Alguien comentaba que todo en la vida tiene un precio y una medida. Con los dos postulados estoy en desacuerdo, porque es erróneo situarlos como generalidad, únicamente en el mundo de las realidades físicas y tangibles.
En principio, no es cierto que todo tenga un precio, porque este factor sólo existe para lo que es estimable y transferible y, en el mundo físico-espiritual del hombre, hay cosas imposibles de ser estimadas y/o transferidas.
En mi criterio, todos los valores son intangibles, porque no hay manera de identificarlos físicamente y por tanto son imposibles de contar, pesar, medir o evaluar con exactitud. En todo caso, lo que de ellos estimemos o prediquemos, corresponde a nuestra ideología, respecto de lo que identificamos como conveniente o no en esta vida.
Por ejemplo, el valor amor, cual para nosotros es el máximo de los conocidos, no tenemos posibilidad de estimarlo, determinarlo o evaluarlo con exactitud. Simplemente amamos, casi siempre pensando que lo hacemos de manera suprema. Sin embargo, es la óptica propia la que hace la estimación mental, cargada de motivaciones y sentimientos, para ubicar su nivel donde más convenga.
Más allá de valorar el supremo amor a Dios, decir que un amor pueda ser superior a otro, es algo menos que una falacia; precisamente, porque no tenemos parámetros científicos (elementos de verificación) o mecanismos para determinar su exactitud.
Por ejemplo, decir que el amor de la madre es «…el más grande en esta vida», es generalizar algo que no tiene porque corresponder al caso de todas la madres, ni se tiene elementos exactos de comprobación. De hecho, no podría predicarse tal postulado de una madre que al momento del nacimiento abandone al hijo.
En cambio, hay amores como el de pareja, que surgen de personas que se vinculan a otras sin que exista ningún nexo consanguíneo, pero aman con toda intensidad, dedicación, generosidad y consecuencia, aún a riesgo de su tranquilidad y su patrimonio, y hasta de su propia vida. Esos sí que son grandes amores, pero como todos los amores, intangibles, y por tanto imposibles de ser evaluados.
En verdad, en el real sentido de la palabra, sólo podemos valorar las cosas físicas, porque sobre ellas puede establecerse un valor determinado, que sin duda es absolutamente tangible.
Pero existe otro valor, que yo, en ese mi mundo de especulaciones constantes, he denominado el valor intangible, que es aquel que no puede establecerse físicamente, sino que sólo puede sentirse. Ese que no puede apreciarse con los sentidos conocidos, sino que trasciende lo material para ubicarse en el mundo espiritual.
Es ese que llena mi vida cuando percibo que soy útil a mis semejantes, que doy lo mejor de mí en cada una de las cosas que hago. Ese valor, que es para mi consumo personal, es el que da sentido a mi vida y me hace tratar todos los días, de ser…mejor.
Invito a mis hermanos virtuales a revisar sus valores y compartir conmigo la sensación maravillosa del valor intangible.
Próxima Entrega: TODO ESTA PREVISTO.
[…] Producen una auténtica sensación de falta de control de la propia vida. NOTA UN VALOR INTANGIBLE por Dr. Amauri Castillo MEDIO AMBIENTE […]