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Archive for junio 2011

Recientemente, los medios de comunicación masiva han advertido que el deseo sexual ha disminuido. Independientemente de salud y edad tengan incidencia en el ritmo de la actividad sexual de la pareja, influyen decisivamente factores de carácter psíquico y motivacional. Especialmente sobre la disfunción eréctil, desde el punto de vista práctico, tengo opiniones que compartir con ustedes.

El deseo sexual se produce como respuesta a estímulos del exterior, por vía de nuestros sentidos, cuales desencadenan reacciones específicas en nuestro interior; pero esos estímulos deben ser suficientemente motivacionales para que la respuesta sea efectiva. Cuando el estímulo psicológico y/o físico no es suficiente, se produce la disfunción, lo cual en el lenguaje común, en el hombre significa insuficiente o ninguna erección; y en la mujer, déficit o ausencia de deseo sexual.

Independiente de cualquier origen patológico, el deseo de hacer el amor responde a la motivación que genere la pareja como resultado de su actuación cotidiana, que no únicamente en el momento de consumar la relación sexual. Son el trato diario considerado,  la ternura, la aceptación y la buena comunicación, el preludio necesario y conveniente para ese acto maravilloso de… entrega mutua.

El conocimiento del mapa erótico corporal de nuestro par y su concepción espiritual del acto mismo, adicionado a la pulcritud personal, el conocimiento de sus reacciones eróticas físico-psicológicas, algo de técnica sexual y… un toque de locura, inciden definitivamente en el mayor o menor deseo de recurrencia del acto sexual.

Como consecuencia, la irregularidad, indiferencia o falta de entusiasmo por el acto sexual de pareja, sus factores desencadenantes pudieran estar en la ignorancia de las profundas diferencias en la motivación sexualidad femenino y masculina; el irrespeto, desconsideración, ausencia de ternura; el desconocimiento de las zonas eróticas, deseos y rechazos a formas de realizar el acto sexual, que conllevaría inmotivación a realizar acto, cuales por cierto, prevalecen sobre las características físicas específicas de los órganos sexuales, posiciones para realizarlo, o cualquier asunto que tenga ver con la parte exclusivamente física.

Por cierto que, para los hombres la andropausia es prácticamente inexistente, pues está comprobado científicamente que el hombre, independiente de su edad, continúa produciendo testosterona; y para las mujeres, la menopausia, gracias a la abundante oferta de hormonas femeninas de diferente origen, lejos de convertirse en un problema se  transforma en ventaja para la mayor recurrencia del acto sexual de  pareja. Es que“hacer el amor”, no es un acto únicamente material, sino esencialmente físico-espiritual

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No se trata de un mal sueño o pesadilla, una novela de terror o algo que suceda a miles de kilómetros de distancia; es una realidad horrible aquí, en nuestra propia ciudad… todos los días.  Son  niños y jóvenes  que vemos en nuestras calles; o aquellos que nunca miramos porque viven en ese mundo cercano, pero invisible para nosotros, que subyace oculto en los cordones de miseria que circundan nuestra ciudad.

Cuando leo que más del 70% de los asesinados, homicidas o sicarios, indistintamente, en su mayoría se ubican entre 14 y 18 años, siento que un frío recorre mi espina dorsal y no sé si es angustia, dolor, tristeza, frustración, terror, desolación o… impotencia.

Los padres sabemos, porque lo vivimos, que amamos los hijos “con el corazón dentro y las tripas afuera” como predicara Andrés Eloy Blanco; y de alguna manera, todos los hijos son… nuestros hijos.

Frente a este dantesco panorama corresponde preguntarnos:

¿Qué sucedió con ellos?

 ¿Cuál es el nivel de culpa de los padres en su comportamiento?

Creo que los padres, conforme actuemos frente a nuestros hijos, podremos hacer de ellos hombres de bien, exitosos o… perdedores.

