«ORAR NO ES SOLO PEDIR O REPETIR, ES DIALOGAR CON DIOS.»
Pienso que toda actuación humana debe tener un basamento principista, que en todo caso debe beneficiar al género humano, o a los elementos que le dan sustento de permanencia sobre esta tierra.
En el caso de la oración, para que tenga un resultado exitoso debe procurar algo que represente un beneficio que no se quede en el solicitante, sino que al lograr lo pedido, de alguna manera se proyecte positivamente hacia las demás personas en el plano físico o espiritual.
Si Dios apoya mis esfuerzos concediéndome su ayuda, la condición fundamental debe serlo que mi beneficio, logro o felicidad, determine o aumente mis posibilidades de compartirlo con mis semejantes.
Por ejemplo, si pido amor, sabiduría, paz o felicidad, al serme concedidos, esos elementos existenciales aumentarán mi elevación espiritual y como consecuencia incrementarán mi generosidad, capacidad de amar, aceptar y entender mejor a mis semejantes.
Pero… ¿Hasta dónde tiene fuerza la plegaria si no se acompaña con la acción? Es tema de discusión entre quienes ven la oración desde el punto de vista dogmático-religioso, como un instrumento de alabanza y petición que produce resultados con la sola invocación; y quienes como yo, la entendemos como un medio de agradecimiento a Dios, pero también como factor de poder de primera importancia para mis logros personales, pero que debo acompañar con mis actos.
Orar es un acto de fe, de confianza, en cuanto a que Dios está con nosotros de manera permanente. Por tanto, no debemos esperar a que Él realice las cosas por nosotros sólo porque lo imploramos, sino que debemos pedir su ayuda, pero para lo que ya nosotros estamos intentando o vamos a intentar.
En mi concepción de lo que nos podría beneficiar la plegaria, no puedo olvidar las palabras del siempre bien recordado Napoleón Hill, cuando escribía: «En la verdadera plegaria se pide ayuda sólo después de que se ha hecho todo el esfuerzo personal necesario, sin obtener ningún resultado.»
Pienso que la oración, aun siendo absolutamente poderosa, su sola invocación no nos libera de la necesidad de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr con nuestro propio esfuerzo, las cosas para las cuales pedimos la ayuda divina.
Es que la oración no es pasiva, sino muy activa. El que hace una plegaria, solicita ayuda para algo que está tratando de lograr mediante su propio esfuerzo, y que considera difícil de obtener con su solo trabajo, pero no pide que se le de hecho por obra y gracia de la oración, sino que utiliza la oración como ayuda.
Es que hasta para hacer la oración exclusiva de alabanza y agradecimiento se requiere realizar algún esfuerzo. No sería justo que se nos concedieran las cosas sin haber realizado la diligencia necesaria, y como quiera que quien concede la petición es Dios, Él no hace cosas que no sean justas.
Por eso, en mi criterio, la más efectiva plegaria es aquella que precede o acompaña la acción.
AMIGO AMAURI ERES MUY ESPECIAL AL PUBLICAR TODO LO QUE HACES, ERES UNA EXCELENTE HERRAMIENTA PARA TODOS AQUELLOS QUE DESEEN UNA VIDA FELIZ, UNA PAREJA FELIZ UNA EXISTENCIA FELIZÇ…
EXITOS AMIGODESDE VALENCIA
RAFA
LO FELICITO POR SU ARTICULO ….QUE RECIBA MUCHAS BENDICIONES ,PIESO QUE SI TODOS ORARAN EL MUNDO SERIA MEJOR Y NO ESTARIA COMO RESTA .