicidad, sino el disfrutar de cada aspecto de la vida, dentro del maravilloso mundo de las cosas sencillas.

La sabiduría es un don aplicable a nuestra forma de ver la vida y las cosas, que nos ayuda a experimentarlas con más tranquilidad y mayor intensidad, pero que se nutre de la observación y se solidifica en la convicción de que Dios siempre proveerá lo que requerimos.

En una oportunidad le comenté mi preocupación por la apatía y el aburrimiento de tantas personas que observo todo los días, a lo que dijo que nunca había tenido tanta riqueza o abundancia como para enfermarse de hastío, rutina o desencanto.

Esa frase me abrió una reflexión, haciéndome notar que ciertamente, cuando un ser humano tiene que luchar a diario en su formación, trabajo, sacando adelante su familia y viendo por su futuro, poco tiempo le queda para el hastío, la rutina o el desencanto.

De donde concluyo que es la actividad constante y positiva, el amor por lo que hacemos, la confianza en que vivimos una vida buena y la esperanza de que todos los días será mejor, el mejor seguro frente al aburrimiento y la tristeza, pero además una demostración de sabiduría.

Próxima Entrega: UN DIA CUALQUIERA

Read Full Post »

fantasia-i.jpg

En un mundo abundante de personas y cosas buenas, la regla debería ser que todos fuésemos felices. Pero no es así; la infelicidad ha hecho de este mundo su predio particular. Uno de sus más horribles ejemplos se dio recientemente, cuando en el máximo de su infelicidad, un jovencito de apenas 17 años de edad, sin razón conocida,  mató a varias personas inocentes para luego suicidarse con esa misma arma asesina.

            ¿Dónde podría estar  la respuesta a esta terrorífica actitud?

 Los motivos reales, creo que nadie los conoce.  Es la terrible razón de la sin razón, que solo afecta a los seres pensantes, especialmente cuando no son felices; porque los que lo son,  pudiera ser que en un caso de necesidad, en acto de sublime generosidad ofrenden su vida para salvar a otros, pero no se quitan la propia ni matan inocentes que nada tienen que ver con la situación que genera el evento trágico.  Siendo que sería el ser felices lo que evitaría estas actuaciones, debo referirme específicamente a dos recursos que con nuestra inteligencia podemos poner a  favor del logro de la felicidad y que  únicamente dependen de nuestra imaginación: LA FANTASÍA Y LA MAGIA.

En primer lugar,  La fantasía que es exclusivamente mental, nos permite imaginar situaciones conforme desearíamos que fueren o sucedieren en la realidad, y que cuando es debidamente administrada se convierte en fuente de extraordinarias sensaciones.  

 La fantasía también es producto de la imaginación, que es capaz de ignorar la realidad y  convertir lo normal en fantástico y eso me parece de una gran trascendencia en la búsqueda de una vida feliz. Entre otras cosas, porque la felicidad en realidad no es  física ni tangible, sino un sentimiento derivado de nuestra actividad mental.

De tal manera que, si  concibo una situación cualquiera como fantástica, ese es el mensaje que afecta mi estado de ánimo, cual es el que al final determina la calidez de mis sensaciones. Por ejemplo, puedo fantasear con el cuerpo de mi esposa, con su voz, con su pelo, con su piel, con su sexo y no por eso cambio su conformación física, sino que mi mente la convierte en lo que yo idealizo, produciéndome  satisfacción en la misma medida y extensión de mi fantasía.

Como en el ejemplo anterior, cuando me alimento, me visto o realizo cualquier actividad diaria, puedo fantasear sobre su contenido o significado. Mi mente es infinita, da para todo. Cómo lo veo, lo siento o asimilo, es algo que procesa mi cerebro de acuerdo a mi voluntad.

Así, cuando le digo a mi cerebro: «Quiero que conviertas esta situación normal en fantástica y te ordeno que lo hagas de tal manera», lo realiza en fracción de segundos. Tan fácil como eso. Puedo sentirlo, percibirlo, disfrutarlo. Simplemente, lo vivo. Soy tan especial como ser humano que me doy el lujo de VIVIR LA FANTASIA, que es como decir que soy capaz de convertir la irrealidad en realidad.  Pues bien, al menos en mi vida, la fantasía es parte importante de mi cotidianidad y siempre me ha producido felicidad.

