Siento que este doloroso evento de la muerte de WITHNEY HOUSTON, a quien Dios le dio todo para tener una vida feliz, debería hacernos reflexionar a todos de que la fama, la belleza o la riqueza no pueden ayudarnos mucho en los momentos trascendentes de nuestra vida, si no hemos crecido espiritualmente; y en ese orden de ideas, es fundamental la oración, la meditación así como alimentarse debidamente y utilizar con el debido respeto nuestro cuerpo, porque es el Templo de Dios-
Creo que ni yo, ni nadie tenemos conocimiento exacto de cómo fue su muerte, pero de lo que sí es público y notorio en el mundo, es que ella era alcohólica y que usaba drogas, una combinación maldita acabó con su vida.
Desde aquí elevo una oración por su alma y deseo que quienes lean ese artículo mediten sobre tantas bendiciones que Dios nos da, que a veces, como en este doloroso caso para evitarlo solo requiere amarse a uno mismo, amar a sus semejantes, porque de alguna manera todos somos ejemplo de algo y eso es una responsabilidad ineludible.
Especialmente los padres, los maestros, y esas personas que de alguna manera saben influyen en los demás, debemos tener siempre presente que a todos Dios nos da más bendiciones que carencias, por lo cual no requerimos alcohol ni drogas para lograr NUESTRA REALIZACIÓN MATERIAL Y ESPIRITUAL, porque el amor a Dios es tan maravilloso y envolvente, tanto que no deja espacio que no sea para vivirlo y compartirlo con nuestros hermanos humanos.
¿Quién podría juzgarla con justicia su vida? SOLO DIOS, porque El nos da un mundo con mil opciones, pero además nos da el libre albedrío para escoger la que nos guste.
Descanse en paz una hermana quien, usando de ese libre albedrío, lo compartió a su libre criterio entre la felicidad y la tragedia.
Deja una respuesta