En mucho, el destino de los hijos lo marca la formación hogareña. Sin que fuere la única causa, algunos padres, para evitarles sinsabores y tropiezos, no les dejan conocer la realidad de la vida diaria del hogar y los hacen desentendidos, insensibles, desconsiderados, ingratos, irrespetuosos,  dependientes e… inútiles.

Aprender el valor de las cosas; que todo lo recibido amerita esfuerzo; que los recursos no caen del cielo sino del duro trabajo de los padres; que deben priorizarse las necesidades porque no alcanza para todo, son enseñanzas que evitan la conducta  displicente y desentendida con los padres, evitando que se acostumbren a una vida fácil, cual cuando dejen el hogar no podrán satisfacerse por sí mismos con los medios normales y caerán en el facilismo, y quizás en la delincuencia.

El mejor blindaje que podemos dar a nuestros  hijos para enfrentar un futuro desconocido e imprevisible -donde ya no podrán contar con nuestra ayuda- lo constituye los principios y valores familiares de rectitud, mesura, trabajo, estudio, esfuerzo, ahorro, consideración y respeto por la persona humana, siempre y cuando sean reforzados por nuestro ejemplo.

Seguramente, si esos niños y jóvenes perdidos, hubiesen tenido en su hogar la enseñanza y el ejemplo de esos principios y valores, su destino hubiese sido…  diferente.

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EL PESO DE LA VIDA NOS  LO PONEMOS NOSOTROS MISMOS

¿Puede un ave volar alto con mucho peso? No, las aves que vuelan más alto lo hacen sin  otro peso que su propio cuerpo; de otra forma, no  podrían lograrlo.

Es igual en nuestra vida: si acumulamos mucho peso, andamos cansados, nos cuesta caminar y se nos dificulta llegar a nuestro destino. En cambio, si estamos livianos y nada nos pesa  somos ágiles, entusiastas, diligentes, obsequiosos, generamos sinergia, optimismo y alegría de vivir.

El peso de la vida -como todo el que acumulamos en su camino- nadie nos lo pone sobre los hombros sino que nosotros, a nuestra propia voluntad,  lo tomamos y lo cargamos a cuestas.

Somos tan elementales que ni para subsistir –que es instintivo- ni vivir felices, que sólo  requiere diligencia, necesitamos esa pesada carga que acumulamos cuando odiamos, envidiamos o resentimos; somos avaros, maledicentes, codiciosos, vanidosos, pesimistas, incrédulos, engreídos, ingratos, insensibles, irrespetuosos e iracundos.

Somos físicamente vulnerables pero podemos ser cuidadosos e inteligentes; somos excitables pero reflexivos, atemorizables pero aguerridos, débiles frente a la tentación pero espiritualmente fuertes; pero sobre todo, tenemos a Dios de nuestro lado… siempre.

Entonces ¿Para que necesitamos carga si podemos andar livianos?

¿Hacemos algo para nacer? ¿Sabemos cuándo vamos a morir? ¿Prendemos el sol por la mañana para iluminar el mundo u ordenamos al día que de paso a la noche, el frío al calor o al mar que calme sus olas? ¿Dictamos a la tierra que frutos debe producir o a los ríos el agua que nos debe dar?

No, todo lo importante para vivir nos es dado hecho, casi sin esfuerzo consciente. No tenemos que preocuparnos para ordenar a nuestro cuerpo cuántas veces debe respirar, palpitar el corazón, fabricar glóbulos rojos o renovar nuestras células, porque todo lo trascendente nos es dado hecho.

Las cargas las fabricamos nosotros, cuándo convertimos eventos y motivaciones normales en situaciones alarmantes; asuntos por resolver en problemas; enseñanzas en preocupaciones.

Pero cuando sustituimos la ira por la oración, el pesimismo por la fe, el temor por la magia y fantasía, la negatividad por los sueños, el mundo se esclarece, se llena de colores y olores maravillosos.