Respecto de la segunda, que es La Magia, tan importante es para mì que no sabría vivir sin ella. Las contadas oportunidades cuando una soy infeliz, es porque pierdo su rumbo. Claro está que no me refiero a esa magia antiguamente vinculada a  la Astrología y  la Alquimia, con especulaciones de carácter esotérico  o sobrenatural.  Para mí esa es otra cosa, la cual por cierto no me da ni frío ni calor.

Me refiero a mi magia, la que fabrico con mi intelecto. Esa que me hace convertir un asunto común y corriente en algo diferente y agradable. Esa que como pareja nunca he permitido que perdamos. Ella le da un valor especial a ese cuadro de arte sobre la pared, a ese viejo libro en la biblioteca, a ese prendedor que un día adquirimos en una feria, y a esa servilleta de papel ya amarillenta y con tinta borrosa, sobre la cual se lee: una fecha y la palabra «Te amo».

Es esa nuestra querida magia, que hace de la palabra música; que rompe leyes físicas y naturales al darle más valor a un caramelo que a un kilo, o a  una rosa que a una docena. Esa que viaja con nosotros a todas partes y que, en algunas tardes, cuando mi esposa y yo nos sentamos en un café y pedimos el mismo chocolate muy caliente, con que tantas veces  desayunamos, gracias a su especial efecto, extrañamente ese aroma inconfundible nos devuelve casi cuarenta años atrás y nos recuerda que somos privilegiados porque aún nos amamos como en aquel tiempo, o quizás… más.

A esa fantasía y a esa magia, nosotros como pareja  le debemos mucho de nuestra felicidad conyugal. Por eso no permitimos ninguno de nuestros días sin un momento de fantasía o magia, porque sería darle oportunidad de ataque al hastío, la rutina… el aburrimiento. Por eso les aconsejo que si hasta ahora no les han dado el valor que tienen, empiecen a utilizarlas y, seguramente, aumentará su felicidad, o por lo menos les posibilitará mayor regocijo.

Próxima Entrega:  ¿A QUIEN AMAR?

Read Full Post »

jennifer_matthew.jpg

En la entrega anterior planteaba el caso de un esposo agradecido que reconocía a su esposa, invitándola a cenar, bailar, o simplemente tomar un café fuera de la casa. En tal caso, a la esposa corresponde suspender o atrasar cualquier actividad, dando prioridad a esa invitación especial, porque ese tipo de eventos no sólo mantienen la emoción en la pareja, sino que combaten uno de sus peores enemigos: la monotonía.

La más común de las quejas de las damas, cuando para animar su matrimonio sugerimos que se hagan un peinado nuevo, modifiquen el ambiente de la habitación, cambien su ropa interior por otra más sugestiva o utilicen un perfume más excitante, es la falta de reconocimiento por su cónyuge, cuando expresan: ¿Para qué voy a hacerlo si es que él ni siquiera lo nota?… …Todo eso lo he intentado, pero para él es igual… …Nunca reconoce nada de lo que yo hago… …En el principio de la relación él se entusiasmaba, pero ahora le da igual.

Esas actitudes producen el efecto de la gota de agua que cae incesantemente sobre la piedra: al final, la horada. No se requiere demasiada inteligencia para imaginar la suerte de la relación, si en el caso planteado el esposo hubiese manifestado su agrado y reconocimiento por esta demostración de entusiasmo por mantener viva la pasión; probablemente la relación se hubiese fortalecido, o por lo menos se habría hecho algo por combatir el aburrimiento, que es uno de los enemigos permanentes de la relación de pareja.

Es que la relación de pareja es una forma de vida, que se nutre de motivaciones diarias y sencillas, cuales, paradójicamente, producen los grandes momentos. La felicidad raramente la producen eventos extraordinarios. Una palabra, una mirada, una sonrisa, un abrazo, una caricia, un guiño y… hasta una nalgadita, suelen transmitir mensajes inmediatos que tocan el alma de las personas llenándoles de amor, ternura, paz, tranquilidad y… seguridad. Por el contrario la indiferencia, la desatención, la desconsideración, la falta de respeto, la chabacanería y la ausencia de ternura, suelen dejar heridas muy difíciles de sanar.

