«EL ESPIRITU ES FUERTE Y LA CARNE DEBIL, PERO… COMO LA DISFRUTAMOS.»
Una de mis lectoras me solicitó que escribiera sobre el déficit de magia, pasión, fantasía y creatividad sexual que, en porcentaje bien importante, sufren las mujeres por la ignorancia sobre la sexualidad femenina, de la mayoría de sus parejas, constituyendo a favor de éstas una deuda sexual.
Textualmente me expresó:
«Mi marido me hace el amor como si yo fuera de cristal y pudiera romperme, olvidando que tengo sus mismas motivaciones, soy tan humana y con fuego en la sangre como él. En una oportunidad, cuando amorosamente le sugerí más creatividad y variación sexual, me dijo que eso era para las mujeres de la vida. Me pareció muy injusto y no entendí porqué para disfrutar de un sexo variado, creativo y apasionado se requiera ser una prostituta.«
En verdad, esto además de muy triste es más común de lo que alguien pudiera imaginar. Aun en pleno Siglo XXI el machismo sigue exacerbado. Pareciera que para algunos caballeros que hacen pareja, les aterrorizara que sus esposas puedan explorar y experimentar sobre las delicias que ofrece un acto sexual variado, creativo, sin tabúes ni limitaciones. Pero estos mismos parejas, fantasean y no desperdician la oportunidad de vivir estas experiencias fuera de la relación, aún a riesgo de sus implicaciones riesgosas naturales, incluidas enfermedades sexuales, con las cuales eventualmente podrían contagiar a sus pares.
Pienso que ese atavismo masculino les hace olvidar que vivimos en un mundo globalizado, donde los medios de comunicación son muy variados y se encuentran al acceso indiscriminado de cualquier persona. Especialmente a lo relativo al sexo se puede acceder por cualquier buscador en Internet y la variedad de imágenes, situaciones, anécdotas y formas de hacer el sexo, es por decir lo menos, abundante.
Pero también las películas eróticas e inclusive pornográficas están al orden del día y se encuentran en todas partes, a precios irrisorios y al acceso de todos. Asimismo, revistas y folletos abundan en material de ayuda y educación sexual. Pues bien, las esposas no son ciegas ni taradas. En esos medios encuentran información sobre cómo debe hacerse el sexo, para que sea lo que todo el que tiene pareja desea: UN BUEN SEXO, que es como decir que te haga vibrar de pies a cabeza y te deje la sensación de querer volver a repetirlo, cada vez que fuere posible.
Sin duda que las parejas femeninas deben hacerse algunas reflexiones que, como gotas sobre la piedra, terminan horadando la relación, que se hace aburrida, rutinaria y al final… desagradable.
¿Porqué una mujer de la calle puede tener buen sexo y una esposa no? ¿No es acaso la idea de hacer pareja, el sentirse satisfechos, plenos física y espiritualmente?¿No es el sexo una bendición de Dios que cumple otras funciones más allá de la reproducción, como afianzar la autoestima y hacer la relación más fuerte? ¿Qué lógica tiene salir a buscar a la calle, con todo tipo de riesgos, la emoción, pasión, magia y fantasía de que se dispone en el hogar?
Pues bien, mis queridos colegas masculinos, miembros de pareja: oído al tambor. Tomen debida nota. Es hora de pagar esa deuda. Si no quieren parejas inconformes, frustradas y en riesgo de buscar en otro sitio lo que correspondiéndole legítimamente les niegan en su casa, empiecen a quitarse esos «cocos» de su cabeza y cambien su actitud sexual. Denle rienda suelta a la fantasía y picardía. Eso les encanta a las mujeres, especialmente si se le adiciona un toque de locura.
Les aseguro que les espera sorpresas muy agradables, porque las damas suelen ser muy creativas en eso del sexo, especialmente porque tienen la tendencia a vincularlo a su espíritu, cual es la mejor manera de hacerlo permanente.
Pues efectivamente, es una nota con mucho contenido cierto. Lo expresado por la autora lo escucho frecuentemente en el hospital, la clínica o en mi consultorio privado y … estas expresiones o comentarios van en aumento. Así como la mujer va abriéndose en expresar y reclamar en este terreno, los hombres también estamos expresando nuestros disgustos y necesidades tanto con relación a ellas como con nosotros mismos. El asunto está en hacerlo con propiedad y respeto mutuo.