Solo algo debemos llevar siempre con nosotros, porque es liviano y remedio para la enfermedad; alegría para la tristeza y la mejor oración de agradecimiento a Dios: AMOR, que da valor, generosidad, sensibilidad, alegría; hace la vida más liviana y nos da la felicidad necesaria para hacer a los demás… felices.

 

¿Puede un ave volar alto con mucho peso? No, las aves que vuelan más alto lo hacen sin  otro peso que su propio cuerpo; de otra forma, no  podrían lograrlo.

Es igual en nuestra vida: si acumulamos mucho peso, andamos cansados, nos cuesta caminar y se nos dificulta llegar a nuestro destino. En cambio, si estamos livianos y nada nos pesa  somos ágiles, entusiastas, diligentes, obsequiosos, generamos sinergia, optimismo y alegría de vivir.

El peso de la vida -como todo el que acumulamos en su camino- nadie nos lo pone sobre los hombros sino que nosotros, a nuestra propia voluntad,  lo tomamos y lo cargamos a cuestas.

Somos tan elementales que ni para subsistir –que es instintivo- ni vivir felices, que sólo  requiere diligencia, necesitamos esa pesada carga que acumulamos cuando odiamos, envidiamos o resentimos; somos avaros, maledicentes, codiciosos, vanidosos, pesimistas, incrédulos, engreídos, ingratos, insensibles, irrespetuosos e iracundos.

Somos físicamente vulnerables pero podemos ser cuidadosos e inteligentes; somos excitables pero reflexivos, atemorizables pero aguerridos, débiles frente a la tentación pero espiritualmente fuertes; pero sobre todo, tenemos a Dios de nuestro lado… siempre.

Entonces ¿Para que necesitamos carga si podemos andar livianos?

¿Hacemos algo para nacer? ¿Sabemos cuándo vamos a morir? ¿Prendemos el sol por la mañana para iluminar el mundo u ordenamos al día que de paso a la noche, el frío al calor o al mar que calme sus olas? ¿Dictamos a la tierra que frutos debe producir o a los ríos el agua que nos debe dar?

No, todo lo importante para vivir nos es dado hecho, casi sin esfuerzo consciente. No tenemos que preocuparnos para ordenar a nuestro cuerpo cuántas veces debe respirar, palpitar el corazón, fabricar glóbulos rojos o renovar nuestras células, porque todo lo trascendente nos es dado hecho.

Las cargas las fabricamos nosotros, cuándo convertimos eventos y motivaciones normales en situaciones alarmantes; asuntos por resolver en problemas; enseñanzas en preocupaciones.

Pero cuando sustituimos la ira por la oración, el pesimismo por la fe, el temor por la magia y fantasía, la negatividad por los sueños, el mundo se esclarece, se llena de colores y olores maravillosos.

Solo algo debemos llevar siempre con nosotros, porque es liviano y remedio para la enfermedad; alegría para la tristeza y la mejor oración de agradecimiento a Dios: AMOR, que da valor, generosidad, sensibilidad, alegría; hace la vida más liviana y nos da la felicidad necesaria para hacer a los demás… felices.

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unavidafeliz.files.wordpress.com/…/una-vida-feliz.pdf

Si volviera a vivir creo que sería maestro, pero no para enseñar matemáticas, lenguaje, geografía o cualquiera de esas materias diseñadas por nuestra sociedad para enseñarnos  a… sobrevivir. Y no es que esté en desacuerdo con la enseñanza formal, sino que se descuida o subestima enseñar a los niños algunas cosas y circunstancias que, pareciendo obvias, pudieran definir su felicidad.

Necesitamos enseñarles a soñar, a disfrutar cada segundo de tantas bendiciones que Dios puso para nosotros sobre esta tierra; lo elemental que es nuestra vida y lo fácil que es sobrevivir físicamente; la importancia de amar y compartir todo lo bueno que podemos dar; que al despertar el poder ver el sol, sentir la brisa de la mañana y pronunciar la palabra madre, son bendiciones que debemos disfrutar con fruición para iniciar un nuevo día, y por ello deben dar gracias.