No es fácil mantener el calor en la relación de pareja sin una constante atención a los detalles. Una forma de no descuidarse, es recordar que esa persona que convive con nosotros es especial; que fue la que escogimos para acompañarnos toda la vida. Por tanto, para nosotros debe ser la más hermosa, tierna, pulcra, honrada… la más querida. Ella merece toda nuestra atención frente a las demás personas y en privado. Por eso todos los días debemos repetirnos que la amamos, que en nuestra mente y en nuestra alma no hay cabida para ninguna otra persona, porque nadie es mejor que ella. Que su cuerpo es el más hermoso, su sexo el más agradable y su alma la más pura.

Que nadie es más sincero, ni puede sernos más leal que ella. Que es la única persona que nos dedica todo su tiempo y atenciones; que es quien comparte nuestras ambiciones y sueños, aunque no fueren los mejores. El consejo es el de que no descuiden ninguna oportunidad para fortalecer la relación, porque el amor, y muy especialmente el de un nexo tan vulnerable y expuesto a tantos peligros como el de pareja, cual es esencialmente emocional y de mantenimiento permanente, no puede mantenerse sin esos elementos mínimos que le dan vida como el amor, la ternura, la aceptación, la solidaridad, la lealtad, el reconocimiento y la buena sexualidad.

No es por coincidencia que vemos parejas de diferentes edades, imagen física, personalidad y posición social, que al mirarlas quedamos convencidos que realmente se aman. No necesitan gritarlo o exponerlo. Simplemente no pueden ocultarlo. Lo determinamos al observar su trato, como hablan con los demás, como actúan el uno frente al otro. Pero si inquiriéramos: ¿Qué es lo que hacen para ser felices? Seguramente nos dirían: «Nada especial, sólo nos amamos; nos sentimos parte el uno del otro como integrantes de un proyecto común y por eso también nos respetamos; nos aceptamos como somos, nos ayudamos mutuamente a ser mejores todos los días. Pero para ser más felices y gozar al máximo de nuestra unión, incorporamos a nuestra relación la magia, el idilio y la fantasía, lo que nos permite convertir momentos normales, comunes y corrientes en experiencias extraordinarias».

Como dijera Sherlock Holmes: «Elemental mi querido Watson». Absolutamente elemental: Amar, ser sinceros, sentirse parte del más importante proyecto personal emprendido; comunicar oportunamente lo que se desea, se espera, se ambiciona y se siente; dar lo mejor de sí todos los días sin resentimientos, temores, sospechas, pero con respeto, consideración, aceptación y ternura, reconociendo los valores de nuestro par, más que señalando e insistiendo en sus fallas y a ser posible y conveniente, tratando de ayudarle de la manera más respetuosa, si determinamos que tiene graves zonas erróneas. Para hacer buenas las palabras de Angel Buonarroti, cuando expuso: «El amor es el ala que Dios ha dado al hombre para volar hasta Él»

Próxima Entrega: LA GERENCIA ESTRESANTE

Read Full Post »

El sexo de pareja bien avenida debe ser fantástico, emocionante, renovado, recurrente y reconfortante; donde el conector más importante sea el binomio oportunamente comunicado de sinceridad-creatividad.

En este tipo de relación sexual que sólo responde a la necesidad de dar y recibir amor, sin más interés que la transmisión del sentimiento de compartirlo todo, ni otra limitación que aquella que nace de su propia espontaneidad, no debe haber nada que pueda considerarse como tabú, prohibido o pecaminoso. Precisamente, porque lo que nace del amor, se hace por amor y para el amor, de ninguna manera puede ser indeseable, desagradable o reprochable.

Por otra parte, este acto en pareja cumple otras funciones en el devenir de la vida de los integrantes como las de rebajar la presión y disminuir el estrés, por lo cual es difícil que alguien que tenga buen sexo no disfrute en la misma medida de buen humor y salud.

