Conviene tener claro que venimos a este mundo con una misión trazada y hasta que no la cumplamos no nos vamos. Por tanto,debemos vivirla intensamente en cada minuto, con fruición, como si fuera el último.
He conocido personas que desperdician el hoy, luchando duramente y haciendo de cada día un sacrificio, con la errada convicción de que están sembrando su futuro, cual pudiera ser que nunca llegue.
Vivir el momento no se reduce sólo a respirar, porque de eso se encarga nuestro sistema neurovegetativo que lo hace automáticamente. Eso sería un desperdicio imperdonable. Vivir en el sentido real de la palabra conlleva el disfrutar integral y permanentemente de las personas y de las cosas, lo cual en su más completa expresión lo es disfrutando en cada ocasión.
Para regocijarse en cada segundo de la vida, se requiere actuar con amor, ternura, respeto, aceptación, y si se quiere, con un toquecito de locura. Debemos reír, cantar, saludar efusivamente y abrazar a las personas, aunque ellos no lo entiendan bien; decirles que nos agradan, que se ven bien, que nos sentimos felices con su presencia, que nos interesan sus problemas, que son importantes para nosotros; pero aún es más importante, sentirlo.
Regalarnos y regalar esa actuación nos hace disfrutar del momento, siendo que además de agradable es edificante y demostrativo de que nos sentimos plenos, nos engrandece. A todos agrada cuando se ríe, canta o saluda efusivamente. Las personas se sienten bien, por no decir felices.
¿A quién disgusta que le halaguen, saluden o saber que alguien hace algo por alegrar su vida? ¿Conoce alguna persona normal que no se sienta bien de que se interesen por él?
Claro que no. Que le quieran o le estimen es algo que se agradece, independiente de cual fuere la edad, género o estatus social del halagado.
De alguna manera, todos deseamos sentir que somos queridos, agradables, importantes, o al menos que existimos para alguien, y cualquier cosa que nos lo ratifique es muy gratificante. Es que nuestra naturaleza es gregaria; somos una especie que no sabe realizarse material y espiritualmente sola, porque requiere ese calor humano que sólo sabe brindar nuestra especie.
Tratar con amor, decírselo y demostrárselo a las personas, nos hace disfrutar de la vida, que está inmersa en el maravilloso mundo de las cosas sencillas.
Nada más placentero que levantarse y disfrutar de la mañana; vestirse al gusto, sin importar como nos vean los demás; caminar de la mano del ser amado, o en compañía del amigo con generosidad; asistir al trabajo o al estudio convencidos de que hacemos algo bueno por nosotros y por nuestros semejantes; sentarse a la mesa en familia, dormir tranquilo y satisfecho de haber vivido un día más.
Me entristece ver a quienes utilizan las mejores horas de sus días, en las cuales podrían disfrutar de las personas y las cosas, únicamente trabajando en forma exagerada con el único fin de acumular bienes, dejando en el camino mucho de su juventud, carácter, salud física y mental. Esos infelices, en el sentido semántico del término, nunca han reflexionado sobre el hecho de que nada de lo que atesoramos sobre esta tierra es nuestro, porque todo lo que tenemos pertenece a la tierra y aquí se quedará.
Cuando partimos definitivamente lo único que nos queda es lo que hubiésemos disfrutado; no podemos llevarnos nada, porque nada es realmente nuestro. La vida nos los presta mientras vivimos. Ni la esposa, ni los hijos, ni las casas, ni los autos, ni el dinero son nuestros. Aquí dejamos todo, simplemente lo devolvemos a su dueña: esta tierra, incluido nuestro propio cuerpo. Esa es una verdad incontrovertible y debemos aceptarla.
Entonces… ¿De qué sirve tanto esfuerzo? ¿No será preferible darle tiempo a todo, en su justa medida? Esto es: al amor, a la diversión, al trabajo, al estudio, a la familia y a los amigos; pero a cada uno el tiempo que le corresponde. Esa sería una actuación adecuada, por no decir sabia.
¿Qué nos detiene? Nada. Se trata de una actitud, de ser sinceros con nosotros mismos, de reconocer que nuestro paso por esta vida es pasajero y que el tiempo que nos queda cada minuto se acorta; si lo desperdiciamos nunca lo recuperaremos.
¿Qué les parece como tema de reflexión? Pudiera ser que valga la pena dedicarle un tiempito. Ustedes lo deciden.
Próxima Entrega: LA RESPONSBILIDAD DE COMPRENDER
GRACIAS AMIGO HERMANO CON AMOR FRATERNAL ABRAZO TUS MENSAJES DIOS TE BENDIGA ESTOY CONTIGO Y CUENTA CONMIGO PAZ PAZ PAZ ES LA ESENCIA DEL CORZON
Mauro Silva
maurosilva_55@hotmail.com