Nuestros padre, como nuestra madre y hermanos son nuestra familia consanguínea, pero nuestros amigos son esa familia que nosotros escogemos y cuyo vínculo no tiene otro interés que el amor.
Por eso pienso que, cuando los hijos crecen, especialmente los varones, su figura ideal a seguir es la de un PADRE AMIGO. Es que al padre típico se le dificulta, en oportunidades bien importantes, por su responsabilidad y necesidad de disciplina al hijo, ponerse a nivel de éste y de tal manera, comprenderlo mejor.
He visto hombres y mujeres llegar casi a rastras a escuelas, celebraciones, hospitales, cárceles y… cementerios, para decir a sus hijos: aquí estoy y siempre estaré contigo; pero también he visto hijos frustrados por la rigidez de sus padres, buscar comprensión y consejo en otras personas que no son precisamente los mejores asesores y que podrían llevarlos al fracaso.
Como padre de hijos varones he tenido que enfrentar con ellos difíciles situaciones, cuales nunca hubiera podido superar con el éxito deseado, sin la concepción que tienen mis hijos de que, cuando se trata de algo grave, antes que padre, yo soy su amigo incondicional.
Es que ellos saben que la condición de padres es imperecedera; que creamos su vida y nos vinculamos a ella durante toda la nuestra; que es un camino duro y sin final, que vivimos con dedicación, pero lleno de grandes satisfacciones que justifican cualquier sacrificio.
Desde la sensación indefinible de palparlos en el vientre de la madre, verlos hacer pininos, oír sus primeras palabras, verlos hacerse hombres y mujeres, hasta el abrazo fraterno cuando alcanzamos a mirarlos ya no tan jóvenes, tiene algo mágico que supera nuestras sensaciones materiales. Pero es entonces precisamente, cuando en la mayoría de los casos, ellos necesitan más al amigo que al padre.
Sin embargo, todos hemos vivido momentos donde hubiésemos querido tener y no tuvimos un padre amigo, en vez de un padre enjuiciador, severo, con paradigmas muy antiguos donde para ellos el hijo realmente nunca llegaba a crecer.
Por eso pienso que ese amor especial que nos acompaña para nuestros hijos toda la vida, no es suficiente. Estamos obligados como padres a comprender y aceptar que los hijos crecen física y mentalmente; pero que el hecho de superarlos en años no significa, que en oportunidades, puedan analizar o visualizar un problema mejor que nosotros, lo cual en vez de hacernos sentir mal debería producirnos gran orgullo.
Cada dia de mi vida le doy gracias a Dios por haberme dado un Padre como tu. Todos los dias haces algo por mi, me das motivacion y orgullo, y me recuerdas que hay muchas cosas importantes por las que debemos seguir adelante y tratar de hacer las cosas lo mejor posible para que ese manana sea tambien un buen dia. Te Amo papa.
Johnny