El goce que produce el acto sexual entre dos personas que se aman con plenitud, representa el máximo de satisfacción que puede experimentar un ser humano. En el convergen el cuerpo, el alma y el espíritu para decir: te amo. Ese condicionamiento sublimizador del sexo lo hace superar cualquier otra expectativa, constituyéndolo como indispensable para nuestra felicidad personal.
Por el y con el nacemos, convirtiéndose progresivamente en urgencia no sólo de satisfacción física sino también espiritual.
El sentimiento más determinante hacia otra persona lo es el amor, que instintivamente relacionamos con el sexo.
El sexo, como el vino debe disfrutarse con lentitud, fruición y deleite. Todo tiempo y oportunidad son buenos para degustarlo y su embriaguez en vez de rebajarnos, nos eleva por encima de nuestra propia naturaleza originaria.
Fuimos dotados del sexo para vivirlo en toda su intensidad, que es prácticamente inestimable, porque carecemos de instrumentos que nos permitan medir la excitación y efectos que despierta en nuestra actualidad y potencialidad.
El sexo constituye el regalo más excelso que Dios nos dio. Representa la única posibilidad natural de convertirnos en parte de otra persona, encarnándola física y espiritualmente.
La concepción del sexo, como nuestra propia vida debe ser integral, constante y permanente. No podemos vivir una parte de nuestra vida o del sexo y otra no, porque son inseparables. No vivir una parte de la vida es como morir y no disfrutar una parte de nuestro sexo, sería como carecer de el.
El sexo al originarnos en una lucha donde fuimos triunfadores, se posesiona de todos nuestros sentidos conocidos y más allá de éstos. Lo vivimos en las imágenes, sonidos, olores, sabores, y en forma extraordinaria en el tacto. Pero su forma más sublime es una conjunción ideal, percibida por algo más allá de esos cinco sentidos conocidos, que nos dota de capacidad inusitada para fabricar sueños, magia y fantasía.
Vivir el sexo es algo más que disfrutar una sensación de goce físico, temporal, pasajero e intrascendente, cual no sería más que una regresión atávica a nuestro origen, como meros elementos reproductores, sin expectativas de espiritualidad.
Vivir el sexo es penetrar lo más hermoso de nuestra existencia. Es integrarnos con otra vida en una nueva vida, sin dejar la propia en el intento. Es sentir toda nuestra capacidad de creatividad, disfrute, nobleza y entrega, al poner en juego nuestros más puros y elevados sentimientos, haciéndonos como dioses, fabricantes de vida, sueños y esperanzas.
Es esa la dimensión del sexo que lo hace sublime, que le da continuidad y permanencia. Esa la entidad que nos posibilita sentir, luego de decenas de años practicándolo con la misma persona, que es la parte más bella de nuestra vida, siempre renovado, con algo nuevo que espera por nosotros, para decirnos que vale la pena seguir viviendo.
Próxima Entrega: TIEMPO DE ENAMORADOS
Dr. Amauri Castillo
Junto con saludarlo gratamente, le comento que he leido este texto con atención, unas cuantas veces y ha surgido una interrogante.
¿Qué ocurre cuando una de las partes, por diversos motivos , no puede realizar el acto sexual? El amor trasciende el sexo, trasciende lo carnal. El verdadero amor es sublime, es trascendente. Y si alguno de los dos no puede fundirse en el otro físicamente , la unión del alma , esa fusión inquebrantable superará con creces aquella parte limitada.
Soy una convencida que el amor trascendente, aquel que ama la esencia del ser humano, más allá de lo visible, tangible, sensible, prevalece por sobre esa relación fisico/espiritual. No desconociendo, de modo alguno, que la fusión sublime y perfecta yace en cuerpo y alma, no por placer ni deseo, sino por gozo (gaudem) en el amor.
El amor trascendente no es de dos sino de tres: El, ella y Dios.
Cariños para usted.
QUERIDA ANDREA:
EN VERDAD, EN MI HUMILDE CONCEPTO NUESTRA MENTE ES MILAGROSA Y PUEDE LOGRAR TODO LO QUE SE NOS OCURRA.PODEMOS FABRICAR SUEÑOS Y SITUACIONES, QUE PODEMOS HACER REALES PARA NOSOTROS MISMOS, AUNQUE PARA OTROS NUNCA LLEGUEN A EXISTIR.
PIENSO QUE CUANDO DOS PERSONAS QUE SE AMAN INTENSAMENTE NO PUEDEN REALIZAR EL ACTO SEXUAL, NO LLEGA A DARSE EN SU TOTALIDAD EL MOMENTO FELIZ DE FUNDIR CUERPO Y ALMA, CUAL ES UNA NECESIDAD POR NUESTRA CONDICIÒN FISICO-ESPIRITUAL.
PERO NO POR ESO NO VAMOS A DEJAR DE ACEPTAR QUE EL AMOR, COMO SENTIMIENTO SUBLIME NO SEA TRASCENDENTE A LAS SITUACIONES FÌSICAS. CLARO QUE LO ES.
TU TE REFIERES A LA ESPIRITUALIDAD, AL SENTIMIENTO EXISTENTE MÁS ALLA DE LA COSA CORPORAL, QUE NO ES SATISFECHO FÌSICAMENTE. ESO PUEDE AFECTAR A LA CONSUMACIÒN DE UN ACTO AMOROSO ENTRE SERES FISICO-ESPIRITUALES, PERO NO ACABA CON EL SENTIMIENTO DEL AMOR.
EN ALGUNOS CASOS DE GENTE MUY ESPIRITUALISTA PUDIERA SER QUE EL HECHO DE NO HABER MATERIALIZADO EL ACTO FÌSICO, LO HAGA PERMANENTE EN EL ALMA, PRECISAMENTE PORQUE DEJA INTERROGANTES NUNCA SATISFECHAS, POR NO HABERLO CONCRETADO.
CUANDO AMBOS COMULGAN CON EL SENTIMIENTO TRASCEDENTE DEL AMOR,CREO QUE LO IDEAL ES FUNDIR DOS CUERPOS EN UNO, PORQUE ESO LO HACE PROFUNDAMENTE… HUMANO. PIENSO QUE ESO QUISIERON APORTAR LAS SAGRADAS ESCRITURAS CUANDO DICEN: EL HOMBRE SEA PARA LA MUJER Y HAGAN UNA SOLA CARNE.
SALUDOS Y GRACIAS POR TUS ACERTADAS OBSERVACIONES, QUE SIN DUDA YO COMPARTO.
EL AUTOR: DR. AMAURI CASTILLO RINCON