¿Qué cual es la mejor edad, la más feliz, productiva o mejor para vivir? No es posible contestarlo con acierto. En verdad, dependería de cómo asimile y asuma personalmente el hecho de vivir quien conteste la pregunta, siendo que, seguramente, reflejaría su propia ideología.
Es que cada edad pudiera ser ideal para algunas realizaciones e inconveniente para otras. Así, por ejemplo, se requeriría juventud para practicar con éxito algunos deportes de gran impacto físico como el fútbol y el béisbol; pero no así para aquellos que compiten en otros como el ajedrez, donde la edad no es el elemento determinante.
Asimismo, actividades científicas, artísticas e intelectuales pudieran corresponder igualmente en su máxima excelencia, tanto a personas jóvenes como aquellas de avanzada edad. De hecho, las páginas de la historia están llenas de casos de personas quienes toda su vida intentaron realizar algo extraordinario en estos campos, muriendo viejos luego de muchos intentos, sin lograrlo; en cambio, jóvenes o personas de mediana edad, en el mismo campo, sin demasiado esfuerzo, lograron extraordinarios resultados.
¿Dónde está el secreto? No lo sé, ni me preocupa desconocerlo. Lo que sí se es que toda edad es buena para disfrutar de este maravilloso mundo en que vivimos. Pienso que toda edad es buena para ser felices. Vale decir, para mí la mejor edad es aquella que se disfruta plenamente.
La edad y el tiempo son conceptos culturales; es algo que los humanos inventamos y que tiene que ver únicamente con nuestro cuerpo, porque a nuestro espíritu no interesa para nada la edad, porque no envejece. Es por lo cual, independientemente de la edad, el individuo disfruta y valora el amor, la dignidad, la lealtad, la fe, el optimismo y la esperanza.
Por lo tocante a mi persona, no puedo decir que en mi niñez o juventud hubiese sido más feliz o más productivo que en mis años dorados, porque en toda edad consciente amé, estudié, trabajé, disfruté de la vida y de las personas que conformaron mi entorno.
Sin embargo, no puedo dejar de anotar, que ha sido a partir de los cincuenta años cuando he vivido la etapa más plena de mi vida, física y espiritualmente. En estos maravillosos dieciséis años he disfrutado del amor más exquisito con mi compañera de viaje largo; los mejores momentos con mis hijos y mis nietos y he ampliado mi cobertura a cientos de amigos con quienes comparto experiencias.
También, ha sido en esta época cuando he tenido mi mayor producción intelectual, que me ha permitido cumplir con el compromiso de testimoniar a mis hermanos humanos, por diferentes medios como este Blog, que es cierto que podemos ser felices; porque los elementos para lograrlo están dentro y no fuera de nosotros mismos.
Le invito a considerar sus años vividos y por vivir, porque sin duda toda edad es buena para ser felices y Dios está siempre a nuestro lado para ayudarnos a lograrlo.