Enseñarles que lo trascendente como nuestras funciones internas vitales, espiritualidad, estado de ánimo y libre albedrío, nos es dado como una parte de nosotros mismos; que lo material para mantenernos vivos siempre estará a nuestro alcance y para lograrlo solo requerimos diligencia  y confianza en nuestras actuaciones.

Instruirles sobre situaciones y circunstancias que por obvias dejamos de advertirles, pero que su conocimiento y convencimiento pudieran hacer más venturoso su destino, como  el hecho de que más importante que la cama, es tener sueño;  que  mejor que acumular  riquezas es cultivar buenos recuerdos y la conciencia tranquila; que lo importante no es como nos ven sino como nos sentimos; que es más importante ser cauteloso que valiente; que la mejor forma de lograr la abundancia es dando en igual medida; que la sabiduría es más importante que el conocimiento y la salud depende en gran manera de nuestro estado de ánimo.

Convencerles de  que un consejo es bueno, pero el ejemplo es mejor;  que la caridad nos engrandece, pero la comprensión nos hace parte del que sufre; que no hay mejor ayuda que oír con respeto al desventurado y responderle con generosidad; que la verdad nos hace libres y la mentira esclavos; que el  orgullo es un enemigo, pero la humildad su redención; que la envidia es el peor castigo, para quien la profesa; que el mejor poder es el que ejercemos sobre nosotros mismos; que el perdón y la oración sanan  el alma, tranquilizan el  espíritu y nos hacen parecernos a Dios.

Sólo eso quisiera hacer… si volviera a vivir.

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EL CANCER DE MAMAS

El Dr.  Hammer ha insistido por unos cuantos años en que el cáncer, especialmente el de mamas, es producto de la frustración, la tristeza, el estrés, la ira,  y todos esos sentimientos negativos que surgen como consecuencia de problemas familiares y malas relaciones  de  pareja.

Como no soy médico, no puedo emitir criterio científico especializado sobre el tema. Pero lo que sí puedo permitirme es opinar –desde mi óptica, resultado de la experiencia de más de 6O años- que, al menos yo,  personalmente, no conozco ninguna dama con cáncer de mamas, que sea alegre, ame intensamente, esté feliz con su vida, disfrute de buen humor, demuestre fe, confianza en sí misma y en su entorno.

Creo que casi todas las enfermedades –especialmente el cáncer-  surgen como una respuesta a vacíos y problemas existenciales que no somos capaces de procesar y superar como experiencias de la vida,  necesarias, superables y susceptibles de  nutrir nuestra experiencia para vivir una existencia mejor en el futuro.

Somos seres realmente especiales y con poderes inusitados, en tanto y en cuanto nos convenzamos de ello y lo hagamos parte de nuestra vida. He presenciado cuando los médicos, en Venezuela y luego en el exterior,  han desahuciado a dos años de vida, a una dama muy cercana para mí.  Sin embargo, ella se empeñó en utilizar su poder personal para vencer la enfermedad y su resultado fue que,  más de treinta años después, se encuentra mejor de salud que nunca.

¿Milagro? Seguro…  pero no un milagro sacado con pinzas del sombrero de un mago o una beata rezandera, sino el milagro de la fe, la diligencia, la convicción de que sí se puede, porque tenemos origen divino y por tanto,  madera de Dioses. Es que, nosotros mismos,  como seres humanos, somos… un milagro, el más grande del mundo.

En este día internacional de sobrevivientes de cáncer, quiero dejar un mensaje de esperanza y amor a las damas que temen  alguna vez sufrir un cáncer de mamas: si cuidas tu salud en una vida sana, si te amas a ti misma como máxima obra de Dios, si amas a las personas, si transformas el temor en amor, si aceptas sin rencor que un amor se vaya, si tomas la vida como un regalo maravilloso de Dios, si crees en que tu salud la define tu estado de ánimo, creo que… NUNCA SUFRIRÁS CÁNCER DE MAMAS.


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