Anoche hablé con una bella y auténtica joven, cuya trato afectuoso y simpático me abstrajo de su figura, cual sólo noté al momento de despedirnos: esto me motivó a escribir sobre las dietas.
Hoy, La Dieta ocupa la atención del más alto porcentaje de los individuos al negarse los alimentos, ya fueren carbohidratos, lípidos o ambos, quienes utilizando inverosímiles métodos hacen cualquier sacrificio para adelgazar, con el exclusivo fin de parecer bien físicamente a… otros. La mayor prioridad de éstos no es sentirse muy bien con su cuerpo, sino como les miran los demás.
Así, se ha hecho un culto a la imagen física externa, sin importar que es pasajera y que no representa un indicador seguro del nivel de aceptación interna o felicidad. Es por lo cual vemos mujeres luciendo como su mayor logro su osamenta a flor de piel, cual en otros tiempos hubiera dado la impresión de sufrir de grave inanición, con riesgo de tropezarse y partirse como galleta, o caer de boca por el inusual peso de sus voluminosos implantes en su parte delantera.
Por su parte, los caballeros ya no se contentan con los campeonatos de hambre y ejercicio, sino que lucen nuevas protuberancias, más propias del sexo femenino, con abultadas prótesis en sus pectorales, glúteos y… quien sabe donde más, con similar intención de parecer muy bien a quienes los observan, porque al menos los glúteos, se les dificulta vérselos ellos mismos.
¿Que sea inconveniente mantener una buena figura? De ninguna manera, quien mantenga un cuerpo sano tendrá más posibilidad de una figura agradable y ser feliz, que quien lo descuide. Lo que sucede es que los medios de comunicación visual, nos arrebataron parte de nuestro propio criterio, fijándonos en la mente etiquetas, motivaciones, conceptos y paradigmas, en función del interés publicitario.
Sin embargo, aún la mayor aspiración humana sigue siendo lograr la felicidad, para lo cual un cuerpo esquelético de mujer, o las nuevas protuberancias en el hombre, no es lo determinante.
Conozco parejas donde los dos o uno de ellos, indistintamente, es llenito, gordo, flaco, muy flaco y en algunos casos, esquelético, quienes independientemente de su apariencia física son felices o infelices. Ninguno de ellos me comentó que fuera su cuerpo lo decisivo para la estabilidad o fracaso de la relación.
Por el contrario, cuando el vínculo fué muy bueno o estuvo a punto de romperse, los motivos aducidos lo fueron de carácter o comportamiento, de cómo concebían la vida y las cosas. En los que eran felices, el amor, consideración y respeto materializados en la ternura, buena comunicación y mejor sexo, habían desplazado en su mente, cualquier efecto predominante de tipo físico, convertiéndolo en complementario.
¿Quién no ha visto en la calle una pareja físicamente dispareja, pero que no pueden esconder su alegría y ternura en el trato mutuo?
Todos los hemos visto en las calles, parques y diferentes eventos, tomados de la mano y despreocupados de su apariencia física o la de otros; porque cuando se ama el tiempo siempre es corto y sería un desperdicio dedicarlo a especulaciones sobre la imagen física propia o la de los demás, que nada aportan al amor.
He asesorado a exuberantes mujeres y hombres «metrosexuales», cuya apariencia física no tenía nada que envidiar a los prototipos publicitarios, pero sentían vacíos existenciales que no pudieron llenar su estética personal, sino que los atribuían a su déficit de formación espiritual.
Es que hasta los placeres máximos requieren para su plenitud del componente espiritual. Como humanos, nuestro máximo disfrute lo es el éxtasis sexual, pero para que sea pleno, edificante y aporte deseo de repetirlo, tiene que estar imbuido de espiritualidad, que conlleva respeto, ternura, aceptación, comprensión, solidaridad, magia y fantasía. Esas características lo diferencian del coito únicamente procreativo de los seres irracionales.
Para quienes experimentamos integralmente el amor, cuando nos imbuimos en ese espacio sexual de música sin sonido, colores desconocidos y aroma a flores inexistentes, por segundos sin tiempo ni espacio definido, cuando hacemos el amor con la persona amada, el peso, la estatura y los muchos aditamentos para parecer mejor, pasan a un segundo plano. Más allá de esos incomparables segundos de éxtasis, sólo prevalecerá en el tiempo la vinculación espiritual, que nada tiene que ver con lo físico.
Estimo que una Dieta Ideal lo sería aquella que posibilite imagen auténtica, como resultado de la formación espiritual y física, considerando que no es el peso, color o estatura, ropa o accesorios, lo que definirá la felicidad, sino cómo sepamos demostrarlo en el trato cordial, respetuoso, considerado, buen humor, optimismo y disposición a ser útiles.
¿Por qué será que las personas felices que conozco no son las más bellas ni las más flacas, pero sí auténticas, simpáticas, positivas y de buen humor? Quizás ellas descubrieron su dieta ideal, porque no creo en una dieta única para todas las personas, como trataré de desarrollarlo y someterlo a sana discusión en la próxima entrega.
Próxima Entrega: Plan para la Dieta Ideal.
Muy interesante todo lo que se expone en este blog. Es admirable que personas se dediquen a escribir y compartir sus conocimientos en la red. Gracias Dr. Amauri Castillo.
GRACIAS POR EL RECONOCIMIENTO.
SIN DUDA, SUS PALABRAS SON LA MEJOR RECOMPENSA.
QUIERA DIOS QUE SIEMPRE ENCUENTRE EN MI INSPIRACIÒN Y TRABAJO, ALGO QUE PUEDA SERVIRLE PARA SENTIRSE MEJOR, COMO EL EFECTO QUE SUS PALABRAS PRODUCEN EN MI ALMA.
QUE DIOS LE BENDIGA… SIEMPRE.
El Autor: Dr. Amaurí Castillo Rincòn
amauricastillo@gmail.com