Somos físicamente tan vulnerables, que nada, en ningún momento, puede asegurar nuestra existencia física. No se requiere una locomotora que atropelle, o un edificio que se derrumbe, para perder la vida; suficiente es un microgramo de colesterol adicional en una arteria, una bacteria sólo detectable por un microscopio o un tropezón con una acera para abandonar este bello mundo.
¿Cuál elemento nos permite vivir sin preocupación aún con esa gigantesca vulnerabilidad física?
Se trata del factor confianza, cual nos indica esperar siempre lo mejor, porque su sustento es la seguridad de que Dios siempre está presente velando por sus hijos.
La confianza nos permite creer en las personas, en su amor, amistad, y en general en todo tipo de relaciones. No podría concretarse ningún matrimonio, negocio, convenio profesional o contrato de ningún género, sin un mínimo de confianza en el cumplimiento de lo pactado.
Las relaciones conyugales y familiares de cualquier género serían un desastre, sin ese margen mínimo de confianza en los demás. En los países con graves problemas sociales, su mayor problema radica en que los ciudadanos carecen de un margen mínimo razonable de confianza entre ellos y en sus relaciones con el Estado.
Nuestra vida sería desastrosa si permitiéramos la permanente desconfianza sobre nuestra seguridad personal, económica y jurídica; de nuestros allegados, vecinos y extraños; de nuestra salud y posibilidades de éxito en nuestros proyectos.
El margen mínimo de confianza es fundamental. Es lo que nos permite planificar, invertir, establecer proyectos familiares, de estudio y de negocios.
En estos tiempos de cambio, frente al desasosiego, temor y crispación, más que nunca se requiere echar mano del sentimiento de confianza, sobre la base de la convicción de que no estamos en este mundo por accidente, sino con un plan individual y determinado que, aunque no conocemos, nos blinda contra cualquier desastre mientras no se haya cumplido nuestra misión.
Es esa mi recomendación de hoy: no permitir que se agote ese margen mínimo de confianza en nuestros hermanos humanos; en su reserva de generosidad, que a veces, aunque no la veamos a flor de piel, sí que se encuentra inmersa en lo más profundo de su ser, porque todos, sin excepción, tenemos en nuestra alma, esa herencia divina que nos hace merecedores de ser llamados hijos de Dios.
Es muy cierto, Dr Amaury buenos dias y grsacias por esas lindas palabras que sabe como enfocarlas; la confianza es lo que nos permite vivir sin miedo y la fe nos permite vivir día a día agradeciendo por un nuevo amanecer, por el amor, por la salud, por nuestros hijos, por la abundancia y la prosperidad
Confianza principalmente en Dios que es el unico que hace su voluntad tanto en la tierra como en el cielo, nada sucede sin su consentimeinto, viendolo desde este punto de vista la parabra confianza es sinonimo de la palabra FE, pienso que si una persona confia y/o tiene Fe en Dios, puede vivir una vida en total armonia.
Ciertamente reflexiono sobre esto y le doy toda la razón, debemos confiar y tener fe, que no muera en nosotros la esperanza de ser cada dia mejor y de que nuestros semejantes tambien lo sean. El que da amor recibe amor. si tratamos con amor a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo y a nuestros familiares tendremos fe y confianza en que recibiremos lo mismo de ellos.
Gracias Dr. Amauri