Para hacer el amor de manera constante pero agradable con la misma persona son decisivos la ternura, la sinceridad y la creatividad. Estos tres elementos reunidos nos permiten una comunicación fluida y de doble vía, así como incorporar nuevos mecanismos de ayuda para lograr un sexo menos rutinario donde entren en juego todas esas técnicas, herramientas y ayudas que como miembros inteligentes de una pareja, estamos obligados a investigar, aprender y practicar.

El siempre recordado Honoré de Balzac nos dejó un mensaje que ratifica la real posibilidad de tener un sexo emocionante y permanente de pareja, parangonando la posibilidad de vivir de forma amena y edificante, juntos un hombre y una mujer por mucho tiempo, cuando escribió: «Es tan absurdo pretender que un hombre no puede amar siempre a la misma mujer, como pretender que un buen violinista no pueda tocar siempre el mismo instrumento.»

El acto sexual, por ser el momento de mayor comunicación integral de los amantes, al hacerse los dos cuerpos uno, también se da la comunión espiritual; de alguna manera, es en sí mismo un evento extraordinario que cumple funciones muy importantes para la estabilidad de la relaciòn, más allá de la satisfacción sensorial del momento.

El hacer el amor con la persona amada, pudiera ser la manera más sublime de decir «Te amo… eres especial para mì.» Es un acto de tanta solidaridad, que cuando lo realizamos nos preocupa más la satisfacción de la otra persona que de la nuestra. Ese maravilloso momento con nuestra pareja nos ratifica que no estamos solos, que alguien comparte integralmente su vida con nosotros; inclusive su más preciado tesoro.

Pero también es un acto que al estabilizarnos emocionalmente, a su vez nos ratifica que como individualidad de un género determinado somos incompletos y que indefectiblemente para lograr el más alto nivel del goce físico-espiritual requerimos de otra persona que comparta con nosotros, no sólo nuestro aspecto físico sensorial, sino nuestra concepción ideológica de que y por qué estamos sobre esta tierra que Dios nos dio por heredad.

Sin embargo, en el mundo de la realidad de la pareja heterosexual el sexo por sí solo no es todo lo que de él se espera, ni tampoco se usa en todos los casos de manera apropiada. Sobre el tema se ha escrito todo tipo de especulaciones, desde aquellas que lo consideran sublime hasta los que lo consideran la peor aberración, no por ser contrario a la moral, sino por… lo aburrido.

Hay tanto mito, tabú y mentiras sobre el sexo en pareja que pareciera que el tema da para todo. En verdad, en muchos casos en el sexo de pareja es más lo que se oculta, finge, simula o miente, que lo que sinceramente se manifiesta al otro integrante. Debido a esa insinceridad en la comunicación respecto de la recurrencia, apetencias, periodicidad y conveniencia de la fantasía sexual, es que la mayoría de las parejas ocasionales o permanentes llegan a convertir un acto, en sus inicios sublime, maravilloso y emocionante, en algo repetitivo a intervalos, incompleto, insatisfactorio y sin ninguna emoción o sensación reconfortante; casi como el cumplimiento de un deber forzado.

Tan frustrante por mendaz llega a resultar en algunos casos la relación sexual de la pareja, que en vez del acto sublime, romántico, apasionado y solidario que debería representar, lo convierten por virtud de la hipocresía, en una competencia de velocidad o resistencia física, cabriolas o actos acrobáticos aliñados con gemidos fingidos, a cual más digno del público más desaprensivo de un autocine, de aquellos que estuvieron en boga por allá por los años setenta.

Es que por falta de formación sexual y elevación espiritual, un acto esencialmente pasional y mágico, puede derivar en algo simplemente rutinario o resignado, carente de la emoción y fantasía de los primeros tiempos, dejando en el alma una sensación traumática progresiva, que en algunos casos pudiera convertirlo de rutinario y aburrido en desagradable y de tal manera aumentar la pesada carga de insatisfacciones personales, haciendo aún más lacerantes los sentimientos de auto compasión, tan dañinos para el progreso espiritual.

