«PODEMOS HACER UNA SOLA HUELLA Y… YA NUNCA ESTAREMOS SOLOS.»
En el orden general de nuestra vida, desde que adquirimos raciocinio, sentimos la necesidad de avanzar… nunca devolvernos; cuando por alguna razón, justificable o no, tenemos que hacerlo, recibimos la sensación de que perdimos un tiempo precioso. Es que, con razón, presentimos que hay algo mejor para nosotros que se encuentra adelante… y tenemos que alcanzarlo.
¿Quién nos lo enseña u ordena? Creo que lo traemos impreso en los genes. De alguna manera, es la concreción de que somos espíritus viviendo experiencias físicas de progreso, para avanzar a otro nivel más elevado… que sobrevendrá.
No obstante, este mundo natural que es nuestra casa, lo palpamos inconmensurable, expectante, imprevisible y con reacciones que nos persuaden de la necesidad de encontrar un compañero con quien hacer más interesante, seguro y divertido, en ese largo viaje que nos espera.
Independiente de la edad, raza, sexo, nivel cultural, social o económico, todos, salvo muy raras excepciones, orientamos nuestra mayor capacidad a buscar ese compañero de viaje… largo. Es por lo cual tratamos de lograr conocimiento, cultura, poder, fama y riqueza; siempre con la esperanza de que tales factores privilegien nuestra capacidad para lograr, de la mejor manera posible, el encuentro maravilloso con esa persona especial que compartirá nuestro destino.
Venturosamente, en nuestro camino, en sentido contrario pero en la misma vía, siempre viene alguien en busca exactamente de lo que tenemos y podemos dar; que comparte nuestra ideología, sueños y ambiciones. Nos encontraremos y se producirá el contacto mágico de sentimientos compartidos; se conectarán las energías positivas; se producirá el circuito que encenderá la llama del amor; nos embargará esa sensación mágica del idilio; la emoción, la ternura y la pasión harán un coctel sublime que recorrerá nuestra espina dorsal produciendo una sensación nueva; enterraremos nuestro natural egoísmo, compartiremos todo; haremos una sola huella y ya nunca más estaremos… solos.
Ese es nuestro destino; al cual tenemos derecho y debemos procurárnoslo. Dios nos dotó de todas las capacidades para lograrlo. Tenemos que buscar y encontrar esa persona que nos ame, respete, edifique y esté dispuesta a unir caminos para hacer con nosotros una sola vida, porque es la unión de pareja el terreno abonado para sembrar nuestra simiente, que no solamente dará frutos buenos, sino que materializará la extensión de nuestros más bellos sentimientos, más allá de nuestra propia vida terrenal.
Creo que ni yo prodria explicarlo con tan bellas palabras, siendo que mi fe esta puesta en el amor de Dios, y esperando que ese hombre despierte y vea lo que soy.
gracias, patry.