“LA FELICIDAD DEBE CONSIDERARSE COMO UN OBJETO DE LA CIVILIZACIÓN”
Oswald.-
Para satisfacer a una asidua lectora que me escribe de Montevideo, nuevamente trato sobre el tema de la felicidad como máxima ambición del ser humano. En tal sentido, coincido con Oswald, porque ser felices, aunque es un hecho cultural, constituye un derecho humano natural, quizás el más sentido, que todos debemos procurar ejercer.
La felicidad no tiene una definición universal única, pero erróneamente las mayorías la imaginan vinculada o dependiente de factores como riqueza, belleza, fama o poder; sin embargo, sin desestimar su importancia, como elementos complementarios, no podría por sí sola ninguna de ellas originarla o mantenerla.
Es que para producirnos felicidad, que es un sentimiento de realización material-espiritual, requerimos vincular nuestro cuerpo al espíritu, lo cual sólo produce el binomio Dios-Amor, cuales venturosamente viven dentro de nosotros y están siempre a nuestro alcance.
Por ejemplo, cuando degustamos un trago de vino en solitario, por nuestras papilas gustativas sólo recibimos satisfacción corporal, pero al compartirlo con la persona amada, al incorporar la parte espiritual representadas por el amor, lo convertimos en un acto feliz. Idénticamente, realizar el acto sexual para satisfacer la urgencia biológica, sólo produciría satisfacción corporal; pero si lo experimentamos con la persona amada, al incorporar la parte espiritual representada por el amor, lo convertimos en un acto feliz.
La felicidad no se obtiene por eventos extraordinarios o especiales -cuales por cierto se dan muy pocas veces en la vida- sino que se conforma con cada uno de los muchos y variados actos de nuestra vida cotidiana; especialmente, en el maravilloso mundo de las cosas sencillas.
La felicidad tampoco tiene por qué ser permanente, ya que al constituirse de momentos felices –que pueden ser extensos o breves- será más feliz quien acumule mayor número de momentos felices. Mutatis mutandi, tampoco una persona tiene por qué ser infeliz de forma permanente.
Como hemos determinado que no existe felicidad sin el concurso del espíritu, y éste es interno, somos nosotros quienes decidimos cual evento nos hace felices y cual no. Esta precisión nos blinda frente a quien deseare hacernos infelices, porque nadie puede penetrar nuestro interior.
De tal suerte, podemos concluir que la felicidad corresponde a una actitud, que deriva en una aptitud personal para convertir momentos agradables en momentos felices, al adicionarles el factor de espiritualidad, indispensable para traducirlos en realizaciones material-espirituales, cual, en todo caso, sería un concepto apropiado de lo que es la felicidad.
Me encanto la forma en que se presenta la felicidad en este texto. Soy una persona que practica la necesidad cronica de estar en un estado de paz y momentos de felicidad, es todo un trabajo diario y es algo que se a convertido en mi gozo cotidiano. Espero que todos los que poblamos esta tierra pronto tomemos la decision de buscar la felicidad y entregarnos por completo a disfrutar nuestra existencia maravillosa en esta tierra y en la eternidad que nos espera. Mi Dios que es Amor y Sabiduria siempre me acompana en esta jornada asombrosa que ha sido mi existencia. Gracias por este texto.
Hola, que buen artículo, que energía positiva y edificante. Felicitaciones y agradezco a Dios poder encontrar documentos tan bellos y valiosos como este. Hasta pronto.