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Archive for the ‘AMOR FISICO’ Category

«EL PASADO ES UN MUERTO Y DEBE PERMANECER BAJO LA TUMBA»

Dentro de las muchas consultas que debo atender todos los días en este blog sobre problemas de pareja, paradójicamente, el factor constante de perturbación no lo representa las situaciones que sufren estas personas en la actualidad, sino aquellos eventos que se sucedieron en el pasado, sobre los cuales no es posible remediar nada, pero que continúan atormentándoles, precisamente porque no han sabido cerrar la puerta al pasado.

El pasado es un muerto y los muertos deben permanecer en el cementerio.  El pasado no corresponde a un tiempo específico, sino que se trata del que no es actual; vale decir, todo lo que sucedió hace un segundo, ya es pasado y nada se puede hacer por cambiarlo. Lo que sucedió corresponde a un tiempo que pasó, que ya no existe.

Lo más que debemos hacer por el pasado es recordar los bellos momentos, pero hasta ahí. Por tanto, no tiene ninguna lógica permitir que los recuerdos de algo negativo que pasó y que ya no puedo cambiar me preocupen; o lo más grave, permitir que me haga daño.

La vida tiene tantas cosas bellas que disfrutar, sin que sepamos por cuanto tiempo, que es realmente un desperdicio dedicarle parte de nuestro valioso hoy a un tiempo que se fue, pudiendo consagrarlo a vivir intensamente todas las muchas bendiciones que Dios puso en este mundo para nuestra satisfacción y deleite.

Por tanto, si perdimos un amor, si no nos comprendieron, si nos ofendieron, engañaron o agraviaron de cualquier manera, nada nos beneficia recordar esos malos momentos, sino por el contrario, debemos olvidarlos. No importa cuanto tiempo pudimos amar, lo importante fue que amamos, y amar siempre ha sido un privilegio. Es lo bello del amor lo que debemos recordar. El amor no hay como medirlo, no tiene precio. Simplemente se vive, se disfruta intensamente y con fruición, y esa maravillosa sensación es algo que ya jamás nadie podrá quitarnos.

Si no cerramos la puerta del pasado a los recuerdos negativos, no podremos mantener el alma limpia y preparada para el nuevo amor que vendrá, que por regla general será más emocionante y pleno. De hecho la hermana gemela del pasado es la nostalgia, cual desvirtúa los eventos sucedidos, con riesgo a hacernos perder la perspectiva de la realidad.

Nosotros conocemos nuestro peso específico; sabemos de todo el amor y la ternura que somos capaces de dar. Si alguien no nos quiere, pues se lo pierde. Tan claro como eso. Es con optimismo, con fe y confianza en nuestras realizaciones como viviremos nuestro hoy y construiremos nuestro futuro. Sabemos que todos los días avanzamos en el crecimiento espiritual. Por tanto somos una buena opción para alguien que quiera compartir felicidad.

Además, en este camino de la vida, alguien viene en sentido contrario buscando lo mismo que nosotros; más temprano que tarde nos encontraremos y el amor que nunca muere, renacerá; seremos felices en nuestro hoy, y en el mañana, si es que llega. Entonces… ¿Qué razón tendría recordar lo malo del ayer?

 

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«COMO HIJOS DE DIOS ESTAMOS CONDENADOS A SER FELICES.»

Cuando diariamente tropiezo con personas que por sus rostros o actitudes denotan infelicidad, siento que la mayoría de ellos no entienden algunas cosas, que son trascendentales para vivir plenamente este corto paso por esta dimensión que conocemos como la vida terrenal.

Con respecto a los seres humanos, la infelicidad debería ser la excepción y la felicidad la regla; porque fuimos diseñados de tal manera y nos pusieron sobre un planeta, donde todas las condiciones están dadas para que se nos facilite vivir felices. Como consecuencia, es más fácil procurarse felicidad que infelicidad, aunque algunos paradigmas atávicos y producto de mentes atormentadas, hayan desde mucho tiempo atrás, echado sombras sobre nuestra capacidad innata para lograr la realización material y espiritual, cual es una definición acertada de la felicidad.

Es que la infelicidad requiere una capacidad especial para cerrar los ojos ante la belleza; los oídos ante la música y la palabra amor; la boca ante las delicias de los alimentos y… el sabor del beso; el tacto ante la tersura de las flores, la piel; y el olfato frente al aroma familiar, sensual e inconfundible del ser amado.

