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Posts Tagged ‘LA MISION ES HACER EL BIEN’

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¿Por qué y para qué vine a este mundo?

Para mi la respuesta no es trascendente, porque si pudiera conocerla no creo que modificaría mi comportamiento. Ese mundo nebuloso del por qué y el para qué, lo manejo conforme a mis principios éticos, que son universales y siempre están orientados al bien.

Considero importante para nuestra felicidad aceptar que tenemos una misión que cumplir en esta vida, la cual aunque no conozcamos, debe comportarse, principalmente, en beneficio de nuestros semejantes.

Pienso que como principio general, conviene trabajar sobre lo que se conoce, más que invertir energía en descubrir lo que en nada nos beneficia objetivamente.

Así, respecto de la misión que siento que me corresponde cumplir en este mundo, como no la conozco en su exacta dimensión, imagino que Dios simplemente me la indicará en ese su lenguaje que siempre mi espíritu percibe y que guía todos y cada uno de mis actos.

No camino en busca de mi misión sino que la cumplo conforme a mi propia ideología de vida. La concibo con jerarquías que gustosamente asumo y no transgredo.

Siento que mi primera obligación es conmigo mismo, siendo feliz para poder hacer felices a los demás. En segundo lugar, con mis hermanos humanos, amándolos y no juzgándolos, pero aceptándolos con su sagrada individualidad y diversidad.

No debo ser pasivo en mi misión, sino que debo hacer todo lo que considere positivo y conveniente para ellos, porque será lo mismo que me devolverá la vida.

Por eso amo a las personas y hago el bien que puedo, al tiempo que disfruto su maravillosa condición de seres inteligentes y generosos.

Amo y cuido del medio ambiente que me rodea, porque representa esas maravillosas cosas, incluido los reinos animal, vegetal y mineral, cuales Dios puso aquí para satisfacer mis necesidades y mi deleite.

Siento a Dios en cada persona, en cada cosa; en la brisa que peina los pajonales y entona sus sinfonías de las copas de los árboles; en la sonrisa de los niños y la paz del rostro de los ancianos; en la belleza del cuerpo de la mujer, su nobleza y su ternura… inagotables.

Siento que es maravillosa mi misión de amar, sin importar a quien, cuánto, cómo ni cuándo; sin preguntar si quieren o necesitan de mi amor.

Asumo el privilegio de vivir esta hermosa e inigualable aventura que es mi vida, frente a un mundo maravilloso y unos seres humanos que nacen y hacen un gran esfuerzo por mantenerse nobles.

Tengo la sensación permanente de que camino de la mano de mi Padre Celestial, en ese diálogo inteligible y constante sólo para mi espíritu, pero que yo siento presente todos los días y en cada instante.

No quiero ni necesito otra misión que esta de amar, de sentir que, sin excepción, mis semejantes y yo somos uno con Dios. Con eso me basta, porque eso me hace… muy feliz.

Próxima Entrega: ¿UNA NUEVA MUJER?

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