“LA VIDA ES EL MAYOR REGALO DE DIOS Y LA MUERTE ES PARTE DE LA VIDA”
FOTO DE: GABRIEL LIJTENSTEIN
Hoy, al revisar las noticias, una me golpeó en lo más profundo de mi ser: “Un matrimonio se arrojó el pasado domingo al vacío en unos acantilados del sureste de Inglaterra junto al cadáver de su hijo de 5 años,”
Me consta que los hijos duelen en lo más profundo, porque son parte de nosotros mismos. Sin embargo, nada justifica el suicidio, máxime de unos padres que habían dedicado lo mejor de sus días atendiendo con amor y dedicación la paraplejia de ese hijo, producida por un accidente 4 años antes. Seguramente eso hubiese sido lo último que su hijo Sam Puttick hubiera deseado para sus amorosos y sacrificados padres.
Debemos estar claros de que los hijos no son nuestros sino de Dios; los padres sólo somos el vehículo para traerlos al mundo. Dios dispone de ellos y… de nosotros, conforme a sus planes. Como entes físico-espirituales, la muerte es un paso necesario para ascender a un estadio espiritual más elevado.
En este caso, Sam tenía un camino que recorrer, con un tiempo para permanecer en esta tierra, y al cumplirse regresó a ese mundo espiritual de donde un día vino.
Si estos desventurados padres hubiesen tenido suficiente fortaleza espiritual, en vez de suicidarse habrían agradecido a Dios el privilegio de haber disfrutado de su hijo por cinco años, mientras millones de padres escasamente alcanzan a ver sus hijos por días, meses o un año de vida.
Asimismo, habrían considerado que en adelante ya nunca más estarían solos, porque además de lo bellos recuerdos que les acompañarían siempre, desde el cielo un angelito llamado Sam, estaría con ellos. Con tal convicción, podrían haber adoptado uno o más niños de los muchos que no tienen un hogar para darles amor, y en su memoria continuar viviendo.
Es que por la voluntad de Dios venimos a este mundo y regresamos cuando hemos cumplido nuestra misión, la cual únicamente Él conoce. Eso deberíamos internalizarlo todos, padres e hijos, para de tal manera aprovechar esta vida física, viviendo intensamente cada segundo de nuestra existencia, convencidos de que es su mayor regalo, pero que un día la dejaremos y volveremos a su regazo.
Pienso que suicidarse lejos de ayudar crea una terrible sensación de frustración en la comunidad, que podría afectar mentes débiles y de poca fe, de alguna forma promoviendo este hecho horrible y afectando el mayor valor espiritual del ser humano: la esperanza.
El ser humano pasa por un sinnúmero de problemas y dificultades diariamente, muchas veces algunas se quedan sin resolver.
El estado de desesperación que a veces tenemos, es que no confiamos plenamente en la fuerza y paz que nos transmite la oración. Debemos estar firmemente pegados a Dios, Él es, el que nos da la fortaleza para no desfallecer y seguir en el camino del destino.
En todo ambiente en el que tú te encuentres, hay está Dios, observandote y esperandote que le cuentes tus problemas y triunfos.
La meditación y la oración con tus propias palabras, no son frases repetitivas que conoces desde tu niñez, son palabras, frases con las que tu le hablas a tus amigos, contandole tus desengaños y proyectos, con esas mismas puedes hablarle a Dios que te escucha ansioso para darte la solución a tus problemas.
Recuerda «el eje del universo y la vida es Dios». Él tiene estipulado todo lo relacionado con tu vida, lo que debes hacer, tu misión, las personas que te acompañan, los sucesos felices de tu existencia, tus amistades.
Cuando uno se sale de los parámetros que Dios ha impuesto y no cumplimos con su ley terrenal, el nos llama amoroso y nos pone obstáculos, para enseñarnos que estamos procediéndo mal o no estamos haciéndo lo correcto.
Todo lo que ocurre en nuestro mundo ha sido un escarmiento para el ser humano, que no ha querido respetar la ley de Dios e impone su voluntad desconociéndo que Él es el principal autor de nuestras vidas y que ¡Gracias! a Él, yo estoy en este mundo, para compartir contigo este comentario.
Atte. Nuegod