EL PESO DE LA VIDA NOS LO PONEMOS NOSOTROS MISMOS
¿Puede un ave volar alto con mucho peso? No, las aves que vuelan más alto lo hacen sin otro peso que su propio cuerpo; de otra forma, no podrían lograrlo.
Es igual en nuestra vida: si acumulamos mucho peso, andamos cansados, nos cuesta caminar y se nos dificulta llegar a nuestro destino. En cambio, si estamos livianos y nada nos pesa somos ágiles, entusiastas, diligentes, obsequiosos, generamos sinergia, optimismo y alegría de vivir.
El peso de la vida -como todo el que acumulamos en su camino- nadie nos lo pone sobre los hombros sino que nosotros, a nuestra propia voluntad, lo tomamos y lo cargamos a cuestas.
Somos tan elementales que ni para subsistir –que es instintivo- ni vivir felices, que sólo requiere diligencia, necesitamos esa pesada carga que acumulamos cuando odiamos, envidiamos o resentimos; somos avaros, maledicentes, codiciosos, vanidosos, pesimistas, incrédulos, engreídos, ingratos, insensibles, irrespetuosos e iracundos.
Somos físicamente vulnerables pero podemos ser cuidadosos e inteligentes; somos excitables pero reflexivos, atemorizables pero aguerridos, débiles frente a la tentación pero espiritualmente fuertes; pero sobre todo, tenemos a Dios de nuestro lado… siempre.
Entonces ¿Para que necesitamos carga si podemos andar livianos?
¿Hacemos algo para nacer? ¿Sabemos cuándo vamos a morir? ¿Prendemos el sol por la mañana para iluminar el mundo u ordenamos al día que de paso a la noche, el frío al calor o al mar que calme sus olas? ¿Dictamos a la tierra que frutos debe producir o a los ríos el agua que nos debe dar?
No, todo lo importante para vivir nos es dado hecho, casi sin esfuerzo consciente. No tenemos que preocuparnos para ordenar a nuestro cuerpo cuántas veces debe respirar, palpitar el corazón, fabricar glóbulos rojos o renovar nuestras células, porque todo lo trascendente nos es dado hecho.
Las cargas las fabricamos nosotros, cuándo convertimos eventos y motivaciones normales en situaciones alarmantes; asuntos por resolver en problemas; enseñanzas en preocupaciones.
Pero cuando sustituimos la ira por la oración, el pesimismo por la fe, el temor por la magia y fantasía, la negatividad por los sueños, el mundo se esclarece, se llena de colores y olores maravillosos.
Solo algo debemos llevar siempre con nosotros, porque es liviano y remedio para la enfermedad; alegría para la tristeza y la mejor oración de agradecimiento a Dios: AMOR, que da valor, generosidad, sensibilidad, alegría; hace la vida más liviana y nos da la felicidad necesaria para hacer a los demás… felices.
¿Puede un ave volar alto con mucho peso? No, las aves que vuelan más alto lo hacen sin otro peso que su propio cuerpo; de otra forma, no podrían lograrlo.
Es igual en nuestra vida: si acumulamos mucho peso, andamos cansados, nos cuesta caminar y se nos dificulta llegar a nuestro destino. En cambio, si estamos livianos y nada nos pesa somos ágiles, entusiastas, diligentes, obsequiosos, generamos sinergia, optimismo y alegría de vivir.
El peso de la vida -como todo el que acumulamos en su camino- nadie nos lo pone sobre los hombros sino que nosotros, a nuestra propia voluntad, lo tomamos y lo cargamos a cuestas.
Somos tan elementales que ni para subsistir –que es instintivo- ni vivir felices, que sólo requiere diligencia, necesitamos esa pesada carga que acumulamos cuando odiamos, envidiamos o resentimos; somos avaros, maledicentes, codiciosos, vanidosos, pesimistas, incrédulos, engreídos, ingratos, insensibles, irrespetuosos e iracundos.
Somos físicamente vulnerables pero podemos ser cuidadosos e inteligentes; somos excitables pero reflexivos, atemorizables pero aguerridos, débiles frente a la tentación pero espiritualmente fuertes; pero sobre todo, tenemos a Dios de nuestro lado… siempre.
Entonces ¿Para que necesitamos carga si podemos andar livianos?
¿Hacemos algo para nacer? ¿Sabemos cuándo vamos a morir? ¿Prendemos el sol por la mañana para iluminar el mundo u ordenamos al día que de paso a la noche, el frío al calor o al mar que calme sus olas? ¿Dictamos a la tierra que frutos debe producir o a los ríos el agua que nos debe dar?
No, todo lo importante para vivir nos es dado hecho, casi sin esfuerzo consciente. No tenemos que preocuparnos para ordenar a nuestro cuerpo cuántas veces debe respirar, palpitar el corazón, fabricar glóbulos rojos o renovar nuestras células, porque todo lo trascendente nos es dado hecho.
Las cargas las fabricamos nosotros, cuándo convertimos eventos y motivaciones normales en situaciones alarmantes; asuntos por resolver en problemas; enseñanzas en preocupaciones.
Pero cuando sustituimos la ira por la oración, el pesimismo por la fe, el temor por la magia y fantasía, la negatividad por los sueños, el mundo se esclarece, se llena de colores y olores maravillosos.
Solo algo debemos llevar siempre con nosotros, porque es liviano y remedio para la enfermedad; alegría para la tristeza y la mejor oración de agradecimiento a Dios: AMOR, que da valor, generosidad, sensibilidad, alegría; hace la vida más liviana y nos da la felicidad necesaria para hacer a los demás… felices.
Deja una respuesta