A mi manera de ver la relación sexual de la pareja y su papel protagónico en la felicidad común, la rutina y la resignación suelen convertirse en sus mayores enemigos; siendo además ofensivo a la dignidad de ambos integrantes. Si se quiere, la práctica consciente del sexo de pareja en esta situación, bien pudiera considerarse como una especie de violación premeditada a la integridad del ser humano, la cual no tendría mucho que envidiar a la violación típica de los delincuentes sexuales, porque éstos en un alto porcentaje son enfermos mentales: sicópatas o sicóticos, quienes responden a necesidades derivadas de sus propias patologías, lo que los hace menos responsables de sus actos que aquellos que lo hacen a plena conciencia.

Esa actuación sexual falsa tan común en muchas parejas, donde se usa todo tipo de artilugios, contorsiones y gemidos para convencer de que existe una pasión que hace mucho tiempo murió, es un acto donde conviven sin ningún pudor en la actuación física sobre el sexo opuesto, la deslealtad, la mentira, la suciedad y el engaño.

Claro está que no me refiero a las relaciones de sexo mecánico, ancestral, necesario únicamente desde el punto de vista fisiológico que algunas personas suelen practicar, donde estas actuaciones serían parte de un comportamiento originario; sino que me atengo a relaciones que nacen y deben mantenerse en virtud de los sentimientos de amor y solidaridad que vincula el sexo al espíritu, con vocación de permanencia para una vida plena en común; donde es fundamental, a como de lugar, no dejar marchitar esa plantita tan vulnerable que es el amor físico-espiritual, cuyos principales nutrientes son la ternura, el respeto, el buen ánimo, la comunicación sincera, la aceptación, la consideración, la pasión, el entusiasmo, la magia, la creatividad y… la fantasía.

Próxima Entrega: EL SEXO DE PAREJA III

 

 

Read Full Post »

 

dsc01771.jpg

Con el niño activado, probablemente recordaremos los días de noviazgo con esa persona tan especial que fue joven, bella, dulce y glamorosa; que llenó las más hermosas horas de nuestra juventud. Porque ella está ahí, como siempre bella, dulce, tierna y con esa atracción especial de las niñas cuando se hacen… mujeres. Ella siempre ha estado cerca, muy cerca de nosotros, aunque a veces nos haya pasado desapercibido; y quizás más cerca que nunca porque ahora es nuestra esposa: la compañera de viaje largo que escogimos libremente y sin ningún apremio; nuestra inseparable amiga, única confidente segura, consecuente y…leal.

 

Es la misma que besaba las rosas que le llevábamos el día de los enamorados, flores que sigue amando, pero se contenta con verlas tras los cristales de la floristería, porque hace bastante tiempo ya que no le traemos una… para besarla. Aquella que esperaba temblorosa de emoción en los momentos íntimos, sólo al olor de ese perfume que sabíamos que le gustaba tanto y que usábamos especialmente para ella; pero que ahora más hermosa y más mujer, lo cual pareciera que a veces no notamos, tiene que contentarse con recibir el poco tiempo que nos quede, sin el perfume aquel que la hacía vibrar, porque ya no nos acordamos ni siquiera… cual era el que usábamos.

 

Todos esos bellos sentimientos en estado de hibernación; sueños casi evaporados por un tiempo que no termina de pasar; de emociones disminuidas y enfermas de gravedad, que se niegan a morir por causa de una realidad que no tiene razón de ser… como es, han producido esos vacíos vivenciales que aumentan nuestro estrés, que nos deprimen sin una razón aparente y que le hacen perder sabor a la vida, sembrándonos de interrogantes aterradoras; produciendo barreras en la mitad o más allá de ese camino que iniciamos con tanta emoción y entusiasmo, y que hoy amenaza con la monotonía, la nostalgia y el aburrimiento.

 

Enigmas que como la cizaña penetran nuestra alma y como hiedras clavan sus raíces en nuestros más puros sentimientos, obligándonos a hacernos las preguntas más lacerantes:

¿Valió la pena todo esto?

Para degradarla en mil interrogantes menores: ¿Quizás escogí mal? ¿Sería que me equivoqué en la elección? ¿Quién tendrá la culpa? ¿Debo hablar sobre ello o callar hasta que no pueda más? ¿Podremos rehacer lo andado? ¿Tenemos tiempo aún?. Creo que en este caso lo sano, lo inteligente, lo apropiado no es especular sobre lo que no se hizo, sino sobre lo que aún se puede hacer. Es revisarnos y escarbar dentro de nosotros mismos buscando las respuestas acertadas, pero no las que quisiéramos oír.

