“TODOS SOMOS UNO EN SIMBIOSIS CON DIOS”
Nuestra naturaleza gregaria nos hace conectarnos con la idea de compartir vivencias, experiencias y… ayuda mutua, como condición para lograr una vida plena, cual no es posible obtener aislados o en solitario. Por tanto, requerimos desarrollar la actitud de sentir a las personas e interesarnos por sus particulares situaciones.
Conectarnos con el alma del prójimo es imbuirnos de su situación, compartiendo sus penas y problemas; dando apoyo moral y físico, a fin de hacer menos pesada su carga, porque cualquier situación siempre es más llevadera entre dos o más. Somos un todo con Dios y con el resto de los demás seres humanos, por lo cual las experiencias de mi hermano, de alguna manera tocan mi bienestar.
Funcionamos como órganos de un mismo cuerpo; si alguno se afecta, influye en su integralidad funcional y resultado. Cuando disfrutamos el éxito de nuestros hermanos o nos solidarizamos con su dolor y abriendo el corazón ofrecemos la mano solidaria, estamos contribuyendo con nuestro propio bienestar. Es que es difícil ser felices en soledad y todos necesitamos de… todos.
Compartir es condición indispensable para lograr nuestra realización material y espiritual. Nuestros hermanos humanos son el mayor regalo de Dios, ya que sin ellos nuestra vida no tendría significado.
Por eso tenemos que amarlos, aceptarlos, entenderlos, edificarlos y convertirlos en parte de nuestra propia preocupación. Fue eso lo que quiso significar Jesús cuando enseñaba: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” En esa sencilla expresión nos legó un compendio de amor, fe y esperanza en nuestros congéneres; pero también, por nuestra diversidad natural, nos dejó un compromiso: aceptar a nuestros semejantes como Dios los creó, porque al diseñarnos a su imagen y semejanza, nos hizo únicos y especiales.
Dios es amor, esencia, energía y poder juntos, más allá del tiempo y el espacio. Si reflexionamos sinceramente, entenderemos todo lo hermoso, amoroso, sensible y solidario que existe dentro de cada ser humano, siempre esperando que alguien toque la puerta y lo despierte, para saciar su sed de dar.
Tenemos necesidad de sentir que somos parte de un todo que es sinérgico, universal y poderoso; que no estamos aislados sino conectados, y que nuestros asuntos y los de las demás personas son de interés universal; que Dios nos puso sobre esta tierra para acompañarnos, amarnos, ayudarnos y jamás nos dejará solos. No asimilarlo y aprovecharse de ello, sería un desperdicio y una torpeza… imperdonables.
diosme sientos en estos momentos muy sola con un dolor que invade mi alma y necesito de tu ayuda señor. ayudame mi dios amado
señor dios amado en estos momentos me encuentro muy sola y necesito de su ayuda mi dios amado