«LA VIDA DEVUELVE LO MISMO QUE RECIBE»
Conozco que el «boomerang» lo tiras y al final del recorrido da la vuelta y retorna a su sitio de lanzamiento. Así se comportan nuestras actuaciones en esta vida, porque el impulso del regreso dependerá de la fuerza que le imprimamos. Es un principio físico: toda acción produce una reacción.
Nuestra vida está llena de ejemplos que ratifican las palabras de Jesús, cuando aconsejaba: «…, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos…»
No tengo notcias de persona que habiendo hecho daño consciente, lograra su tranquilidad o felicidad. Por el contrario, los he visto presos de sus sentimientos de insatisfacción, revanchismo nunca satisfecho y frustración, cometer error tras error hasta terminar iracundos, pesimistas, frustrados; y en algunos casos, enfermos en sus cuerpos y en sus almas.
La regla no solamente se cumple en el mundo de los objetos físicos de la vida del hombre, sino que su efecto es similar en el ámbito de los objetos ideales, inclusive en la actuación interna e íntima del individuo.
Así, cuando odiamos, envidiamos, deseamos mal o criticamos a un semejante, su efecto interno es de desasosiego, desagrado y frustración, perturbando en la misma medida de la fuerza del sentimiento o deseo malsano.
Respecto de lo positivo, al amar, ayudar, servir, o sensibilizarse frente a los demás individuos, la felicidad, satisfacción o sentimiento de placidez, lo será proporcional a esos sentimientos y/o actuaciones.
Así como amar y hacer el bien nos engrandece, al devolvernos como «boomerang» esa sensación de plenitud que nos hace sentirnos tan bien, el desamor, insensibilidad y el daño producido o deseado, nos retornan desagrado, insatisfacción, frustración y perturbación; pero adicionalmente: el recuerdo del evento desagradable, que muerde constantemente… el alma.
Nuestra vida se desenvuelve en un basto campo de opciones, dentro de las cuales y gracias a nuestro libre albedrío, siempre podemos optar por las que más nos benefician. Si consideramos que nuestros actos, se comportan como un «boomerang, sin duda extremaremos cuidados al escoger las opciones.
Pienso que los humanos traemos una tendencia que nos orienta al amor y a la bondad. No he visto nunca un niño que intente comerse otro bebé, un pollito o un perrito, sino acariciarlos tiernamente.
Lo apropiado y además conveniente, es amar a las personas, ayudarles y ser consecuentes con sus buenas acciones, rechazando y enseñándoles sobre lo negativo de las malas, si las hubiere.
No es suficiente no hacer el mal, sino que estamos obligados a hacer el bien. Corresponde ayudar a los demás a encontrar ese camino.
Son nuestros hermanos quienes necesitan ayuda y no podemos negárselas, porque si no lo hacemos el «boomerang», nos devolverá lo mismo que hayamos dado a los demás.
Como padres, no podemos olvidar al salmista cuando aseguraba: «… no he visto hijo de justo mendigando pan.» Para quienes somos feliceas, considero un compromiso, dar a los demás lo mismo que hemos recibido de Dios.
Próxima Entrega: HABLANDO CON DIOS
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