Si analizamos nuestra actuación a detalle, abriendo el corazón y nuestra alma a las personas que conforman ese entorno íntimo, y las aceptamos como son, con sus virtudes y sus limitaciones, seguramente entenderemos que en mucho hemos permitido que nos alejen de ellas, dejándonos llevar por la praxis de una vida todos los días más exigente y compleja, donde lo importante no es cómo nos sentimos, sino cuánto producimos. Sin tener real conciencia de lo que hacemos y sus consecuencias, nos han llevado a ambicionar bienes materiales, cuales la mayoría de las veces no son indispensables, con prioridad a los espirituales, que si lo son.

Tanta confusión nos ha orientado a equiparar un hogar con una gran casa, con lujosos y confortables muebles, pero sin el sentimiento de compartir; mullidas camas, sin importar el sueño o la pasión de quien en ella nos acompaña. Riquezas que no pueden aportarnos ni un minuto de vida, ni pueden comprar amor, salud, amistad o lealtad, mientras el afecto familiar muere por falta del calor que le dio origen. Pero, gracias a nuestro origen divino, en el mundo de nuestra intimidad siempre hay tiempo para enmendar lo errado, especialmente si aún vive la llama del amor.

En el caso de la pareja, que es donde se producen más a menudo esos vacíos existenciales, conviene combatirlos en la raíz: la nostalgia, el desencanto de la pasión, la rutina y el hastío. Cualquier solución que se decida debe reforzar los sentimientos del amor y la solidaridad que produjeron la unión. Así, para combatir el desencanto y el decaimiento de la pasión, la solución es volver a enamorarnos. Volver a ver a nuestro cónyuge con ojos de enamorado; al menos para los hombres otra vez como novia, pero ahora más tierna, más hecha, más… mujer. Ahora, con más motivos por los cuales amarla: continúa amándonos, nos ayuda, nos soporta y por si fuera poco, nos dio nuestros bellos hijos.

Aprovecharemos que ella no tiene novio; tuvo uno y lo perdió cuando lo convirtió en su esposo. Es una oportunidad que no podemos desperdiciar. Nuevamente la enamoraremos y nuevamente nos convertiremos en su novio. Es todo lo que le hace falta: un novio a quien amar, con quien soñar, con quien fantasear. Un novio…mágico. Y… ¿Que fenómeno más mágico que un novio-esposo?

Sería simplemente fantástico. Se sentiría la mujer más bella, la más sensual, la más deseada y feliz del mundo. ¿Qué pensamiento nostálgico podría ser más fuerte que esa realidad maravillosa? Ninguno. Y el hastío y la rutina ya no tendrían cabida en la relación. ¿Quién podría hastiarse de un evento entre dos novios-esposos que se hacen amantes? Nadie que pueda considerarse hombre o mujer.

Entonces, ¿A qué esperar? Salga de su trabajo antes de la hora, pase por la licorería, compre champagne, galletas y caviar; no olvide la perfumería, usted sabe cual comprar. Ah… y recuerde las flores, pero una sola, eso es más íntimo… más significativo. Por cierto, antes de salir llámela e inteligentemente, sin dejar que lo imagine todo, dele un anticipo, algo que le haga pensar que debe ponerse sexy porque hay algo especial para ella… esta noche.

Como ya no soy tan joven por lo cual no estoy para emociones tan fuertes, no quiero imaginar a detalle el final de la velada. Al otro día, nadie debe levantarse temprano, ni los hijos ir al colegio. Le recomiendo un desayuno energético: huevos y tocineta para recuperar las fuerzas, pero eso sí, hechos por usted mismo. No importa si se queman un poco. Ella los comerá feliz. Se me olvidaba. Regálese un día y no vaya al trabajo. Monte su familia en un auto y váyase a pasear, luego a almorzar fuera y finalice ese nuevo día con una película familiar, con cotufas y snacks.

Por cierto… no me debe nada por la receta.

Próxima Entrega: EFECTOS DEL PERDON I

Read Full Post »

« Newer Posts