«LA FELICIDAD CORRESPONDE A NUESTRA ÓPTICA DE LA VIDA»
Observé como un joven discapacitado sobre una silla de ruedas, sonreía complacido cuando un niño insistía en manipular un aparato de control de entrada a un supermercado. Al mismo tiempo, una mujer de hermosas piernas, con cara de pocos amigos, miraba con impaciencia al niño haciendo un mohín de desagrado.
Es una paradoja de la vida. El discapacitado, quien no disponía de ninguna movilidad en sus dos piernas y debe permanecer amarrado a una silla de ruedas, se siente feliz ante la presencia de un niño y sonríe plácidamente.
La dama que dispone de dos hermosas piernas, que le aportan comodidad y libertad de acción, anda estresada, apurada, impaciente, con cara de disgusto y perdiéndose disfrutar del mundo maravilloso de las cosas sencillas.
¿Dónde reside la diferencia y qué la origina? ¿Qué influía el ánimo de cada uno de ellos?
Pienso que la diferencia consiste en la óptica individual sobre la vida y las cosas.
En esta anécdota, ambos observaron el mismo espectáculo, sólo que el joven, olvidando el mal que representa no disponer de sus dos piernas, aplicó la óptica positiva de un evento que representa la belleza, el entusiasmo, la inocencia y la ternura de un gracioso niño, aumentando su felicidad.
La dama referida, olvidando sus muchas bendiciones, como la de disponer de dos piernas sanas y bellas, aplicó la óptica negativa al sentirse mal con la presencia siempre grata de un bello niño, aumentando su visible estrés, perjudicando su salud y restándole felicidad.
Es que es nuestra óptica sobre los eventos y situaciones que conforman nuestra existencia, lo que le da sentido al arte de vivir… felices.
Todas las situaciones tienen una parte positiva y una negativa; de nuestra óptica depende encontrar la positiva, porque cuando se trata de eventos negativos este efecto lo sentimos al sucederse.
Vivimos encajados en la bipolaridad positivo-negativo de la vida, expresada en los valores y sentimientos. No podemos escapar de esta regla natural. Sin embargo, nuestro libre albedrío nos permite, de forma autónoma e independiente, tomar una de esas dos opciones.
Quienes entienden esa regla vivencial, toman la parte positiva; por eso cuentan sus bendiciones y no sus males o carencias. Su óptica positiva sobre los eventos y circunstancias de la vida abona a su felicidad.
Quienes ignoran la regla, viven marcados por la inseguridad, falta de fe, desconfianza, temor y recelo, que les producen estrés permanente. Estos sentimientos conforman una óptica negativa de la vida, haciéndoles muy difícil el logro de la felicidad.
Lo más positivo de la vida es… vivir, no sobrevivir. Todo lo demás es accesorio y depende de nosotros. Nuestra óptica debe ser positiva, porque Dios representa esa seguridad de que la vida es buena, bella, segura, edificante… emocionante.
Fuimos diseñados para ser felices. No hay otro fin más elevado ni deseado sobre esta madre tierra. No procurarlo con una óptica positiva de la vida, sería un desperdicio imperdonable.
Próxima Entrega: MUJER DEL SIGLO XXI
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