Compromiso es un vocablo que nos acompaña durante toda la vida y que, en nuestra relación con Dios y nuestros hermanos humanos, tiene un significado trascendente. Nacemos sobre la base de un compromiso: Amar al prójimo como a sí mismo…»
Jesús, que fue esencialmente un reformador, nos ofreció la recompensa, complementando el compromiso: «Busca el reino de Dios y su justicia y todo lo demás te será dado por añadidura.» A través del tiempo, quienes interpretan la importancia de ese compromiso y lo cumplen, logran la plenitud de su vida físico-espiritual: su felicidad.
Toda nuestra vida es un compromiso. El de amar, con el cual nacemos, nos obliga a amarnos como hijos de Dios; amar a nuestros semejantes y no a una parte o categoría de ellos, porque Jesús no estableció jerarquías sino que incluyó a todos en el compromiso de amar; y para evitar cualquier disquisición, sentenció:«Ama a quienes os odian y os maldicen.»
Si cumplimos el compromiso de amar de la forma como Jesús lo enseñó, nos hacemos acreedores a la recompensa: «Todo lo demás nos será dado por añadidura.»
Mucho de la infelicidad humana se origina en la equivocada jerarquización de la materialización del compromiso de amar. Tal certeza me lleva a compartir las siguientes reflexiones:
¿No es normal que nos amen quienes nos trajeron al mundo y nuestros hermanos consanguíneos, quienes nos vieron nacer, crecimos a su lado y compartimos todas sus vivencias?
Pero…¿No es acaso extraordinario que nos amen quienes sin mantener vínculos consanguíneos, comparten diariamente nuestra vida, como nuestra pareja y/o algunos leales amigos?
Pienso que las personas del segundo grupo, por amarnos espontáneamente y sin ninguna vinculación natural, si se pudiera categorizar el amor, serían los merecedores del de mayor entidad.
Si cumplimos el compromiso, amamos a las personas y les procuramos felicidad. Pero como no todos están orientados a aceptarlo, parte del compromiso es ayudarles a encontrar el camino.
La forma más efectiva de orientar es mediante el amor. Si amas a tus hermanos en Dios y no solamente a tu pareja, hijos y amigos, entonces estás dando cumplimiento al principio del compromiso.
El compromiso tiene una entidad muy amplia: amar conlleva lealtad, aceptación, reconocimiento, caridad y comprensión; sentimientos que van de la mano del respeto y el perdón con olvido. El canal por el cual se expresan estos elevados conceptos, lo es una buena comunicación, para lo cual es fundamental la humildad, la sencillez y la preocupación permanente por los asuntos de los demás.
Estamos comprometidos con quienes amamos, no sólo a darle amor físico sino a solidarizarnos integralmente su vida, sentimientos, preocupaciones, temores y momentos de bajo impacto emocional.
En mi caso, con mi esposa mi compromiso no es sólamente recostarla contra mi pecho, sino fhacer parte del latido de su corazón; no es servirla, es servirnos mutuamente; no es apoyarla únicamente sino apoyarnos mutuamente; no es realizar el acto sexual, es hacer el amor fusionando cuerpo y espíritu; no es hablarle de fantasía y magia, es vivirlas con ella.
Para mí, que vivo pleno de felicidad, que bendigo todos los días el tesoro de mi vida y la extraordinaria experiencia de convivir con otros seres humanos, ese compromiso lo he extendido espontáneamente, a contarles lo importante de meditar sobre estos temas que, aunque parecieran obvios, no lo son tanto, por lo cual ameritan de reflexión y análisis, como este que aquí planteo para su sana discusión.
Si todos los seres humanos tuviésemos plena conciencia del compromiso de amor, vivirìamos como una sola comunidad, con el pensamiento unitario de que somos un todo con Dios. Al desterrar algunos sentimientos como el odio, egoísmo, envidia, deslealtad, insensibilidad, individualidad e indiferencia afectiva, evitaríamos los conflictos que han convertido, unos seres que vinimos al mundo para amar y ser felices, en desventurados errabundos, hollando desesperadamente en busca de situaciones extraordinarias que nos produzcan, de lo que disponemos porque nació y convive con nosotros: la felicidad.
Próxima Entrega: LA DIETA IDEAL