Para ser infeliz se requiere una vocación especial para no sentir la necesidad de compartir nuestra vida con los demás dando y recibiendo amor, disfrutando de las mil cosas hermosas que tiene esta tierra como las bellas flores, los pájaros, las tiernas mariposas, la sonrisa de los niños, el ruido de las fuentes y la frase más hermosa pronunciada por un ser humano: te amo.

Aun siendo sordo, ciego y mudo es muy difícil se infeliz, porque hay tantas bendiciones para nosotros sobre esta tierra de Dios, que nuestra capacidad de dar y recibir amor, rompe todas esas barreras, para comunicarse en ese lenguaje especial de los que se aman, que nos transforma en adivinos frente a las necesidades de la persona amada.

En verdad, quien se considere o actúe de tal forma que se produzca infelicidad, no solamente es gravemente desleal consigo mismo, sino con ese Padre Celestial amoroso, que en el máximo de su bondad, nos puso para reinar sobre este maravilloso e incomparable mundo donde todo es posible, en la medida en que seamos capaces de imaginarlo y diligentes en lograrlo.

No tengo idea de como será la infelicidad.  Mientras tenga un hálito de vida seré feliz.  Nunca he sufrido de ese raro mal que denominan infelicidad.  No puedo permitírmelo, porque no me lo perdonaría.  Hago tan edificante cada segundo de mi vida, que ciertamente considero compensado por adelantado, cualquier problema o asunto desagradable que pudiere sobrevenirme.

Solamente respirar para mì es una delicia; pero amar a las personas y recibir todos los días alguna muestra de su amor; sentirme saludable física y espiritualmente; estar consciente de que soy útil a otras personas; despertar en las mañanas con el entusiasmo de un día más y acostarme satisfecho de una nueva jornada, no me dan tiempo para pensar en la infelicidad.

Aprendí que todo lo que necesito para vivir puedo producírmelo, sin tener que dejar la vida en el intento. También sé que mientras tengo vida voy ganando.  Así que uso la que tengo para disfrutar de las personas y de las cosas porque eso me hace feliz, y no tengo ninguna duda que serlo es condición indispensable para hacer feliz a otros, cual por cierto es mi mayor compromiso.

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«LA DIFERENCIA ENTRE HACER EL AMOR Y EL COITO REPRODUCTIVO, LA HACE LA SUBLIMACIÒN DEL SEXO»

Por requerimiento de una joven lectora argentina, nuevamente trataré el tema  del sexo vital y su  influencia positiva y vivificante, en la vida integral del ser humano.

La actividad sexual como máxima expresión de placer, llena otras necesidades de carácter físico-espiritual, fortaleciendo la confianza, personalidad, elevando la autoestima e imbuyendo de buena salud.

El acto sexual es una expresión sin par de amor, porque al compartir lo más íntimo y preciado de nuestro cuerpo, se constituye en el único acto que combina en sí mismo, ternura, comprensión, aceptación, solidaridad, pasión, fantasía y magia.

Con el acoplamiento sexual progresivo, la ternura y respeto por las atipicidades individuales, hacen ceder la natural curiosidad, tabúes y reservas. Al dominar el sentimiento de compartir y dar amor, sobre la tendencia egoísta del disfrute sensorial propio, disminuye la importancia de las características físicas de los órganos sexuales, las técnicas o formas de realizar el acto.

Corresponde «hacer el amor» con total fruición; con deleite, sin prisas ni presiones de  ningún género, disfrutándolo intensamente y degustándolo como un manjar de Dioses, porque cuando se realiza con quien se ama, se constituye en el más exquisito, edificante y reconfortante acto que pueda realizar un ser humano.

El sexo vital incorpora a lo biológico-fisiológico la sublimación del acto, que traduce en idilio, ternura, pasión y solidaridad, en ese espacio mágico que se crea mientras hacemos el amor; cuando nuestros mecanismos de defensa desaparecen y actuamos con vocación de darlo todo, sin otro interés que producir la mayor satisfacción posible.

Es por eso que cuando vemos una pareja radiante, feliz, llena de entusiasmo, vitalidad, en permanente diálogo  y buen humor, nos hacemos la idea de que tienen una muy activa vida sexual, porque irradian buena salud,  alegría y bienestar.

