«TODO TIENE UN PROPÓSITO DIVINO, NO LO CONOCEMOS
NI TIENE IMPORTANCIA SABERLO.»
¿Por qué y para qué vinimos a este mundo?
Son preguntas que han ocupado la mente del hombre desde que adquirió conciencia racional, y especialmente, cultura.
En mi caso particular, esas interrogantes ni ocupan mi tiempo ni me quitan el sueño; sé que, a diferencia de los animales irracionales, mi vida tiene un propósito que me viene dado desde antes de nacer, del cual la parte fundamental como serían su magnitud y fin no me está dado conocer, seguramente para mi bien.
Respecto de cómo cumplirla, sé y estoy seguro de ello, que independiente de cual sea esa misión que debo cumplir sobre esta tierra, yo puedo matizar su desarrollo. No tengo duda que, independiente de cual fuere mi tiempo aquí, el color y el sabor de mi estadía, de mi paso por esta vida, únicamente a mi me corresponde darlo. No me preocupa el cuánto, sino el cómo. No es trascendente para mì cuanto tiempo voy a vivir, me importa la calidad de vida; y eso, gracias a mi estado de ánimo, que manejo a mi antojo, únicamente yo puedo decidirlo.
Por eso amo a las personas, pero además se los digo y también trato de probarlo con mis actos; porque cuando amo refresco mi alma y le doy el más hermoso color a mi vida. Asimismo, trato de ser útil, porque independiente de cual fuere mi misión, mi utilidad la hace más eficaz.
No me preocupa cuando deba dejar este mundo, porque estoy persuadido de que no será ni un segundo antes o después de cuando termine la misión para la cual fui traído. No se me pidió opinión para traerme, por lo tanto tampoco se me pedirá para el retorno.
Vivo mi vida con toda placidez, dándole color y sabor a todos mis momentos, en ese maravilloso mundo de las cosas sencillas y cotidianas, donde nace, crece y se desarrolla mi felicidad; cual por cierto no corresponde a ninguna facultad especial, fórmula complicada, mágica o conocimiento especial, sino que se reduce a una sucesión de eventos, que nosotros podemos hacer agradables, cuales sin importar su entidad, representen realizaciones materiales y espirituales.
Elementos siempre a mi alcance, como una flor, una nota musical, la sonrisa de un niño, la mirada plácida de un anciano, el canto de los pájaros, el ruido de las fuentes, y la frase te amo pronunciada por mi amada, son parte fundamental de ese matiz de felicidad que doy a mi vida, por lo cual no requiero de nada extraordinario o rebuscado para disfrutar el privilegio de sentirme… felizmente vivo.
Por todo esto, no me es significativo conocer cuál es mi misión ni cuando terminará. Sólo me ocupo de vivir mi vida lo más feliz posible; amando a mis semejantes y edificándolos, lo cual además de serme grato, abona al éxito de cualquier cometido que me haya sido asignado cumplir sobre esta madre tierra.
Buen día Dr. muy hermoso, sin embargo tengo un concepto un poco diferente. Realmente creo firmemente que todos tenemos una misión de vida, pero nuestro ser en evolución nos va diciendo cómo y cuándo desarrollarla. Aquellos que no se conectan consigno mismos no conocen a Dios, porque cuando el hombre está consciente de su bondad, de su amor, de su capacidad de servicio a la humanidad, entonces va creciendo y a medida que crece, el universo conspira contribuyendo con los deseos internos del hombre que son uno con los de Dios. Gracias por enviarme y recordarme que escritos como el suyo alientan al hombre a ser mejor cada día.
Saludos a su esposa,
Irene Hilewski