En el caso opuesto, cuando observamos parejas con deficiente comunicación, cariacontecidos y de mal humor, lo primero que pensamos es que no tienen una buena vida sexual, o por lo menos que pasaron una noche… miserable.

La sublimación del sexo, mediante la incorporación cultural de un amor idílico, romántico, fantasioso, apasionado y mágico, hijo de sueños y transformador de fantasías en realidades, convierten el coito natural reproductivo en el acto cultural de máximo disfrute y plenitud,

En pareja, es fácil de disfrutar del sexo vital, porque la principal actora se encuentra a nuestro lado, esperando esa transfusión de amor, entusiasmo, magia, pasión y fantasía, necesarios para un buen desempeño sexual: nuestra amada pareja, que es capaz de ser esposa, madre y amiga; pero que si nos ponemos inteligentes, menos egoístas y más creativos, propendiendo a que desarrolle su propia creatividad, puede convertirse en nuestra novia de siempre;  y como amante, en fuente de agradables sorpresas.

Si quiere disfrutar de buena salud, respirar felicidad, contagiando de entusiasmo a las personas, combata la rutina dejando a un lado el temor, promoviendo en su pareja iniciativas de carácter sexual que rompa con la monotonía. Se sorprenderá de lo creativas que pueden llegar a ser nuestras parejas.

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La importancia de mantener una buena imagen física, reside en el hecho de que las personas mientras no nos conocen, la única idea que pudieran hacerse de nosotros estaría motivada por nuestra presencia física.

 Como consecuencia, el mantener una imagen impecable puede ser determinante, tanto para quienes nos observan como para  nuestra propia satisfacción personal. 

Esa misma armonía física que aporta al sentimiento de autoestima, debemos procurarla en nuestro espíritu, cual incide de manera definitiva en la capacidad para ser felices. De tal suerte que, como nuestro cuerpo, requiere ser maquillado cuando fuere necesario. 

Algunas experiencias vividas van dejando una especie de cicatrices en el alma, que si no son atendidas, debida y oportunamente, terminan afectándola y como consecuencia, desmejorando nuestra calidad de la vida. 

La mejor manera de «maquillar el espíritu», es extirpando por siempre los recuerdos desagradables e ingratos; perdonando los agravios y aceptando la imperfección del ser humano, que en muchos casos, lo lleva a actuar más compulsiva que racionalmente.

 La actitud positiva frente a la vida, convenciéndonos de  que las actuaciones de las demás personas, cuando parecieren agresivas o desconsideradas, sólo son el reflejo de su propia personalidad, que es diversa, se constituye en la mejor «crema» para maquillar nuestro espíritu.

Eliminar el temor, sobre la base de la confianza en sí mismos y la protección permanente de Dios, es la mejor «base» para un buen maquillaje del rostro espiritual.

 Recibir con amor y esperar lo mejor de cada día, disfrutándolo intensamente como si fuera el último, pero con vocación para vivir muchos años, es el mejor «reconstituyente»  para mantener lozana la muy delicada  piel del alma.

El amor espiritual vinculado a una actividad sexual plena, con la persona que amamos y hemos escogido para compañera de viaje largo, es «vitamina» que no tiene igual para mantener el espíritu en su óptimo nivel de eficiencia.

 La risa, el buen humor y trato afable, son el mejor «perfume» para el espíritu, porque inunda, refresca y contagia de optimismo el ambiente, impregnándolo de buenos presagios.

No hay mejor «accesorio» para el espíritu que el buen estado de ánimo, porque predispone el compartir y hace más grata la convivencia.

  Nuestra autoimagen interna no requiere de especialistas en cirugía reconstructiva o correctiva para variarla o mejorarla, porque depende de nuestra propia genialidad, actitud y aptitud para sentirnos plenos y satisfechos.

 Por tanto, si en alguna oportunidad baja nuestro biorritmo y sentimos nuestra imagen espiritual desmejorada, debemos echar mano del maquillaje espiritual dándonos un toquecito de amor, de la misma manera como lo hacemos con nuestro cuerpo físico para vernos mejor.

 Al fin y al cabo, no somos solo espirituales ni únicamente corporales; somos una conjunción físico -espiritual, que nos hace únicos y especiales sobre este planeta,  y eso requiere permanente atención, porque además es… inmutable. 

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